La historia de la
literatura española, tan rica y prolija, está llena, en lo académico, de
libros que deberían ser estudiados solo por eruditos y buscadores de lo excepcional
para su propia gloria. Amén. ¿Cómo dices eso, insensato? ¿Cómo pones en solfa
nuestra gloriosa tradición en la enseñanza de literatura española? Cierto, ¿por
qué digo esto? Tantas preguntas, tantas sensaciones, tantos libros leídos. Voy
a una reunión y no he leído ni la mitad de los que comentan personas que no
leen más de dos libros al año, yo que, en ocasiones, rondo los ochenta o
noventa libros. Me desespero, pero al mismo tiempo entiendo nuestra riqueza
editorial, la barbaridad de libros con que se nos abruma.
A los niños les
hacemos leer una serie de libros del canon que han establecido eméritos sabios
que han sido, y los dejamos con el regusto de que la literatura no es de este
tiempo, pero, eso sí, nosotros perseveramos, no nos desanimamos, y con catorce
años les obligamos a leer el Cantar del Cid en versión original que es más
guay, ¡qué felices son cuando leen Tiradas de las que no entienden nada,
absolutamente nada! Somos así. Mientras, mientras seguimos publicando, y muchos
libros van olvidándose porque a nadie se le ha ocurrido hablar, loar o estudiar
con profundidad a tal o cual autor. ¿Sabéis lo poco que se estudia la
literatura contemporánea en ningún sitio? Es muy difícil hacerlo, tremendamente
difícil, porque requiere abrir la mente, olvidarse de la bibliografía, que probablemente
no existe, y elaborar un pensamiento propio, original y novedoso. Esto es muy,
pero que muy difícil.
Los manuales de
estudio están llenos de novelas que no resisten el paso del tiempo, de poetas
que hacen de la rima un sonsonete insoportable, de obras de teatro que se
hicieron viejas antes de estrenarse, pero hemos de hacerlo porque nuestras
estructuras se fundamentan en que esto funcione así, porque de esta manera,
damos sentido a enormes estudios sobre lo muerto y efímero, así glorificamos la
extraordinaria sabiduría de personajes que, probablemente, solo han leído un
libro en su vida, sobre el que han trabajado, sobre el que han sudado, y del
cual, han llegado a entender mucho más que el autor mismo.
Espinosa se ríe de
todos ellos, de sí mismo por supuesto, porque la necesidad de saber más que el
otro es parte de nuestra soberbia, y no os digo nada de la soberbia académica.
Los últimos capítulos sobre los becarios y las oposiciones no tienen precio.
Cuando me acerqué por
primera vez a este extraordinario libro, allá por el año 1987, lo primero que
hice fue buscar bibliografía que me orientase sobre el extraño libro que me
dejó mi amigo Rafa. No encontré nada. No estábamos en la era de internet, ni de
los hipervínculos, ni de las posibilidades infinitas de la nube, no, estábamos
en la era del libro, de la biblioteca y hemeroteca. La búsqueda fue en vano,
así que me enfrasqué en la lectura sin red, sin referencias que me dijeran cómo
tenía que leerlo. Y surgió el idilio, el amor, la veneración. Surgió la
comprensión, el dolor en el estómago, la emoción, la lucha, y comencé a hacer
proselitismo sin tregua, como si fuera un discípulo, un apóstol cabezón.
Escuela de Mandarines
es un libro extraordinario en su concepción quijotesca, y por lo tanto, en su
ejecución literaria, es un libro que necesita de años de elaboración y de
pensamiento propio, es todo, es una obra completamente herterodoxa y triste sobre
la ortodoxia, es una guía para conocer el mundo, la oligarquía, la clase
dominante, el poder y el contrapoder, al pueblo y al gobernante, la religión y
a los filósofos. Es literatura en grado superlativo, es un Gargantúa y
Pantagruel, un Viajes de Gulliver, es una obra inmensa y rica. Es un Yo el
supremo, con sus interminables anotaciones, es metaliteratura y ensayo
político, es historia.
