No es sencillo llegar a 500 de nada. Es un número importante, mítico, inmenso en términos humanos. Si lo haces escribiendo, es más difícil, porque hay una exposición pública, un escrutinio de tu intimidad que produce pudor. Es evidente que, si no quieres, no lo haces, hay quien expone su cuerpo o su intimidad física en las redes, muestra la vida privada para el consumo compulsivo de la gente; la parte positiva es que ese consumo es efímero, breve porque hay mucho donde elegir, tu cuerpo es mera mercancía de las necesidades o del morbo, pero esa necesidad compulsiva de tener más y más, queda a penas satisfecha por la carne. Sin embargo, el pensamiento es algo profundo, una desnudez más evidente, más real, pero, al mismo tiempo, de más difícil consumo porque requiere de lo diferido, del esfuerzo por leer, comprender y analizar. No parece que nos movamos en esos ámbitos hoy en día, tal vez el hecho de ser minoritaria esta exposición, por lo tanto, con un público mucho más reducido, hace que los que nos dedicamos a esto tengamos la esperanza de parecernos a los otros, que en nuestra intimidad, también queramos la exposición, que se nos consuma compulsivamente y nos quedamos en eso, aspirantes a la futilidad de la fama, al brevísimo lapso de tiempo que se me antoja ridículo.
Quien
no escribe para los demás, en realidad, ¿escribe? Diría que no, que el fin
único de la escritura es llegar al lector. Un texto, de cualquier índole, es un
macro acto de habla, un hecho comunicativo y, como tal, requiere de clientes,
de destinatarios para que se produzca. La falsa modestia, esa humildad
cultureta, nos lleva a decir cuando hablamos: oye, que no, que esto lo hago
para tener constancia de lo que leo, vamos, que no, que sí, que esto es para
mí, que quién va a leer comentarios sobre libros, reseñas, pensamientos. Pero
no me quiero engañar, ni engañaros; lo hacemos por la fama, por supuesto; fama
entendida como reconocimiento público, acceso al otro, al comentario afortunado
o no, al halago. Quien dice no sentir emoción por esa enhorabuena, por el, me
ha gustado lo que dices, o me ha hecho pensar, en realidad, ¿nos dice la
verdad?
Así
que son 500 libros, aunque hay muchos más, pero son los que han quedado en la
memoria del blog, en la nube difusa de internet como reflejo de mi pensamiento
y, que en la medida de sus posibilidades y de mi criterio, han configurado ese canon
que todos nos vamos construyendo a lo largo de nuestra vida lectora. La
literatura no es una realidad física, tal vez, pero sí lo es ficcional, una
realidad plasmada en palabras que recrea aspectos de lo tridimensional. En lo
ficcional hay vida, hay historia y pensamiento; lo literario aporta una
dimensión diferente de lo estadístico, de lo científico. Somos dados a pensar
que no hay nada más allá de lo racional, de lo que se puede percibir, pero no
es cierto. Existe lo irracional, lo ignoto, las partes oscuras del pensamiento,
de lo subjetivo. Ahí encontramos nuestro espacio y la literatura lo alimenta
desde la vocación estética, por lo tanto, artística de presentación y
transformación. Es un espacio colaborativo, un lugar donde se encuentra el
talento del creador y el ansia del lector para producir un milagro maravilloso:
la creación del libro, su interpretación y difusión.
“¿Te
preguntas qué obligación moral tengo hacia mis semejantes? Ninguna. Solo tengo
obligación hacia mí mismo, hacia los objetos materiales y hacia todo lo que
existe: la racionalidad”.
El
libro que os traigo no es más significativo que otros, pero sí lo suficiente
por múltiples razones. Su calidad literaria es discutible, pero su ejecución es
impresionante; su capacidad de influir en diferentes ámbitos como el político o
el filosófico es, a todas luces, incuestionable; sus hallazgos respecto al
lector son muy notables, consigue, de hecho, alcanzar a miles de personas que
reelaboran, interpretan y actualizan su contenido en el ámbito histórico. Hay o
tiene muchos más méritos, tal vez, igual que deméritos; pero para mí hay algo
que lo diferencia y que lo hace merecedor de ocupar este lugar privilegiado
aquí. Mi padre siempre insistió en que lo leyera, en que viera una perspectiva
política y humana vetada, que rompiera con la dinámica social establecida en
Europa y entendiera otra manera de ver e interpretar el mundo. Esa razón es
para mí más que suficiente. De una cosa me alegro, es de haber hablado con él
del libro poco antes de que falleciera, eso me lo reservo para mí.
