Por
eso os invito a que sigáis leyendo, a que sigáis adentrándoos en el entramado
ficcional de lo literario, en la caverna, en las sombras del alma, como John
Dunbar, Basilisco, el ogro que no quiso serlo, pero que se coló en la obra de
Bilbao, el vaquero ensimismado en un universo particular de muerte y
destrucción, en un espíritu aventurero que lo llevará por el oeste en busca de
aventuras como un personaje de Marcial Lafuente Estefanía o de José Mallorquí
(seguro que alguno de mis lectores, si hoy se han perdido por aquí, no los
conocen porque el canon castiga cierto tipo de producción que ha entretenido a
miles de lectores durante toda una generación, o dos, pero caen en el
ostracismo de la pátina de lo intelectual como un todo estético canónico que cubre
cierta producción y otra no, en esto pasa como con lo de la libertad, que solo
existe la libertad creadora hacia un horizonte prefijado, es lo que hay), que
va por las montañas o el desierto, o que acaba en una granja en mitad de la nada.
La
concepción de la obra puede que no sea parecida a una novela tradicional,
Bilbao es autor de diferentes libros de relatos, pero es una novela, es la obra
de un escritor que deambula por el mundo, de Estados Unidos a Ribadesella,
pueblo original del escritor, pasando por Bilbao, donde el Oeste de la Guerra
de Secesión se confabula para entrar dentro de la historia personal del autor junto con la que será su esposa,
Katherina, para concluir en ese viaje iniciático que tan buenos resultados da
en literatura porque constituye la metáfora de crecimiento del personaje, de
evolución psicológica para encontrar su camino (su camino, bonita manera de
hablar de los laberintos de nuestra vida, de las contradicciones, del contraste
entre nuestras expectativas y la realidad que vivimos, de la censura del deseo,
de la adecuación de la pasión a los marcos esperables).
Me ha
gustado mucho, he disfrutado, me ha entretenido, tiene literatura, en el
sentido de que se adentra en el yo, y entretenimiento, en cuanto reproduce las
películas del oeste de las tardes de televisión. Según reza la sinopsis
editorial las historias son autoconclusivas, en realidad no estoy de acuerdo
del todo, porque los signos nos van llevando de una a otra en ese viaje del que
os he hablado, por ejemplo, la cueva sufre un viaje espacio-temporal que la
sitúa en USA y en Asturias, por ejemplo, en La asombrosa historia de los
hermanos ladrones de tumbas una historia anodina de parejas españolas en
Estados Unidos, da paso a través del desencadenante del apagado encendido de la
luz a la introducción del western, de la fundación de una ciudad del oro, del
juego, de los campamentos de lona y madera, de la leyenda de la ciudad sin
nombre, esta es Virginia city de los padres fundadores, del conflicto de la
esencia de la ley.
¿Por
qué Matthew obedeció a aquel hombre que, en realidad, para él era un
desconocido?¿La capacidad de convicción de John era tan imponente como para
obligar al hermano menor a profanar el cadáver de su madre, quien para
entonces, no lo olvidemos, llevaba enterrada un mes y muerta casi os?¿Tan
pusilánime era Matthew?
En La
playa del naufragio el personaje se introduce como personaje de uno de sus
relatos, que a su vez, dará paso a un metaanálisis cuando en otro de los relato
capítulo, el autor pida consejo a su mentor sobre la calidad de este relato, su
construcción cerrada, aparentemente, no es más que un recurso porque, como he
dicho, los signos nos reubican más tarde en otra parte del libro. Inteligente y
bien construido.
Las
niñas se despertaron y lloraron de sed. Él también tenía que contenerse para no
tomar un sorbo de agua salada. Decidió no consultar el reloj. El paso del
tiempo lo marcaron los intervalos de silencio y de llanto de las niñas. Al
margen de unas escasas luces en la isla, la oscuridad era completa. Cuando las
niñas se dormían, el padre les palpaba la cabeza para comprobar si seguían
allí. A veces eso las despertaba y los lloros se reiniciaban.
Utiliza
diferentes técnicas, desde el relato puro que entra en el libro casi como un
ente autónomo, hasta la introducción por parte de alguno de los personajes que
se relacionan, de algún modo, con la historia que van a producir, como en
Relato de la expedición del capitán Drummond al Territorio de Utah, a partir
del testimonio de uno de sus integrantes,
Bueno,
yo te la cuento como la sé. Luego, escríbela como quieras.
Así
puede dar paso a verdaderas historias de pistoleros, a esa imaginería fílmica
que transmitieron los autores de los que os he hablado.
