lunes, 11 de noviembre de 2024

500, La rebelión de Atlas, Atlas Shrugged, Ayn Rand

 

No es sencillo llegar a 500 de nada. Es un número importante, mítico, inmenso en términos humanos. Si lo haces escribiendo, es más difícil, porque hay una exposición pública, un escrutinio de tu intimidad que produce pudor. Es evidente que, si no quieres, no lo haces, hay quien expone su cuerpo o su intimidad física en las redes, muestra la vida privada para el consumo compulsivo de la gente; la parte positiva es que ese consumo es efímero, breve porque hay mucho donde elegir, tu cuerpo es mera mercancía de las necesidades o del morbo, pero esa necesidad compulsiva de tener más y más, queda a penas satisfecha por la carne. Sin embargo, el pensamiento es algo profundo, una desnudez más evidente, más real, pero, al mismo tiempo, de más difícil consumo porque requiere de lo diferido, del esfuerzo por leer, comprender y analizar. No parece que nos movamos en esos ámbitos hoy en día, tal vez el hecho de ser minoritaria esta exposición, por lo tanto, con un público mucho más reducido, hace que los que nos dedicamos a esto tengamos la esperanza de parecernos a los otros, que en nuestra intimidad, también queramos la exposición, que se nos consuma compulsivamente y nos quedamos en eso, aspirantes a la futilidad de la fama, al brevísimo lapso de tiempo que se me antoja ridículo.

Quien no escribe para los demás, en realidad, ¿escribe? Diría que no, que el fin único de la escritura es llegar al lector. Un texto, de cualquier índole, es un macro acto de habla, un hecho comunicativo y, como tal, requiere de clientes, de destinatarios para que se produzca. La falsa modestia, esa humildad cultureta, nos lleva a decir cuando hablamos: oye, que no, que esto lo hago para tener constancia de lo que leo, vamos, que no, que sí, que esto es para mí, que quién va a leer comentarios sobre libros, reseñas, pensamientos. Pero no me quiero engañar, ni engañaros; lo hacemos por la fama, por supuesto; fama entendida como reconocimiento público, acceso al otro, al comentario afortunado o no, al halago. Quien dice no sentir emoción por esa enhorabuena, por el, me ha gustado lo que dices, o me ha hecho pensar, en realidad, ¿nos dice la verdad?

Así que son 500 libros, aunque hay muchos más, pero son los que han quedado en la memoria del blog, en la nube difusa de internet como reflejo de mi pensamiento y, que en la medida de sus posibilidades y de mi criterio, han configurado ese canon que todos nos vamos construyendo a lo largo de nuestra vida lectora. La literatura no es una realidad física, tal vez, pero sí lo es ficcional, una realidad plasmada en palabras que recrea aspectos de lo tridimensional. En lo ficcional hay vida, hay historia y pensamiento; lo literario aporta una dimensión diferente de lo estadístico, de lo científico. Somos dados a pensar que no hay nada más allá de lo racional, de lo que se puede percibir, pero no es cierto. Existe lo irracional, lo ignoto, las partes oscuras del pensamiento, de lo subjetivo. Ahí encontramos nuestro espacio y la literatura lo alimenta desde la vocación estética, por lo tanto, artística de presentación y transformación. Es un espacio colaborativo, un lugar donde se encuentra el talento del creador y el ansia del lector para producir un milagro maravilloso: la creación del libro, su interpretación y difusión.

 

“¿Te preguntas qué obligación moral tengo hacia mis semejantes? Ninguna. Solo tengo obligación hacia mí mismo, hacia los objetos materiales y hacia todo lo que existe: la racionalidad”.

 

El libro que os traigo no es más significativo que otros, pero sí lo suficiente por múltiples razones. Su calidad literaria es discutible, pero su ejecución es impresionante; su capacidad de influir en diferentes ámbitos como el político o el filosófico es, a todas luces, incuestionable; sus hallazgos respecto al lector son muy notables, consigue, de hecho, alcanzar a miles de personas que reelaboran, interpretan y actualizan su contenido en el ámbito histórico. Hay o tiene muchos más méritos, tal vez, igual que deméritos; pero para mí hay algo que lo diferencia y que lo hace merecedor de ocupar este lugar privilegiado aquí. Mi padre siempre insistió en que lo leyera, en que viera una perspectiva política y humana vetada, que rompiera con la dinámica social establecida en Europa y entendiera otra manera de ver e interpretar el mundo. Esa razón es para mí más que suficiente. De una cosa me alegro, es de haber hablado con él del libro poco antes de que falleciera, eso me lo reservo para mí.

