Así, después de Wallander, llega Montalbano. Su final. El último libro que escribió Camilleri. El personaje me ha acompañado exactamente desde 2007, cuando me llevaba la colección de novelas en bolsas a casa y me pasaba, cuando podía, toda la tarde leyéndolas. Estos libros duran exactamente eso, una tarde, es la medida de tiempo que uso para su lectura, la medida de lo que debe durar una buena novela policíaca. Sin tensiones innecesarias entre los personajes, esquemas en su configuración muy útiles para no perderte e inclusión de tramas sociales aderezadas con gastronomía siciliana. Lo adoro, es un vicio de la edad, y sí. Me ha hecho muy feliz.
En esta ocasión son relatos, búsqueda editorial de alargar la serie, pero da lo mismo. Observamos desigualdad en la narración, saltos temporales o nos reencontramos con viejos conocidos temáticos. Lo importante es que podemos cerrar el círculo y dejar que el personaje se vaya tranquilamente.
Los realtos cortos son más directos, la trama da lo mismo, pero no juega con el artificio de lo imaginado. Lo interesante es que continúa el itinerario gastronómico, los lugares conocidos, los tópicos, para poder cerrar la serie en todas sus dimensiones, no en lo que espera el lector, sino en lo que afecta al personaje.
—Tengo una idea— dijo el comisario. Rocca nos ha dicho que la pareja estaba comiendo cuddrironi. ¿Cuántas panaderías hay en Vigàta que lo preparen? Sé que, de cara a una festividad así, hay que encargarlo.
No solo sigue con el trabajo en los estereotipos, además traba las costumbres, da a conocer la amplia cultura siciliana. Es cierto que, muchas veces, de una manera socarrona, pero en otras pinta las costumbres como un paisaje.
Montalbano lo interrumpió:
—Catarè, dime qué te ha pasado, sin más.
—¿Y no se lo estaba diciendo? Bueno, pues que esta mañana a las siete de la mañana se me ha ocurrido a la cabeza vestirme de mujer como una Befana y llevarle un rigalito a ese sobrinillo mío. Como no quería dispertar a nadie y como he visto que la ventana de la cocina estaba abierta, he pensado entrar por la sudodicha ventana. Lo que pasa es que se ma ha risbalado el pie izquierdo y me he caído dentro de la cocina y he montado un escándalo espantoso. Se ha dispertado toda la familia y yo he acabado con la pierna izquierda rota sin poder moverme y entonces me han llevado al hospital, en donde el dottori Giarrusso, el cual me dijo que le diera ricuerdos, porciertamente, ha decidido inescayolármela ¿Y sabe qué es lo más terrible de todo el asunto?
—No, dime.
—Pues que mi sobrinillo Niria me ha reconocido y se ha puesto a llorar, diciendo que la sudodicha Befana no existía.
Me encanta el aspecto gastronómico, cómo Montalbano es capaz de transformarse en un personaje de carne y hueso que disfruta, siente y padece como tú o como yo.
A pesar de que hacía algo de fresco, puso la mesa en el porche, porque pensó que el perfume del agua del mar le abriría las narices para disfrutar mejor de otro aroma maravilloso: el de los arancini. Cogió uno con la mano y, sacando la lengua, lamió la superficie para comprobar cómo había salido la fritura. Perfecta. Se lo colocó entre los dientes, pero no hizo fuerza: quería preparar mejor el alma y el cuerpo antes de sentir dentro de la boca y en el paladar aquel manjar del paraíso.
En Salamandra.
Traductor: Carlos Mayor Ortega
Editorial: Salamandra
ISBN: 9788419346568
Idioma: Castellano
Número de páginas: 208
Tiempo de lectura: 4h 54m ¿Cómo se calcula?
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 11/05/2023
Año de edición: 2023
Plaza de edición: Es
Colección: Salamandra Narrativa
Serie/Saga: Comisario Montalbano
Número: 34
Alto: 22.2 cm
Ancho: 13.8 cm
Grueso: 1.6 cm
Peso: 282.0 gr
Seis relatos no incluidos en las recopilaciones publicadas en vida de Andrea Camilleri, en los que, a partir de pistas mínimas, Salvo Montalbano se ve obligado a esclarecer crímenes disfrazados de accidentes desde una mujer brutalmente asesinada, la desaparición de un preciado anillo, el hallazgo de un cadáver envuelto en una manta tras una juerga veraniega, las consecuencias del noviazgo entre una estudiante de buena familia y un capo huido de la justicia, el debate de un comerciante de vinos entre cumplir con el estado o satisfacer a la mafia, hasta la inusual nochevieja de Montalbano y Livia.
