sábado, 2 de noviembre de 2024

Oración por Owen, A Prayer for Owen Meany, John Irving

 

La Gran novela americana se originó entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando escritores como Mark Twain y Henry James buscaban capturar la esencia de la cultura estadounidense. Este término fue acuñado por John William De Forest en su ensayo de 1868, justo después de la Guerra Civil. Aunque se trata de una sinécdoque que reduce lo americano a lo relacionado solo con Estados Unidos, la idea caló hondo en la literatura del país. Durante el siglo XX, autores como F. Scott Fitzgerald y John Steinbeck exploraron temas como el sueño americano y las desigualdades sociales. Después de la Segunda Guerra Mundial, una nueva ola de escritores postmodernistas, como Philip Roth, Cormac McCarthy y Don DeLillo, revitalizó estas temáticas, aportando enfoques únicos. Además, el realismo sucio emergió con figuras como Charles Bukowski y Raymond Carver, quienes retrataron la vida cotidiana con una prosa minimalista y personajes que luchan en la rutina. En la actualidad, escritores como Jonathan Franzen, con obras como Las correcciones, continúan la tradición de la Gran novela americana, enfocándose en familias dislocadas y en los dilemas contemporáneos. A su lado, novelas como Trampa 22 de Joseph Heller, Amada de Toni Morrison y La broma infinita de David Foster Wallace, han consolidado su lugar en esta rica tradición literaria, conectando tanto con el contexto de EE. UU. como con temas universales.

Dentro de esa nómina de autores, incluyo a John Irving. Su dominio de la técnica novelística entendida como un género que se basa en lo narrativo con linealidad y personajes profundos, se cumple a la perfección. Además, están presentes algunos de los aspectos que caracterizarán esta manera de hacer:  un realismo crudo que retrata las injusticias sociales de Estados Unidos, abordando temas complejos como la identidad, la moral y el Sueño americano. Con personajes multidimensionales que luchan por sobrevivir en un mundo moralmente ambiguo; las obras se desarrollan en lugares específicos del país, creando un fuerte sentido de pertenencia que a menudo puede extrapolarse a otras regiones. Si bien enfocadas en la experiencia estadounidense, sus temas son universales, por eso conectan con lectores de todo el mundo.

Como todos los libros de Irving, construye una historia que se cruza con muchas otras historias, para pararse en la infancia, en los hechos que determinan el ser adulto indagando en todos los aspectos que van a configurar al personaje.

 

Cuando muere inesperadamente una persona que amas, no la pierdes de golpe; la vas perdiendo a fragmentos durante largo tiempo… a la manera en que deja de llegar correspondencia, y su aroma se desvanece de las almohadas e incluso de la ropa de su armario y de la cómoda. Poco a poco acumulas los fragmentos de ella que ya no están. Y cuando llega el día en que un determinado fragmento que falta te abruma con la sensación de que ella se ha ido para siempre… llega otro día y otro fragmento específicamente ausente.

 

La novela trascurre a trompicones, le cuesta, se hace farragosa, no tiene la frescura de las grandes novelas del autor, sinceramente la muerte de la madre, que ejerce la soltería, el ansia del padre ausente no acaba de enganchar. Ahora, si el autor pretende que Owen sea insoportable, lo consigue. Los diálogos de niños de once años no se adecuan a la edad, son intensos, profundos y adultos. El que siempre se expresen en mayúsculas, efectivamente, me saca de quicio.

 

—HAY ALGO QUE NUNCA DEBES OLVIDAR —me dijo Owen—. ERA UNA BUENA MADRE. SI PENSABA QUE LE TIPO PODÍA SER UN BUEN PADRE PARA TI, YA LO HABRÍAS CONOCIDO.

—Pareces muy seguro.

—SOLO TE ESTOY HACIENDO UNA ADVERTENCIA— prosiguió—. Es emocionante buscar a tu padre, pero no esperes sentirte emocionado cuando lo encuentres. ¡Abrigo la esperanza de que no estés buscando a otro Dan!

No sabía si así era, pero pensaba que Owen presumía demasiado. Lo que sí sabía es que era emocionante buscar a mi padre.

 

Esta reflexión en concreto me encanta, e independientemente de que no siempre se puede escribir una obra maestra, el autor es brillante y capaz de mostrar la evolución de los personajes.

 

¡Fíjate en eso! En la primera página, el coronel Summers relata una historia sobre el presidente Franklin D. Roosvelt en la Conferencia de Yalta, en 1945, cuando las potencias aliadas intentaban decidir la composición del mundo prebélico. El presidente Roosvelt quería ceder Indochina al dirigente chino, general Chiang Kai-shek,, pero este conocía algo de la historia y la tradición vietnamitas; Chiang Kai-shek entendía que los vietnamitas no eran chinos, y que jamás permitirían que el pueblo chino los absorbiera fácilmente. A la generosa oferta de Roosvelt de cederle Indochina, Chiang respondió: «No la queremos». El coronel Summers señala que a los Estados Unidos les llevó treinta años —y una guerra que costó casi cincuenta mil vidas estaunidenses— descubrir lo que Chiang Kai-shek explicó al presidente Roosvelt en 1945.¡Imagínate eso!

 

La tenemos en Tusquets.

 

Temática Novela literaria

Publicación 1 oct 1989

Colección Andanzas

Presentación Rústica con solapas

Formato 15 x 22.5 cm

Editorial Tusquets Editores

ISBN 978-84-7223-126-9

Páginas 518

Código 0010011963

John Wheelwright, hoy ya maduro, anglicano y virgen por convicción, recuerda cómo, a los once años, él y su mejor amigo, Owen Meany, un extraño niño enclenque y bajito, de voz quebradiza y una excepcional facultad de predicción, jugaban al béisbol en una pequeña ciudad cuando éste, tras una pelota fuera, mata a la madre de aquél. A partir de ahí, Irving nos introduce en una extraordinaria historia, tierna y terrible, cómica y amarga a la vez, llena de acontecimientos anómalos y a veces hasta milagrosos. Y, poco a poco, descubrimos por qué la provocadora fortaleza de Owen, que se hace llamar «el instrumento de Dios», ejercerá de por vida una mágica fascinación espiritual sobre los actos y sentimientos de John, cuya visión del american way of life se encarna en un pequeño armadillo mutilado y en un maniquí sin brazos, vestido de rojo, remedo de la adorada y hermosa madre muerta, imágenes las dos de un mundo impotente falto de apoyos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debido a algún comentario improcedente que no respeta ni al autor del blog ni a los participantes del mismo, me veo obligado a moderar los comentarios. Disculpa las molestias.