La Rebelión de Atlas es un libro monumental que se mece entre la distopía, la utopía, la literatura filosófica-política y la mera literatura. Como distopía nos presenta un periodo histórico cambiado, alterado por las circunstancias de la acción narrativa situado en un tiempo indeterminado, pero que coincide con la acción y su época; como utopía crea un espacio ficticio donde se desarrolla un modo de operar y hacer imposible, una fantasía que servirá como alegoría de lo que podría o debería ser; como literatura filosófica, trabaja el concepto de objetivismo que sostiene que el objetivo moral de la vida es buscar la propia felicidad, lo cual, para Rand, solo es posible bajo el capitalismo libre de interferencias gubernamentales. También trabaja con una revisión del liberalismo en su deriva capitalista en ámbitos no económicos. Como literatura crea personajes, más o menos arquetípicos, que consiguen su objetivo de hacer una historia, de reflejar unos sentimientos y de obedecer al fin último que no es otro que resaltar al individualismo como única vía para la felicidad humana.

Vamos al lío, si bien he dicho que los personajes tienen rasgos arquetípicos, la autora trabaja el retrato con precisión, con un virtuosismo notable que permite que quede reflejada la dimensión de cada uno.

 

Podía haber comprendido cualquier cambio, pero no el que ahora observaba en él. No había en su rostro ni un chispazo de vida, ni el menor atisbo de alegría; su cara estaba convertida en una máscara implacable. Su mirada suplicante no mostraba debilidad, sino que había adquirido un aire de despiadada determinación. Actuaba como quien permanece erguido bajo el peso de un fardo insoportable. Percibió lo que nunca hubiera creído posible: líneas de amargura que sugerían un gesto torturado.

 

El pensamiento político es la base sobre la que pivota la obra. El intervencionismo, la igualdad de oportunidades, el buenismo, la codicia del estado frente a la visión empresarial, el individuo o el criterio particular. El libro es el libro de cabecera del Tea Party, su pensamiento influye en gente como Elon Musk o Donald Trump, por eso hay que leerlo, hay que entender su razonamiento o sus principios; de entre ellos me fascina la reivindicación feminista total encarnada en el personaje principal que, prácticamente en todos los aspectos, siendo mujer, es superior al patriarcado perfectamente retratado. A Rand le importa el individuo asexuado, la persona con sus capacidades y eso era revolucionario, pero el movimiento feminista no adquiere fuerza hasta que se convierte en movimiento social, es decir, adscrito a la izquierda, dejando al margen el feminismo liberal muy anterior e igualmente revolucionario.  Puede gustarte o no, pero en tiempos de zozobra, de censura, de negación del pensamiento complejo, es una bendición enfrentarte a tus contradicciones y a tener que valorar hasta donde llega tu lealtad contigo mismo.

 

—Pero, amigo mío, es un auténtico fenómeno en el campo de la economía y no debe extrañarle que la gente hable sobre ella. Su hermana representa un síntoma de la enfermedad que afecta a nuestro siglo, es un producto decadente de la era de las máquinas que han destruido el alma del hombre, lo han apartado del suelo, le han robado sus dotes naturales, han matado su espíritu y lo han vuelto un robot insensible. Ahí tenemos un ejemplo: una mujer que dirige una empresa ferroviaria en vez de practicar el sublime arte de la maternidad.


El ideario va fluyendo a través de la historia y de los monólogos que se producen en la obra. Siempre prevalece el interés individual como principio supremo, en las acciones empresariales y vitales. Cuando el interés se enmascara en lo colectivo, este se diluye en la masa y, entiende, está abocado al fracaso porque nadie vela por la ganancia, el beneficio o el interés. El pretendido interés público es un interés de los individuos maquillado por el beneficio colectivo, ya que, sostiene, como el que prevalece siempre es el individual, las personas encargadas de gestionar el interés público, favorecerán sus intereses individuales en detrimento de los intereses de otros colectivos o individuos, sacando provecho con el mínimo esfuerzo; de ahí su ineficiencia.

