viernes, 16 de junio de 2023

Sinsonte, Walter Tevis


Estamos dando vueltas como una peonza a la IA (inteligencia artificial), a la posibilidad de que se pueda procesar la información de una manera vertiginosa e incluir datos de manera ilimitada en los procesos de elección. Así el instrumento puede crear, sí, crear, un poema, una obra de teatro o el guion perfecto. Puede ser que pueda hacer una carta íntima o dar la respuesta adecuada al desconsuelo; incluso determinaría el alcance del alma o los límites de la vida. Esta inteligencia hace lo que hacemos, pero mejor. Claro, los puristas nos dirán que la impronta de la obra artística, ese yo artístico tan etéreo, tan romántico en su constitución, no es algo imitable, pero si no existe el alma, como dicen los modernos, no puede existir esa aura que, como determinaba Lotman, dota de entidad a la obra artística. Un debate cruel. Un debate que no vamos a ganar porque lo enfocamos de manera incorrecta, la nueva inteligencia es antigua y parte de nuestro ingenio, pero acojona. 

lunes, 12 de junio de 2023

El fantasma de Harlot, Harlot's Ghost, Norman Mailer


Enfrentarse a algo grande es complejo, el desánimo cunde, las expectativas no se cumplen, nos cansamos. Esta vez me enfrento a un libro de algo más de 1700 páginas en la versión que manejo, algo colosal, se parece al esfuerzo de leer La Broma infinita, pero difiere en el contenido, en la dinámica de la narración. Hace muchísimos años que decidí no agobiar a nadie con mis historias, de hecho no lo hago, y menos buscar en el otro cierta afinidad literaria, sé de sobra que no la encontré y, es posible, no la encuentre. Mis amigos no comparten conmigo el gusto por la lectura, tampoco el de analizar los libros que no leen, eso me distancia de ellos porque no saben que es de las pocas cosas que suscitan cierto interés en mi persona, lo demás, sus vidas, sus anécdotas, me suelen aburrir. Sin embargo, decidí, es la supervivencia, tener amigos, relacionarme, dejarme llevar, hablar de fútbol o de política, del tiempo o de la montaña. Pero estoy contento con no haber perdido el gusto por mi mundo, por esa ilusión de ser diferente, por mantener mi espacio íntimo intacto.

miércoles, 7 de junio de 2023

El enigma de la habitación 622, Joël Dicker


No me acabo de hacer con las nuevas literaturas. Eso no significa que no me gusten o no las lea, significa que la carga ideológica, la culpabilización o la asunción de roles no los acabo de ver. El tema de la inmigración es complejo, el desarraigo, el movimiento a sitios nuevos, la soledad, son temas que se han de tratar, evidentemente, igual que las relaciones familiares que se desprenden de lo que ocurre cuando alguien decide irse. Pero los aspectos que sugieren cancelación o el nuevo y poderoso pensamiento woke no acaban de encontrar su camino porque obvian la libertad del individuo y parecen querer englobarlo todo bajo el manto protector de lo que debe ser que, es curioso, se identifica siempre en un ámbito muy concreto del buenismo bien. Así el inmigrante siempre es víctima, la mujer siempre es víctima, el diferente siempre es víctima, por lo tanto, son susceptibles de abusos. Entiendo que la literatura ha de denunciar, pero algo no funciona, es probable que no lo haga en mi manera de procesar la realidad.

miércoles, 3 de mayo de 2023

Obra maestra, Juan Tallón

 

La literatura tiene cosas fascinantes que, difícilmente, puedes encontrar en otras disciplinas. Es capaz de adaptar multitud de formatos al hecho literario, es decir, puede insertar la historia, la filosofía, la ciencia, el periodismo, las instrucciones, y convertirlas, por el mero hecho de aplicar un estilo, al menos una voluntad de estilo, en literatura. Hace mucho que no reflexiono junto con vosotros al respecto de qué es y qué no es literatura, del canon que tanto me ha obsesionado en otros tiempos, de si la obra posee, o no, literaturidad. Todo esto me ha llevado a la obsesión; tal vez la cercanía, propia y ajena de la muerte, me ha hecho volver a lo que me interesa y desechar lo que no, por eso encontrarse, repito, con un hecho literario despierta en mí un inusitado interés. Cuando todo te da igual, cuando nada te interesa y la felicidad es un hecho filosófico, la literatura me recuerda que siempre hay espacio para volver a los orígenes.

miércoles, 19 de abril de 2023

Ceniza en la boca, Brenda Navarro

 


El tema de la inmigración es complejo, y el del arraigo, más. Vivimos en un mundo que cambia a velocidades incontrolables, bloques políticos, geoestrategia, manipulación de la información. Pero a estos acontecimientos macro, se le unen acontecimientos micro: desplazamientos de población, refugiados, migraciones por necesidad. Nos ha tocado vivir en la parte del mundo que recibe, que ofrece seguridades que no hay en aquellos lugares de donde vienen. Eso implica una perspectiva, la de quien lo sufre, la del miedo a las violencias de origen y a las de la recepción; los miedos, al fin y al cabo, que rigen el destino de millones de personas en el mundo.

lunes, 17 de abril de 2023

El método Catalanotti, Andrea Camilleri

 


Hay pocas cosas tan placenteras como recordar un buen momento. Estos días rememoro una de las sensaciones maravillosas que siempre me han acompañado, la de despertarme, coger un libro nuevo, comenzarlo y acabarlo antes de comer, sin interrupciones, sin preocuparte nada más que por tu placer. En mi infancia, mientras otros gustaban de salir a la calle, jugar al fútbol o hacer de exploradores accidentales, yo disfrutaba metiéndome en la cama, en realidad no salía de ella, cogía un libro y disfrutaba de mil aventuras diferentes, de realidades en las que podía sentirme bien. Un niño con mis problemas, ausente de
relaciones, amigos y esas cosas, encontraba un placer infinito en mi mismidad, en ese círculo propio y difícilmente exportable del placer de la literatura. Es un gusto que no me ha abandonado nunca, como sabéis, pero hacía tiempo que no tenía la oportunidad de recordar estas sensaciones, esa libertad, el saber que, de nuevo, me doy la libertad de ser yo mismo.

domingo, 2 de abril de 2023

Verdes Valles, colinas rojas. Las cenizas del hierro 3. Ramiro Pinilla

 


