No hay nada más complejo que las relaciones familiares. Dicho así, lleva a que alguien diga, «oye, que nos llevamos fenomenal». O no. La familia es un microuniverso, estamos cansados de leer sobre el cuñado, el hermano de turno en las reuniones donde se nos hace difícil de soportar sus comentarios, su histrionismo, su desidia o su soberbia; también nos cuesta entender el pasotismo, las ausencias o el ignorarnos como si fuésemos un cero a la izquierda. El problema es que ese microcosmos refleja el cosmos universal de lo humano. No se nos hace raro tener mal ambiente en el trabajo o relaciones difíciles con amigos, chocar en una reunión social; porque somos universos particulares, independientes, incluso únicos; porque nuestro ego nos invita a diferenciarnos, a significarnos y a tolerar solo cuando nos vemos forzados a hacerlo. Las obligaciones en las relaciones son eso, compromisos consentidos. No puede existir una buena relación sin libertad y consentimiento, y lo de la sangre, da lo mismo.
William
Faulkner nos lleva al corazón del sur rural estadounidense a través de una
historia que trasciende lo anecdótico para convertirse en una exploración
profunda de la condición humana. Presenta la odisea de la familia Bundren,
quienes emprenden un viaje cargado de obstáculos para cumplir el último deseo
de Addie, la matriarca: ser enterrada en su lugar natal, Jefferson. En
el trasfondo de este relato aparentemente sencillo, Faulkner aborda
cuestiones universales como la muerte, el orgullo y las relaciones familiares.
El deterioro físico del cuerpo de Addie durante el viaje simboliza la
descomposición de los lazos familiares y las tensiones internas que subyacen en
los Bundren. Cada personaje aporta su propia lucha, ya sea por el
reconocimiento, la supervivencia o la redención, mostrando cómo el orgullo y el
egoísmo moldean sus decisiones.
La
historia se desarrolla mediante monólogos interiores, permitiendo al lector
entrar en la mente de los personajes. Este recurso no solo fragmenta la
narrativa, sino que también multiplica las perspectivas, exigiendo al lector un
papel activo para reconstruir los hechos. La estructura de la novela, con 59
secciones narradas por 15 voces diferentes, refleja la diversidad y la
complejidad de las experiencias humanas.
La
ambientación es crucial. El sur profundo, con su clima sofocante, sus paisajes
desolados y su pobreza arraigada, no solo actúa como escenario, sino como un
personaje más. A través de esta atmósfera opresiva, el autor retrata las
miserias y pequeñas grandezas de la vida rural, logrando un fresco literario de
gran intensidad.
Leer Mientras agonizo es sumergirse en una travesía tanto física como emocional, donde las palabras resuenan con la fuerza de lo atemporal y lo universal. Una novela que, sin duda, deja huella en el lector y lo invita a repensar la vida desde sus propios silencios y contradicciones.
La
dificultad de la lectura, la participación activa del lector se plasma en la
narrativa que explica el proceso para llevar a la madre muerta, en
descomposición, de toda una familia en una especie de viacrucis en que cada uno
tiene su espacio, con voz propia, para ir dando la perspectiva de lo que va a
ocurrir. Es el viaje hacia un objetivo que es enterrarla, que es reencontrar el
camino que se desdibuja inexorablemente en el universo de cada personaje.
Como
la brisa soplaba de la parte del granero, la pusimos bajo el manzano, de modo
que la luna pueda recortar su ramaje sobre los largos tableros adormecidos,
entre los cuales suelta ella de cuando en cuando esos secretillos suyos,
escapados como burbujas, que forman un borboteo susurrante. Me llevé a Vardaman
para que los escuchara también. Cuando llegamos, el gato saltó desde lo alto de
la caja, huyendo a la sombra con su garra de plata, con su ojo de plata.
Esta
obra, considerada una de las grandes joyas de la literatura del siglo XX, es un
testimonio del genio narrativo de Faulkner. Su capacidad para explorar los
rincones más oscuros y profundos de la experiencia humana, combinada con una
innovación estilística única, asegura que Mientras agonizo continúe
siendo una lectura esencial para quienes buscan algo más que una simple
historia.
La
encontramos en Anagrama.
Traductor:
Jesús Zulaika Goicoechea
Editorial:
Editorial Anagrama S.A.U.
ISBN: 9788433973207
Idioma:
Castellano
Título
original: As I Lay Dying
Número
de páginas: 248
Tiempo
de lectura: 5h 52m
Encuadernación:
Tapa blanda bolsillo
Fecha
de lanzamiento: 08/03/2008
Año de
edición: 2008
Plaza
de edición: Barcelona
Colección:
Compactos
Número:
464
Alto: 22.0
cm
Ancho:
14.0 cm
Peso: 300.0
gr
Esta
es la versión definitiva de Mientras agonizo, fijada en 1985, a partir de las
galeradas originales, compulsadas con el manuscrito autógrafo y la copia
mecanografiada por el propio autor. Es la quinta novela de Faulkner, y uno de
los libros por los que sentía más aprecio. Lo escribió en seis frenéticas
semanas, de madrugada, mientras trabajaba como bombero y vigilante nocturno.
Relata la peripecia de una familia de blancos pobres, los Bundren, que recorren
los parajes rurales del Sur con el cadáver de la esposa y madre en un ataúd
para enterrarla en una parcela de su propiedad. La aventura tragicómica está
narrada mediante los monólogos interiores de los personajes: el patriarca
familiar, los hijos y la propia muerta. Y es en este viaje que Faulkner introduce
las obsesiones que fecundan su literatura: la decadencia del Sur, el viaje
iniciático, la culpa que atormenta a los personajes, la transgresión y su
castigo, el peso opresivo del pasado. «Por su solidez, su peso filosófico, su
originalidad estilística, su variada gama de personajes, su humor y su trágica
intensidad, Faulkner no tiene parangón en la literatura de nuestro país»
(Robert Penn Warren); «Su mejor novela» (Harold Bloom).
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