jueves, 29 de agosto de 2024

La amiga estupenda. L'amica geniale, Elena Ferrante


Cuando hace más de un año que no entraba en el blog, volver a hacerlo es extremadamente complicado. Este año ha sido de descanso, he necesitado un tiempo para recuperarme de las muertes de mi padre y de la mía, esta menos trágica porque hubo resurrección, pero en cualquier caso, es difícil porque no sabes cómo hacerlo, si hacerlo o por qué hacerlo. No importa, en este tiempo he leído, mucho, no sé cuántos libros, he escrito alguna entrada que no he querido subir, me he dejado acompañar, como siempre, por los libros, por la realidad ficcionada que enmarca la realidad vivida, que me envuelve y me hace ser, exactamente, como soy.

Elegir un libro u otro no es significativo. Elijo este porque ha sido el último que me he leído y porque, he de confesarlo, sale en la lista de mejores libros del SXXI del NYT. Cuando vi que era el primero me sorprendió, pero el canon, como os he dicho en innumerables ocasiones en este blog, cada uno lo hace como le da la gana, como entiende o como puede entender, que es otro tema, pero, en cualquier caso, cada uno vive sus libros y tiene sus favoritos. Lo divertido de esta clasificación es que la hacen escritores, con lo cual el canon es extremadamente subjetivo; creo, de verdad, que no hay nadie más subjetivo que un escritor porque adolece de espíritu crítico (en el sentido de filológico) las más de las veces, y hace que se deje llevar por sus gustos o amistades. (Sobre esto volveré cuando hable de Circular 22 de Vicente Luis Mora)

La amiga estupenda es un libro iniciático al estilo de La Metamorfosis, La senda del perdedor, Nada, El guardián entre el centeno o Demian, pero a diferencia de estos, la obra trascurre como un episodio de una serie americana sobre adolescentes. Esto no significa que no me haya gustado, en aboluto, se deja leer, es dinámica y utiliza un lenguaje brillante y sencillo que ameniza la lectura, pero el carácter de guion de serie no deja de pesar sobre la literatura. Estos libros tienen el encanto de la descripción del cambio, de las abruptas maneras en que nos desarrollamos desde la perspectiva psicológica y física, cómo muestran nuestras inseguridades y fortalezas, al fin y al cabo, lo que nos va a configurar como lo que somos.


Empecé a cuidarme más. Un domingo por la tarde, para el paseo habitual desde la avenida a los jardincillos, me puse mi traje de fiesta, un vestido aul con escote cuadrado, y también el brazalete de plata de mi madre. Cuando me encontré con Lila sentí un placer secreto al verla como iba todos los días, con el pelo negrísimo y revuelto, y un vestidito liso y desteñido. No había nada que la diferenciara de la Lila de siempre, una niña nerviosa y esquelética. Solo me pareció un poco más espigada, de bajita había llegado a ser tan alta como yo, apenas un centímetro menos. Pero ¿qué clase de cambio era ese? Yo tenía el pecho grande, formas de mujer.


Son adolescentes, son de otra época, ellas, y ellos violentos, machos de otro tiempo; ellas intentan escapar y hacerse como mujeres, por ello salen a la luz las envidias, los celos, las mentiras, los amores. La novela, pues, usa un esquema con una sintaxis clara y directa. Hay libros que uno necesita ir subrayando a cada instante, son brillantes e inteligentes, se diferencian de los otros porque nos atrapa la trama o la escritura, no sé, lo que sea, aquí es la consolidación de los vínculos en la adolescencia, la amistad inquebrantable, sin barroquismos ni sensiblerías. Ese es su mérito.


Una luz violácea partió el cielo negro, tronó más fuerte. Lila tiró de mí con fuerza; no muy convencida, me vi corriendo en dirección a nuestro barrio. El viento empezó a soplar, los goterones se hicieron más frecuentes, en pocos segundos se transformaron en una cascada de agua. A ninguna de las dos se nos ocurrió buscar un lugar donde guarecernos. Corrimos enceguecidas por la lluvia, con la ropa empapada, los pies desnudos dentro de las sandalias gastadas que a duras penas se agarraban al suelo enfangado. Corrimos hasta quedarnos sin aliento.


Siempre he pensado que la escritura debe parecer sencilla para poder expresar lo más complejo del ser humano, debe hacerte pensar en que te está hablando alguien al oído, algo tan natural como imaginar o respirar; esa es la extraordinaria complejidad de ser escritor: ser capaz de huir del artificio, de la complejidad elaborada y hacer sencillo lo más difícil.


