20 febrero 2025

Lo que sabe la señorita Kim, 우리가 쓴 것, Cho Nam-joo


Los medios, cuando lanzan una novela, utilizan clichés para enganchar a cierto sector del público lector. Últimamente, utilizan etiquetas como feminista, woke o impactante; en ocasiones, más arriesgados, asaltan conceptos como obra maestra, libertad creativa o el más vendido en el mundo (¡Más de cien mil ejemplares vendidos! ¡Cuarta edición (con mil ejemplares reales cada una)!). El márquetin literario engaña al lector; su finalidad, como toda disciplina de ventas, es colocar un producto; así, la literatura se convierte en mercancía que compite en un mercado con exceso de oferta. ¿Cómo, acaso, un lector no avezado, podría desenvolverse con garantías en el océano inescrutable de las novedades literarias? Pero, claro, eso es un riesgo que no todos quieren aceptar y una guía que muchos quieren tener.

La novela se etiqueta con feminista, de verdad os digo que no entiendo qué significa esto. Tal vez, no estoy seguro, es porque la escritora vive en una sociedad muy tradicional y reivindica la feminidad y la toma individual de decisiones; también es posible que la autora, que se reivindica como tal, haya influido en la percepción crítica que se tiene de su escritura. Feminista, en cierto modo, porque toma a la mujer como centro y la hace visible y protagonista, pero en un sentido ideológico, no lo veo, de verdad. Hay otras autoras de relatos que no necesitan etiquetas para hacer una literatura femenina, si existe, y feminista en su concepción más amplia, como Alice Munro, Joy Williams,  Flannery O’Connor, Lorrie Moore, Ann Beattie, Margaret Atwood o Carmen María Machado.

En el cuento, Bajo el ciruelo, se observa el arte del relato, basado en la sencillez, en hacer de lo anecdótico de la existencia el motivo literario, abordando, de manera clara, las pasiones y los sentimientos. Esa es la clave.

 

El problema es que no puedo imaginar un mundo sin mi abuela. No espero un milagro. Solo quiero que viva.

 

En Intransigencia, vemos que, si bien el relato se escribe para ser leído, también se hace para reflexionar sobre uno mismo, sobre los fantasmas cotidianos y se hace porque se necesita, lo pide el cuerpo. La técnica es individual, pero el contenido del relato suele ser una anécdota, como he señalado, que condensa algo cotidiano. Ahí radica la grandeza del arte del relato.

 

Escribí sobre ese día en un cuento. Eso sí, añadí algo de ficción para darle mayor efecto dramático. Por ejemplo, en la historia el hermano lanza el pastel y lo destroza, y el padre se va de casa tras presenciar esa escena y se suicida. Por primera vez tomé prestado un episodio de mi vida como material narrativo, traicionando lo que me había prometido al empezar a escribir: no incluir experiencias personales y de no usar la escritura como medio para desahogar mis emociones. Rompí aquella promesa. Me senté a escribir durante ocho horas sin levantarme, como si estuviera poseída por algo, hasta terminar el cuento, temiéndome cómo reaccionaría mi familia.

 

Ausente explora, de nuevo, las relaciones familiares en su complejidad. ¿Qué pasa cuando el padre mayor decide dejarlo todo atrás, desaparece, se convierte en ilocalizable, pero mantiene a su fantasma activo en el recuerdo?

 

Imagino a mi padre subiendo el monte Jiri, disfrutando la brisa del mar de Jeju, caminando por las calles de un barrio lleno de gente joven con un café americano en la mano. Me apena decirlo, pero el resto de la familia está satisfecha con la vida que lleva, aunque no esté él. Y parece que mi padre también está viviendo plenamente su día a día lejos de la familia.

 

Las relaciones tóxicas están presentes en Para Hyeonnam. El control en la pareja, la degradación de la mujer que cede por un amor que es tiranía. No hay libertad ni expresión del yo; hay sometimiento. La voz de la narradora es potente, se oye con claridad. Es agradable saber que hay otras culturas tradicionales, conservadoras, donde las mujeres también adquieren y reivindican esa voz potente (tal vez aquí radica el feminismo con el que se promociona la obra).


No voy a casarme contigo. La decisión no ha sido fácil. Ha habido momentos en los que me he planteado si mi elección era la correcta, si no llegaría a arrepentirme. ¡Me daba tanto miedo la idea de vivir sin ti...! Y es normal, pues hemos estado diez años juntos y he pasado un tercio de mi vida a tu lado. Aunque todavía no puedo ni imaginar cómo será no verte, he tomado una decisión. No voy a seguir contigo. Gracias por todo. De veras, gracias. Y lo siento.


Si aceptamos el concepto de “voz potente” (no deja de ser otro eslogan), lo encontramos en Noche de aurora boreal. Me gusta, me emociona saber que existe la protagonista, que ama la vida, que entiende el significado de lo insignificante, que experimenta sueños comunes a los humanos, que las fronteras culturales se difuminan en ciertos aspectos del subconsciente que compartimos.

 

En la vida había muchos caminos posibles que costaba identificar si nos sumergíamos en la cotidianidad.

 

Y la niña creció, siempre crece. La naturaleza humana aflora desde la cotidianidad del hecho que motiva la narración como algo imparable, aunque casual. El interés, la ceguera hacia lo otro, la reivindicación de lo uno, siempre he pensado que es una actitud legítima, pero luego no se puede esperar lealtad.

 

Siento lástima por ella, porque seguramente no habrá podido conciliar el sueño de tanta angustia. Pero al mismo tiempo me cabrea. ¿Cómo es posible que ni pregunte cómo se encuentra Juha, si le he dicho que estaba indispuesta?

 

La tenemos en Alfaguara.

 

Traductor: Joo Hasun

Editorial: Alfaguara

ISBN: 9788420476803

Idioma: Castellano

Número de páginas: 232

Tiempo de lectura: 5 h 29 m ¿Cómo se calcula?

Encuadernación: Tapa blanda

Fecha de lanzamiento: 18/01/2024

Año de edición: 2024

Plaza de edición: Es

Colección: Literaturas

Alto: 24.0 cm

Ancho: 15.0 cm

Grueso: 1,7 cm

Peso: 365.0 g

Las ocho mujeres que protagonizan estos relatos tienen edades muy dispares, pero todas se enfrentan a grandes desafíos: el machismo que las circunda a diario, la familia que las silencia, el medio laboral que las discrimina, algunas amistades inconsistentes o el imparable paso del tiempo. En el trasfondo de cada una de estas historias acecha la idea de que cualquiera de ellas pueda ser intercambiable por otra, aniquilando así toda forma de individualidad femenina y convirtiéndolas a todas en una anónima señorita Kim, el apellido más común del país: un personaje fantasmagórico y omnipresente que carga con todas las injusticias que pesan sobre las mujeres en la sociedad contemporánea.

Lo que sabe la señorita Kim esboza un fresco feminista de Corea del Sur a través de la prosa magistral y afilada de Cho Nam-joo, a quien la crítica considera ya un referente de la lucha de las mujeres y la voz más importante que ha surgido en Asia en los últimos años.

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