 

Las minas de San Sebastián significaron en tal sentido la empresa más afortunada de toda la historia industrial; no produjeron cobre, pero proporcionaron sustento a millares de hombres que es toda su vida no hubieran podido conseguir jamás el equivalente a uno solo de los jornales pagados por un trabajo que no realizaron. ¿No estamos de acuerdo en que todo industrial es un parásito y un explotador, y en que son sus empleados y obreros los que realizan la tarea y hacen posible su ganancia personal? Pues bien, yo no exploté a nadie. No impuse a las minas de San Sebastián mi inútil presencia, las dejé en manos de quienes podían manejarlas. Nunca he juzgado el valor de dicha propiedad. Se la dejé a un especialista en minas que no era muy bueno, pero necesitaba con urgencia ese puesto. Generalmente, se dice que al contratar a alguien, es su necesidad la que cuenta y no sus posibles cualidades. Es aceptado de manera general que para conseguir los bienes, cuanto hay que hacer es necesitarlos, ¿verdad? He puesto en práctica todos los preceptos morales de nuestra época… esperaba gratitud y una mención de honor. No comprendo por qué se me está recriminando ahora.

 

Hay momentos antológicos sobre los grupos de presión o, en este caso, sobre los periodistas, sobre cómo y quién toma las decisiones bajo qué intereses. El grado de desconocimiento sobre aquello que se regula, el odio a quienes producen es de complejo análisis, porque leer algo sobre la perspectiva contraria al pensamiento dominante es difícil, no, muy difícil.

 

Los periodistas que acudieron a la conferencia de prensa en las oficinas de la línea “John Galt” eran jóvenes entrenados para esconder al mundo lo que sucedía en él. Su deber diario era escuchar a un personaje que expresara tal o cual opinión acerca del bienestar público, en frases cuidadosamente elegidas para que no significaran nada. Podían situar las palabras dentro de la combinación que prefiriesen, con tal de que nunca formaran una oración con sentido. Ninguno de ellos comprendía la entrevista que estaban realizando.

 

Evidentemente, el libro trabaja una hipérbole realista que pretende explorar las contradicciones y peligros de los marcos regulatorios y cómo se vende al gran público que compre lo incomprable, gracias al establecimiento de marcos mentales propicios. Por eso el libro es incorrecto y peligroso porque nos presenta con crudeza esos peligros, quién regula, qué experiencia tiene en tal o cual sector, y qué significa que las decisiones se basen en la apariencia de eficiencia.

 

Verá, Dr. Stadler, la gente no quiere pensar, y cuantos mayores son sus problemas, menos quiere pensar, pero instintivamente sabe que debería hacerlo, entonces siente culpa. Por tal motivo, la gente bendecirá y seguirá a quien le ofrezca una justificación para no pensar. Alguien que convierta su pecado, su debilidad y su culpa, en una virtud de gran altura intelectual.

 

Este monólogo sobre el dinero es la síntesis perfecta del pensamiento liberal, sobre el concepto de esfuerzo y capacidad, la imagen utópica de que cada uno puede conseguir lo que le sea propio.

 

Permita que le dé un consejo clave sobre el carácter de los seres humanos: quien maldice el dinero, lo ha obtenido de manera deshonrosa, pero quien lo respeta, se lo ha ganado honestamente.

Huya de quien le diga que el dinero es malvado, pues esa frase es la señal que anuncia la presencia de un saqueador. En tanto los hombres vivamos en sociedad y necesitemos medios para tratar unos con otros, el único sustituto, en caso de abandonar el dinero, serían las armas.(…)

¿Quiere saber si ese día se acerca? Observe al dinero, pues es el barómetro de las virtudes de una sociedad. Cuando vea que el comercio se hace, no por consentimiento de las partes, sino por coerción; cuando advierta que para producir, necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare en que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.