Amenos e intrigantes, estos relatos son una nueva muestra de la sensibilidad y perspicacia del comisario siciliano, que ha cautivado a millones de lectores en toda Europa.
PARA UNA TERTULIA LITERARIA
Andrea Camilleri escribe en un italiano literario cargado de elementos sicilianos, mezclando ambos niveles lingüísticos en un peculiar “vigatés”. En la versión original crea una lengua macarrónica e híbrida: “una lengua ‘inventada’ que asemeja el italiano con elementos morfosintácticos de los dialectos sicilianos, sobre todo el de Porto Empedocle”. Este código mixto refleja la procedencia y estrato social de los personajes, y aparece gradualmente desde la primera novela. Su traductor al español señala que en La forma del agua el lenguaje es sobre todo italiano con apenas “gotas” de siciliano, mientras que en Riccardino ya predomina el siciliano. En conjunto, Camilleri aprovecha el dialecto para recrear el ambiente siciliano y dotar de autenticidad al universo narrativo.
El estilo de Camilleri combina la ironía y el humor desenfadado con una atmósfera de tensión y drama policial. Desde los primeros libros se aprecia una prosa ágil y coloquial, llena de diálogos chispeantes e ingeniosos. Como señala un crítico, su “desenfadado estilo nos procura cierta dosis de humor” al tiempo que entrelaza política, asesinato y delincuencia. La narración alterna momentos amenos (a menudo ligados a la comida o el carácter pintoresco de Vigàta) con el pesimismo y la crudeza de la corrupción social que investiga el comisario. En cada novela se combinan pasajes de agudeza comunicativa con descripciones lúgubres de la Sicilia corrupta, lo que crea un contraste literario distintivo en la serie.
A lo largo de la saga Montalbano evoluciona de modo sutil pero significativo. En su presentación inicial ya es un detective intuido y tenaz, dispuesto a saltarse las reglas formales cuando cree que la justicia legal es insuficiente. Con el tiempo, este rasgo se acentúa: miente si es necesario a su superior, su prioridad es alcanzar la justicia personal más que el castigo formal, y se obsesiona con conocer la verdad “más allá de la pena que reciba el criminal”. Sin embargo, Montalbano también muestra profundos contrastes internos: mantiene una relación inestable con su novia Livia (a quien engaña al menos con el pensamiento), vive atormentado por las faltas de la sociedad y por sus propios sueños y pesadillas. Cada libro lo hace envejecer un poco más, con el paso del tiempo afronta su vulnerabilidad humana y los efectos del cansancio físico y moral.
El desarrollo emocional del comisario se ve reflejado en tramas concretas: por ejemplo, en La paciencia de la araña enfrenta un secuestro y debe lidiar con el “lado oscuro” de la realidad (y de sí mismo). En su último caso, Riccardino, el autor pone en primer plano la humanidad y empatía del detective, centrando la historia en la muerte de un joven inmigrante y mostrando a un Montalbano dispuesto a buscar la verdad aun cuando esta resulte incómoda. En conjunto, el personaje madura manteniendo siempre su aguda inteligencia y sentido del humor, pero se vuelve más reflexivo y compasivo, convirtiéndose en un referente ético de integridad frente a la adversidad.
Junto a Montalbano, la serie despliega un plantel de secundarios muy caracterizados. Entre ellos destacan:
- Livia Burlando: novia de Montalbano a distancia. Es ginebrina y vive en Génova; llevan años juntos en un vínculo a veces “insano” por la separación geográfica y las frecuentes crisis entre ellos. Su relación inestable añade una carga sentimental al comisario, que a menudo se debate entre fidelidad emocional y decepción.
- Agatino Catarella: agente voluntario de perfil simpático pero torpe. Habla con sufijos y errores dialectales (mezcla italiano de mallorquín con siciliano) y tiene fama de ininteligible. A pesar de sus portazos y confusiones lingüísticas, Montalbano valora su lealtad: Catarella atiende la central telefónica, mete la pata, pero no duda en “dar la vida” por el jefe.
- Giuseppe Fazio: inspector metódico y astuto. Es el “sabueso” del grupo: incansable en el rastreo de pistas, hasta el punto de investigar antecedentes familiares de los sospechosos. Su minuciosidad a veces molesta al comisario, pero su eficacia policial y discreción social lo hacen indispensable.
- Mimì Augello: subcomisario atractivo y mujeriego. Aparece como un personaje despreocupado de los convencionalismos, muy atractivo para las mujeres, y no oculta su afición al sexo. Esta condición de adicto al romanticismo le lleva a ser infiel sin complejos, en contraste con la moral de Montalbano.
