Pasa
el tiempo y nos va poniendo viejos. Si no viejos, cansados de hacer,
erráticos en un mundo que nos aliena, extrañados de respirar por
unas calles idénticas de espacios idénticos. La lectura, refugio
reivindicado, también necesita de descanso y mi aliento se centra en
vivir, pero muchas cosas parecen iguales siendo distintas. Así que
vuelvo aquí, como un peregrino buscando sentido a esos espacios que
conozco, pero en los que necesito encontrar nuevos estímulos para
sentirme vivo. Vivimos, tal vez, demasiado, imaginemos una
inmortalidad absurda de múltiples vidas reinventadas, el hastío, es
posible, la dejación en el tiempo de nuestras vidas, es muy
probable, nos devoraría en un nuevo cuerpo perfecto, con un
horizonte plano, muertas, tal vez, las ilusiones.