Tengo muchos libros sobre los que no he hablado en este blog, se acumulan en un limbo irreconocible y los miro extrañado. Quiero pensar que, cuando los aborde, si han resistido el tiempo de espera, significará que merece la pena hablar sobre ellos. Este espacio es un recurso de la memoria, la mía, me sirve como repositorio para que quede constancia de mis pensamientos a lo largo de un período concreto de mi historia personal e intelectual. Por eso, quiero creer que no importa en el orden en que escriba o si no escribo, también necesito descansa, de la reflexión literaria y de la propia lectura. Últimamente, escribo más producción literaria, uso el mismo sistema que para los libros, dominio mi impaciencia, escribo y abandono, si resiste el paso del tiempo, lo retomo, corrijo y sigo trabajando. Ya no me obsesiona el cumplir con nadie ni nada, es decir, este repositorio es mío, vuestro en cierto sentido, y eso me tranquiliza.

lunes, 6 de marzo de 2023

Verdes valles colinas rojas. 2 Los cuerpos desnudos, Ramiro Pinilla

 


Por fin me decido a escribir en este blog. He tenido la necesidad de un tiempo de silencio. No significa, para nada, que no haya leído, aunque tampoco lo he hecho con las ganas de otras etapas de mi vida. La verdad que busco la calma, estar tranquilo para poder ver las cosas con claridad. Hoy, pienso en la historia como disciplina, en sus fuentes, en cómo determina la perspectiva de lo que ha acontecido; sin embargo, las pequeñas historias, en muchas ocasiones, no pueden estar recogidas en visiones macro. Hay acontecimientos que generan tramas, que se generan a través de acciones individuales y que no pueden ser reflejadas en las grandes visiones que intentan darnos un punto de vista global. Ahí tiene su espacio la literatura, no en explicar lo que explica la historia, sino en contar lo que la historia no puede contar: el devenir de una familia, las sensaciones vividas por un personaje ante un determinado acontecimiento histórico, ese tipo de cosas que determina lo literario. Una novela puede permitirse lujos, es decir, puede tener una perspectiva absolutamente subjetiva porque no deja de ser la que tiene el personaje, la que ve o siente. Ese punto de vista nutre de sentido la obra y le da la dimensión que el lector espera, es decir, no que nos cuenten lo que ha pasado, sino que nos exponga cómo se ha vivido.

Este segundo volumen de la trilogía llega hasta la guerra civil. Sigue centrándose en las familias Baskado y Altube, en la configuración política que llevará al Estatuto de autonomía del País vasco, o en cómo el nacionalismo vasco va configurándose como una red clientelar de empresarios, sindicatos y un pueblo que se entiende como un todo orgánico. Es interesante, no solo la parte histórica, los delirios nacionalistas, o, más adelante, la perspectiva anarquista en la guerra, sino también las relaciones que se establecen entre los personajes. Los hermanos Fabiola, Moisés y Jaso, la bipolaridad de Moisés, su ambigüedad sexual que da lugar a una comuna libre que representa lo primigenio, el buen salvaje: la desnudez, el pansexualismo y la inocencia. Esos capítulos son hipnóticos, las acciones son repetitivas, pero ahí radica la grandeza de la literatura que atrapa al lector en una tupida red de la que no se puede escapar.

Así la novela va trascurriendo hasta la guerra civil, hasta los meses de guerra en el País vasco, el posicionamiento del PNV, de los comunistas, socialistas y, sobre todo, de los anarquistas representados por Matías y Flora, la superioridad militar de Franco, la repetición de los días en las trincheras, la figura de Roque Altube, la simbología de los acontecimientos, todo consigue crear un fresco particularísimo y brillante de los cimientos del País vasco actual.

Ya me fascinó el aranismo en la primera parte de la trilogía, ese carácter mitológico de la pureza del vasco, la esencia que impregna los espacios, la xenofobia, la cortedad de miras que roza el ridículo. La desnudez de los hermanos como símbolo de la pureza vasca que se convierte en un espectáculo ridículo, aunque puro.


¡No, si a tu hermana le da por pecar bajo nuestro viejo techo! —grita ama—. Me esforcé durante toda una vida por mantener a esta familia en el seno de la iglesia católica y seguir siendo el pueblo elegido de Dios…

Los vascos fueron antes que la Iglesia católica y que tods las iglesias— dice Martxel.


La parte más mítica que evoca esa arcadia inmaculada, un paraíso terrenal, el mar, las montañas, un hecho diferencial profundo que debe regirlo todo frente a la vida, al progreso, a los problemas laborales, a la industrialización, retratan una concepción del País vasco que está escrita a fuego en muchos vascos.


No me podías haber dado mayor disgusto, Roque. ¡Un sindicato entre nosotros!¿Para qué?¿No comprendes que nosotros no hacemos las cosas como ellos? Los vascos nos sentimos hermanos unos de otros, nunca nos enfrentamos, nuestras diferencias las solucionamos sin guerras, con buena voluntad. Debajo de los sindicatos hay odio y rencor… ¡Y tú vienes a mi propia casa a hablarme de un sindicato! —dice la marquesa.


Así, el nacionalismo entiende que el pueblo es el cuerpo, que hay una unidad en lo universal que les caracteriza y los aísla.


Jesucristo no predicó la violencia y nosotros somos cristianos. Predicó el amor. Tanto los patronos como los trabajadores hemos de tener buena voluntad para llegar a entendernos. En nuestra sociedad vasca nunca ha habido guerra entre ricos y pobres, pues unos y otros, por encima de todo, siempre se han sentido vascos. Y sé que tú también lo sientes así, pero no sé qué te pasa —dice Juan.


Toda la parte del libro sobre los cuerpos desnudos me ha parecido fantástica, el simbolismo con que se inicia la novela, la vuelta a ese adanismo liberador de los primeros hombres que fueron vascos, la esencia incorrupta, el buen salvaje roussoniano, el socialismo que ha de hacer a toda la humanidad libre, sin cadenas, sin ropas que aten. No se predica en el desierto, sino en el mar de Getxo, una revolución con la autenticidad de quien se sabe poseída por el don divino de la bondad, no tiene desperdicio.


Al tocar con mis manos la caja también he tocado un trapo. Es banco. Y cuando levanto la cabeza y veo que la señorita Fabiola o quien sea está desnuda, sé que el trapo es la sábana blanca con que se disfraza.