El
libro
El libro se concibe
como una ucronía, en que el tiempo es hiperbolizado conscientemente para
relativizar y satirizar la permanencia. El eremita, personaje principal, vive
casi dos millones de años; los becarios necesitan de tres mil años para
opositar a mandarines, comiendo, durante el primer milenio, la sopa boba, un segundo milenio de vacas y un
tercero de avestruces, para acabar entendiendo que todo pertenece a la Feliz
Gobernación, utopía sin tiempo, y que cualquier cercanía al poder es parte del
poder.
Presentada en este
estado imaginario, La Feliz Gobernación, se nos introducen dos personajes que
establecerán una relación dialéctica de contrarios. El eremita abandona la
naturaleza, principio de todas las cosas, verdad primera, para adentrarse como
un homo viator, al estilo de nuestro Quijote, en los vericuetos del Estado.
Este caballero andante no deshará entuertos al estilo de un superhéroe del
absurdo, si no que rápidamente será apresado y caminará junto a los soldados
que lo llevarán ante la presencia de los Mandarines, máxima expresión del
poder, de la ortodoxia, de la justicia y de la interpretación. En su camino el
eremita reflexionará junto a multitud de personajes que contarán sus historias,
a modo de pequeñas novelas que engrandecen la concepción literaria. Las historias son múltiples, me gusta la historia que cuenta Mosenció sobre los Degolladores (cap 19-22 p.210 a 243), en que se nos cuenta el ascenso al poder de los dictadores; o el Sucesor del Procónsul, en el capítulo 28 (p.293 y ss) sobre la perpetuación de los dictadores; o el tremendo diálogo del capítulo 35 (p.367 y ss) de Mitsukuri con Climacio, como representante de lo que significa ser estatal y vivir del Estado; o la historia del Mendigo que encontramos desde el capítulo 41. (p.421 y ss.)
El lenguaje utilizado
por Espinosa se gusta en el neologismo, en la invención de términos propios
siempre hiperbólicos, en la alegoría y en el simbolismo. Las referencias
políticas son innumerables, y el conocimiento del hombre y sus estructuras,
también. Espinosa disfruta con la utilización de tipismos (pecosilla, que me encanta) para que el lector encuentre cierta cercanía
con esta escritura densa, y por momentos, extremadamente compleja.
Las nuevas teorías lingüísticas sobre la recepción del lector nos habla de la
necesidad de que el lector elabore el discurso propio a partir de lo leído, es
decir, será el lector el que necesariamente deba crear una lectura pertinente
que le haga entender las dimensiones de la novela. La perspectiva lectora
adquiere una extraordinaria importancia en este caso, la ausencia de una bibliografía
oficializada que haga, así mismo, una lectura única, hace necesario que cada
uno de nosotros nos acerquemos a ella con la mente despierta y con nuestros conocimientos
en solfa, para poder determinar qué estamos leyendo: si una obra satírica llena
de ironía y equívocos, o una profunda novela sobre el poder y sus
consecuencias.
El libro se
estructura en 72 capítulos, una
introducción y un epílogo, con sus
respectivas anotaciones, en los que, de una manera cronológica, atendiendo a la
ficción de la memoria contada, es decir, a la introducción de un personaje que
cuenta una historia ya pasada, a un interlocutor que también la conoce, el Cara
pocha, es decir, el Mandarín supremo que ha acudido disfrazado a la naturaleza
para conocer las cosas primeras, a la manera del cuento oriental, tratando
diferentes temas que le preocupan y que afianzan el poder y el contrapoder. Utiliza, así mismo, el recurso del autor transmisor como deja patente en las referencias a sí mismo como juglar (¡qué quijotesco!) en el capítulo 59 (p.588) o en el Epílogo, (p.714)
Temas
La estructura
política.
El estado se llama
Feliz gobernación, (Introducción anotación 1, p.73 i ss) depositaria del
Glorioso Libro (p.73 y ss) y está dividida en castas (Introducción, p.63 y
ss). Estas castas están encabezadas por los mandarines, depositarios de
cualquier interpretación de la realidad, y garantes máximos de la ortodoxia, bajo
el lema quien se encumbra me conoce, es decir, que todo nace y muere en la
interpretación del poder. Solo desde el poder se puede interpretar la realidad
y hacerla, crearla, porque no existe nada fuera de la neolengua, al estilo
orweliano, ya que la autorización del uso, recae en el poder. La disidencia,
por lo tanto, es parte del poder, porque no existe realidad fuera de los
juicios mandarinescos, en consecuencia la disidencia existe en la medida en que es
autorizada por los propios mandarines. La disidencia está en la Sistemática Pugna, que en el capítulo 49 (484 yss) nos explica como derrocar al régimen en cinco etapas.
