Acabo
de explicar a los alumnos La casa de los espíritus. Cambia el paradigma de
enseñanza. Ya no vale con la confianza en que leerán la obra, en que un examen
de lectura determinará si, en realidad, lo han hecho o no. Recuerdo en la
facultad los interminables exámenes de control de lectura, las preguntas
estúpidas y la falta de confianza en el alumnado que demostraba el profesorado;
lo recuerdo con desdén y pensé entonces, sigo pensando ahora, que una facultad
que promovía el buenismo social, la filosofía de Rousseau sobre la bondad
intrínseca del ser, confiaba muy poco en esta y, más bien, se acercaba a los
postulados de Hobbes. Debía de ser terrible para ellos tener que hacer aquellos
exámenes bochornosos; debo añadir que mis resúmenes de libros tuvieron cierto
predicamento, esto, claro, me hizo saber desde muy temprano que la confianza es
algo muy laxo.
La lectura es un placer indescriptible. Escribir un sufrimiento asumible
Mostrando entradas con la etiqueta chilena. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta chilena. Mostrar todas las entradas
20 marzo 2018
07 febrero 2017
Qué vergüenza, Paulina Flores
Hace tiempo que no volvía a los relatos. Siempre me pregunto, es una deformación, si lo que leo es un cuento, un relato o una novelita, y la verdad que sus límites son difusos, en muchas ocasiones. Probablemente con el cuento esperamos una enseñanza, que nos trasmita algún tipo de manual de conducta, y eso, claro, no suele ocurrir. Los relatos, imagino, los clasificamos por su tamaño, por sus dimensiones, así si algo es corto, entendido como con pocas páginas, nos decimos que es un relato; sin embargo, me acecha la duda de cómo determinar el número exacto de páginas, y claro, si leemos con formato electrónico, esto se hace difícil, por eso los términos difusos me asaltan en tantas ocasiones, ¿es un relato o no? La novela parece más cierta, nos dicen que es novela y nos lo creemos, pero hay muchas novelas que son relatos, una sucesión cronológica bien estructurada con una trama intensa de, apenas, un par de hojas, y eso me fascina, porque encuentro más literatura en muchos relatos de un par de hojas que en novelones de seiscientas. Reconozco que estas dudas no pienso resolverlas aquí, para nada, me encanta sentir la intensidad de la escritura y no sentirme agobiado por redundancias imposibles o aburrirme con tramas inútiles.
28 febrero 2014
Historia de una gaviota y del gato que la enseñó a volar, Luis Sepúlveda
Os adelanto que no soy muy aficionado a la fábula, es decir, al género literario que utiliza animales para ofrecernos un caso vital, una enseñanza. No me suelen gustar. Os he dejado, por ejemplo, la reseña de Juan Salvador gaviota, y ya sabéis que no me dice mucho. Los animales como excusa para abordar temas humanos: trascendencia, éticas, modos de vida, no me gusta, no me va el recurso. Soy más práctico. No me gusta que el sexo se enseñe con abejitas, con flores o cigüeñas, no encuentro nada de entrañable en ello. Me gusta la vida, conozco al hombre, y acepto lo que somos. Sin embargo, a veces me acerco al género, recaigo, por decirlo de alguna manera, e intento descubrir qué nos quiere decir.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)