Mi voz esperanzada os convoca a todos, los ofendidos y humillados, los hambrientos, los que viven en cuevas, los que rechazan las cadenas que les ponen al nacer y buscan la explosión de los sentidos y de todas las libertades de sus cuerpos desnudos… ¡la revolución social como preámbulo de la revolución de la carne! O al revés, ¡la nueva Humanidad purificada de hipocresías y de ese lenguaje que nunca toca nuestras profundidades inventado por los malditos dioses que nos ordenan mantenernos en la ceguera y en lo que no es, el retorno a las fuentes de lo que fuimos cuando no sabíamos que lo éramos y que ahora lo podríamos ser sabiendo que es la felicidad que nadie nos prometió, pero que se nos debe!¡Ofrezco mi cuerpo al amigo mar que me entrega su enormidad y extiende mi voz hasta los más escondidos y míseros rincones donde habitan los humildes que abrazarán mi desesperado anhelo —dice la señorita Fabiola o quien sea.


Así pues, la novela es hipnótica, se repite, juega con el concepto y lo estruja, lo vuelve del derecho y del revés, luego vuelve sobre el mismo y vuelve a empezar. Así trascurre entre las alucinaciones esquizofrénicas de los hermanos, hasta los albores de la guerra, el debate entre las ideologías de izquierdas y el adanismo nacionalista, los primeros temores, los personajes encajando en el laberinto opresivo del pueblo, es tan brillante que no podía dejar de leer, de disfrutar de esta hipnosis que me lleva a no pensar más que en las palabras.


Lo que Flora vertió en la Campa del Roble no fue un anarquismo mal digerido, ni siquiera llegó al anarquismo de los panfletos. No prometió la justicia social, ni la igualdad entre los hombres, ni menos aún la Revolución, con mayúscula, la rebelión de los trabajadores contra el poder burgués hasta sustituirlo por el poder obrero. Flora sí que habló de libertad, pero no de la libertad de las masas sino del individuo.


Como he dicho, la guerra es parte de la historia, vemos cómo va entrando en las familias, poco a poco, sin pausa y cómo la barbarie se instala casi de repente.


El 22 de julio a Otxandiano le cupo el triste honor de estrenar el terror venido del cielo. Lo poco que se sabía de aquellas cuatro primeras jornadas de guerra había empezado a familiarizar a la gente con algunas formas de matar, las clásicas, incluidos los cañones que destrozaban cuerpos a distancias. Pero aquella bandada de pajarracos Breguet XIX que arrojó bombas, sobre una población habitada alertó de los efectos devastadores del arma aérea.


La guerra en las trincheras con los tres ejércitos: el vasco, el socialista y el anarquista; los trimotores, el miedo y los muertos, la rutina de la batalla se desarrolla de manera magistral, no es posible dejar de leer la vida de los Baskardo, las pérdidas de Roque, el embarazo de Flora impactante y la reiteración que consigue sobrecoger al lector.


Durante los bombardeos no toda la gente se tumba esperando la muerte. A los que les entra el histérico se levantan y echan a correr dando gritos y los cazas los mandan otra vez a tierra para siempre. Ni uno solo de estos que se levantan llega a dar más de veinte pasos.


En Tusquets.


Nº de páginas:776

Editorial:TUSQUETS EDITORES

Idioma:CASTELLANO

Encuadernación:Tapa blanda

ISBN:9788483103043

Año de edición:2005

Plaza de edición:BARCELONA

Fecha de lanzamiento:01/05/2005

Alto:22.5 cm

Ancho:15 cm

Grueso:4 cm

Peso:1070 gr

Colección:ANDANZAS

Número:5

Un hirviente microcosmos de vidas entretejidas con la Historia que se verán sacudidas de manera irreparable por la Guerra Civil.

Moisés Baskardo vuelve de Ceilán completamente trastornado y quiere casarse todavía con Andrea, su amor adolescente. Alterna momentos en que abraza la causa nacionalista, con otros de iluminado dispuesto a fundar un nuevo orden. Conseguirá convencer a sus hermanos Josafat y Fabiola para retirarse juntos a Oiarzena, un caserío derruido donde poner en práctica una vida libre y sin prejuicios. Pero el pansexualismo de la comuna acabará gestando una tragedia shakespeariana de la mano de Flora, la hija de Fabiola y Roque. Entretanto, en pleno ascenso económico, Efrén y su madre siguen empeñados en que el imperio de los Baskardo pase a manos de Cándido, los empresarios del hierro auspician la Hermandad de Obreros Vascos, un equívoco sindicato nacionalista, y prosiguen las disputas sobre el mostrador de la Venta, reclamado por la Iglesia.

lunes, 2 de enero de 2023

El castillo de Barbazul, Javier Cercas

 

Dieciocho horas. Meses. Días en la enfermedad, observando, cuidando, haciendo a quien no puede hacer, vigilando. Dieciocho horas. Sin agosto, sin Navidad, con la extrañeza de que todo ocurre por algo y tú haciendo lo que necesitas hacer; no tienen por qué entenderte. Dan para mucho, para pasar horas tirado en un sillón, para no ver el móvil, para leer un libro y otro, este por ejemplo, pensar y no hacerlo. Dan para no felicitar a nadie, no porque no haya que felicitar, no, por no tener ganas, ni de un café, vaya, de ver, entonces, quién no escribe, quién no felicita, no lo necesitarán tampoco, escritor no hagas trampas ellos también pueden querer silencio. Papi dice que la gente no está a la altura de su amistad, lo respeto, nadie está a la altura de nuestra amistad, incluidos nosotros mismos, que no somos mejores, pero sí únicos, nos confunde la lengua, si no felicita no felicito, pues bien, si no me llama no llamo, mejor, igual no quiere hacerlo papi, igual que tú no lo has hecho, pues igual, así que piensas en cuando decidiste que no , que buscarías la amistad en un partido de futbol, en una bicicleta, en un almuerzo (sí, pero sigues sin hablar de literatura con nadie, mentira, escritor, lo haces aquí con todos los que te leen, vaya, hablo de literatura). Papi son las expectativas, siempre tan elevadas para los otros, tan condescendientes con nosotros mismos, sabes, lo he dicho, que dejé de tenerlas, las tendré de alguna manera, supongo, pero no espero nada de nadie, exageras, exagero, soy otro, de verdad que me satisface, un poco, hablar de futbol,  pero si no te gusta, mas me mantiene en el mundo, y ¿la literatura, lo elevado? En mi cabeza, en las dieciocho horas, en saber que volveré a hablar del campo con quien no me ha felicitado, ni falta que hace, algún día volverá la vida. Dieciocho horas de alarmas en los aparatos, de habitación aislada, de enfermeras y antibióticos, de sangradas y de silencio, de agotamiento. No importa, es lo que he decidido, seguro que lo entiendes, papi, no lo hago por ti, lo hago por mí.