 

Una de las conclusiones es que, cualquier estado moderno, se convierte en socialdemócrata y este deviene en populista e incluso comunista porque la regularización nunca puede alcanzar un límite; por eso acaba destruyendo primero al sistema y, por último, a sí mismo.

 

—Esto es solo un borrador del decreto 10-289 —anunció Wesley Mouch—(…)

— “En nombre del bienestar general —leyó Wesley Mouch— y a fin de proteger la seguridad pública y conseguir una total igualdad y absoluta estabilidad, se decreta, para el período de duración del estado de emergencia nacional, que:”

 

Es complejo romper con la mirada del esclavo; complejo entender que es trabajo de cada individuo satisfacer sus necesidades y quererse, establecer una moral individual, entender que quien no acepte esto es prescindible porque no aporta nada, ya que lo que pretende es mantenerse en una actitud caníbal de comerse el alma de los otros, parasitarlo, aprovecharse de su inteligencia y de su actitud. Despojar al otro de la mismidad en aras de la empatía o de la negociación para satisfacer esa ansia de tenerlo todo sin esfuerzo. El camino para liberarse es difícil, largo, pero quien lo ve, igual que con la muerte, no hay marcha atrás.

 

Estamos en huelga contra el martirio y contra el código moral que lo exige, contra quienes creen que uno debe existir solo para beneficiar a otros y contra esa moral de caníbales, tanto si se practica de un modo material como espiritual.

No trataremos con nadie, excepto en nuestros propios términos, y estos constituyen un código moral según el cual cada persona es un fin en sí mismo y no un medio para lograr fines ajenos. No queremos forzarlos a aceptar nuestro código. Quedan en libertad para creer lo que les plazca.

Pero, por una vez, tendrán que elegir y existir… sin nuestra ayuda. Y por fin aprenderán el significado de su credo (…)

Es una moral mantenida en vigencia, no por las virtudes de sus santos, sino gracias a sus pecadores. (…)

¿Es malo tener éxito, ya que el éxito se consigue por los fuertes a expensas de los débiles? (…) ¿Es malo tener propiedades? (…) Veremos si es realmente lo que desean.”

 

Pero, como ya he dicho, el libro lleva el pensamiento a todos los ámbitos de la vida. Si bien el principal es el político, la vida no se escapa del objetivismo. Su ideal del amor y de la amistad, parte del yo, de que la satisfacción de uno debe verse libre de los deseos de los demás, debe romper la moral de esclavo y primar el egoísmo como satisfacción del yo, pero eso sí, no a costa del otro.

 

¡Tú tienes la culpa de que yo sufra! ¡Es tu fracaso moral! Soy tu hermano y, en consecuencia, eres responsable de mí, pero no has podido cumplir mis deseos y entonces eres culpable. Todos los líderes morales de la humanidad lo han afirmado así durante siglos. ¿Quién eres tú para contradecirlos? Te sientes orgullosa de ti misma, te crees buena y pura, pero no puedes ser buena en tanto yo sea desdichado. Mi miseria es la medida de tu pecado. Mi alegría es la medida de tu virtud.(…)

(Ella) No había razón para sentir más repulsión que la usual, pensó. Él se había limitado a decir las cosas predicadas, oídas y aceptadas en todos lados.

 

Otra de las virtudes del libro es que explica perfectamente hacia dónde deriva el totalitarismo, el buenismo hoy. El pensamiento de los parásitos, como los llama; pero lo que la autora no supo ver es que los saqueadores iban a saber cómo actuar, aunque llevasen a las sociedades al colapso.

 

“¡No desesperen! ¡Escuchen al señor Thompson!”, decían los banderines con que se adornaban los coches oficiales. “¡No cedan! ¡Escuchen al señor Thompson!”, proclamaban los afiches publicitarios colocados en tiendas y oficinas. “¡Tengan fe! ¡Escuchen al señor Thompson!”, aconsejaban las voces en las iglesias. “¡El señor Thompson les dará la respuesta!”, escribían en el cielo los aviones militares en letras que se disolvían en el espacio, de modo que, para el momento en que la frase había sido terminada, solo quedaban las dos palabras finales.

