Este
libro hace esto, explora las fronteras del género y lo hace desde el caos
aparente de la miscelánea. Es un libro plagado de citas, de notas de viajes, de
microhistorias que circunvalan la metrópolis, que la delimitan de alguna manera
dentro de los márgenes libres de esta, que se expanden hasta crear una polípolis
que va más allá de los límites originales de Madrid y llega hasta Nueva York o
a la cohabitación con Goytisolo en Norte de África. Son sus calles las
protagonistas, las que atrapan a los personajes junto con sus historias para
hacer un croquis como el del metro; cuando bajamos a una parada vemos ese mapa
geométrico, trazado de líneas de colores, un laberinto que aprendemos a
descifrar con paciencia, pero la primera impresión no deja de ser un caos, una
imposibilidad de acercarnos a él sin comprender. Pero se obra el milagro. Poco
a poco aparecen ante nosotros las calles que buscamos a través de sus paradas.
Nos ubicamos, relacionamos la línea roja con una zona determinada y, siempre a
pesar de la linealidad sinuosa, aparece lo circular como un leitmotiv
que va dando sentido a lo que no tiene sentido. Así se configura este libro,
sin sentido, pero dotado de una comprensión antropológica y geográfica,
profunda, que nos hace entender que la ciudad es la protagonista, porque en su
aparente caos, todo adquiere un porqué más allá de lo meramente aparente.
En un
principio, las historias circunvalan Madrid, pequeños tramos, callejuelas que
caracterizan los espacios y se apropian de ellos, y se aseguran a través de lo
literario con instantes que hacen fotografías que captan instantes.
PUERTA
DE HIERRO
Constato
sin demasiado entusiasmo que Madrid sigue existiendo.
JAVIER
MORENO, 2020
La
señora se santigua ante el busto de santa Catalina. Baja las escaleras rozando
suavemente sus dedos por el pasamanos; el tacto cada vez más caliente le hace
levantar la mano y juntarla con la otra en su regazo. Al bajar del todo,
procura no mirar el adorno en forma de piña que remata la escalera. Atraviesa
el corredor y se santigua ante las imágenes de san Cosme y san Isidro; reza un
avemaría al tocar un rosario colgado en el retrato de su madre muerta. Entra en
la cocina tocándose la imagen de san Damián, labrada en oro que lleva al cuello
y es entonces cuando ve los filetes apilados junto a la hornilla.
—¡Martha
Cecilia! ¡Venga!¡Venga inmediatamente!
—Voy,
señora, voy. Aquí estoy. ¿Qué desea la señora?
− Martha
Cecilia, por Dios bendito. ¡Esa carne está desnuda! Tápela antes de que la vea
alguien.
Los
diferentes relatos se configuran como un collage inconexo que, sin embargo,
presenta la vida tal y como se desarrolla, fragmentaria, compleja, para que
seamos nosotros, los lectores, los que podamos construirla, como hacemos en la
cotidianidad del encuentro con desconocidos.
AVENIDA
VIEL, SANTIAGO DE CHILE
Alcio
se acercó arrastrándose, moribundo, al andrajoso que pedía limosna amontonado
en un portal. Ante la sorpresa de éste, le tendió la llave de un apartamento.
—Si lo
encuentras, puedes vivir en él. A mí ya no va a hacerme falta.
Y
murió.
El
vagabundo se levantó con la llave en la mano y, desafiante, observó la ciudad.
Me
parece brillante, pragmático y crudo, me permito dejároslo por el placer de
leerlo.
— Dos
meses. Mi hija me dice por teléfono, desde Manila, que debería hacer todo lo
que siempre quise en este tiempo… ¿Qué harías tú en esta situación?
— Pues…
no sé…
— Ya,
eres joven. No puedes aún concebir siquiera la idea de la muerte.
— …
− ¿Sabes
lo que hago todo el día, Jaime, lo que supongo que haré hasta finales de abril,
cuando muera?
— ¿Tomar
el sol?
— Aburrirme,
Jaime. Aburrirme.
Cada
fragmento, pues, configura una historia. El conjunto es la sincronicidad con
que todo confluye hacia un punto único que es la ciudad, el espacio compartido
en que nos encontramos y adquiere, en gran medida, el sentido de la vida.
PUENTE
DE ANDALUCÍA
Pensando
en la ciudad era como un círculo
BERNARD
WOLFE, Limbo
El
agua que corre sucia y gris bajo las nubes, piensa, puede ser el mismo líquido
con el que ella se ha lavado al despertarse; el mismo, quiere imaginar, con que
él se lavará mañana.
La
ciudad es un pálpito de habitantes, las historias, los ensayos, las
reflexiones, la luz de la tormenta.
por
cuanto a su juicio ésta se conforma como el modo más moderno y completo de
Arte, conjunto superior de todas las ramas artísticas de creación humana. Si
miramos la ciudad como un cuadro, nosotros somos el pigmento; si es música,
nuestra respiración es su clave rítmica; si es arquitectura, somos la luz que
ha de estar presente en toda construcción y que la interpreta y habita en un
discurrir continuo que no afecta a los elementos inmóviles de su estructura. Si
la ciudad es literatura, sois este libro.