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Un buen detective no se casa jamás, Marta Sanz

 


¿De qué se puede hablar cuando no se tiene ganas de hablar? ¿De qué se puede escribir cuando no se tiene ganas de hacerlo? Las fiestas son extrañas porque simbolizan lo mejor, pero también sacralizan tristezas que difícilmente pasan: evocamos el nacimiento, pero también el dolor, las pérdidas, los que están o los que no. Sin embargo, estamos, los que transitamos, tenemos la responsabilidad de vivir, de respirar, de dejar a un lado nuestras proyecciones, nuestros temores y alertar a los otros de que hemos llegado. No es fácil llegar, la vida no parece dejarse ser vivida, lo pone difícil; aun así, millones llegamos, más o menos doloridos, con más o menos carga a la espalda, mas lo hacemos. Eso es lo hermoso, saber que estamos, que el dolor, el miedo o la rabia dejarán paso, algún día, a respirar el aire, mirar al cielo o bañarse en el mar, aprender del error, erradicar la toxicidad, ser inclementes con quienes no nos dejan ser, liberarnos para encontrarnos, prescindir para encontrar. Quien no quiera, que se baje, pero que no nos pida que le acompañemos en sus abismos. Nadie dijo que fuera fácil.

lunes, 12 de diciembre de 2022

Las partículas elementales, Les Particules élémentaires, Michel Houellebecq

 


Me interesan mucho las novelas en las que se reflexiona sobe el final de una época. Es importante estar atento a lo que dicen los escritores, su intuición va más allá de otros, son capaces de ver la luz donde los demás solo observamos el ojo del huracán. Cuando una civilización decae, no lo hace de la mañana a la noche, hay signos, pequeños cambios que contribuirán a que haya, en algún momento, una sustitución, un nacimiento de algo nuevo. Siempre hay alago nuevo, por eso los escritores no solo intentan descubrir los elementos que hacen que algo vaya muriendo, sino que son capaces de imaginar qué vendrá después, cómo tendrá lugar el nuevo nacimiento.

domingo, 13 de noviembre de 2022

El origen perdido, Matilde Asensi


Las palabras nos dotan de una capacidad de análisis del mundo diferente, somos capaces de entender lo que no se dice, o de destripar, como los cirujanos, una realidad que a otro se le escapa. Esa capacidad se vuelve en contra cuando se lucha contra el universo o, simplemente, se analiza. Todos sabemos que si nos duele la cabeza nos tomamos un paracetamol, para qué vamos a ir al médico, para eso no hace falta tanta medicina, probablemente nos decimos. Esa soberbia se acaba cuando el dolor de cabeza es persistente y necesitamos a un profesional que determine su alance. Es obvio, no somos médicos. Con la lengua pasa lo mismo, pero despreciamos al médico, la utilizamos todos los días, sin descanso, lo hacemos incluso en nuestros pensamientos íntimos, que se configuran también con palabras; pero cuando se quiere explicar un hecho complejo, la mayoría de los otros no son capaces más que de rascar la superficie, no por falta de inteligencia, sino por falta de palabras que les ayuden a comprender lo intangible. Ahí llega el problema, nuestro problema: no solo vemos lo superficial, sabemos exactamente qué han dicho con sus palabras, les conocemos; y también sabemos su intención, su plan. Eso en un principio abruma, luego se acepta. Desengañaos, no es lo mismo afrontar lo cotidiano leyendo diez mil páginas anuales de literatura que centrarse en lo técnico o en las redes sociales. No solo no vais a ser comprendidos, también vais a ser acusados de manipuladores. Lo dio, despreciamos al médico.

domingo, 23 de octubre de 2022

Seis cuatro, 64 Rokuyon, Hideo Yokoyama

 

Estaba el otro día a vueltas con la felicidad, reflexionando sobre todo lo que se dice de ella: la imposibilidad de llegar, los límites, el drama del hombre moderno que no ve nada a su alrededor que le dé esperanza ni que le invite al optimismo. La felicidad como quimera, el lastre de la inteligencia sobre el que habla Cioran, pero algo no encajaba en mi discurso, en el rumiaje interminable sobre las razones que no nos dejan ser felices. La casualidad es siempre compañera inesperada de lo que se espera, así, en un programa de radio, escuché al profesor Rojas en una entrevista, la cogí tarde, no le hice mucho caso, pero dijo algo que me fascinó, a la pregunta del entrevistador de que se calificara sobre su nivel de felicidad él contestó con un índice de satisfacción, y ahí fue cuando me di cuenta de que mi pensamiento, es generalizado, deja la felicidad solo en el ámbito de lo sentimental. Pero si analizas todo lo que te pasa, todo, te das cuenta de que muchos ámbitos son satisfactorios y que nunca se es completamente infeliz, si no que no todo te llena como esperabas. He de seguir pensando en ello.

La novela policíaca nos tiene acostumbrados a las acciones policiales, perogrullada, sin embargo, caracteriza el género. Lo que no esperamos es que reflexione sobre el hecho policial, sus luchas de poder, su relación con los medios en un plano profundo, la burocracia aplicada a las investigaciones. Así que me encuentro con este libro. Mi padre me dijo que debía leerlo, él hace tiempo que no lee, por muchas razones, pero lo dejé a la espera hasta que pudiera hacerme con él. Le gustó, y a mí, porque da una nueva dimensión a este género que tanto me complace y nos cautiva. Indaga hacia dentro, hacia la estructura misma de la organización. Evidentemente, se centra en Japón, tiene otros límites, pero me parece válido para cualquier organización burocrática, al menos, altamente burocrática. Me gusta porque el personaje vive su dolor, su infelicidad, de una manera auténtica, porque los conflictos son reales, ya que el delito existe, porque su investigación es una parte más de la novela para entender el pensamiento de los profesionales, sus frustraciones, el dolor y la insatisfacción.

El inicio de la novela se mueve dentro de la burocracia, de los ascensos, de las traiciones que caracterizan a una organización, ese ambiente asfixiante se impone mientras va viniendo la configuración de la trama.


