La novela policíaca ha ido cambiando y, aunque se centra en un personaje que nuclea las acciones y sirve de epicentro de las tramas, juega con el entorno para convertirla en algo más global. La novela policíaca me gusta más llamarla, cuando sus protagonistas son policías, así, de policías, porque las acciones se desarrollan en la legalidad del sistema y dentro de investigaciones criminales que parten de las unidades policiales. Hay ocasiones en que lo policial es una excusa para presentar un alter héroe, como una duplicación del presunto personaje principal, que es quien en realidad desarrolla la acción y protagoniza los conflictos.
La lectura es un placer indescriptible. Escribir un sufrimiento asumible
sábado, 10 de septiembre de 2022
martes, 8 de septiembre de 2020
La verdad sobre el caso Harry Quebert, La Vérité sur l’Affaire Harry Quebert, Joël Dicker
La normalidad es una ilusión de la mente para equilibrar los deseos y ambiciones, el modus vivendi y la conciencia, no deja de ser un entendimiento con nosotros mismos y con la sociedad para poder convivir más o menos en paz. No hay nueva normalidad, la normalidad es siempre un imaginario, diferente en el tiempo, que consensuamos para ser, así los flujos con mascarillas, la limpieza compulsiva de las manos, los codos del saludo, no son más que sustitutos de otras normas como antes fueron las de tocarse el ala del sombrero o dejar que una señora se sentara en el autobús; nadie habló de nuevas normalidades, habló de modernidad, en todo caso, de superación del machismo o de, con esa capacidad inagotable para el eufemismo, nueva era. Pero no nos engañemos, vivimos inmersos en un cambio histórico, y cuando digo cambio histórico me refiero en cambio de era y de paradigmas, todo a la vez, para no aburrirnos, por eso la ceguera se impone, el aturdimiento y la dificultad de ser racionales.