Esa es
la lógica del libro, ser orgánico, que se nutra de las historias, que su lógica
incoherencia haga que la ciudad adquiera un sentido inespecífico e impreciso,
pero total y absoluto.
Tú,
que lees, no sabes todavía que estás surcando un libro sin final, no porque no
termine, sino porque este libro es como Madrid, un círculo; porque es, como
Madrid, ilimitado, que no infinito.
Sé que
Madrid es circular porque su centro está hueco.
Nadie
puede finalizar un círculo, lector.
Sólo
recorrerlo.
¿Recuerdas
a Kavafis? No hallarás más tierras ni otros mares.
Y
ahora tú, lector, estás llegando al centro.
Es
fascinante cómo ha conseguido aunar relatos tan variopintos desde tantas
épocas, a veces con distancia, otras adentrándose en la narración. Me gusta
mucho.
Antes
borrabas sus números de móvil al dejarlas. Si eran bellas, los apuntabas en la agenda
especial de reciclaje para malos momentos entre novia y novia. Ahora envías
a la papelera virtual las fotos que te han enviado desnudas, ante el espejo, o
mirando al objetivo pensando que eras tú. Si son sexys, borras digitalmente la
imagen de su cara y superpones la de tu nueva chica para cuando lleguen los
momentos rutinarios de la relación.
«No te
censuro −dijo mi tía al oírlo−, yo también borré a tu tío de nuestras fotos,
con tijeras».
El
mapa de la ciudad va configurándose con pequeños retazos que imaginan
devenires, pensamientos, discursos, cuentos, da igual, ya que cada uno de esos fragmentos,
presumiblemente inconexos, en realidad preconfigura la ciudad que se hace cada
día.
CALLE
SALAS
El
centro no existe.
BEGOÑA
CALLEJÓN, Fábula material
—Hola,
Berto, ¿no piensas en ocasiones que has vivido varias vidas, y todas mal, a
medias, como utilizando el algoritmo de otra persona, el de un enemigo que solo
quiere boicotearte?
La
obra está llena de elementos líricos, desde fragmentos de gran belleza formal
que, a modo de puzle, son dejados ante nuestros ojos para formar una figura
reconocible.
—Observo el
paso de las nubes sobre el estanque, me embelesan los haces de luz colados de
rondó entre las hojas. Durante mañanas felices he mirado los rostros tranquilos
de la gente, que se desvisten de la prisa al entrar por las puertas de hierro.
Créeme que merece la pena venir a este parque. Los mejores días me recuesto en
un banco y se me olvida, por unos momentos, que soy viejo, que vivo, que estoy
en Madrid.
Las
novelas sobre la ciudad aprovechan una historia o varias historias personales
que la usan como escenario reconocible o interviene esta como una especie de
personaje. Son historias de la metrópoli, en realidad de las polípolis,
sin embargo, aquí es una ciudad la protagonista. Es el ruido que oímos al abrir
la ventana y el autor consigue aglutinar las voces diversas, diferentes e
inconexas para dotar de sentido y desarrollo al movimiento propio del libro.
Se dio
cuenta de que él se había convertido en algo más importante para ella que la
ciudad. Y eso la hizo llorar en silencio durante horas, tiritando, dentro del
saco de dormir.
Independientemente
de ser o no condescendiente o de esa actitud que he visto tantas veces del
intelectual, siento una profunda identificación, siento la exclusividad, el
elitismo o el desprecio; la superioridad moral sobre lo otro, el convencimiento
de ser diferente a todo cuanto se mueve. Lo percibo y sigo sintiendo el mismo
rechazo que hace treinta años; he aprendido a convivir con ello, pero pesa como
una losa.
El
estado del mundillo literario español es tan enfermizo que no es capaz de
procesar el halago desinteresado. Sólo la provocación, el insulto, la
suspicacia o la agresión, más o menos veladas, están permitidos en sus
putrefactas galeras. El sol no puede entrar en ellas, debido a que gran parte
de los habitantes son vampiros.
La
encontramos en Galaxia Gutemberg.
Colección:
Narrativa
ISBN:
978-84-19075-46-8
Publicado:
14/09/2022
Páginas:
638
Precio:
24,9€
Circular
22 cierra la obra en marcha comenzada por Vicente Luis Mora a finales de los
noventa. Esta «novela total» (Eloy Fernández Porta), que también ha sido
definida como «ciudad mundo» (Alice Pantel) o «rizoma textual» (Marco Kunz), es
un proyecto literario multigenérico, cuyas piezas -que pueden leerse en
cualquier orden- se han multiplicado para esta versión definitiva. Desde su
inicial ubicación en Madrid, con el paso de las décadas se ha expandido a
Europa y América, ofreciendo ahora una sección ambientada en el norte de
África. Polifónico y abierto, Circular 22 es un laboratorio donde se mezclan y
funden toda suerte de géneros, estilos, personajes, voces, tradiciones e
historias, permitiendo leer la crisis del sujeto contemporáneo, de su entorno
urbano como condicionante vital y del nomadismo (cultural o real) como
horizonte estético. Esta obra en marcha, desarrollada durante un cuarto de
siglo, toma la Tierra como espacio y la convierte en campo de escritura para
expresar las angustias contemporáneas, el espesor de la vida, la luz salvaje de
lo fantástico, lo real y lo irreal, lo posible y lo imposible.
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