Partir de cero cuando alguien se hace mayor es todo un reto. Hay cosas que nos cuesta dejar, otras, simplemente, desaparecen y otras, bueno, otras hay que empezarlas de nuevo. En el ámbito profesional, todo cuesta, te acostumbras a rutinas, a lugares comunes y estableces un espacio de confort que, difícilmente, quieres abandonar: no te marean, no te molestan y lo dominas. Sin embargo, esto no es tan fácil como parece, la mayoría de la gente prefiere descansar en la inacción de lo conocido, temerosa, supongo, de lo que está por venir. En ocasiones, lo que acontece es tan conocido como lo antiguo y, entonces, el cambio no invita al optimismo, da pereza, no engancha. Pero sí que hay cambios, sí que hay valor para lanzarse al vacío apenas antes de jubilarse y eso, eso es difícil, estimulante y vital. Sentir que uno está vivo es más que un objetivo; es la única razón para no morir.