La
Rebelión de Atlas es un libro monumental que se mece entre la
distopía, la utopía, la literatura filosófica-política y la mera literatura.
Como distopía nos presenta un periodo histórico cambiado, alterado por las
circunstancias de la acción narrativa situado en un tiempo indeterminado, pero
que coincide con la acción y su época; como utopía crea un espacio ficticio
donde se desarrolla un modo de operar y hacer imposible, una fantasía que
servirá como alegoría de lo que podría o debería ser; como literatura
filosófica, trabaja el concepto de objetivismo que sostiene que el objetivo
moral de la vida es buscar la propia felicidad, lo cual, para Rand, solo es
posible bajo el capitalismo libre de interferencias gubernamentales. También
trabaja con una revisión del liberalismo en su deriva capitalista en ámbitos no
económicos. Como literatura crea personajes, más o menos arquetípicos, que
consiguen su objetivo de hacer una historia, de reflejar unos sentimientos y de
obedecer al fin último que no es otro que resaltar al individualismo como única
vía para la felicidad humana.
Vamos
al lío, si bien he dicho que los personajes tienen rasgos arquetípicos, la
autora trabaja el retrato con precisión, con un virtuosismo notable que permite
que quede reflejada la dimensión de cada uno.
Podía
haber comprendido cualquier cambio, pero no el que ahora observaba en él. No
había en su rostro ni un chispazo de vida, ni el menor atisbo de alegría; su
cara estaba convertida en una máscara implacable. Su mirada suplicante no
mostraba debilidad, sino que había adquirido un aire de despiadada
determinación. Actuaba como quien permanece erguido bajo el peso de un fardo
insoportable. Percibió lo que nunca hubiera creído posible: líneas de amargura
que sugerían un gesto torturado.
El
pensamiento político es la base sobre la que pivota la obra. El
intervencionismo, la igualdad de oportunidades, el buenismo, la codicia del
estado frente a la visión empresarial, el individuo o el criterio particular. El
libro es el libro de cabecera del Tea Party, su pensamiento influye en
gente como Elon Musk o Donald Trump, por eso hay que leerlo, hay
que entender su razonamiento o sus principios; de entre ellos me fascina la
reivindicación feminista total encarnada en el personaje principal que,
prácticamente en todos los aspectos, siendo mujer, es superior al patriarcado
perfectamente retratado. A Rand le importa el individuo asexuado, la persona
con sus capacidades y eso era revolucionario, pero el movimiento feminista no
adquiere fuerza hasta que se convierte en movimiento social, es decir, adscrito
a la izquierda, dejando al margen el feminismo liberal muy anterior e
igualmente revolucionario. Puede
gustarte o no, pero en tiempos de zozobra, de censura, de negación del
pensamiento complejo, es una bendición enfrentarte a tus contradicciones y a
tener que valorar hasta donde llega tu lealtad contigo mismo.
—Pero,
amigo mío, es un auténtico fenómeno en el campo de la economía y no debe
extrañarle que la gente hable sobre ella. Su hermana representa un síntoma de
la enfermedad que afecta a nuestro siglo, es un producto decadente de la era de
las máquinas que han destruido el alma del hombre, lo han apartado del suelo,
le han robado sus dotes naturales, han matado su espíritu y lo han vuelto un
robot insensible. Ahí tenemos un ejemplo: una mujer que dirige una empresa
ferroviaria en vez de practicar el sublime arte de la maternidad.
El
ideario va fluyendo a través de la historia y de los monólogos que se producen
en la obra. Siempre prevalece el interés individual como principio supremo, en
las acciones empresariales y vitales. Cuando el interés se enmascara en lo
colectivo, este se diluye en la masa y, entiende, está abocado al fracaso
porque nadie vela por la ganancia, el beneficio o el interés. El pretendido
interés público es un interés de los individuos maquillado por el beneficio
colectivo, ya que, sostiene, como el que prevalece siempre es el individual, las
personas encargadas de gestionar el interés público, favorecerán sus intereses
individuales en detrimento de los intereses de otros colectivos o individuos,
sacando provecho con el mínimo esfuerzo; de ahí su ineficiencia.
