La adolescencia es un estado de gracia, creemos que todo se va a revolucionar, incluido nuestro cuerpo; cosa que al final hace. Esta etapa crea un estado de entusiasmo que lleva al autodescubrimiento e incluso al autorrechazo, por lo tanto, hay una oposición tanto al entorno como al propio yo que se está configurando. Trabajar con adolescentes tantos años me ha ayudado a entender su particularidad revolucionaria, el ansia de destacar y de ser en la diferencia que grita desde el interior, porque hay una voz que grita, un murmullo que dice “eres diferente”, de ahí que se busque la ruptura con las expectativas, que se busque el espacio interior y se tienda a acotar el espacio físico, personalizando la habitación o la forma de vestir. Es una época maravillosa de confrontación con el mundo, del descubrimiento de los otros yoes. No es fácil, pero como todo, se acaba pasando. Aunque, en algunos casos, se perpetúa.
Cuando hablamos de realismo sucio, casi siempre surgen los mismos nombres: Bukowski, Carver, Hemingway. Pero detrás de esa forma de escribir tan cruda, directa y sin adornos, hubo un tipo que lo hizo antes y, para muchos, mejor. John Fante. Nuestro autor no necesitó impostar un estilo rudo ni exagerar la sordidez. Sus historias tenían verdad, con personajes que oscilaban entre la arrogancia y la derrota, entre el hambre de éxito y la miseria cotidiana. Su alter ego literario, Arturo Bandini, es el mejor ejemplo: un aspirante a escritor que se debate entre la grandeza y la supervivencia en un, Los Ángeles, áspero y sin glamur.
Bukowski lo idolatraba, y con razón. Sin Fante, probablemente el realismo sucio tal como lo conocemos, no existiría. Su obra, en especial Pregúntale al polvo, es un manual de cómo narrar la vida sin artificios, con humor, con rabia y con ternura a partes iguales. Aunque la mayoría piensa en esta obra, Pregúntale al polvo, tal vez en Espera a la primavera, Bandini, es capaz de aunar la calidez, inteligencia y naturalidad de su prosa. Aquí, el joven Arturo Bandini todavía no es el escritor atormentado que conocemos, sino un adolescente que lidia con la pobreza, el frío y la confusión de crecer en una familia de inmigrantes italianos en Colorado.
La novela es Fante en estado puro: dura pero entrañable, con una mirada irónica sobre la miseria, la fe y la familia. A diferencia de su obra más célebre, en esta historia hay más inocencia, aunque la lucha por la dignidad sigue siendo el motor de todo. Si Pregúntale al polvo es la historia de un soñador hambriento en Los Ángeles, en Espera a la primavera, Bandini es la de un chico que aún no ha decidido qué hacer con su vida, pero ya sabe que quiere algo más.
Desayuno para tres muchachos y un hombre. Se llamaba Arturo, pero no le gustaba y quería llamarse John. Se apellidaba Bandini, pero quería que fuese Jones. Su padre y su madre eran italianos, pero él quería ser norteamericano. Su padre era albañil, pero él quería ser pitcher de los Cubs de Chicago. Vivían en Rocklin, un pueblo de Colorado de diez mil habitantes, pero él quería vivir en Denver, que se encontraba a cincuenta kilómetros. Las pecas le cubrían el rostro, pero él lo quería limpio y despejado. Iba a una escuela católica, pero él quería ir a una escuela nacional. Tenía una novia que se llamaba Rosa, pero ella le tenía inquina. Era monaguillo, pero también un demonio que detestaba a los monaguillos. Quería ser un buen chico, pero temía ser un buen chico porque temía que los amigos le llamasen buen chico. Se llamaba Arturo y quería a su padre, pero vivía con el temor de que llegase el día en que pudiese darle una paliza a su padre. Veneraba a su padre, pero su madre le parecía una cobardica y una imbécil.
Me entusiasma el estilo descarnado, notable en ocasiones, como esta en que describe a la abuela italiana. Es exacta e irónica, cruel y llena de amor. ¡Qué difícil es hacer esto!
María echó a correr y se arrojó en brazos de su madre. Donna Toscana era una mujer voluminosa que vestía siempre de negro desde la muerte del marido. Llevaba enaguas debajo de la seda negra exterior, cuatro enaguas, todas de colores chillones. Sus tobillos hinchados semejaban otros tantos cuellos afectados por el bocio. Sus zapatos diminutos parecían a punto de reventar bajo el peso de sus ciento veinte kilos. En el pecho parecían apretujársele, no dos, sino una docena de senos. Tenía la complexión de una pirámide, exenta de caderas. En los brazos tenía abundancia de carne que le colgaba, no hacia abajo, sino en ángulo, y los dedos hinchados le pendían como morcillas. Carecía de cuello prácticamente. Cuando giraba la cabeza, la carne colgante se movía con la melancolía de la cera derretida. Por entre el ralo pelo canoso se le veía un cuero cabelludo de color rosado. Tenía una nariz delgada y elegante, pero sus ojos parecían dos granos pisoteados de uva bodocal. Cada vez que hablaba, la dentadura postiza, de manera involuntaria, se ponía a chapurrear un idioma privado.
Lo tenemos en Anagrama
ISBN 9788433968142
EAN 9788433968142
PVP CON IVA 11.9 €
NÚM. DE PÁGINAS 224
COLECCIÓN Compactos
CÓDIGO CM 383
TRADUCCIÓN Antonio-Prometeo Moya Valle
PUBLICACIÓN 01/10/2005
OTRAS EDICIONES Panorama de narrativas (PN 481)
América sucumbe a la Gran Depresión y la nieve cubre Colorado. Arturo Bandini, hijo primogénito de emigrantes italianos instalados en el corazón de los Estados Unidos, está en el tránsito de entre la infancia y la adolescencia. Su padre, Svevo, amante del vino y las mujeres, es albañil, pero en pleno invierno apenas hay trabajo y la inactividad lo desespera. Su madre, María, es una católica ferviente, a un tiempo sumisa y feroz.
Esperando la primavera crece el joven Arturo, personaje contradictorio y conmovedor, adolescente turbulento que intenta abrirse camino en la vida y sobrevivir a la agobiante presión de una familia rota cuando el padre abandona el hogar para irse a vivir con una riquísima viuda...
Espera a la primavera, Bandini, es la primera novela publicada por John Fante, en 1938, y en ella aparece su álter ego Arturo Bandini, que protagonizará también otras tres novelas. Considerado un precursor de Charles Bukowski, John Fante fue redescubierto tras su muerte como uno de los grandes escritores norteamericanos del siglo XX.
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