jueves, 19 de diciembre de 2024

Recuerdos del provenir, Elena Garro

 


Vivimos tiempos confusos, los cambios de ciclo tienen estas cosas, que la vorágine es difícilmente detectable hasta que los cambios vienen en cascada. Hoy en día, el acceso a la información a través de los medios, facilita el hecho de poder encontrarnos con innumerables fuentes y, en muchos casos, con el contraste de las comunidades que pueden hacer comentarios o marcar las informaciones como falsedades. Dentro de esta barbaridad de noticias, el acceso o caída de dictadores modernos, es un síntoma de los tiempos. Siempre los ha habido, pero ahora asistimos en directo a la obscenidad inherente a estos: sus desmanes, excesos y acciones nos son presentados sin filtros. Vivimos una época

Hay dos aspectos que me interesan mucho en la literatura hispanoamericana: la figura del dictador, que encarna el abuso del poder de manera personalísima; y el realismo mágico que trasmuta lo real en ficcional para reconstruir la verdad en mito. La figura del dictador es una de las más emblemáticas y recurrentes en la literatura hispanoamericana, representando el poder autoritario y sus efectos en la sociedad. Esta temática refleja las experiencias históricas de la región, marcada por regímenes autocráticos y dictaduras que han dejado una profunda huella en su identidad cultural y literaria.  El dictador comenzó a perfilarse como figura literaria en el siglo XIX con obras como El matadero (1871) de Esteban Echeverría, que denuncia la brutalidad y el autoritarismo en el contexto argentino. Con el tiempo, este arquetipo se consolidó como un símbolo del poder absoluto, la corrupción y la violencia política.

En el siglo XX, el tema adquirió mayor relevancia con el auge de las dictaduras en países como Chile, Argentina, Paraguay y República Dominicana. La literatura de esta época no solo denuncia los abusos de estos regímenes, sino que también explora el impacto psicológico y social de la tiranía en los individuos y las comunidades.

Las obras suelen tener características comunes:

1.   Contextos Históricos y Políticos: Estas obras se ambientan en escenarios donde el autoritarismo domina todos los aspectos de la vida social.

2.   Denuncia y Reflexión: Más allá de la crítica política, estas narrativas ofrecen una reflexión sobre el poder, la corrupción y las dinámicas de dominación.

3.   El Dictador como Personaje Absoluto: Los dictadores literarios suelen ser figuras omnipresentes que encarnan el poder ilimitado, la paranoia y el culto a la personalidad.


La figura del dictador en la literatura hispanoamericana, pues, sigue siendo relevante como una advertencia sobre los peligros del poder autoritario y su legado en las sociedades modernas. Estas obras no solo documentan los horrores de las dictaduras, sino que también iluminan las complejidades del poder y la resistencia, asegurando su vigencia en el panorama literario global.

Algunas obras que han establecido un paradigma en cómo tratar esta figura son:

1.   Miguel Ángel Asturias - El Señor Presidente (1946)
Ambientada en Guatemala, esta novela retrata un régimen despótico inspirado en la dictadura de Manuel Estrada Cabrera. Asturias explora el miedo colectivo y la alienación provocada por el poder absoluto.

2.   Gabriel García Márquez - El otoño del patriarca (1975)
Con un estilo lírico y fragmentado, García Márquez crea un retrato atemporal de un dictador latinoamericano que encarna la soledad del poder y su decadencia moral.

3.   Mario Vargas Llosa - La fiesta del Chivo (2000)
Esta novela aborda la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, mostrando el impacto del terror estatal en la vida personal y colectiva.

4.   Augusto Roa Bastos - Yo, el Supremo (1974)
Inspirada en la figura de José Gaspar Rodríguez de Francia, dictador de Paraguay, esta obra combina historia y ficción para examinar el lenguaje del poder y su construcción simbólica.

Por otra parte, el realismo mágico consigue una fusión de lo real y lo fantástico: Elementos mágicos o sobrenaturales se presentan como parte cotidiana de la realidad; lo hace a través de una narración objetiva: Los eventos extraordinarios se describen con naturalidad, sin sorpresa o justificación; con una ambigüedad temporal y espacial: Lugares y tiempos indefinidos o cíclicos que rompen la lógica lineal; no menos importante la presencia de lo mítico y lo simbólico: Influencia de tradiciones orales, mitos y creencias populares; todo ello con una crítica social y cultural: Denuncia de desigualdades y conflictos a través de una mirada poética y alegórica.

Nuestra novela, Los recuerdos del porvenir (1963) es una obra fundamental en la literatura hispanoamericana que anticipa las características del realismo mágico, género que alcanzaría su auge con autores como Gabriel García Márquez. Pero, además, habla de los excesos del poder en manos de caudillos bien locales, bien estatales, que hacen del abuso la norma de conducta. Elena Garro crea un universo donde la frontera entre la realidad y lo fantástico se difumina, logrando un lenguaje poético y simbólico que enriquece la narrativa. Su forma de abordar lo sobrenatural no solo abre nuevas posibilidades literarias, sino que también establece a Garro como una precursora en este ámbito.