Las
minas de San Sebastián significaron en tal sentido la empresa más afortunada de
toda la historia industrial; no produjeron cobre, pero proporcionaron sustento
a millares de hombres que es toda su vida no hubieran podido conseguir jamás el
equivalente a uno solo de los jornales pagados por un trabajo que no
realizaron. ¿No estamos de acuerdo en que todo industrial es un parásito y un
explotador, y en que son sus empleados y obreros los que realizan la tarea y
hacen posible su ganancia personal? Pues bien, yo no exploté a nadie. No impuse
a las minas de San Sebastián mi inútil presencia, las dejé en manos de quienes
podían manejarlas. Nunca he juzgado el valor de dicha propiedad. Se la dejé a
un especialista en minas que no era muy bueno, pero necesitaba con urgencia ese
puesto. Generalmente, se dice que al contratar a alguien, es su necesidad la
que cuenta y no sus posibles cualidades. Es aceptado de manera general que para
conseguir los bienes, cuanto hay que hacer es necesitarlos, ¿verdad? He puesto
en práctica todos los preceptos morales de nuestra época… esperaba gratitud y
una mención de honor. No comprendo por qué se me está recriminando ahora.
Hay
momentos antológicos sobre los grupos de presión o, en este caso, sobre los
periodistas, sobre cómo y quién toma las decisiones bajo qué intereses. El
grado de desconocimiento sobre aquello que se regula, el odio a quienes
producen es de complejo análisis, porque leer algo sobre la perspectiva
contraria al pensamiento dominante es difícil, no, muy difícil.
Los
periodistas que acudieron a la conferencia de prensa en las oficinas de la
línea “John Galt” eran jóvenes entrenados para esconder al mundo lo que sucedía
en él. Su deber diario era escuchar a un personaje que expresara tal o cual
opinión acerca del bienestar público, en frases cuidadosamente elegidas para
que no significaran nada. Podían situar las palabras dentro de la combinación
que prefiriesen, con tal de que nunca formaran una oración con sentido. Ninguno
de ellos comprendía la entrevista que estaban realizando.
Evidentemente,
el libro trabaja una hipérbole realista que pretende explorar las
contradicciones y peligros de los marcos regulatorios y cómo se vende al gran
público que compre lo incomprable, gracias al establecimiento de marcos
mentales propicios. Por eso el libro es incorrecto y peligroso porque nos
presenta con crudeza esos peligros, quién regula, qué experiencia tiene en tal
o cual sector, y qué significa que las decisiones se basen en la apariencia de
eficiencia.
—Verá,
Dr. Stadler, la gente no quiere pensar, y cuantos mayores son sus problemas,
menos quiere pensar, pero instintivamente sabe que debería hacerlo, entonces
siente culpa. Por tal motivo, la gente bendecirá y seguirá a quien le ofrezca
una justificación para no pensar. Alguien que convierta su pecado, su debilidad
y su culpa, en una virtud de gran altura intelectual.
Este
monólogo sobre el dinero es la síntesis perfecta del pensamiento liberal, sobre
el concepto de esfuerzo y capacidad, la imagen utópica de que cada uno puede
conseguir lo que le sea propio.
“Permita
que le dé un consejo clave sobre el carácter de los seres humanos: quien
maldice el dinero, lo ha obtenido de manera deshonrosa, pero quien lo respeta,
se lo ha ganado honestamente.
Huya
de quien le diga que el dinero es malvado, pues esa frase es la señal que
anuncia la presencia de un saqueador. En tanto los hombres vivamos en sociedad
y necesitemos medios para tratar unos con otros, el único sustituto, en caso de
abandonar el dinero, serían las armas.(…)
¿Quiere
saber si ese día se acerca? Observe al dinero, pues es el barómetro de las
virtudes de una sociedad. Cuando vea que el comercio se hace, no por
consentimiento de las partes, sino por coerción; cuando advierta que para
producir, necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando
compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores;
cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más
que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el
contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare en
que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en autosacrificio,
entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está
condenada. ”
Una de
las conclusiones es que, cualquier estado moderno, se convierte en
socialdemócrata y este deviene en populista e incluso comunista porque la
regularización nunca puede alcanzar un límite; por eso acaba destruyendo
primero al sistema y, por último, a sí mismo.