 

 

La autora explica la felicidad como un objetivo legítimo partiendo de la consecución del propio deseo y aspiración del egoísmo como valor que reivindica el yo frente al deseo del otro, que intenta fagocitar tu bien por su bienestar, entonces, ¿por qué es moral satisfacer el bienestar ajeno y no el propio y generar un sistema de culpa que penaliza ser uno mismo y aboca al pecado? Así se controla el alma de los incautos, se convierte a la persona en esclava de una entidad intangible, no en una persona librepensadora; sin embargo, el bienestar del otro sí que sería moral y legítimo porque uno no es más que un ente dedicado a la satisfacción de los demás, de sus deseos, cuitas, miedos. Nos han dicho que los demás han de sacrificar su salud, su tranquilidad por los otros, pero nos han engañado. Solo, pues, uno siendo uno, puede actuar sin sacrificio. Quien no actúa por deseo libre no puede ser feliz, quien depende de lo otro para serlo, tampoco.

 

“Si te haces preguntas, tu código te brinda un premio de consuelo, y a la vez una trampa: es por tu propia felicidad, dice, que debes servir a la felicidad de otros; la única forma de alcanzar tu dicha es cedérsela a otros; la única forma de alcanzar tu prosperidad es entregar tu fortuna a otros; la única forma de proteger tu vida es proteger a todos excepto a ti mismo… y si no encuentras felicidad en este proceder, es tu culpa y prueba de tu maldad; si fueras bueno, encontrarías felicidad brindando un banquete a los otros, y tu dignidad subsistiendo gracias a las migajas que ellos te arrojen”.

 

Editorial:Planeta (14 mayo 2019)

Idioma: ‎ español

Tapa dura: ‎ 1232 páginas

ISBN-10: ‎ 8423430510

ISBN-13: ‎ 978-8423430512

Peso del producto: ‎ 1,66 kg

Dimensiones: ‎ 15 x 6.2 x 23 cm

La economía de Estados Unidos se encuentra en ruinas. Las empresas cierran, en las tiendas es imposible encontrar los productos básicos y la población empieza a perder la esperanza en recuperar la prosperidad y la autonomía. La respuesta del gobierno es aumentar cada vez más las regulaciones, el control de cualquier actividad y el colectivismo.

La rebelión de Atlas es una novela de misterio, pero, como dijo Ayn Rand, «no sobre el asesinato del cuerpo de un hombre, sino sobre el asesinato ―y el renacimiento― del espíritu humano». Es la historia de un hombre que dice que parará el motor del mundo, y lo hace. ¿Es ese hombre un destructor malévolo o el mayor de los libertadores? ¿Por qué tiene que luchar, no contra sus enemigos, sino contra aquellos que más le necesitan, incluso contra la heroína a quien ama?

Obra cumbre de la gran defensora de la razón y de la libertad individual frente a los excesos del Estado y su mentalidad autoritaria, en ella, Rand expone cómo el declive de la competencia entre las grandes empresas, la desmoralización entre quienes deberían liderar la actividad económica y creativa y la inercia del ciudadano común conducen a la pobreza moral y material.

Mezcla de película de suspense de acción en las altas esferas y de reflexión filosófica sobre el Estado y el individuo, La rebelión de Atlas resume la filosofía de Ayn Rand en una historia que integra de forma magistral cuestiones relacionadas con la ética, la metafísica, la epistemología, la política, la economía y el sexo. Si quieres leer un único libro y entender la visión del mundo de Rand, este es el libro.

 

Breve resumen de algunas cosas sacadas de la RED (generado a partir de apuntes con IA)

 

Ayn Rand y el Objetivismo: La filosofía y su impacto

 

Ayn Rand, nacida en San Petersburgo en 1905, es conocida por desarrollar el objetivismo, un sistema de pensamiento que aboga por la primacía de la realidad objetiva, la razón y el individualismo como bases de la existencia humana. Su obra más destacada en este sentido es La rebelión de Atlas (1957), que retrata una sociedad estadounidense distópica marcada por el conflicto entre el intervencionismo gubernamental y la libre iniciativa empresarial. Este último, encarnado en la figura de John Galt, líder intelectual y simbólico de una huelga de los sectores productivos, busca exponer las consecuencias de un Estado que subyuga la creatividad y la independencia de sus ciudadanos.