En el fondo, Ishii no se diferenciaba mucho de Sakaniwa, el ahora capitán de la comisaría. Y: había entregado su alma a Akama y Tsujiuchi, y ahora se pasaba la vida huyendo de los riesgos, extraviado en las ensoñaciones de un ascenso que probablemente recibiría en un plazo de uno o dos años.


Me parece fundamental el debate central del derecho de los medios a la información, pero se contrapone con la organización y el derecho de coerción por parte de la policía. El debate intelectual sobre la libertad de expresión y el papel de los medios de comunicación es de primer orden porque los límites a todo derecho entran en conflicto entre sí. La protección de la intimidad, el secretismo en una investigación criminal chocan con el derecho a informar y ser informado. Creo que el libro lo resuelve con brillantez.


Cada vez que hay un secuestro entre cien y doscientos periodistas y cámaras irrumpen en la comisaría que lleva la investigación y, aunque lleguen en son de paz, el hecho de no poder entrevistar realmente a nadie, sumado al hacinamiento en una zona de prensa claustrofóbica, va crispando los ánimos hasta que nace la sospecha de que la policía intenta manipularlos: «¡Nosotros hemos limitado nuestras libertades para ayudar en la investigación!» Por la sala de prensa se va extendiendo la impresión de que se le ha hecho un favor a la policía, de modo que, si esta trata de guardarse algo durante la vigencia del acuerdo, los reporteros se convierten en una horda histérica lanzada al ataque sin contemplaciones.


Se configura la obra, pues, como una novela policial pura donde las reflexiones sobre el hecho de ser policía o sobre el funcionamiento del cuerpo van imponiéndose al mero desarrollo argumental.


Y Mikami no era ninguna excepción. Identificar al culpable, acorralarlo y hacer que confiese: el rito diario iba raspando la mentalidad de un agente, erosionaba cualquier resto de individualidad. Y nadie intentaba resistirse a ese proceso hasta quedar reducido a un mero cazador; si algo hacían era recibirlo con los brazos abiertos y ansiar más y más presas. Para esa gente, el deseo de seguir cazando iba más allá de cualquier consideración pecuniaria. Era su única afición, su mayor placer.


Dentro de las claves de la novela esta me parece fundamental sobre la felicidad y el reconocimiento, cuántos están dispuestos a dejar al ser querido para que se encuentre fuera de nosotros, es algo tan trascendente y complejo que asusta, pero ahí está como planteamiento revolucionario. La evolución del personaje, el asumir sus inseguridades, sus complejos y miedos para tomar una conciencia preclara sobre la vida es importante. El renunciar, en el caso de la novela, a volver a ver a quien se quiere a cambio de que ella se encuentre a sí misma, hace que se rompa el ego, que afloren todos los miedos que acomplejan al oficial.


«Sólo me pregunto… si Ayumi no necesitará a otra persona. Alguien que no seamos ni tú ni yo.»


La tenemos en Salamandra.


Nº de páginas:656

Editorial:SALAMANDRA

Idioma:CASTELLANO

Encuadernación:Tapa blanda

ISBN:9788418107252

Año de edición:2021

Plaza de edición:ES

Fecha de lanzamiento:14/01/2021

Alto:23 cm

Ancho:15.5 cm

Grueso:3.4 cm

Peso:963 gr

En enero de 1989, una niña de siete años fue raptada al norte de Tokio. Los padres nunca llegaron a saber la identidad del secuestrador. Tampoco volvieron a ver a su hija. Nombre en clave del caso: Seis Cuatro.


Más de una década después, el jefe de prensa de la policía se ve obligado a volver sobre el suceso, cuyo estigma no se ha diluido en el tiempo: el fracaso de la investigación sigue siendo motivo de escándalo. Pero el veterano Mikami no aspira ya a resolver el crimen, solo pretende tender una mano a la familia de la víctima y contribuir de algún modo a limpiar la reputación del cuerpo. Sin embargo, tras detectar una irregularidad en el expediente, Mikami acabará desvelando el móvil de un delito que encierra secretos inimaginables.

sábado, 10 de septiembre de 2022

El caso Alaska Sanders, Joël Dicker

 

La novela policíaca ha ido cambiando y, aunque se centra en un personaje que nuclea las acciones y sirve de epicentro de las tramas, juega con el entorno para convertirla en algo más global. La novela policíaca me gusta más llamarla, cuando sus protagonistas son policías, así, de policías, porque las acciones se desarrollan en la legalidad del sistema y dentro de investigaciones criminales que parten de las unidades policiales. Hay ocasiones en que lo policial es una excusa para presentar un alter héroe, como una duplicación del presunto personaje principal, que es quien en realidad desarrolla la acción y protagoniza los conflictos.

sábado, 3 de septiembre de 2022

Aniquilación, Michel Houellebecq

 

Es posible que las élites económicas no hayan sido capaces de imponer sus gustos estéticos, o al menos la élite intelectual se ha quedado en eso, un anacronismo indigerible. Parte de esta tesis la defiende Houellebecq en su último libro, donde piensa que se ha impuesto el gusto popular, al menos, desde la muerte de la revolución francesa con el advenimiento del romanticismo. Es posible que esta época de los baby boomers, o al menos donde se impone el gusto mayoritario, sea consecuencia directa de la Segunda Guerra Mundial, no tengo clara la tesis, pero sí he defendido que los gustos burgueses han ido cayendo en una marginalidad hortera frente al aumento imparable de lo popular. Si nos fijamos con atención en los tiempos actuales, donde cualquiera puede acceder al entramado mundial de redes sociales, publicación de contenido e, incluso, de difusión masiva, cualquiera, literalmente, puede ofrecer su talento o su concepción del talento al mundo. Estamos hartos de ver concursos de talentos donde el cantante desafina, no tiene ninguna aptitud o, simplemente, necesita del segundo de gloria para sentirse vivo, el ridículo no forma parte de su universo. Lo sublime es una concepción intelectual de la élite, lo cotidiano es más sencillo de aceptar por cualquier consumidor. La imposición cultural programada por la élite no es tan fácil en un mundo como el actual, de hecho, los agoreros de la imposición de lo anglosajón se han visto superados por la fuerza imparable de lo latino, de lo hindú o de lo kitsch, directamente. Que yo siga disfrutando con Mozart, no significa que no me active con ACDC; que me encante Botticelli, no implica que no me pueda emocionar con El lama blanco. Futilidad y trivialidad, pensamiento líquido, eso me preocupa mucho más. Pero es cierto que el mundo no se explica igual con un vocabulario de mil palabras, ni se transforma, ni se entiende, que con un vocabulario de diez mil; otra cosa es el talento.