—Esto
es solo un borrador del decreto 10-289 —anunció Wesley Mouch—(…)
— “En
nombre del bienestar general —leyó Wesley Mouch— y a fin de proteger la
seguridad pública y conseguir una total igualdad y absoluta estabilidad, se
decreta, para el período de duración del estado de emergencia nacional, que:”
Es
complejo romper con la mirada del esclavo; complejo entender que es trabajo de
cada individuo satisfacer sus necesidades y quererse, establecer una moral
individual, entender que quien no acepte esto es prescindible porque no aporta
nada, ya que lo que pretende es mantenerse en una actitud caníbal de comerse el
alma de los otros, parasitarlo, aprovecharse de su inteligencia y de su actitud.
Despojar al otro de la mismidad en aras de la empatía o de la negociación para
satisfacer esa ansia de tenerlo todo sin esfuerzo. El camino para liberarse es
difícil, largo, pero quien lo ve, igual que con la muerte, no hay marcha atrás.
“Estamos
en huelga contra el martirio y contra el código moral que lo exige, contra
quienes creen que uno debe existir solo para beneficiar a otros y contra esa
moral de caníbales, tanto si se practica de un modo material como espiritual.
No trataremos
con nadie, excepto en nuestros propios términos, y estos constituyen un código
moral según el cual cada persona es un fin en sí mismo y no un medio para
lograr fines ajenos. No queremos forzarlos a aceptar nuestro código. Quedan en
libertad para creer lo que les plazca.
Pero,
por una vez, tendrán que elegir y existir… sin nuestra ayuda. Y por fin
aprenderán el significado de su credo (…)
Es una
moral mantenida en vigencia, no por las virtudes de sus santos, sino gracias a
sus pecadores. (…)
¿Es
malo tener éxito, ya que el éxito se consigue por los fuertes a expensas de los
débiles? (…) ¿Es malo tener propiedades? (…) Veremos si es realmente lo que
desean.”
Pero,
como ya he dicho, el libro lleva el pensamiento a todos los ámbitos de la vida.
Si bien el principal es el político, la vida no se escapa del objetivismo. Su
ideal del amor y de la amistad, parte del yo, de que la satisfacción de uno
debe verse libre de los deseos de los demás, debe romper la moral de esclavo y
primar el egoísmo como satisfacción del yo, pero eso sí, no a costa del otro.
¡Tú
tienes la culpa de que yo sufra! ¡Es tu fracaso moral! Soy tu hermano y, en
consecuencia, eres responsable de mí, pero no has podido cumplir mis deseos y
entonces eres culpable. Todos los líderes morales de la humanidad lo han
afirmado así durante siglos. ¿Quién eres tú para contradecirlos? Te sientes
orgullosa de ti misma, te crees buena y pura, pero no puedes ser buena en tanto
yo sea desdichado. Mi miseria es la medida de tu pecado. Mi alegría es la
medida de tu virtud.(…)
(Ella)
No había razón para sentir más repulsión que la usual, pensó. Él se había
limitado a decir las cosas predicadas, oídas y aceptadas en todos lados.
Otra
de las virtudes del libro es que explica perfectamente hacia dónde deriva el
totalitarismo, el buenismo hoy. El pensamiento de los parásitos, como los llama;
pero lo que la autora no supo ver es que los saqueadores iban a saber cómo
actuar, aunque llevasen a las sociedades al colapso.
“¡No
desesperen! ¡Escuchen al señor Thompson!”, decían los banderines con que se
adornaban los coches oficiales. “¡No cedan! ¡Escuchen al señor Thompson!”,
proclamaban los afiches publicitarios colocados en tiendas y oficinas. “¡Tengan
fe! ¡Escuchen al señor Thompson!”, aconsejaban las voces en las iglesias. “¡El
señor Thompson les dará la respuesta!”, escribían en el cielo los aviones
militares en letras que se disolvían en el espacio, de modo que, para el
momento en que la frase había sido terminada, solo quedaban las dos palabras
finales.