Unos legos, auxiliares de los
mandarines, y que ejecutan diferentes políticas, unos becarios, meritorios y
aspirantes al mandarinazgo, sosos y pelotas, unos alcaldes, lacayos rurales del
poder y ejecutores del libro en los municipios; unos hombres de estaca, o
soldados, rufianes sin cerebro, mandados y garantes de la ejecución del poder y
un pueblo. Aparte de las castas tenemos un Cara pocha, Gran padre Mandarín,
interlocutor del eremita, personaje principal de la novela, y un Conciliador,
normalmente un Dictador, que puede ejecutar en solitario o en compañía. Esta
división en castas garantiza el poder y su ejecución, el pueblo aparece como
mero elemento subordinado a las apetencias de este.
Los mandarines
Son los creadores de
la ortodoxia, calificadores de los sucesos, intérpretes de los hechos. Son la
historia porque pertenecen a las cosas últimas (introducción, anotación 17, p.
78). En ellos se da la corrupción y la premeditación que se contraponen a la
intuición y espontaneidad propipas de las cosas primeras o del pueblo.
La premeditación está tratada de manera sistemática en el capítulo 65 (p.649 y ss). La premeditación
es juicio sobre lo conveniente, revelación o historia, sin espontaneidad;
finaliza la obra inconclusa de la naturaleza, manosea y reconfigura el instinto natural. Es donde reside la sabiduría, porque está en la cabeza del hombre, y
olvida las cosas primeras o naturales. Buen ejemplo del cinismo sin límites del
pensamiento mandarinesco lo encontramos en la p.650 Muchos quieren descubrir
la verdad entre las cosas Últimas, a cuyo ejercicio llaman filosofía; pero la
verdad habita las Cosas Primeras, por cuya causa el conocimiento nada enseña
sobre ella. Ya que no hay más verdad que la oficiada por las palabras del Gran
libro y los mandarines. La premeditación conspira contra la naturaleza; la
premeditación no inventa a los dioses, pero sí el empeño de hablar en su nombre”
(capítulo 65, punto 8, p 65); es doctrina y ortodoxia. De nuevo sobre el
cinismo, en la relación de la premeditación del capítulo 65, podemos leer,
(p.653) La premeditación usa cuatro diccionarios. El primero para hablar con
la divinidad, diccionario falso; el segundo, para hablar con el pueblo,
diccionario falso; el tercero, para hablar con la Historia, diccionario falso;
y el cuarto, para hablar consigo misma, diccionario cerrado. Es costumbre
esperar el Quinto Diccionario de Aquel Día tan Debido o del Gran Juicio y su
justicia. Mas conviene saber que nunca habrá Quinto Diccionario, porque más
allá de la ilusión de la justicia está la única justicia engendrada desde el
mandarinazgo. Es la verdad gubernamental, por lo tanto la única, conveniencia
de cada momento, elaborada mediante conjunción de nimias e inadvertidas
falsedades.La Premeditación necesita de los mediocres, es la voluntad de los
perezosos, el espíritu de los merecedores, la cara triste del mundo.
En el capítulo 66, se
sigue la reflexión sobre los atributos del poder y de los mandarines, esta vez
por boca de un becario aspirante al mandarinazgo, el Cojo (p.656 y ss).
Los mandarines
gobiernan y el Pueblo obedece; esto se llama lo ineludible.
..El hombre es
Pueblo, mandarín o servidor de mandarines; otro destino cae fuera de lo real..
El rebelde no es
Pueblo, mandarín o servidor de mandarines; por tanto habita lo imposible.
Destino cruel de irrealidad.
Marginado de la
actualidad el rebelde representa lo irreal.
El Estado es
irremediable. Sabed convertirlo en cosa vuestra.
…El gobernante tiende
a trasformarse Esfinge, símbolo hierático del afán de permanencia.
