sábado, 9 de enero de 2021

Basilisco, Jon Bilbao

 

Imagino que en estos tiempos aciagos, extraños, llenos de incertidumbres y cambios, donde la población vive acojonada, los medios son, en muchos casos, mamporreros de ogros sin alma, la libertad es algo apreciado, no por el concepto en sí, vamos, tampoco nos podemos engañar sobre que todos puedan hacer un uso virtuoso de la misma, porque ni están preparados, ni lo necesitan ni saben cómo hacerlo, esa es realidad, sino porque se sublima como un fin en sí mismo; pero nos engañan una vez más, la libertad solo es para quien a ojos del Gran hermano sabe ejercerla, no para el pobre de espíritu, o el equivocado ideológicamente (la ideología da mucho de sí, sirve para enmascarar cualquier pensamiento, nada más hace falta atribuir al otro los demonios que nos corroen por dentro, así podemos liberarnos de la culpa cuando le deseamos la muerte, el fracaso o  las penurias más extremas), debería añadir que ejercerla como el dios de turno manda, por supuesto. Pero esto no deja de ser mi blog, esta mi entrada y puedo hablar de lo que me dé la realísima gana, bueno, o no, depende de los ojos que me estén leyendo.

Por eso os invito a que sigáis leyendo, a que sigáis adentrándoos en el entramado ficcional de lo literario, en la caverna, en las sombras del alma, como John Dunbar, Basilisco, el ogro que no quiso serlo, pero que se coló en la obra de Bilbao, el vaquero ensimismado en un universo particular de muerte y destrucción, en un espíritu aventurero que lo llevará por el oeste en busca de aventuras como un personaje de Marcial Lafuente Estefanía o de José Mallorquí (seguro que alguno de mis lectores, si hoy se han perdido por aquí, no los conocen porque el canon castiga cierto tipo de producción que ha entretenido a miles de lectores durante toda una generación, o dos, pero caen en el ostracismo de la pátina de lo intelectual como un todo estético canónico que cubre cierta producción y otra no, en esto pasa como con lo de la libertad, que solo existe la libertad creadora hacia un horizonte prefijado, es lo que hay), que va por las montañas o el desierto, o que acaba en una granja en mitad de  la nada.

La concepción de la obra puede que no sea parecida a una novela tradicional, Bilbao es autor de diferentes libros de relatos, pero es una novela, es la obra de un escritor que deambula por el mundo, de Estados Unidos a Ribadesella, pueblo original del escritor, pasando por Bilbao, donde el Oeste de la Guerra de Secesión se confabula para entrar dentro de la historia personal del  autor junto con la que será su esposa, Katherina, para concluir en ese viaje iniciático que tan buenos resultados da en literatura porque constituye la metáfora de crecimiento del personaje, de evolución psicológica para encontrar su camino (su camino, bonita manera de hablar de los laberintos de nuestra vida, de las contradicciones, del contraste entre nuestras expectativas y la realidad que vivimos, de la censura del deseo, de la adecuación de la pasión a los marcos esperables).

Me ha gustado mucho, he disfrutado, me ha entretenido, tiene literatura, en el sentido de que se adentra en el yo, y entretenimiento, en cuanto reproduce las películas del oeste de las tardes de televisión. Según reza la sinopsis editorial las historias son autoconclusivas, en realidad no estoy de acuerdo del todo, porque los signos nos van llevando de una a otra en ese viaje del que os he hablado, por ejemplo, la cueva sufre un viaje espacio-temporal que la sitúa en USA y en Asturias, por ejemplo, en La asombrosa historia de los hermanos ladrones de tumbas una historia anodina de parejas españolas en Estados Unidos, da paso a través del desencadenante del apagado encendido de la luz a la introducción del western, de la fundación de una ciudad del oro, del juego, de los campamentos de lona y madera, de la leyenda de la ciudad sin nombre, esta es Virginia city de los padres fundadores, del conflicto de la esencia de la ley.

 

¿Por qué Matthew obedeció a aquel hombre que, en realidad, para él era un desconocido?¿La capacidad de convicción de John era tan imponente como para obligar al hermano menor a profanar el cadáver de su madre, quien para entonces, no lo olvidemos, llevaba enterrada un mes y muerta casi os?¿Tan pusilánime era Matthew?

 

En La playa del naufragio el personaje se introduce como personaje de uno de sus relatos, que a su vez, dará paso a un metaanálisis cuando en otro de los relato capítulo, el autor pida consejo a su mentor sobre la calidad de este relato, su construcción cerrada, aparentemente, no es más que un recurso porque, como he dicho, los signos nos reubican más tarde en otra parte del libro. Inteligente y bien construido.

 

Las niñas se despertaron y lloraron de sed. Él también tenía que contenerse para no tomar un sorbo de agua salada. Decidió no consultar el reloj. El paso del tiempo lo marcaron los intervalos de silencio y de llanto de las niñas. Al margen de unas escasas luces en la isla, la oscuridad era completa. Cuando las niñas se dormían, el padre les palpaba la cabeza para comprobar si seguían allí. A veces eso las despertaba y los lloros se reiniciaban.