La
autora explica la felicidad como un objetivo legítimo partiendo de la
consecución del propio deseo y aspiración del egoísmo como valor que reivindica
el yo frente al deseo del otro, que intenta fagocitar tu bien por su bienestar,
entonces, ¿por qué es moral satisfacer el bienestar ajeno y no el propio y
generar un sistema de culpa que penaliza ser uno mismo y aboca al pecado? Así
se controla el alma de los incautos, se convierte a la persona en esclava de
una entidad intangible, no en una persona librepensadora; sin embargo, el
bienestar del otro sí que sería moral y legítimo porque uno no es más que un
ente dedicado a la satisfacción de los demás, de sus deseos, cuitas, miedos.
Nos han dicho que los demás han de sacrificar su salud, su tranquilidad por los
otros, pero nos han engañado. Solo, pues, uno siendo uno, puede actuar sin
sacrificio. Quien no actúa por deseo libre no puede ser feliz, quien depende de
lo otro para serlo, tampoco.
“Si te
haces preguntas, tu código te brinda un premio de consuelo, y a la vez una
trampa: es por tu propia felicidad, dice, que debes servir a la felicidad de
otros; la única forma de alcanzar tu dicha es cedérsela a otros; la única forma
de alcanzar tu prosperidad es entregar tu fortuna a otros; la única forma de
proteger tu vida es proteger a todos excepto a ti mismo… y si no encuentras
felicidad en este proceder, es tu culpa y prueba de tu maldad; si fueras bueno,
encontrarías felicidad brindando un banquete a los otros, y tu dignidad
subsistiendo gracias a las migajas que ellos te arrojen”.
Editorial:
Planeta (14 mayo 2019)
Idioma:
español
Tapa
dura: 1232 páginas
ISBN-10:
8423430510
ISBN-13:
978-8423430512
Peso
del producto: 1,66 kg
Dimensiones:
15 x 6.2 x 23 cm
La
economía de Estados Unidos se encuentra en ruinas. Las empresas cierran, en las
tiendas es imposible encontrar los productos básicos y la población empieza a
perder la esperanza en recuperar la prosperidad y la autonomía. La respuesta
del gobierno es aumentar cada vez más las regulaciones, el control de cualquier
actividad y el colectivismo.
La
rebelión de Atlas es una novela de misterio, pero, como dijo Ayn Rand, «no
sobre el asesinato del cuerpo de un hombre, sino sobre el asesinato ―y el
renacimiento― del espíritu humano». Es la historia de un hombre que dice que
parará el motor del mundo, y lo hace. ¿Es ese hombre un destructor malévolo o
el mayor de los libertadores? ¿Por qué tiene que luchar, no contra sus
enemigos, sino contra aquellos que más le necesitan, incluso contra la heroína
a quien ama?
Obra
cumbre de la gran defensora de la razón y de la libertad individual frente a
los excesos del Estado y su mentalidad autoritaria, en ella, Rand expone cómo
el declive de la competencia entre las grandes empresas, la desmoralización
entre quienes deberían liderar la actividad económica y creativa y la inercia
del ciudadano común conducen a la pobreza moral y material.
Mezcla
de película de suspense de acción en las altas esferas y de reflexión
filosófica sobre el Estado y el individuo, La rebelión de Atlas resume la
filosofía de Ayn Rand en una historia que integra de forma magistral cuestiones
relacionadas con la ética, la metafísica, la epistemología, la política, la
economía y el sexo. Si quieres leer un único libro y entender la visión del
mundo de Rand, este es el libro.
Breve resumen de algunas cosas sacadas de la RED (generado a partir de apuntes con IA)
Ayn
Rand y el Objetivismo: La filosofía y su impacto
Ayn
Rand, nacida en San Petersburgo en 1905, es conocida por desarrollar el objetivismo, un sistema de pensamiento que aboga por la primacía de la
realidad objetiva, la razón y el individualismo como bases de la existencia
humana. Su obra más destacada en este sentido es La rebelión de Atlas (1957),
que retrata una sociedad estadounidense distópica marcada por el conflicto
entre el intervencionismo gubernamental y la libre iniciativa empresarial. Este
último, encarnado en la figura de John Galt, líder intelectual y simbólico de
una huelga de los sectores productivos, busca exponer las consecuencias de un
Estado que subyuga la creatividad y la independencia de sus ciudadanos.
