sábado, 26 de octubre de 2024

Cuarentena, Η τέχνη του τρόμου και άλλα διηγήματα, Petros Márkaris

 

Uno no se puede considerar un profesional de todo, puede, en todo caso, entender el mundo, interesarse por lo que le pasa alrededor. Mi formación me lleva a la literatura (aquí está el testimonio vivo), pero también al análisis social. Esta vertiente es menos conocida. Observar qué ocurre es algo que me fascina desde niño, tal vez por eso, la literatura que aporta elementos que podemos llamar, sociales, me gusta. Muchas veces no estoy de acuerdo, otras, simplemente, observo tópicos ideológicos que no resisten el más mínimo análisis. Sin embargo, que la acción ponga en primer plano un problema real, independientemente de la solución que aporta el autor derivada de su ideología, no deja de ser un valor. Estar comprometido no es mejor que no estarlo, uno puede estar comprometido con su literatura, con la vida o con lo que quiera, mas cuando esta novela policíaca incorpora una crítica social, pone de relieve algo que nos preocupa como sociedad, debemos oírlo, al menos, nos va a servir para pararnos a reflexionar mientras leemos la obra, y como eso no se hace en los segundos que usamos para un X o un Instagram, nos obliga a dedicarle un tiempo. Eso nunca puede ser malo.

En este libro de relatos, Markaris aborda diferentes temas donde está presente su familia, la comida, su vida y los desfavorecidos. Lo hace con su maestría habitual, permitiendo al lector el reconocimiento d ellos espacios, las situaciones y los personajes. Su compromiso está claro, y la claridad de la escritura también. Los relatos son: Cuarentena; Me llamo Covid y mato; El arte del terror; Centro de refugiados del coronavirus; Los tres caballeros; La taberna de Karaguiosis; Jalki: el vacío y la bicicleta.

En Cuarentena, el relato emerge con el virus y cómo este cambia nuestra historia. Además, se adentra en la gestión de los miedos, las incapacidades sociales. Por eso Jaritos no puede dar la espalda a una realidad que se impone.

 

«Pues qué bien», me dije. «En otros tiempos volvíamos de las vacaciones con regalos y souvenirs. Ahora volvemos con el coronavirus».

 

Una de las cosas que me gusta de nuestro autor es que los asesinatos no tienen que ser necesariamente rituales o macabros, sino que obedecen a una simbología que adquiere sentido en el devenir de la obra. La muerte tiene una razón, un motivante y así, el lector, espera que la policía entre en juego.

 

—¿Sabemos quién es la víctima?

—No solo nosotros, sino toda Grecia. Han matado a Jari Velaku, la presentadora del telediario.

 

En, Me llamo Covid y mato, las acciones que se desencadenaron durante la pandemia necesitan de reflexión como sociedad, necesitamos saber qué hemos aprendido, dónde nos hemos equivocado o cómo han usado nuestros miedos para establecer líneas de control. No podemos dejar de lado nada de esto.

 

Cada mañana encendía el televisor y empezaba el bombardeo: primero los médicos, luego los políticos, después los alcaldes y los funcionarios del Organismo Nacional de Salud Pública. Parece que competían por ver quién daba las noticias más deprimentes. De lo oscuro iban a lo negro, y de ahí a la mayor de las tinieblas.

 

El arte del terror es un periplo vital por la vida, por las estrecheces, por el crecimiento que acaba en la vejez. Al final está la pandemia y el miedo a la incertidumbre.

 

Cada noche me sentaba delante de la televisión con la esperanza de oír alguna noticia que me devolviera la sonrisa, pero lo único que conseguía era que se me torciera la boca de amargura.

 

El componente social, escribir sobre quien nadie más escribe es la base de Centro de refugiados del coronavirus, donde el coronavirus lo cubre todo, todas las acciones de los hombres, la vida en las ciudades. Hay, al fin y al cabo, un trasfondo de esperanza y humanidad.

 

Cuando tienes que luchar a diario con el hambre, no eres capaz de soportar también noches en vela —añadió Kosmás.

 

En Los tres caballeros importa más la perspectiva de las víctimas. Jaritos aparece como espectador, como los ojos que entienden lo que ocurre.

 

No tengas miedo, no estarás solo. Un agente de policía te estará siguiendo en todo momento. Tú no sabrás quién es, porque le estarías echando ojeadas todo el rato y acabarías llamando la atención. Además, cada día será un agente distinto.

 

En La taberna de Karaguiosis vemos el periplo histórico turco griego está presente en muchos pasajes del autor. En este caso la comida vuelve a estar presente como punto de encuentro.

 

Los griegos y los turcos somos todos hijos de Karaguiosis. Y no lo digo en broma. El Karaguiosis turco y el Karaguiosis griego tienen algo en común: por mucho que sufran, por mucho que les humillen, al final siempre encuentran una salida. Esto es exactamente lo que habéis hecho vosotros. Permanecisteis fieles a vuestro guía espiritual y pudisteis encontrar la salida. Bravo. Os felicito de nuevo.

 

Jalki: el vacío y la bicicleta es un texto evocador, cercano al libro de viajes que repasa elementos que constituyen la esencia de la isla. Entrañable.

 

Para llegar al monasterio hay que pasar por delante de la escuela militar, torcer a la izquierda y enfilar un camino flanqueado de encinas. El monasterio cuenta con una capilla diminuta. Antiguamente, un hortelano plantaba allí lechugas y otras verduras para ensaladas.


La tenemos en Tusquets


Temáticas Novela literaria Relatos

Publicación 30 mar 2022

Sentido lectura Occidental

Colección Andanzas

Presentación Rústica con solapas

Traductor Ersi Marina Samará Spiliotopulu

Formato 14.8 x 22.5 cm

Editorial Tusquets Editores

ISBN 978-84-1107-098-0

Páginas 240

Código 0010295529

Cuando Petros Márkaris y Kostas Jaritos se enfrentan a la pandemia, la solidaridad convive con la desesperación y el aislamiento con el humor y la esperanza.

 

La pandemia de coronavirus lo ha trastocado todo: ha modificado hábitos, exasperado estados de ánimo y dificultado aún más la vida de los desfavorecidos. También ha afectado al comisario Jaritos, quien vuelve a investigar en dos de los relatos que componen este volumen; cuando lo confinen por un contacto positivo cercano, tendrá que lidiar con asesinos, con la informática (para investigar sin moverse de su domicilio)… y con su mujer, Adrianí, que parece desenvolverse en todo mejor que él. Sin embargo, la situación se ha ensañado en particular con los más vulnerables: a ellos les dedica Márkaris relatos inolvidables, como el protagonizado por los vagabundos Platón, Sócrates y Pericles, o por dos sintecho que solo encuentran solidaridad entre otros desfavorecidos. Una historia de rivalidad entre un restaurante griego y otro turco en Alemania abre de nuevo las puertas a la esperanza, que contrasta con el terror de quienes ven naufragar sus negocios tras décadas de esfuerzos. Los relatos se cierran con una íntima y entrañable rememoración de la isla de Jalki, donde creció Petros Márkaris.

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