Disparó
al tuntún y la bala se perdió en el cielo. Dunbar apretó el gatillo de su
revólver una sola vez. MacCallister dio media voltereta en el aire y quedó
desmadejado en el suelo.
Antes
de reunirse con la expedición, John Dunbar se detuvo a liar un cigarrillo
mientras escuchaba los lamentos de las viudas y el llanto de los niños.
Pero
la obra tiene literatura, capacidad de trasformación, de indagación y de
producción estética; es capaz de mostrar al lector un estilo propio, y esa
voluntad artística es la que me interesa y la que me ha enganchado, por ejemplo
fijémonos en esta manera tan natural de mostrarnos el deseo en Silencio
cósmico.
Yo no
tenía nada en común con aquella chica a la que casi doblaba la edad. Más allá
de su atractivo y de ser un símbolo de tierras lejanas, en ella todo me era
ajeno y nada me interesaba, de la misma manera que yo no podía ofrecerle nada
que ella quisiera o necesitara. Desde entonces, al verla sentía tristeza, pero
también un enorme alivio.
O
cuando trabaja y configura el texto de una manera artesanal,
Al
asomar el sol sobre la cresta de la loma y refractarse a través de ellos,
iluminaría cápsides, helicoidales o icosaédricas, suspendidas en su interior
acuoso, emisoras de ansiosos destellos eléctricos.
El
relato trataba sobre un hombre que va de vacaciones con su familia a una isla
del Mediterráneo. Además de su mujer y su hija de dos años, lo acompañan su
cuñada, recién separada, y la hija adoptiva de esta, también de dos años. Nada
más llegar, el hombre, en un alarde de iniciativa y temeridad, se lleva a las
niñas a dar un paseo en bote.
En
Hombres enfadados o sobre el insólito destino de los supervivientes de la
expedición Drummond, la historia adquiere la necesaria catarsis conclusiva o
iniciática, es siempre difuso, que se adquiere con la violencia y la muerte,
con la trasformación, con el renacimiento desde el útero que da paso a las
visiones de un futuro que son el presente literario del lector. La Araña ayuda
a ese tránsito con su inmolación transubstanciación y Dunbar deberá o no
aceptar un destino.
Creía
que estaba limpiando el oeste y he acabado siendo parte de lo que emponzoña:
líder de una banda criminal violenta, sin origen, pauta, honor ni moral. Un
antagonista ideal. Ha llegado mi hora. Esta tierra fantástica es también
peligrosa, tiene el poder de inmortalizar.
La
novela sigue cabalgando hacia los lazos familiares que deben ayudarnos a
entender la realidad creativa; madre ausente emocionalmente, padre pasivo
emocionalmente dependiente, liberación, padres e hijo, acciones mal entendidas,
matrimonio en construcción, el peso de los hijos, de la propia vida, de los
vacíos, la necesidad de un útero propio, de un barro propio, de un renacimiento
que le permita ser lo que decida ser.
Saluda
a Katherina de mi parte, añadió. Dile que no me importa que no se haya dignado
venir. ¿A qué estaba esperando?¿A que me muriera? No, no vuelvas a decirme lo
de los críos. Mucha gente tiene dos hijos y trabaja y, de vez en cuando, tiene
un detalle con sus padres.
La
encontramos en la editorial Impedimenta.
ISBN: 978-84-17553-68-5
Encuad: Rústica con sobrecubierta
Formato: 13 x 20 cm
Páginas: 304
PVP: 22,00 €
Insatisfecho
con su trabajo como ingeniero, el protagonista de Basilisco se traslada a
California, donde conoce a dos personas que cambiarán su vida: Katharina, una
joven que acabará siendo su mujer, y John Dunbar, un trampero, veterano de la
guerra de Secesión y pistolero ocasional que lleva muerto más de un siglo.
Dunbar encarna lo más genuino del Lejano Oeste. Huraño y temido, se ganó el
sobrenombre de «Basilisco», y nos lleva de la mano por la fiebre del oro en
Virginia City, por una expedición paleontológica y en su huida de una banda de
asesinos. Mientras, el ingeniero desengañado, ya convertido en escritor, se
adentra en las responsabilidades y frustraciones de la mediana edad. Basilisco
se ordena así en una serie de capítulos autoconclusivos, alternando los que
acontecen en el presente con los que tienen lugar un siglo atrás por los
parajes de Nevada, Idaho y Montana, y proponiendo un diálogo entre realidad y
ficción.
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