Este último libro me ha parecido diferente a los demás del autor, es cierto que se ve la huella de autoría, pero el libro es más farragoso y se pierde en intelectualismos innecesarios para la trama. Es cierto que la necesidad intelectual impone, en ocasiones, la explicación o la cita; aun así, es como si el libro no encontrase su camino. La acción política, la decadencia de occidente a través de lo francés, la multiculturalidad y el problema de la inmigración, siguen estando presentes en la obra como los grandes temas sobre los que basculan sus obsesiones, pero en lo marginal, en lo pequeño, tal vez, he encontrado los mayores logros. Así, en su proceso de escenificar la muerte, en el conocimiento, en el dolor, en la lucha y aceptación, he c¡visto reflexiones notables. En la descripción de la enfermedad y del cuidado, tal vez por cuestiones personales, he sentido identificación. Todavía la estoy digiriendo.

Es recurrente el intento de muchos escritores por intentar buscar puntos de reconciliación entre algún personaje y el padre, este como elemento de conflicto frente a la madre, nexo de unión, cordón umbilical frente al exterior. Esa búsqueda freudiana de la resurrección en términos psicológicos tras la muerte, me fascina en cuanto a que es algo tan real y constante que siempre me motiva a la reflexión y me ayuda en mis estados de decepción y aceptación.


Por último, Paul añadió que lamentaba no haber tenido hijos, y fue una auténtica conmoción oír esas palabras saliendo de su boca, porque era algo que nunca se había dicho a sí mismo y que además era totalmente inesperado, siempre había estado convencido de lo contrario. Nunca había hablado tan íntimamente con su padre cuando estaba en plena posesión de sus facultades, cosa que había echado de menos en numerosos momentos de su vida.


La novela necesita de reflexiones sociales y filosóficas: eutanasia, cuidados dependientes, suicidio, ansia de felicidad y, por supuesto, la decadencia moral de occidente junto con esa curiosidad por encontrar cuál será el nuevo paradigma cultural.


Así que no, en efecto, no soy cristiano; tengo incluso tendencia a pensar que comenzó con el cristianismo esta propensión a aceptar resignados el mundo actual, por insoportable que sea, a la espera de un salvador y un porvenir hipotetico; el pecado original del cristianismo, a mi entender, es la esperanza.


Me fascina la reflexión sobre la decadencia irremediable de occidente y e cambio de paradigma que se vive en un relativismo individualista donde apenas van quedando residuos de una manera burguesa de hacer, es cierto que la novela es m´s anodina que otras, que echo d emenos la ironía, la frescura o el descaro, pero él quiere seguir tratando ese cambio de ciclo, ser testigo de la historia; no creo que su fin sea entretener.


Sin duda esto era falso, y a Paul le parecia evidente que el conjunto del sistema se derrumbaría en un colapso gigantesco cuya fecha y modalidad no se podían prever todavía, pero la fecha podría acortarse y sus modalidades serían virulentas. De modo que se encontraba en la extraña situación de trabajar con constancia, y hasta con cierta abnegación, para el mantenimiento de un sistema social que él sabía irremediablemente condenado, y probablemente no a muy largo plazo.


En Anagrama


ISBN 978-84-339-8121-9

EAN 9788433981219

PVP CON IVA 24.9 €

NÚM. DE PÁGINAS 608

COLECCIÓN Panorama de narrativas

CÓDIGO PN 1081

TRADUCCIÓN Jaime Zulaika

PUBLICACIÓN 15/06/2022

Una novela total: thriller con flecos esotéricos, obra de crítica política, descarnado retrato familiar y narración existencial sobre el dolor y el amor.


Año 2027. Francia se prepara para unas elecciones presidenciales que es muy posible que gane una estrella de la televisión. El hombre fuerte detrás de esa candidatura es el actual ministro de Economía y Finanzas, Bruno Juge, para quien trabaja como asesor Paul Raison, el protagonista de la novela, un hombre taciturno y descreído.


De pronto, en internet empiezan a aparecer extraños vídeos amenazantes –en uno de los cuales se guillotina al ministro Juge– con unos enigmáticos símbolos geométricos. Y la violencia pasa del mundo virtual al real: la explosión de un carguero en A Coruña, un atentado contra un banco de semen en Dinamarca y el sangriento ataque a una embarcación de migrantes en las costas de las islas Pitiusas. ¿Quién está detrás de estos hechos? ¿Grupos antiglobalización? ¿Fundamentalistas? ¿Acaso satanistas?


Mientras Paul Raison indaga lo que está sucediendo, su relación matrimonial se descompone y su padre, espía jubilado de la DGSI, sufre un infarto cerebral y queda paralizado. El hecho propicia el reencuentro de Paul con sus hermanos: una hermana católica y simpatizante de la ultraderecha casada con un notario en paro, y un hermano restaurador de tapices casado con una periodista de segunda fila amargada y de colmillo retorcido. Y además Paul deberá enfrentar una crisis personal al serle diagnosticada una grave enfermedad...


Houellebecq orquesta una ambiciosa novela total que es muchas cosas a la vez: un thriller con flecos esotéricos, una obra de crítica política, un descarnado retrato familiar y también una narración íntima y existencial sobre el dolor, la muerte y el amor, que acaso sea lo único que puede redimirnos y salvarnos.