Rand acuñó el término “saqueadores” para referirse a la clase dirigente que utiliza el poder del Estado para redistribuir la riqueza bajo la premisa de la “igualdad de oportunidades”. En contraste, “los no saqueadores” representan a los innovadores y empresarios que, según la autora, sostienen el progreso económico y social a través de sus logros. La obra también se considera una alegoría de la crisis económica que afecta al sistema productivo cuando la autoridad estatal impone un intervencionismo excesivo.
Filosofía e ideología: el sistema de valores de Rand
El
núcleo del objetivismo radica en la noción de que el propósito moral del
individuo es buscar su propia felicidad, que solo puede alcanzarse en un
sistema de capitalismo laissez-faire en el que las relaciones humanas estén
basadas en el intercambio voluntario y la ausencia de coerción. En La rebelión
de Atlas, Rand despliega esta visión mediante personajes arquetípicos que
actúan en un mundo al borde del colapso debido a las políticas económicas
intervencionistas. La idea de Rand de “razón como absoluto” sostiene que el
individuo debe actuar en su propio interés racional, lo cual se vuelve esencial
para la creación de un sistema de valores propio y una moralidad centrada en la
autorrealización.
Impacto
en la cultura popular y en el pensamiento económico
Desde
su publicación, La rebelión de Atlas ha tenido un efecto profundo y duradero
en distintos sectores de la sociedad, desde la política hasta el
entretenimiento. La obra ha sido referenciada en la serie Mad Men, que
retrata la década de los sesenta en Estados Unidos y destaca cómo las ideas de
Rand influenciaron la cultura empresarial de la época. Políticos como Paul Ryan
y figuras del mundo empresarial como Elon Musk y Peter Thiel han citado a Rand
como una influencia, señalando su filosofía como una defensa de la innovación y
el éxito individual en la economía de libre mercado.
En el
ámbito económico, la influencia de Rand se reflejó particularmente en los años
de la administración de Ronald Reagan, cuya política se alinea en parte con el
pensamiento de Rand al reducir el papel del Estado en favor del libre mercado.
Alan Greenspan, quien fue presidente de la Reserva Federal, fue un firme
defensor de las ideas de Rand y un exmiembro de su círculo de allegados, “El
Colectivo”. Sin embargo, en la crisis de 2008, cuando fue cuestionado en el
Congreso sobre las políticas de libre mercado, Greenspan reconoció las
limitaciones del sistema y aceptó que su ideología presentaba fallos en su
aplicación práctica, lo que resultó en un debilitamiento de la posición del
objetivismo en el ámbito económico institucional.
Contexto
y recepción crítica
La
rebelión de Atlas generó controversia desde su publicación, con críticos
señalando la simplificación de sus personajes y la estructura narrativa
excesivamente ideológica. Whittaker Chambers, en The National Review, criticó
la obra como una distorsión de la experiencia humana en la que los valores se
reducen a una dualidad entre héroes y villanos. La respuesta de Rand a estas
críticas fue, en muchos casos, el distanciamiento y la prohibición de que sus
seguidores debatieran aspectos específicos de la novela, buscando preservar su
filosofía del escrutinio negativo.
En el ámbito social, el libro ha sido interpretado tanto como un manifiesto filosófico
como una advertencia alegórica sobre el papel del Estado en la vida privada y
económica de los ciudadanos. Los defensores de Rand consideran la novela una
obra influyente en la línea de clásicos como 1984 de Orwell, mientras que
detractores la ven como una obra que idealiza una perspectiva limitada del
capitalismo sin matizar sus aspectos potencialmente excluyentes.
Conclusión:
Un legado polémico
La
influencia de Ayn Rand y el objetivismo persisten en algunos círculos como
símbolos de la defensa del individualismo y la autogestión, mientras que sus
ideas son objeto de debates continuos. La rebelión de Atlas, aunque
polarizante, se mantiene como un referente del debate sobre la intervención del
Estado en la economía y la vida personal, y su impacto ha cruzado generaciones.
A pesar de las controversias, la obra de Rand ha dejado una marca indeleble en
el pensamiento moderno, reflejando las tensiones entre colectivismo e
individualismo en un mundo donde ambos ideales continúan en pugna.
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