Con lo cual el autor
desiste de toda posibilidad de que exista la posibilidad real de que
desaparezca el mandarinazgo sostenido por el lenguaje, el poder y la historia.
Dentro de las cualidades
del buen gobernante señala: La cualidad política son tres cosas: rebaño que
mandar, estómagos con intereses y tiempo que acumular. Con lo cual es fin del
gobierno no radica en el pueblo, que está fuera de la historia, sino en su
propia supervivencia dentro de las estructuras del poder, o sea, en el poder
mismo como fin en sí.Por ello concluye, Una gobernación sólo puede ser
sustituida por otra gobernación, ya que Lo irremediable carece de sustitución,
y una Gobernación es irremediable. La conclusión es terrible: solo podemos regirnos a través del ejercicio de un poder que emana del poder mismo.
El último atributo
del poder sería la corrupción, expuesta en el capítulo 67 (p. 662 y ss) por el
aspirante a Mandarín Teopompo.
La corrupción es
trasformar lo modélico en terreno, es necesidad, es protegida por la retórica,
por lo tanto propia de las palabras. Es irremediable. La corrupción doma,
determina la verdad. Dice Nada bueno, justo ni cierto hay en la Tierra,
porque lo real resulta corrupción de lo ideal.En su punto 4, dice, La Gobernación es Corrupción, ya que…la Gobernación no puede perdurar sin intereses…de
ahí la necesidad de las teorías políticas. Afirmación rotunda que recoge la
interpretación tradicional de ideología, marxista. La Corrupción desdobla,
multiplica, genera secuaces y mana entusiastas, rellenando con el bodrio los
huecos entre palabras. La Corrupción agrupa. Aprended a corromper y poseeréis
la Tierra. La corrupción no tiene relevo, y sólo ocurre a la casta gobernante,
por eso La más alta forma de la Corrupción consiste en pudrir el Entendimiento,
a fin de que sólo pretenda dañar o defender intereses.
Los legos, becarios,
y alcaldes están dentro del sistema del poder, cada uno en el lugar que les
corresponde (p.e. Cap. 13, p.166 y 167)
El otro gran protagonista es el Pueblo que encarna lo contrario de lo mandarinesco. Goza
del atributo de la concordia, propio de la Creación, intuitivo y espontáneo,
vive en consonancia con la naturaleza, por lo tanto de las Cosas Primeras (nota
17. Introducción, p.78). Como dice Liberato en el capítulo 66, el Pueblo
obedece, porque está fuera de la historia y de la capacidad de crear o de
alterar las palabras que dan sentido a esta gran representación alegórica.
Teología
Otro de los temas
importantes en la obra, es la división de las diferentes castas en dioses
particulares, con cielos particulares. Podemos verlo en las dos primeras
páginas del Capítulo 26 (p.276 y 277)
Dentro de la
diversidad de la Feliz Gobernación cada casta posee un dios: el Pueblo, un
dios justiciero del Quinto Diccionario o de Aquel Día tan Debido; los alcaldes
un dios meritorio, mediocre, conformista y adicto a los Procónsules; los
soldados, un dios colaboracionista y destripador, que premia con salarios; los
becarios, naturalmente, un dios a quien coger la palabra; y los legos, un dios
fatuo, predicador de vaciedades. Cada uno de estos dioses posee su Cielo y sus
fieles en su Cielo, pues es justo que los mortales alcancen y gocen la gloria
que sueñan.
Los mandarines
también poseen su deidad: la gentil Azenaia, metáfora de la reflexión,
placidez, buen sentido, bello estar y bien aconsejar…Las castas son libres de
pugnar entre sí e injuriar incluso a sus respectivos dioses, pues cada una
usufructa su dios y su cielo verdaderos, que hacen falsos a los demás. De tal
forma, todos los dioses y cielos son falsos y verdaderos a un tiempo.
En cada una de las
afirmaciones de Espinosa, descubrimos un cinismo irónico sin límites, una
relativización de lo absoluto justificado por ese mismo absoluto. La teología
queda reducida, así, a la complacencia de cada uno de los hombres de acuerdo
con sus necesidades.