La novela ofrece una visión crítica del poder autoritario y las dinámicas de opresión en la sociedad mexicana postrevolucionaria. Mediante la representación de conflictos entre el poder militar, la corrupción y las comunidades rurales, Garro denuncia la marginación y la violencia sistemática sufrida por los pueblos indígenas y campesinos. Este enfoque combina lo personal y lo político, haciendo de la obra un espejo de las tensiones sociopolíticas de su tiempo.

Elena Garro desafía las narrativas patriarcales al crear personajes femeninos complejos que cuestionan las normas sociales. La figura femenina en Los recuerdos del porvenir no es pasiva, sino que actúa como catalizadora de los eventos y aporta una perspectiva profundamente humanista y crítica de las estructuras de poder tradicionales. Esto convierte la novela en un referente dentro de la

La obra marcó un punto de inflexión en la narrativa mexicana, ampliando los horizontes estilísticos y temáticos de su literatura. Aunque inicialmente eclipsada por figuras como Juan Rulfo y Carlos Fuentes, Los recuerdos del porvenir ha sido reconocida como una de las grandes novelas del siglo XX, ganando su lugar en el canon gracias a su profundidad simbólica, originalidad y compromiso social.

La ciudad es la protagonista que cuenta lo que ha acontecido en sus calles como testigo activo de los cambios sociopolíticos de México. Hacer que el narrador sea la urbe ayuda a que se constituya en un contenedor de acciones que son accesibles a su conocimiento.

 

No cabía duda, se trataba de un extranjero. Ni yo ni el más viejo de Ixtepec recordábamos haberlo visto antes. Y sin embargo parecía conocer muy bien el trazo de mis calles; pues sin titubear llegó hasta las puertas del Hotel Jardín.

 

La dulzura de la escritura que se desenvuelve hermosa describiendo el movimiento del personaje que abandona una vía para llegar a otro punto sin retorno es maravillosa.

 

Julia no volvió al hotel por donde había venido. Para su viaje de regreso buscó calles extraviadas. Iba despacio, caminando muy cerca de los muros de las casas. Parecía muy asombrada. Entre las dos luces de la noche las gentes que la cruzaban no la reconocían. Detrás de ella iba quedando sus fantasmas se deshacía de sus memorias y sobre las piedras de la calla iban cayendo para siempre sus domingos de fiesta, los rincones iluminados de sus bailes, sus trajes vacíos, sus amantes inútiles, sus gestos, sus alhajas… Sintió que le estorbaban los tacones, se quitó los zapatos, y cuidadosa los colocó en el umbral de una casa. Llegó descalza a los portales, caminando frente a un futuro que se alzaba delante de sus ojos como un muro blanco. Detrás del muro estaba el cuento que la había guiado de niña: «Había una vez el pájaro que habla, la fuente que canta y el árbol que da los frutos de oro». Julia avanzaba segura de encontrarlo.

 

En ocasiones la trama se adelanta al devenir y el lenguaje sirve para describir el ambiente mítico e irreal que rodea las acciones del ejército, una vez más aparece la tiranía política, la arbitrariedad y el abuso militar, el ambiente opresivo creado por las purgas; todo ello plasmado en el ritmo narrativo.

 

Un nuevo ritmo presidía la casa: el aire estaba hueco, los pasos inaudibles de las arañas se mezclaban al impasible tictac que corría sobre la cómoda. Una presencia inmóvil dejaba quietos los muebles y muerto el gesto de los personajes en los cuadros.

En el salón las consolas quedaron en suspenso y los espejos impávidos se vaciaron de sus imágenes. Nunca más la casa de los Moncada escaparía a ese hechizo. El tiempo sin pianos y sin voces empezaba. En la cocina los criados velaban al silencio con silencio.

 

Difícil de encontrar, puedes hacerlo en librerías de lance o en la editorial Joaquín Mortiz, por ejemplo, o en Alfaguara ebook

 

Fecha de publicación original: 1977

Autora: Elena Garro

Género: literatura fantástica

Editorial: Joaquín Mortiz

Idioma: Español

Páginas: 286

y

Editorial: ‎ ALFAGUARA (13 septiembre 2019)

Idioma: ‎ Español

Tamaño del archivo: ‎ 2379 KB

Texto a voz: ‎ Activado

Lector de pantalla: ‎ Compatibles

Tipografía mejorada: ‎ Activado

Word Wise: ‎ No activado

Longitud de impresión: ‎ 354 páginas

 

Ixtepec, un pueblo escondido en el territorio mexicano, es quien nos cuenta la amarga historia de los hermanos Moncada. Durante un sangriento episodio de la guerra “cristera” el siniestro general Francisco Rosas se enamora de una bella y misteriosa mujer llamada Julia. Su obsesión crece cuando esta le abandona. Entonces Isabel Moncada se entrega a él presa del miedo y la admiración sin intuir el drama. La búsqueda del amor imposible y las ansias de libertad propician la tragedia. Los recuerdos del porvenir no es sólo un relato histórico, sino una reflexión, más allá del tiempo, de la sumisión a la tiranía, la pasividad, la cobardía y el abandono.

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