La literatura amorosa es tan antigua que se remonta a las primeras manifestaciones literarias, tanto populares como cultas, porque el amor es un argumento perfecto para el entretenimiento y el solaz del lector o el oidor de historias. Es evidente que hablar de amor hablando de Charles Bukowski es algo extraño, casi obsceno, sin embargo me encantaría deciros que la obscenidad depende mucho de los puntos de vista, del criterio cultural con que vemos las cosas. Consideramos obscena una escena en la que se nos cuenta explícitamente, cómo el autor se folla a una joven, o cómo se alcoholiza y no puede correrse, o una historia en que ambos follan violentamente o como perros. Es cierto que lo obsceno tiene que ver con lo obvio, con lo que se muestra de manera estereofónica, es una realidad aumentada que, sin embargo, no deja de ser eso, una realidad practicada por cualquier hombre o mujer sanos. Sin embargo, retomo el argumento, no parece que nos cause escándalo o perplejidad una literatura específica encaminada a manipular los sentimientos de quienes la leen con argumentos falaces, con tramas almibaradas y estúpidas, donde el amor es el único motivo, el principio de los principios. Toda esa literatura, bonita, vaya, no deja de ser droga perfumada para aquellos que ven en Bukowski un degenerado o un hijo de puta. No digo yo que no lo sea, pero demos una oportunidad al cinismo y a la hipocresía de quedarse en casa y leámoslo sin sentirnos culpables por, en alguna ocasión, haber querido follar con una tía contra la pared de un supermercado. Es liberador.
La lectura es un placer indescriptible. Escribir un sufrimiento asumible
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09 febrero 2015
Mujeres, Women, Charles Bukowski
La literatura amorosa es tan antigua que se remonta a las primeras manifestaciones literarias, tanto populares como cultas, porque el amor es un argumento perfecto para el entretenimiento y el solaz del lector o el oidor de historias. Es evidente que hablar de amor hablando de Charles Bukowski es algo extraño, casi obsceno, sin embargo me encantaría deciros que la obscenidad depende mucho de los puntos de vista, del criterio cultural con que vemos las cosas. Consideramos obscena una escena en la que se nos cuenta explícitamente, cómo el autor se folla a una joven, o cómo se alcoholiza y no puede correrse, o una historia en que ambos follan violentamente o como perros. Es cierto que lo obsceno tiene que ver con lo obvio, con lo que se muestra de manera estereofónica, es una realidad aumentada que, sin embargo, no deja de ser eso, una realidad practicada por cualquier hombre o mujer sanos. Sin embargo, retomo el argumento, no parece que nos cause escándalo o perplejidad una literatura específica encaminada a manipular los sentimientos de quienes la leen con argumentos falaces, con tramas almibaradas y estúpidas, donde el amor es el único motivo, el principio de los principios. Toda esa literatura, bonita, vaya, no deja de ser droga perfumada para aquellos que ven en Bukowski un degenerado o un hijo de puta. No digo yo que no lo sea, pero demos una oportunidad al cinismo y a la hipocresía de quedarse en casa y leámoslo sin sentirnos culpables por, en alguna ocasión, haber querido follar con una tía contra la pared de un supermercado. Es liberador.
30 diciembre 2013
Música de cañerías, Hot Water Music, Charles Bukowski
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