- Adelina: secretaria y asistente del comisario en Vigàta. Mujer discreta y de carácter fuerte, cuida de Montalbano como de “uno de sus seres más preciados”. Aunque su nombre aparece poco en entrevistas o artículos sobre la saga, es omnipresente en las novelas: cocina para él desde caponatas hasta pasta ‘ncasciata. Junto con Enzo (propietario de la trattoria San Calogero), sus platos no solo satisfacen el apetito de Montalbano, sino que “en más de una ocasión fueron necesarios para agudizar su ingenio”.
- Otros personajes fijos incluyen al comisario principal Bonetti-Alderighi (jefe superior de Montalbano, adicto a la burocracia), el fiscal Tommaseo (escandalizado y mujeriego) o el forense Pasquano (irónico y fiel amigo), cada uno con rasgos definidos. Estos secundarios construyen el color local de Vigàta y permiten contrastar la humanidad del protagonista con diversos matices sociales y personales.
Las novelas de Montalbano son, más allá del misterio criminal, una radiografía crítica de la sociedad siciliana e italiana. Entre los ejes temáticos constantes destacan:
- Corrupción política y alianzas con la mafia. Muchos casos giran en torno a tramas donde empresarios locales y políticos poderosos encubren crímenes para protegerse mutuamente. Por ejemplo, en La forma del agua se describe cómo instancias ejecutivas, judiciales y eclesiásticas presionan para cerrar un caso de asesinato como “muerte natural” y evitar escándalo; Montalbano, sin embargo, resiste esas órdenes al descubrir la colusión mafiosa subyacente.
- La mafia como telón de fondo. Camilleri, él mismo siciliano, nunca elude el tema de la Cosa Nostra: muestra cómo condiciona la vida en las sombras, haciendo que personajes comunes sufran persecuciones por atreverse a “decir no” a los mafiosos. El mundo del crimen organizado aparece frecuentemente, no siempre como un ente protagonista, pero sí como una presencia ominosa que corrompe instituciones y asusta al ciudadano (exactamente el “sindica che più escuece alla società italiana”).
- Injusticia social y burocrática. Montalbano a menudo debe lidiar con la lentitud o ineficacia de la justicia oficial. Jueces, trámites incomprensibles y mandos políticos intentan frenar investigaciones incómodas. El comisario, consciente de estas limitaciones, actúa como investigador justo y expeditivo “por su cuenta” cuando la legalidad estricta falla.
- Crisis migratoria e inmigración. En novelas recientes Camilleri aborda la tragedia del mar Mediterráneo. Por ejemplo, Tirar del hilo (2020) pone al protagonista frente a la llegada masiva de pateras con migrantes: “Camilleri sacude nuestra conciencia poniendo el foco en uno de los dramas sociales más terribles de la actualidad europea: la crisis de la inmigración”. La llegada de refugiados desnuda las fallas humanitarias, y el comisario se ve “completamente desbordado de trabajo” al tener que asistir a los recién llegados. Este tema refuerza la dimensión social de los libros, conectando la ficción con problemas reales de la contemporaneidad.
- Justicia moral vs. ley formal. Un tema transversal es el dilema entre la justicia entendida como el daño reparado y la letra de la ley. Montalbano personifica el ideal de un “hombre común” que busca la verdad por compasión hacia las víctimas y desprecio por los abusos de poder. Su “rebelde inteligente” espíritu a veces emplea métodos no ortodoxos para lograr que los culpables no queden impunes.
Estos ejes temáticos, junto a la construcción de un microcosmos siciliano realista, han sido elogiados por investigadores y lectores por igual, mostrando a través de la intriga policíaca la “condición humana insoportable” de la sociedad actual.
La comida es un elemento identitario central en la serie. Camilleri, aficionado a la buena mesa como su personaje, convierte cada libro en un festín literario. Los platos tradicionales aparecen de manera prominente en la narración: el protagonista es un “glotón” irreductible que disfruta la pasta, el pescado fresco y las recetas heredadas de su isla. Las novelas son “un auténtico viaje por la tradición gastronómica siciliana”, con descripciones detalladas que casi hacen salivar al lector. Adelina prepara arancini, caponata y macarrones con ragú (“‘ncaciata”), mientras que Enzo, en su trattoria, ofrece pescados y mariscos al gusto de Montalbano. Incluso en los momentos de mayor tensión, la comida aparece como un remanso: en palabras de un artículo, los platos «deliciosos» de Adelina y los del restaurante San Calogero «consiguen hacernos salivar incluso en los momentos de mayor tensión narrativa».
