23 abril 2025

Llévame a casa, Jesús Carrasco

Escribir sobre las relaciones con los padres es extremadamente complicado. Somos hijos del destino, pero, además, de nuestros padres. Los padres parece que adquieren una responsabilidad social y jurídica con nosotros, los hijos, que se extiende, en ocasiones, a la renuncia del yo en favor del él. Pero la vida, que pasa, reclama la factura cuando el hijo se convierte en quien se ocupa del padre, como si la broma infinita de la adolescencia, apenas finiquitada, les devolviera a una realidad difícil. Su cuidado. La reflexión sobre nuestras obligaciones al respecto es de múltiple naturaleza. En nuestro mundo, las obligaciones no van más allá de nuestros deseos o de lo que establezca la ley. Sin embargo, parece que se orilla la responsabilidad, se deja pasar la oportunidad de devolver, si se recibió, o de ejercer, aunque no ejercieran. Es, entiendo, una opción individual, la vida sigue y evoluciona en cada uno, que crea su universo y recrea su mundo. Hay ocasiones en que no cabe el cuidado y no debería dar lugar al reproche. Yo, personalmente, elijo el cuidado, pero tú puedes y tienes derecho a no hacerlo.

Indagar sobre el reproche como la demanda para el que incumple nuestro marco de expectativas en coincidencia, o no, con quien lo recibe, me interesa. Aceptar que nuestra visión de un hecho es eso, solo una visión, es complejo y desquiciante, pero es así. El libro establece una dialéctica entre el hermano y la hermana, entre el hijo y la madre y del hijo consigo mismo. Esto consigue crear un ambiente que consigue dar el peso que le corresponde al tema que trata.

 

A ver, Juan, dice finalmente. Si no me equivoco, te fuiste en el verano de dos mil seis. Hoy es tres de agosto de dos mil diez. Llevas cuatro años fuera. En este tiempo has venido tres veces. La primera, cuatro días durante una Navidad de no recuerdo qué año. La segunda, cuando a papá le diagnosticaron el cáncer, y esta. En total tres putas veces y siempre tarde. La madre bufa al escuchar la palabra malsonante. A Juan le brota de la nuca un vapor caliente que asciende.

 

Hay cierta tendencia a pensar que la nobleza de carácter perdona un carácter propenso al reproche y no es así, los reproches siempre acaban pesando más que la nobleza. Sin promesa, no puede haber reclamación de la deuda. Existen deudas que son meras ilusiones humanas, meras necesidades proyectadas. No se puede hacer que el otro comparta nuestros anhelos si no quiere. Pero, es difícil.

 

Su hermana es un ser intenso y, en ocasiones, odioso, esa es la visión que Juan tiene de ella. La madre suele referirse a lo volcánico de su carácter compensándolo con otro rasgo: la nobleza.

 

Juan es un adolescente casi en proceso de crecer para asumir sus responsabilidades, debe abandonar la permanente culpabilización de lo otro y asumir sus fracasos y sus pérdidas. Debe evolucionar, en fin, para vivir.

 

La catarsis de Juan llega en mitad de la noche. No hay un llanto torrencial. No hay convulsiones ni chirridos del somier. Por no haber, no hay ni lágrimas. Una pesadilla. En ella no aparece su madre, ni tampoco su padre. No hay una escena cruel o penosa. Cuando se despierta, siente alivio al darse cuenta de que solo era un sueño. Se incorpora sobre el colchón y agita la cabeza para despejarse permitiendo que regrese a su memoria el episodio que su hermana ha compartido con él tan solo unas horas antes, entre el fuego y el whisky.

  

Editorial: Seix Barral

ISBN: 9788432237737

Idioma: Castellano

Número de páginas: 320

Tiempo de lectura: 7h 36m

Encuadernación: Tapa blanda

Fecha de lanzamiento: 03/02/2021

Año de edición: 2021

Plaza de edición: Barcelona

Colección: Biblioteca Breve

Alto: 23.0 cm

Ancho: 13.3 cm

Grueso: 2.2 cm

Peso: 426.0 gr

Juan ha conseguido independizarse lejos de su país cuando se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal debido a la muerte de su padre. Su intención, tras el entierro, es retomar su vida en Edimburgo cuanto antes, pero su hermana le da una noticia que cambia sus planes para siempre. Así, sin proponérselo, se verá en el mismo lugar del que decidió escapar, al cuidado de una madre a la que apenas conoce y con la que siente que solo tiene una cosa en común: el viejo Renault 4 de la familia.

«De todas las responsabilidades que asume el ser humano, la de tener hijos es, probablemente, la mayor y más decisiva. Darle a alguien la vida y hacer que esta prospere es algo que involucra al ser humano en su totalidad. En cambio, rara vez se habla de la responsabilidad de ser hijos.Llévame a casa trata de esa responsabilidad y de las consecuencias de asumirla», Jesús Carrasco.

Esta es una novela familiar que refleja de forma brillante el conflicto de dos generaciones, la que luchó por salir adelante para transmitir un legado y la de sus hijos, que necesitan alejarse en busca de su propio lugar en el mundo. En esta emotiva historia de aprendizaje, Jesús Carrasco traza una vez más personajes formidables sometidos a decisiones fundamentales cuando la vida los pone contra las cuerdas.

 

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