1/14/25

Querido capullo, Cher connard, Virgine Despentes

 


Dentro de la modernidad asfixiante, de la estupidez imparable y de la idiotez absoluta, hay un término que me encanta: la cancelación. Este concepto es un fenómeno social contemporáneo que se refiere a la retirada de apoyo a individuos, empresas o instituciones debido a comportamientos o declaraciones considerados inaceptables o controvertidos. Se conoce como “cultura de la cancelación”, que se ha popularizado principalmente a través de las redes sociales. Se caracteriza por la exposición y condena pública, basadas en la denuncia y el rechazo de las acciones o palabras de alguien; en la afectación, el impacto en la reputación, y en el uso de las redes sociales, lo que conlleva una difusión rápida que amplifica su alcance y efecto. La cancelación puede ser vista como una forma de justicia social, pero también es un linchamiento mediático que limita la libertad de expresión. Parece que no es posible separar al autor de su obra, al artista, de la persona que ejerce de tal.

Este libro ahonda en este problema, en los límites que hay entre lo correcto social y lo inaceptable, según los tiempos. Pero parece que la clave está en los tiempos: lo aceptado, hace años, ahora puede ser delito; lo correcto, ahora puede ser incorrecto; lo aceptado, inasumible. La cohorte de ofendidos es inmensa. Las redes dejan abierta la posibilidad de no tolerar comportamientos que podamos intuir como ofensivos hacia nosotros o hacia los otros. Existe un gran hermano woke que regula los corazones insípidos de nuestro tiempo y las culturas, que lo son y además diversas, aparecen como opciones intolerables. Muchas veces me refiero al Malestar en la cultura de Freud, pero es que no hay nada como entender que lo que para nosotros es inasumible, para otros es absolutamente normalizado. Pasamos, automáticamente, a creer que hay un bien estandarizado, evidentemente desde nuestra perspectiva cristiana, desde nuestra concepción del pecado, desde el puritanismo que alimenta el alma mediocre de los censores. Ahí se resuelve todo, no hay margen para el disenso. Esta nueva ortodoxia (ni tan nueva ni tan moderna) asfixia el ambiente, lo hace irrespirable en muchos casos porque deja en manos del censor la responsabilidad de la cancelación, sin defensa para la víctima, ni posibilidad de rehabilitación, sin derechos, porque no hay ley que ampare el disenso, la heterodoxia. Se requiere un proselitismo militante, ciego, absoluto con las normas establecidas; nadie sabe muy bien por quién, pero sí para qué.Mi querido Espinosa y su Escuela de Mandarines, ¡qué brillante y visionaria fue tu obra!

La estructura epistolar de la novela no acaba de funcionar porque carece de interés, es trivial, esperable; los lugares son comunes, se suceden y carecen de la frescura cruel de sus otras novelas, sin embargo, apetece leerla, entregarte a la inmersión en el mundo woke, en el Me too, se puede tomar desde la parodia y así, uno, se entretiene.

 

Mi conciencia de clase media me decía: todas las facturas las pagas con tus novelas y tus artículos, viajas por todo el mundo porque traducen tus libros y el billete lo paga el contribuyente, así que en el avión compórtate. Había que dar pruebas de honestidad. Y lo hice. Rozando la paranoia, incluso. Fumaba toneladas de maría, y eso agudizaba los pensamientos recelosos.

 

Óscar y Rebeca mantienen una relación epistolar a través de internet. El alcoholismo; la adicción a las drogas; el periplo vital por el vicio y el placer; la creación; la pandemia; los narcóticos anónimos; el Me too; la cancelación o el feminismo hacen un cóctel en el que la autora se encuentra cómoda, destripando algunas verdades de la burguesía contemporánea, miedos y dificultades para sobrevivir en un mundo vacío, repito que  la narración no es brillante, lo cotidiano la alimenta, pero se deja leer en su descuido técnico.

 

Tal vez ya no escribo porque ya no bebo. Me pregunto si mi problema era que no bebía lo suficiente. Malcolm Lowry, Scott Fitzgerald, Margarite Duras, Chandler, Truman Cappote, Stephen King, Hammett, Dorothy Parker, Steinbeck, Jean Rhys, Patricia Highsmith, Hemingway, Elisabeth Bishop, Raymond Carcer, Georges Simenon… un vicio de blancos. Están los jazzmen negros y la heroína, los músicos negros y todas las drogas que se te ocurran, están los deportistas negros y la droga, los actores negros y la droga, pero los novelistas negros, ya sean americanos o haitianos o franceses o keniatas, nunca vendrán a tocarte los cojones con sus dificultades para crear. Entre los grandes escritores negros no hay tradición de alcoholismo. Así que rectifico, me digo que si Baldwin no tenía que beber igual es que para ser un buen autor no es obligatorio.

 

La tenemos en Random House

 

Colección Random House

Páginas 264

Traductor Robert Juan-Cantavella

Target de edad Adultos

Tipo de encuadernación Tapa blanda con solapas

Idioma ES

Fecha de publicación 14-09-2023

Autor Virginie Despentes

Editorial RANDOM HOUSE

Dimensiones 139mm x 230mm

 

«He leído lo que publicaste en tu cuenta de Insta. Eres como si una paloma se me cagara en el hombro: una guarrada asquerosa. Buáá buáá buáá soy una mierdecilla que no le interesa a nadie y berreo como un chihuahua para ver si me hago notar. Vivan las redes sociales: has logrado tus quince minutos de gloria. La prueba: te estoy escribiendo». Rebecca, una actriz en la cincuentena con una carrera en declive, responde con estas duras palabras a Oscar, un novelista cuarentón que acaba de insultarla en redes sociales. Al darse cuenta de que ya se conocían, nace entre ellos una correspondencia en la que irán deponiendo las armas. Ambos recordarán el pasado y su afición por las drogas, hasta que Oscar es acusado de acoso sexual por su antigua responsable de prensa.

Novela de rabia y consuelo, Querido capullo es un incisivo análisis de nuestra sociedad a través del punto de vista de un hombre cancelado, una actriz olvidada y una joven acusadora, en un relato que demuestra que la amistad puede hacer frente a cualquier debilidad humana. En una novela que está revolucionando las letras francesas, Despentes despliega todas las aristas del #MeToo, de los feminismos, de las redes sociales, de las adicciones y de lo que significa envejecer en nuestra sociedad.

 

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