Me asomé a la ventana, el cartero dijo que traía una carta para Greco. Bajé corriendo con el corazón galopándome en el pecho. Excluí la posibilidad de que me hubiesen escrito mis padres. ¿Sería una carta de Lila, de Nino? Era de Lila. Rasgué el sobre. Salieron cinco hojas escritas con letra apretada, las devoré, pero no entendí casi nada de lo que leí. Hoy puede parecer anómalo, sin embargo, ocurrió exactamente así: antes de sentirme turbada por el contenido, me sorprendió el hecho de que la escritura contuviese la voz de Lila. Y no solo eso. Desde las primeras líneas me vino a la cabeza El hada azul, el único texto suyo que había leído antes de aquella carta, exceptuando las redacciones sencillas de la escuela primaria, y comprendí qué era lo que entonces me había gustado tanto. El hada azul tenía la misma cualidad que ahora me llamaba la atención: Lila sabía hablar a través de la escritura; a diferencia de mí cuando escribía, a diferencia de Sarratore en sus artículos y poemas, a diferencia incluso de muchos escritores que había leído y que leía, ella se expresaba con frases cuidadas, sin errores pese a no haber seguido estudiando, pero, además, no dejaba ni rastro de afectación, no se notaba el artificio de la palabra escrita. Al leerla la estaba viendo, la estaba oyendo a ella. La voz engarzada en la escritura me conmocionó, me cautivó mucho más que cuando discutíamos cara a cara: estaba por completo despojada de los desechos de cuando se habla, de la confusión de lo oral; poseía el orden vivo que me imaginaba en el discurso si uno había tenido la suerte de nacer de la cabeza de Zeus y no de los Greco, de los Cerullo. Me avergoncé de las páginas infantiles que le había escrito, de los tonos excesivos, de las frivolidades, de la alegría fingida, del dolor fingido. A saber qué habría pensado Lila de mí. Sentí desprecio y rencor por el profesor Gerace que me había ilusionado poniéndome nueve en italiano. A los quince años, el día en que los cumplía, aquella carta tuvo como primer efecto el hacerme sentir una impostora. Conmigo la escuela había cometido un error y la prueba estaba allí, en la carta de Lila.


Secciono, por fin, este fragmento porque me recuerda a mi vida, todo siempre normal, nada excepcional, todo presupuesto; no recuerdo que nadie me felicitara ni por la primera ni por la segunda licenciatura, era normal, o por algunos éxitos esperables. Pero ya pasó, se fue con el tiempo.


Aprobé todo con diez y pasé a primero del curso preuniversitario, pero en mi casa nadie se asombró ni lo celebró. Vi que estaban satisfechos, eso sí, y me alegré, pero no le dieron al hecho ninguna importancia. Al contrario, mi madre consideró que mi éxito escolar era algo del todo natural, mi padre me dijo que fuera enseguida a casa de la maestra Oliviero para animarla a que me consiguiera con tiempo los libros del curso siguiente. Y mientras salía, mi madre me gritó:

Y si quiere mandarte otra vez a Ischia, dile que yo no me siento bien y que tienes que ayudar en casa.


La tenemos en Lumen.

Colección NARRATIVA

Páginas 392

Traductor Celia Filipetto Isicato

Serie-Saga Dos amigas

Target de edad Adultos

Tipo de encuadernación Tapa blanda con solapas

Idioma ES

Fecha de publicación 18-10-2012

Autor Elena Ferrante

Editorial LUMEN

Dimensiones 155mm x 229mm

Con La amiga estupenda, Elena Ferrante inaugura una saga deslumbrante que tiene como telón de fondo la ciudad de Nápoles a mediados del siglo pasado y como protagonistas a Lenù y Lila, dos jóvenes mujeres que están aprendiendo a gobernar su vida en un entorno donde la astucia, antes que la inteligencia, es el ingrediente de todas las salsas.


La relación tempestuosa entre Lila y Lenù nos muestra la realidad de un barrio habitado por gente humilde que acata sin rechistar la ley del más fuerte. Los que llenan estas páginas con sus risas, sus gestos y sus palabras son hombres y mujeres de carne y hueso, que nos sacuden por la fuerza y la urgencia de sus emociones.


La primera novela italiana en décadas que, según The Guardian, se merece el Premio Nobel ha conquistado a más de veinte millones de lectores y ha sido llevada a la televisión en una gran serie. 

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