En
conclusión, nunca creí en los controles de lectura, nunca, por eso a mis
alumnos prefiero hablarles del libro, de mis sensaciones y si hay material
audiovisual, mejor, porque no nos equivoquemos, los que me visitáis, yo mismo,
somos extraños en el paraíso del consumo, somos extraños que prefieren diferir
su placer a disfrutar de manera instantánea con cualquier sucedáneo, pero no os
creáis mejores, no lo somos, porque muchos de nosotros no prestamos ni un
segundo de nuestras vidas a preocuparnos por los avances de la biomecánica o de
la teoría de cuerdas. Leer es algo inherente a nosotros, pero sé que no
trasladable, por eso me conformo con ciertos sucedáneos y con que mis alumnos,
a través de lo visual, conozcan que Cien años de soledad es una obra monumental,
colosal, brillante y transformadora. Si queremos que tengan gusto por leer,
sabedlo, no podréis imponerlo.
Así
que retomo a este autor y me resulta entrañable, el retomarlo y el leerlo, el
sumirme en la polifonía, en la construcción de la trama, en los diferentes
personajes que son de otro tiempo, de otras tramas, pero que se reencuentran en
esta para un fin. El Chile revolucionario, la represión de los militares, el
exilio, pero sobre todo las relaciones personales, los recuerdos del comunismo
y de la militancia y de quienes fueron pero ya no son, configuran el relato con
una maestría notable.
Hay
añoranza, tristeza e ironía en la descripción de lo que fueron, hay
inteligencia y sentido de la evocación, pero sobre todo crítica a los elementos
utópicos del comunismo.
y
aunque ahora me resulta increíble, una, una sola gallina, puso todos los días
su huevo de rigor. Yo anotaba en el informe de producción: huevos, uno.
—Era
una gallina con conciencia de clase —aseguró Arancibia.
—Una
heroína del trabajo socialista. Al undécimo día, dudando entre el suicidio o el
asesinato en masa, nos decidimos por lo segundo; ser creativos era la consigna,
de tal manera que reuní a los más maceteados de la avícola, nos armamos con
unas escopetas de caza y en un par de camiones salimos rumbo a la fábrica de
alimentos.
Y una
visión brillante de lo que pasó en Chile, porque lo pasó lo sabremos por la
historia, claro, pero la literatura es capaz de explicar, en realidad, qué
paso; lo que queda no es el recuerdo, se reconstruye, son las sensaciones, que
se reconstruyen también.
Tuvieron
planes para prolongar la amistad y conservarla inmune al paso de los años, y
fueron compañeros, cómplices en el esfuerzo por hacer del país un lugar si no
mejor, por lo menos no tan aburrido, hasta que llegó esa mañana lluviosa de
septiembre y a partir del mediodía los relojes empezaron a marcar horas
desconocidas, horas de desconfianza, horas en que las amistades se desvanecían,
desaparecían y de ellas no quedaba más que el aterrorizado llanto de las viudas
o las madres.
Y así,
en la perplejidad se reencuentran en un Chile diferente los que fueron
militantes, asombrados por el paso del tiempo y por la muerte que le da un giro
de novela policiaca.
Los
que volvían del exilio andaban desorientados, la ciudad no era la misma,
buscaban sus bares y encontraban tiendas de chinos, en su farmacia de la
infancia había un topless, la vieja escuela era ahora un negocio de autos, el
cine del barrio un templo de los hermanos pentecostales. Sin avisarles, les
habían cambiado el país.
El uso
de la ironía es un arma muy potente para la reflexión. Lo cómico es capaz de
ahondar en lo más profundo de las contradicciones. La explicación de la
izquierda es, sencillamente, genial, La vida de Brian.
En
medio de la asamblea, Coco Aravena se sentía eufórico, pues la comisión de
agitación y propaganda del Partido Comunista Revolucionario Marxista Leninista
pensamiento Mao Tse-Tung tendencia Enver Hoxha, muy diferente de la camarilla
liquidacionista que se hacía llamar Partido Comunista Revolucionario Marxista
Leninista pensamiento Mao Tse-Tung tendencia bandera roja, lo había comisionado
para la lectura de una resolución del Comité Central llamada a cambiar la
historia.
Como
siempre os dejo dato de interés. Podemos encontrarla en editorial Espasa.
Nº de
páginas: 176 págs.
Encuadernación:
Tapa dura
Editorial:
S.L.U. ESPASA LIBROS
Lengua:
CASTELLANO
ISBN: 9788467031003
En un viejo almacén de un barrio popular de Santiago de Chile tres sexagenarios esperan impacientes la llegada de un hombre. Cacho Salinas, Lolo Garmendia y Lucho Arencibia, tres antiguos militantes de izquierda, derrotados por el golpe de estado de Pinochet, condenados al exilio y al desarraigo, vuelven a reunirse treinta y cinco años después, convocados por Pedro Nolasco, un antiguo camarada al que esperan para ponerse a sus órdenes y ejecutar una temeraria acción revolucionaria. Pero cuando Nolasco se dirige a la cita en el almacén, muere de forma grotesca, golpeado por el destino ciego en forma de un tocadiscos lanzado desde una ventana en medio de una violenta discusión conyugal. El plan parece haberse ido al garete por la muerte del líder hasta que Garmendia se dirige a sus compañeros y, recordando la expresión favorita de su difunto compañero, les dice: “¿Qué, nos la jugamos?”.
La
sombra de lo que fuimos es un virtuoso ejercicio literario puesto al servicio
de una emotiva historia crepuscular y una reivindicación de los perdedores. Una
novela escrita con el corazón y con el estómago, que no puede dejar de conmover
al lector, arrancar su sonrisa y hasta su carcajada y, a la postre, hacerle
reflexionar.
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