Utiliza diferentes técnicas, desde el relato puro que entra en el libro casi como un ente autónomo, hasta la introducción por parte de alguno de los personajes que se relacionan, de algún modo, con la historia que van a producir, como en Relato de la expedición del capitán Drummond al Territorio de Utah, a partir del testimonio de uno de sus integrantes,

 

Bueno, yo te la cuento como la sé. Luego, escríbela como quieras.

 

Así puede dar paso a verdaderas historias de pistoleros, a esa imaginería fílmica que transmitieron los autores de los que os he hablado.

 

Disparó al tuntún y la bala se perdió en el cielo. Dunbar apretó el gatillo de su revólver una sola vez. MacCallister dio media voltereta en el aire y quedó desmadejado en el suelo.

Antes de reunirse con la expedición, John Dunbar se detuvo a liar un cigarrillo mientras escuchaba los lamentos de las viudas y el llanto de los niños.


Pero la obra tiene literatura, capacidad de trasformación, de indagación y de producción estética; es capaz de mostrar al lector un estilo propio, y esa voluntad artística es la que me interesa y la que me ha enganchado, por ejemplo fijémonos en esta manera tan natural de mostrarnos el deseo en Silencio cósmico.

 

Yo no tenía nada en común con aquella chica a la que casi doblaba la edad. Más allá de su atractivo y de ser un símbolo de tierras lejanas, en ella todo me era ajeno y nada me interesaba, de la misma manera que yo no podía ofrecerle nada que ella quisiera o necesitara. Desde entonces, al verla sentía tristeza, pero también un enorme alivio.

 

O cuando trabaja y configura el texto de una manera artesanal,

 

Al asomar el sol sobre la cresta de la loma y refractarse a través de ellos, iluminaría cápsides, helicoidales o icosaédricas, suspendidas en su interior acuoso, emisoras de ansiosos destellos eléctricos.


Así aparece aquí el mentor, siempre he pensado que los libros de relatos deben tener nexos comunes, guiños que dan una cronología a lo narrado, así aquí el relato adquiere vida en otro a través de los ojos del crítico/mentor del autor/escritor/personaje solapándose las voces dando paso a la vida en un bucle que no es más que literatura, es decir, vida.

 

El relato trataba sobre un hombre que va de vacaciones con su familia a una isla del Mediterráneo. Además de su mujer y su hija de dos años, lo acompañan su cuñada, recién separada, y la hija adoptiva de esta, también de dos años. Nada más llegar, el hombre, en un alarde de iniciativa y temeridad, se lleva a las niñas a dar un paseo en bote.


En Hombres enfadados o sobre el insólito destino de los supervivientes de la expedición Drummond, la historia adquiere la necesaria catarsis conclusiva o iniciática, es siempre difuso, que se adquiere con la violencia y la muerte, con la trasformación, con el renacimiento desde el útero que da paso a las visiones de un futuro que son el presente literario del lector. La Araña ayuda a ese tránsito con su inmolación transubstanciación y Dunbar deberá o no aceptar un destino.

 

Creía que estaba limpiando el oeste y he acabado siendo parte de lo que emponzoña: líder de una banda criminal violenta, sin origen, pauta, honor ni moral. Un antagonista ideal. Ha llegado mi hora. Esta tierra fantástica es también peligrosa, tiene el poder de inmortalizar.

 

La novela sigue cabalgando hacia los lazos familiares que deben ayudarnos a entender la realidad creativa; madre ausente emocionalmente, padre pasivo emocionalmente dependiente, liberación, padres e hijo, acciones mal entendidas, matrimonio en construcción, el peso de los hijos, de la propia vida, de los vacíos, la necesidad de un útero propio, de un barro propio, de un renacimiento que le permita ser lo que decida ser.

 

Saluda a Katherina de mi parte, añadió. Dile que no me importa que no se haya dignado venir. ¿A qué estaba esperando?¿A que me muriera? No, no vuelvas a decirme lo de los críos. Mucha gente tiene dos hijos y trabaja y, de vez en cuando, tiene un detalle con sus padres.


La encontramos en la editorial Impedimenta.


ISBN: 978-84-17553-68-5

Encuad: Rústica con sobrecubierta

Formato: 13 x 20 cm

Páginas: 304

PVP: 22,00 €

Insatisfecho con su trabajo como ingeniero, el protagonista de Basilisco se traslada a California, donde conoce a dos personas que cambiarán su vida: Katharina, una joven que acabará siendo su mujer, y John Dunbar, un trampero, veterano de la guerra de Secesión y pistolero ocasional que lleva muerto más de un siglo. Dunbar encarna lo más genuino del Lejano Oeste. Huraño y temido, se ganó el sobrenombre de «Basilisco», y nos lleva de la mano por la fiebre del oro en Virginia City, por una expedición paleontológica y en su huida de una banda de asesinos. Mientras, el ingeniero desengañado, ya convertido en escritor, se adentra en las responsabilidades y frustraciones de la mediana edad. Basilisco se ordena así en una serie de capítulos autoconclusivos, alternando los que acontecen en el presente con los que tienen lugar un siglo atrás por los parajes de Nevada, Idaho y Montana, y proponiendo un diálogo entre realidad y ficción.

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