Una novela provocadora y apocalíptica que, como suele ser habitual en Houellebecq, deslumbrará o escandalizará. Lo que es seguro es que no dejará a nadie indiferente, porque el autor tiene la inusual virtud de sacudir conciencias.


viernes, 26 de agosto de 2022

La fórmula preferida del profesor, 博士の愛した数式, Yoko Ogawa

 

Enseñar. El hecho de ser profesor siempre me ha producido contradicciones entre el querer ser y el ser. Hay algo dentro de nosotros que nos lleva a creer que, si no tuviéramos la vida que tenemos, la que nos hemos construido, tendríamos otra mucho mejor; en la ilusión, tal vez, está el motor de la esperanza, de poder ser quienes no somos o no hemos sabido ser. Ese anhelo tan humano de perseguir los sueños a través de los deseos, alimenta la esperanza de un futuro mejor, feliz. Y esta palabra, feliz, se convierte en el centro de nuestra vida, “quiero ser feliz, “me merezco ser feliz”, pero la realidad es que hemos de comer todos los días y la vida tiene muchos sinsabores, es posible, solo posible, que tengamos que prepararnos para el dolor, así, seguro, sabremos que la felicidad, el bienestar, es un bien apreciado que hemos de saber disfrutar. Enseñar, pues, es algo complejo porque podemos afrontarlo desde varias perspectivas: la de la satisfacción personal, ya que transmitimos aquello que nos hace sentir bien; la técnica, porque somos capaces de transmitir lo que sabemos; la humana que contribuye a mostrar otros puntos de vista y a favorecer, al que aprende, la configuración de su personalidad mientras aprende. (Pequeño apunte: aprender lo que aparenta ser innecesario es fundamental para conocer los límites de la frustración, saber administrarla y generar disciplina.)

sábado, 13 de agosto de 2022

Esclavos del deseo, Transient Desires ,Donna Leon

 

Hace un calor insoportable, sudo todo el día, caigo en un proceso de desidia complejo, estar cansado es mi estado. Pienso en quien trabaja al sol, en la calle, quien lo hace en una cocina, el que conduce un vehículo y carga y descarga o el que está en el campo, pero no me satisface el dolor ajeno, necesito sentirme bien, sin agobios, en el fondo el egoísmo determina bastante. Mas leer es un ejercicio que uno puede hacer bajo la sombrilla, en la playa, en el sofá de su casa o en la cama, en el metro o en cualquier otro sitio insospechado, incluso en las noches interminables de un hospital. Leer no combate el calor, claro, pero sí la idiocia que vemos en cuanto levantamos un poco la cabeza del móvil.

jueves, 11 de agosto de 2022

Los vencejos, Fernando Aramburu

 

No son buenos tiempos, aunque la presión mediática nos diga que son los mejores. No sé si es por el calor, por mis inseguridades, porque la inteligencia recrea las imágenes y las transforma, pero lo cierto es que cierto abatimiento interior hace que vea las cosas con una perspectiva oscura. Descubro, no me apesadumbra, que cuando paso a la reivindicación del yo choco con los egos de los otros, en realidad me doy cuenta de que suelo importar más bien poco, no espero menos de los hombres, mas no por ello me deja de sorprender. Cuando me doy a los demás, suele ser siempre, servicial y con ese carácter estupendo que se puede enseñar en un escaparate, todo me funciona a la perfección, todos me adoran, me quieren, me aprecian, pero en las marismas del dolor, en la manifestación del pesar, no hay sorpresa, tomo conciencia de lo que en realidad hay. No es cuestión de seguir martirizándose por ello, me digo, al fin y al cabo no hay obligaciones, pero es significativo cómo los demás te perciben mejor cuando no eres reivindicativo, cuando eres ese pozo ilusorio que escucha, que asiente, que mece los amores propios. Ayer, o antes de ayer, no recuerdo, le decía, vehemente, a mi madre que no se engañara, que nosotros dos no hemos nacido para ser satisfechos, sino para satisfacer, que la alternativa es compleja y que hay demasiados entrecruzamientos como para tomar las de Villadiego. Mi madre no me contradijo, lo sabe, lo sé desde los doce años, sé que si quiero amigos, vida social, debo ser de cierta manera y, por supuesto, no esperar nada. Tú, mamá, desde los cincuenta, tardaste más, pero aceptaste tu destino sin ti misma. Es lo que hay, es lo que somos, lo que nos hace así de especiales, lo eres, lo soy. No, no son buenos tiempos, aun así, eso no significa que mi ojo interior no pueda ver con claridad absoluta qué ocurre, ahí entra la literatura y mi vida interior, vamos, la normalidad.

viernes, 5 de agosto de 2022

La red de protección, La rete di protezione, Andrea Camilleri

 

No me atrevo, en ocasiones, a volver a este blog y escribir sobre lo que siento o leo; es un pudor adolescente que deriva de inseguridades que me agobian; a ¿quién interesa?¿Es posible disfrutar leyendo lo que otros dicen sobre lo que han leído? Pero nada satisface al EGO, se nutre de nuestros miedos, de nuestras inseguridades, es un globo que necesita más energía, más y más, y esta nace de todo lo que creemos que nos merecemos, lo que deseamos o aquello de ser felices eternamente. Escribir no escapa a esto, escribir es, con probabilidad, una prueba definitiva de sucumbir a la tentación del yo o de combatir esa hinchazón de los sentidos. Pero la voz nos habla, nos susurra constantemente al oído, al nuestro.

martes, 7 de junio de 2022

La policía de la memoria, 密やかな結晶, Yoko Ogawa

 

La memoria es la madame de nuestra vida: nos aturde, nos somete, nos engaña y se permite cualquier lujo a su alcance para conseguir el control. La memoria se ancla en nuestra vida para ayudarnos a no caer en los mismos errores o para aprender. En un mundo en que se intenta erradicar, en que la historia ya no es la historia, en que el pasado se manipula y se presenta al antojo del idiota de turno, casi me atrevo a reivindicar la memoria. Por ejemplo, reivindico la parcialidad histórica en la memoria viviente y sangrante de guerra,hambre y muerte de mi abuela; reivindico los conocimientos acumulados inservibles que me ayudan a comprender con rapidez muchas cosas que pasan a mi alrededor; reivindico mis recuerdos, aun sabiendo que son ficciones, porque me han configurado en todas mis dimensiones; reivindico el amor que no encontré en la niñez, pero que creo ver en ecos rememorados; reivindico el viaje a Brasil que jamás hice, pero que siempre creí haber hecho (somos así los lunáticos); reivindico todos y cada uno de los momentos que me han dolido, que me han machacado, que me han construido; reivindico la historia y la filosofía. La memoria es un ente manipulado, claro, reconstruido, por supuesto, pero fundamental para ser. Reivindico, sí la memoria, jamás la añoranza. Bendito Orwell. 

domingo, 29 de mayo de 2022

El lunes nos querrán, Najat El Hachmi

 

