Es muy hermoso
volver a encontrar a un autor. El novelista profesional debe escribir para
vivir, aunque no siempre lo consigue, y eso hace que los compromisos con las
editoriales mermen, en algunos casos, la calidad de la obra. La necesidad de la
entrega, la necesidad de hacerlo bien, en fin, muchos factores que determinan
la obra. Obviamente un buen escritor escribe bien, pero necesariamente no
escribe muy bien siempre: argumentos manidos, la escritura como excusa, o la
trama como factor nucleador de la creación. Así cuando seguimos toda la obra de
un creador notamos sus altibajos, sus miedos, la prisa con que ha escrito algo.
Por eso reencontrarnos con alguno de nuestros escritores favoritos es
maravilloso, es como cuando nos encontramos con un amigo al que hace una
eternidad que no vemos, la sensación de que vuelven los recuerdos más gratos,
las sensaciones de bienestar, compensan el tiempo. Bienvenido Landero.
Desde que llevo el
blog he escrito religiosamente, hoy abuso de los adverbios en mente, sobre cada
libro que ha sacado Landero con desigual fortuna. Es un autor que lo hace muy
bien, que escribe con ese estilo cervantino donde la trama importa, pero el
goce de la lectura la sobrepasa. Sin embargo es como si siempre estuviéramos
esperándole de nuevo, como si estuviéramos en la estación y dijésemos, este
viajero es casi Landero, es casi el Landero de Juegos de la Edad tardía,
pero no, es un casi. Sin embargo, es algo misterioso, he recuperado sensaciones
muy parecidas a cuando lo leí por primera vez, y eso es muy bonito.
Y no obstante
pensaba: Si yo me pusiera a estudiar, seguro que sería el número uno del
colegio, y lo mismo si me pusiera a tocar el piano o a hacer versos. Pero a mí
no me interesaban esas cosas, yo estaba llamado a otro tipo de tareas, de
misiones, aún no sabía cuáles, y entretanto lo que me gustaba era abandonarme a
mi mundo impreciso, lleno de incitaciones y de vagas promesas.
Cuando salió el
libro me lo leí, pero no había escrito
todavía sobre él, me imagino que esperaba el momento. Supe que rápidamente
estaría entre los libros recomendados del 2017, y así ha sido, Babelia, La
Vanguardia, el gremio de libreros, porque a la gente nos gusta leer, nos gusta
reencontrar literatura. Además si la trama acompaña, esa trama imaginativa
donde lo ficcional lo acapara todo, donde la verdad proyectada, el recuerdo
reconstruido son los elementos que construyen la historia, mejor. Por eso es
tan cervantino, además de por la escritura, esos períodos tan largos y
hermosos, tan bien construidos, con esa claridad en la exposición, con la
sensación de que nunca sobra ni falta una palabra, por supuesto, también por la
trama, la construcción de una historia sobre lo verosímil, lo imaginado como
real.
Pero a mí no me
gustan los negocios, le decía, en un tono de queja, como emborronando con
lágrimas mi discurso anterior, y poniendo así una virtud sobre la otra, salvo
para ganar lo suficiente con que poder vivir en el campo, o navegar en un
velero, o dedicarme a tocar la flauta o a estudiar las estrellas.
Porque la vida es
negociable, como los recuerdos que se reconstruyen cada vez que vienen a
nuestra cabeza, como las historias que contamos, es más bien renegociable, un
bazar de regateo contra nosotros mismos. La clave de todo héroe, de toda vida,
es la quimera que no acaba y la calve de las novelas de Landero es el anhelo de
ser extraordinario, de transcender la propia existencia y de superar la
incomodidad de una vida lineal.
Es verdad que la
vida no me ha dado apenas ocasión de demostrar mi valía, y que mis cualidades
innatas todavía no han salido a la luz, y que quizá al final toda mi genialidad
se quede en nada, pero yo por ahora me reafirmo en lo mío.
Pero la vida se
parece más a un devenir lineal, sin altibajos importantes, una vida vivida
hasta agotarla de aburrimiento, para mí el factor clave de las obras de
Landero, que deviene sin alegrías, por eso el autor busca con la imaginación la
aventura de adentrarse en el universo desconocido de la vida con mayúsculas, y
por eso sus personajes anhelan una aventura vital al estilo de héroes anodinos
y anónimos.
Y lo que pasó es que
el curso de mi vida entró en un ancho remanso donde apenas se notaba el paso
del tiempo, una lisa e imperceptible deriva hacia el futuro donde no ocurría
nunca nada nuevo, nunca nada, y aquella total ausencia de aconteceres, que yo
al principio había interpretado como el advenimiento de una época de paz,
encubría sin embargo la guerra sorda, despiadada, inmemorial, del hombre contra
el peso intolerable de su propio existir. Era el tedio, el monstruo del tedio,
que venía con su cara de ceniza y su lento desfilar al ritmo del tambor, y su
lúgubre cortejo de fantasmas, a clausurar oficialmente mi vida con el sello
mortal de la monotonía. No hay trabajo más agotador e insufrible que la rutina
frustrante de las horas, los días, los meses, todos iguales a sí mismos, el
mismo trayecto diario, las mismas calles, la misma plaza, el mismo espejo de
una tienda de ropa donde disminuía el paso para revistarme de un reojo, la cara
siempre impenetrable, vacía de contenido, la mirada de oveja, de quien sufre
miopía en la memoria y vive en el presente como en un espejismo, los mismos
rostros, las mismas frases convenidas, el mismo borroso recuerdo de una
esperanza cuya promesa ya apenas se recuerda.
Pero la ilusión de
los personajes de Landero es la ilusión pertinaz de no ser quien se es, el buscar,
al fin, el cambio perpetuo.
pero ahora sabía con
total certeza que este era el definitivo, el de verdad, y eso me alegraba el
alma y me hacía paladear por adelantado las mieles de la expiación, de la
conciencia aligerada al fin de fantasmas y culpas, y de un tiempo nuevo abierto
ante mí hacia un porvenir sencillo y luminoso.
Me ha gustado mucho,
no solo si eres incondicional de Landero, no, si te gusta leer, disfrutarás.
Como siempre os dejo datos de vuestro interés. La tenemos en Tusquets.
- Nº de páginas: 336 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
- Editorial: TUSQUETS EDITORES
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788490663714
Hugo Bayo, peluquero
de profesión y genio incomprendido, les cuenta a sus clientes la historia de
sus muchas andanzas, desde su adolescencia en un barrio de Madrid hasta el
momento actual, ya al filo de los cuarenta, en que sigue buscándole un sentido
a la vida. Y así, recordará la relación tormentosa y amoral con su madre, el
descubrimiento ambiguo de la amistad y del amor, sus varios oficios y
proyectos, sus éxitos y sus fracasos, y su inagotable capacidad para
reinventarse y para negociar ventajosamente con su pasado, con su conciencia,
con su porvenir, en un intento de encontrar un lugar en el mundo que lo
reconcilie finalmente consigo mismo y con los demás.
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