Más allá de resaltar los sabores de Sicilia, la gastronomía cumple un papel simbólico y cultural. Representa el vínculo con la tierra natal y la humanidad de los personajes. Cada comida compartida refuerza la complicidad en la comisaría y sirve para estrechar lazos (el propio Camilleri comparaba la elaboración de sus textos con un oficio artesanal). Como señala el análisis de la saga, las comidas de Adelina y Enzo “no solo cubren las necesidades gustativas del comisario, sino que en más de una ocasión fueron necesarias para agudizar su ingenio”. Así, la cocina tradicional se convierte en trama secundaria que enriquece la atmósfera y reafirma el carácter siciliano del relato.
El universo del comisario abarca más de treinta títulos (34 en la saga oficial), pero algunos destacan por su importancia narrativa y temática:
- La forma del agua (1994): Primera novela de la serie. Introduce a Montalbano y establece su perfil: perspicaz, escéptico, con sentido del humor. Enfrenta un caso de asesinato con intrigas sexuales y políticas en Vigàta. Según la crítica, su “narrativa perspicaz y diálogos ingeniosos establecen el tono” de la saga.
- La paciencia de la araña (2004): Presenta un caso de secuestro complejo que desestabiliza aún más al comisario. En esta entrega Montalbano debe enfrentarse a «la oscuridad que se esconde en las sombras incluso de sí mismo», destacando su lado introspectivo al resolver crímenes indescifrables.
- Las alas de la esfinge (2006): En esta novela el detective se ve atrapado en un complicado asunto amoroso y existencial. Se reconocen los “excesos teatrales” y las estrategias sagaces típicas de Montalbano, junto con su veterana astucia y sensualidad. El intricado rompecabezas y la capacidad del comisario para desenredarlo hacen de este libro “una obra clave en la serie”.
- Muerte en mar abierto (2014/2016): Recopila ocho relatos situados en los primeros años de Montalbano, en los años ochenta. Ofrece una visión juvenil del detective, aún más inocente y con menos escepticismo que en la madurez. Por ello, esta obra permite al lector conocer las primeras facetas y formación del personaje, mostradas con la misma intuición característica.
- Riccardino (2023): Novela póstuma y última del comisario. Camilleri cierra la saga introduciendo al “autor” como personaje, en un meta-diálogo con Montalbano sobre la trama. En su argumento, la investigación de la muerte de un joven destaca «la humanidad del comisario, su empatía y su dedicación para buscar la verdad». Este libro es fundamental por ser el desenlace conceptual del personaje y del mundo moral que Camilleri ha construido.
Además de estas cinco, otras novelas como El perro de terracota (1996, marcado por la violencia mafiosa), La voz del violín (1997, introducción de Livia) o La sonrisa de Angélica (2010, con elogios por su madurez) también se consideran clásicos del ciclo. Sin embargo, las mencionadas destacan particularmente por consolidar la personalidad de Montalbano y exponer sus temas centrales, y por ello son clave para entender la obra en su conjunto.
Recepción crítica y académica
La saga de Montalbano ha tenido un impacto enorme en la literatura italiana contemporánea. Camilleri vendió más de treinta millones de libros sólo en Italia, de los cuales unos 25 millones corresponden a las aventuras de Montalbano. A nivel global supera los 35 millones de ejemplares traducidos a más de 120 idiomas. Este éxito sin precedentes –particularmente notable dado que Camilleri comenzó a publicar novelas policiacas a los 64 años– lo convirtió en un autor de culto en toda Europa. La serie Montalbano está considerada de las más importantes del género negro italiano, dando lugar a adaptaciones televisivas de gran audiencia (por RAI) y a estudios académicos en múltiples países.
Su relevancia literaria ha sido reconocida con premios. Por ejemplo, en 2014 obtuvo en España el Premio Pepe Carvalho (Barcelona), donde la organización lo definió como “uno de los más auténticos representantes del noir mediterráneo”. Críticos y colegas lo situaron “en un lugar único en las letras italianas, tanto por la calidad de sus libros como por la excelente acogida del público”. A título personal, Camilleri recibió galardones como el Premio Flaiano, honoris causa y otros reconocimientos por su trayectoria.
En el ámbito académico, las novelas han sido objeto de numerosos análisis. Se destacan investigaciones sobre su exótico manejo del dialecto –demostrando cómo el “vigatés” crea significados sociales y lingüísticos propios–, así como estudios de su carga social. Artículos y tesis han abordado la ambigüedad semántica de su estilo o las dificultades de traducir el habla siciliana. En síntesis, tanto la crítica como la academia valoran a Camilleri por fusionar un amplio realismo social con una creación literaria auténtica. Sus novelas no solo entretienen, sino que abren debates lingüísticos, políticos y éticos, lo que refuerza su estatus de clásico contemporáneo.
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