Es difícil ser en un mundo que te obliga a ser feliz. Si eres bueno, ¿por qué no vas a ser feliz? Es sencillo, porque son dos cosas diferentes. Uno es una manera de ser, lo otro, la felicidad, parece el nuevo Dorado, el Edén primigenio al que todos tenemos un derecho inalienable, bueno, todos menos el ochenta por ciento de la humanidad que se basta con vivir. En un universo hiperconsumista, donde la complacencia es el único fin de la vida, nos hemos acostumbrado a satisfacer cualquier necesidad, por eso se destierra de nuestro vocabulario la frustración, el dolor y la muerte. Como consecuencia se crean legiones de seres que no saben frustrarse y no toleran ni la tristeza, ni el duelo, por lo tanto, llevan mal que no se cumpla un marco de expectativas inflacionario que obedece, en muchos casos, a anhelos que parten de la idea de la felicidad perpetua. Así, el ser se hace preguntas y se las responde a sí mismo, entra en un rumiar incontrolable que le lleva a bucles sin sentido, lo que es peor, hace preguntas con respuestas inherentes para oír solo lo que quiere oír y, al no escucharlas, alimenta la infelicidad. Vivir es intentar no juzgar, ser y quererse, aceptarse y aceptar, respetar lo otro, pero eso es difícil, no estamos preparados para ello.

Nuestro libro habla del sufrimiento, de la infelicidad, del dolor con mayúsculas. El personaje vive en la comunidad musulmana, trabaja estereotipos como el padre tirano, el sometimiento a la familia y el matrimonio cuando se es muy joven. Sufre una verdadera violencia social y psíquica. Cuando alguien no tiene nada todo está por conseguir; es decir, ella es pobre, quiere escapar, por lo tanto debe intentar hacer cualquier cosa que se lo permita. En su lucha debe intentar ir contra los elementos y convivir con su cultura, pero es complejo porque la inteligencia le dice que algo no funciona. El padre no funciona, su tiranía es insoportable en el marco ideológico occidental; sus amistades están en un proceso parecido al suyo; su matrimonio pronto deviene en marcos conceptuales tradicionales islámicos y cargan sobre ella el peso de la culpa y el sufrimiento; en el trabajo es una inmigrante, en cierto sentido una paria que quiere intentar sobrevivir. Así los problemas sicológicos entran en juego, sin embargo, no puede permitirse el reconocimiento de la depresión porque no tiene nada, ya que tiene que intentar vivir, llevar adelante a su hija, ser. Igual cuando se tiene mucho se quiere todo. Y eso no es posible.

Hay debates interesantes. Por ejemplo, el feminismo impregna el libro. Aquí se aborda desde la perspectiva del multiculturalismo, discutible, porque es complejo aceptar que todas las culturas son iguales, igual que es difícil, tesis del libro, que el papel de la mujer musulmana en su cultura sea privilegiado. La autora entiende que el mundo musulmán sacraliza el sometimiento de la mujer y eso no la hace más humana.

 

Muchas de las jóvenes tapadas que ahora verías en nuestro barrio (son mucho más numerosas que cuando tu familia se mudó allí) dicen que renuncian al sol y a la brisa, al agua del mar y las piscinas, al amor y al sexo  libres por convencimiento y voluntad propia. Discuto a veces con ellas cuando visito a mi madre, ella sigue viviendo allí, pero lo hago como si mi yo de ahora hablara con mi yo de entonces, de unos diecisiete años. Nosotras también lo hicimos, ya lo sabes, renunciamos expresamente a ciertas cosas, y también creímos hacerlo voluntariamente.

 

La novela se construye como testimonio, con un lenguaje accesible, como una sucesión coloquial con el lector. Este tipo de escritura es muy del gusto del nuevo consumidor, pero no debemos esperar encontrar, pues, literatura donde no la hay por muchos premios que una obra tenga. Su valor es otro.


A veces no podía evitarlo. A pesar de las prohibiciones, del riesgo que suponía, a veces clavaba mi mirada en los ojos de alguno de mis compañeros, incluso de algún profesor, y de repente la sangre que corría por mi cuerpo retumbaba de un modo que apagaba todos los ruidos a mi alrededor y me daba la impresión de que de un momento a otro todo empezaría a arder.

 

El que sea una novela testimonio no quita para que tenga reflexiones interesantes sobre aspectos como el amor, por un lado, como el ansia de que todo cuadre en el marco de expectativas que ella se ha creado, pero que no obedece, en absoluto, a la realidad, y por otro a la necesidad de cubrir los propios fantasmas. Es interesante la reflexión porque solo se fija en el momento, independientemente de cualquier otro factor. El amor es más una proyección de nuestro deseo, una cortina de humo para creerse en otro, pero si no hay amor hacia dentro, el anhelo del otro es una fantasía, una proyección, una ilusión.

 

¿Podía al fin decir que era amor o no era más que otro espejismo?

No nos pongamos etiquetas, me repetía él, las etiquetas lo destruyen todo. Estamos aquí y ahora los dos y en este instante cabe el infinito. ¿No basta con eso? Entonces no supe responderle.


La tenemos en Destino

 

Nº de páginas: 304

Editorial: DESTINO

Idioma: CASTELLANO

Encuadernación: Tapa dura

ISBN: 9788423358779

Año de edición: 2021

Plaza de edición: BARCELONA

Fecha de lanzamiento:10/02/2021

Alto: 23,00 cm

Ancho: 13,30 cm

Grueso: 2,50 cm

Peso: 536,00 gr

 

Una historia emocionante y reveladora sobre la importancia de que las mujeres sean protagonistas de sus propias vidas.

«Hay razones de peso que me llevan a escribir sobre nosotras: entonces no lo sabíamos, pero estábamos conquistando territorios nuevos impensables para nuestras madres—, estábamos rasgando todos los velos, escarbando agujeros con endebles cucharitas en murallas impenetrables, y ni siquiera nos dábamos cuenta.»

El lunes nos querrán cuenta la historia de una joven de diecisiete años que desea encontrar la libertad para descubrir qué es lo que la hará feliz.

 Pero las condiciones de las que parte son complicadas.
Vive en un entorno opresivo del que no le será fácil salir sin tener que pagar un precio demasiado alto.

Todo empieza el día en que conoce a una chica cuyos padres viven su condición cultural sin las ataduras del resto de su comunidad, y que encarna lo que ella ansía. Su nueva amiga afronta los primeros retos que como mujer le presenta la vida con una vitalidad, ilusión y empeño que la fascinarán y la impulsarán a seguir sus pasos.