En la novela puedes
encontrar otras muchas novelas, y por supuesto, muchas otras lecturas, pero
esta es la mía, la que parte de lo político, de la reflexión sobre lo ideal y lo humano, la que destripa sin compasión la necesidad de perpetuarse sin el
Pueblo.
Platonismo, marxismo y concepciones weberianas; ecos del Quijote o de Gargantúa, Orwell y Espinosa. Libro absoluto, literatura en estado puro, inteligencia, emoción e ironía, todo ello se confabula en una de las mejores obras de la literatura española que, cómo no, se olvida en el canon.
La encontramos en Los Libros de la Frontera, yo manejo la edición de 1987,
1987 (4a. ed.) / 718 pp. /
2.450 pta (14,7 € ) / Sin IVA: 2.356 pta (14,15 € ) /
ISBN: 84-85709-58-6
aunque es más fácil encontrarlo hoy en día en Alfagura, 2006.Sinopsis.
Colección: Hispánica
Páginas: 600
Publicación: 25/10/2006
Género: Novela
Precio: 28,60 €
ISBN: 9788420466910
EAN: 9788420466910
Un lugar mítico: la Feliz Gobernación y su rígida estructura social. Seis castas que cumplen, desde hace millones de años, su papel. Pero todo puede cambiar si el Pueblo sabe observar y escuchar. Escuela de mandarines narra el viaje del Eremita, desde sus tierras, hasta la capital del Reino, con el propósito de combatir la mentira. En este viaje, lleno de encuentros, se ve confortado por el recuerdo de Azenaia, su amada, símbolo de cuanta belleza y bondad hay en el mundo.
Escuela de mandarines es un monumento a la Cultura, irónico y entusiasta, un alegato contra el Poder y sus Administradores, en el que Miguel Espinosa, uno de los grandes narradores españoles del siglo XX, rebasa los diferentes géneros y crea su propio universo de referencia, aboliendo la realidad inmediata, para que nada quede fuera del arte.
Bibliografía
y reseñas sencillas en internet.
Autor
Escuela de mandarines
http://latormentaenunvaso.blogspot.com.es/2006/12/escuela-de-mandarines-miguel-espinosa.html
Qué gran libro y qué gran escritor. No entiendo cómo permanece oculto para la mayoría.
ResponderEliminarYo sí. El poder se retroalimenta y crea la ficción de la seguridad y en bien-estar. Toda posición heterodoxa es un peligro porque hace que ses tambaleen los cimientos de la tranquilidad. Es un canto al uno mismo, al pensamiento particular, a la mismidad y a la belleza del lenguaje. ¿Te parecen pocas razones?
EliminarHola.
ResponderEliminarEste libro de Espinosa espero leerlo muy pronto.
Es cierto lo que dices. Ciertos libros no obtienen el reconocimiento que se merecen y se olvidan prontamente con el paso del tiempo, entre el alud de novedades editoriales que nos meten por los ojos.
Ahora mismo estoy leyendo Biblia apócrifa de Aracia, de Juan Ramón Santos y es una delicia, un libro que bebe de Hidalgo Bayal, de Ferlosio, de Cervantes, de los grandes de la literatura, aquellos escritores que hacen literatura de verdad, que aúnan ingenio y estilo y un discurso coherente, esos" narradores esenciales" de los que habla Bayal en su ensayo, Camino de Jotan, sobre la razón narrativa de Ferlosio.
Me gusta este párrafo de tu reseña "me enfrasqué en la lectura sin red, sin referencias que me dijeran cómo tenía que leerlo. Y surgió el idilio, el amor, la veneración"..
Internet nos ha dado muchas cosas positivas, pero a veces creo que conviene llegar a un libro desprejuiciado del todo, ya que muchas veces en el caso de embebernos en muchas reseñas de un mismo libro conlleva que leemos para dar o quitar la razón sobre todo lo que hemos leído, cuando la lectura debe ser algo como hacer surco, hacer camino, y dejar que el texto nos deslumbre, nos embosque en sus páginas, sin remisión.
Cuando lea este libro de Espinosa ya te daré mi parecer.
Un saludo.