 Rand acuñó el término “saqueadores” para referirse a la clase dirigente que utiliza el poder del Estado para redistribuir la riqueza bajo la premisa de la “igualdad de oportunidades”. En contraste, “los no saqueadores” representan a los innovadores y empresarios que, según la autora, sostienen el progreso económico y social a través de sus logros. La obra también se considera una alegoría de la crisis económica que afecta al sistema productivo cuando la autoridad estatal impone un intervencionismo excesivo.


 Filosofía e ideología: el sistema de valores de Rand

 

El núcleo del objetivismo radica en la noción de que el propósito moral del individuo es buscar su propia felicidad, que solo puede alcanzarse en un sistema de capitalismo laissez-faire en el que las relaciones humanas estén basadas en el intercambio voluntario y la ausencia de coerción. En La rebelión de Atlas, Rand despliega esta visión mediante personajes arquetípicos que actúan en un mundo al borde del colapso debido a las políticas económicas intervencionistas. La idea de Rand de “razón como absoluto” sostiene que el individuo debe actuar en su propio interés racional, lo cual se vuelve esencial para la creación de un sistema de valores propio y una moralidad centrada en la autorrealización.

 

Impacto en la cultura popular y en el pensamiento económico

 

Desde su publicación, La rebelión de Atlas ha tenido un efecto profundo y duradero en distintos sectores de la sociedad, desde la política hasta el entretenimiento. La obra ha sido referenciada en la serie Mad Men, que retrata la década de los sesenta en Estados Unidos y destaca cómo las ideas de Rand influenciaron la cultura empresarial de la época. Políticos como Paul Ryan y figuras del mundo empresarial como Elon Musk y Peter Thiel han citado a Rand como una influencia, señalando su filosofía como una defensa de la innovación y el éxito individual en la economía de libre mercado.

 

En el ámbito económico, la influencia de Rand se reflejó particularmente en los años de la administración de Ronald Reagan, cuya política se alinea en parte con el pensamiento de Rand al reducir el papel del Estado en favor del libre mercado. Alan Greenspan, quien fue presidente de la Reserva Federal, fue un firme defensor de las ideas de Rand y un exmiembro de su círculo de allegados, “El Colectivo”. Sin embargo, en la crisis de 2008, cuando fue cuestionado en el Congreso sobre las políticas de libre mercado, Greenspan reconoció las limitaciones del sistema y aceptó que su ideología presentaba fallos en su aplicación práctica, lo que resultó en un debilitamiento de la posición del objetivismo en el ámbito económico institucional.

 

Contexto y recepción crítica

 

La rebelión de Atlas generó controversia desde su publicación, con críticos señalando la simplificación de sus personajes y la estructura narrativa excesivamente ideológica. Whittaker Chambers, en The National Review, criticó la obra como una distorsión de la experiencia humana en la que los valores se reducen a una dualidad entre héroes y villanos. La respuesta de Rand a estas críticas fue, en muchos casos, el distanciamiento y la prohibición de que sus seguidores debatieran aspectos específicos de la novela, buscando preservar su filosofía del escrutinio negativo.

 

En el ámbito social, el libro ha sido interpretado tanto como un manifiesto filosófico como una advertencia alegórica sobre el papel del Estado en la vida privada y económica de los ciudadanos. Los defensores de Rand consideran la novela una obra influyente en la línea de clásicos como 1984 de Orwell, mientras que detractores la ven como una obra que idealiza una perspectiva limitada del capitalismo sin matizar sus aspectos potencialmente excluyentes.

 

Conclusión: Un legado polémico

 

La influencia de Ayn Rand y el objetivismo persisten en algunos círculos como símbolos de la defensa del individualismo y la autogestión, mientras que sus ideas son objeto de debates continuos. La rebelión de Atlas, aunque polarizante, se mantiene como un referente del debate sobre la intervención del Estado en la economía y la vida personal, y su impacto ha cruzado generaciones. A pesar de las controversias, la obra de Rand ha dejado una marca indeleble en el pensamiento moderno, reflejando las tensiones entre colectivismo e individualismo en un mundo donde ambos ideales continúan en pugna.

 

 

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