Internet nos ha dado mucho, la información se ha convertido en una cotidianeidad, en un elemento más de consumo, en algo trivial. La información ya no es poder necesariamente, cualquiera, si sabe buscar, encuentra verdaderas joyas, informaciones antes imposibles, o informes vedados, en otros tiempos, a los mandarines del poder. Pero al mismo tiempo nos difumina el conocimiento, nos lo dispersa, y eso hace que nos sintamos abrumados por tantos datos.
ResponderEliminarSí que hay libros esenciales, libros que nos hacen vibrar, que nos llegan a las entrañas y con los que sentimos el poder de la palabra en toda su dimensión.
¡Qué gusto da cuando leemos literatura de verdad!¿No es cierto?
Un saludo enorme.
estoy deseando encontrarlo por internet para averiguar si es cierto lo que se dice por mi pueblo, si este es el lugar donde se desarrolla la historia.
ResponderEliminarEnhorabuena. Estupendo artículo.
ResponderEliminarHola, mi padre tuvo la suerte de conocer y ser amigo de Miguel Espinosa. Parece ser que muchos personajes del libro retratan gente real, concretamente de Murcia.
ResponderEliminarHoy he tenido la inmensa suerte de encontrar en una librería de viejo este libro,primera edición de libros de la frontera, Barcelona 1974, firmado y por el autor y dedicado a Don Antonio Martínez Bernal, catedrático que fue de derecho procesal en la Facultad de derecho de Murcia en los años 70. A el se refiere como :«mi maestro en derecho procesal» dice en la dedicatoria con fecha 7 de septiembre del año 1977. Creo que tengo una joya, doblemente por el libro en sí y encima por la dedicatoria escrita a pluma de puño y letra del autor.
Es tan hermoso encontrarte con cosas así que me emociono contigo. Hace mucho tiempo que me pasé al ebook por la gran cantidad de libros que leo, pero no hay nada más que el contenido, sin ningún contenido emocional. Lo que nos cuentas es algo maravilloso en si mismo que aprecio en lo que vale.
ResponderEliminarMe ha interesado mucho el comentario que haces sobre la configuración de algunos personajes. Como es un libro poco estudiado, quedan campos por estudiar.
Saludos.
Me alegra encontrar a otro admirador de esta novela. Yo también hago proselitismo sobre Escuela de mandarines. A lo mejor te gustaría leer los dos artículos que me han publicado hasta la fecha sobre este libro: Escuela de mandarines, una novela más que recomendable, en Culturamas, y Los neologismos en Escuela de mandarines, en escritores org.
ResponderEliminar¡Qué alegría encontrar a un lector de este libro que, además, lo disecciona y explica tan bien! Lo leí hace muchísimos años. Recuerdo -perdón por esta tonta anécdota-, que un día, escuchando un programa matutino de RNE, que supongo que hacían desde Murcia en esa ocasión, preguntaban por el autor de este libro. Estuvieron toda la mañana y nadie llamaba, así que no aguanté más y llamé (es la única vez en mi vida que he participado en un concurso) y cuando dije el nombre del autor el locutor me preguntó la edad (debía tener yo 19 ó 20 años) y no se pudo creer que lo hubiera leído, dijo que seguro que me lo había soplado alguien. Me sentó fatal. Luego me enviaron como premio una colección de discos de música tradicional murciana que, la verdad, no me gustó nada. En fin, sólo quería compartir mi alegría por encontrar a otros lectores de este libro que, para mí, forma parte de la trilogía de novelas contemporáneas que tuvo en mi tal efecto que me lanzaron de pleno y para siempre a la lectura y la escritura, junto con "La conjura de los necios", de John Kenndy Toole, y "Rayuela" de Cortázar.
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarSigue siendo un libro fascinante que recomiendo cuando puedo. Digamos que hay una sensación de que es una rara avis para iniciados, en cierto modo es así porque su lenguaje hiperbólico desorienta al posible lector. Me alegro infinito de lo que me cuentas, como le decía hace un par de meses a un amigo, este libro no deja de darme alegrías.
Saludos
Mi amigo, Julio Carbonell ha encontrado la siguiente referencia el Episodio Nacional, La Revolución de julio". La comparto, me ha emocionado porque pienso que Galdós es de lo mejor que le ha pasado a nuestra literatura. Brillante, sagaz y crítico
ResponderEliminar“(El pueblo)..posee la percepción clara de la conducta de sus mandarines.”