jueves, 3 de octubre de 2024

Circular 22, Vicente Luis Mora

 


En la literatura abunda la discusión sobre el género. Esto no es algo nuevo en este blog; de hecho, han sido innumerables las entradas en las que he tratado el tema. Un género pretende ser una sistematización de lo expuesto, de lo escrito y de su forma; así, entendemos que la narrativa cuenta historias, la poesía desentraña sentimientos y el drama expone a los personajes entre sí a través de una trama. Pero no es tan sencillo: se entremezcla lo formal con el contenido, se añaden géneros a los géneros, se hibridan, se cambian las reglas y, por ejemplo, un texto narrativo desentraña evocaciones subjetivas del ser acercándose a lo lírico, sino siendo lírico. Estos géneros híbridos me parecen fascinantes, el hecho de ir más allá, de mezclar el reportaje con el libro de viajes; la poesía con el drama o el ensayo con la novela. Hay más opciones. Se pueden explorar los límites de lo que escribimos dentro de lo canónico, reflexionando más allá de los límites.

Este libro hace esto, explora las fronteras del género y lo hace desde el caos aparente de la miscelánea. Es un libro plagado de citas, de notas de viajes, de microhistorias que circunvalan la metrópolis, que la delimitan de alguna manera dentro de los márgenes libres de esta, que se expanden hasta crear una polípolis que va más allá de los límites originales de Madrid y llega hasta Nueva York o a la cohabitación con Goytisolo en Norte de África. Son sus calles las protagonistas, las que atrapan a los personajes junto con sus historias para hacer un croquis como el del metro; cuando bajamos a una parada vemos ese mapa geométrico, trazado de líneas de colores, un laberinto que aprendemos a descifrar con paciencia, pero la primera impresión no deja de ser un caos, una imposibilidad de acercarnos a él sin comprender. Pero se obra el milagro. Poco a poco aparecen ante nosotros las calles que buscamos a través de sus paradas. Nos ubicamos, relacionamos la línea roja con una zona determinada y, siempre a pesar de la linealidad sinuosa, aparece lo circular como un leitmotiv que va dando sentido a lo que no tiene sentido. Así se configura este libro, sin sentido, pero dotado de una comprensión antropológica y geográfica, profunda, que nos hace entender que la ciudad es la protagonista, porque en su aparente caos, todo adquiere un porqué más allá de lo meramente aparente.

En un principio, las historias circunvalan Madrid, pequeños tramos, callejuelas que caracterizan los espacios y se apropian de ellos, y se aseguran a través de lo literario con instantes que hacen fotografías que captan instantes.


PUERTA DE HIERRO

Constato sin demasiado entusiasmo que Madrid sigue existiendo.

JAVIER MORENO, 2020

La señora se santigua ante el busto de santa Catalina. Baja las escaleras rozando suavemente sus dedos por el pasamanos; el tacto cada vez más caliente le hace levantar la mano y juntarla con la otra en su regazo. Al bajar del todo, procura no mirar el adorno en forma de piña que remata la escalera. Atraviesa el corredor y se santigua ante las imágenes de san Cosme y san Isidro; reza un avemaría al tocar un rosario colgado en el retrato de su madre muerta. Entra en la cocina tocándose la imagen de san Damián, labrada en oro que lleva al cuello y es entonces cuando ve los filetes apilados junto a la hornilla.

—¡Martha Cecilia! ¡Venga!¡Venga inmediatamente!

—Voy, señora, voy. Aquí estoy. ¿Qué desea la señora?

     Martha Cecilia, por Dios bendito. ¡Esa carne está desnuda! Tápela antes de que la vea alguien.


Los diferentes relatos se configuran como un collage inconexo que, sin embargo, presenta la vida tal y como se desarrolla, fragmentaria, compleja, para que seamos nosotros, los lectores, los que podamos construirla, como hacemos en la cotidianidad del encuentro con desconocidos.


AVENIDA VIEL, SANTIAGO DE CHILE

Alcio se acercó arrastrándose, moribundo, al andrajoso que pedía limosna amontonado en un portal. Ante la sorpresa de éste, le tendió la llave de un apartamento.

—Si lo encuentras, puedes vivir en él. A mí ya no va a hacerme falta.

Y murió.

El vagabundo se levantó con la llave en la mano y, desafiante, observó la ciudad.

 

Me parece brillante, pragmático y crudo, me permito dejároslo por el placer de leerlo.

 

— Dos meses. Mi hija me dice por teléfono, desde Manila, que debería hacer todo lo que siempre quise en este tiempo… ¿Qué harías tú en esta situación?

— Pues… no sé…

— Ya, eres joven. No puedes aún concebir siquiera la idea de la muerte.

— …

− ¿Sabes lo que hago todo el día, Jaime, lo que supongo que haré hasta finales de abril, cuando muera?

— ¿Tomar el sol?

— Aburrirme, Jaime. Aburrirme.

 

Cada fragmento, pues, configura una historia. El conjunto es la sincronicidad con que todo confluye hacia un punto único que es la ciudad, el espacio compartido en que nos encontramos y adquiere, en gran medida, el sentido de la vida.

 

PUENTE DE ANDALUCÍA

Pensando en la ciudad era como un círculo

BERNARD WOLFE, Limbo

El agua que corre sucia y gris bajo las nubes, piensa, puede ser el mismo líquido con el que ella se ha lavado al despertarse; el mismo, quiere imaginar, con que él se lavará mañana.

 

La ciudad es un pálpito de habitantes, las historias, los ensayos, las reflexiones, la luz de la tormenta.

 

por cuanto a su juicio ésta se conforma como el modo más moderno y completo de Arte, conjunto superior de todas las ramas artísticas de creación humana. Si miramos la ciudad como un cuadro, nosotros somos el pigmento; si es música, nuestra respiración es su clave rítmica; si es arquitectura, somos la luz que ha de estar presente en toda construcción y que la interpreta y habita en un discurrir continuo que no afecta a los elementos inmóviles de su estructura. Si la ciudad es literatura, sois este libro.

 

Esa es la lógica del libro, ser orgánico, que se nutra de las historias, que su lógica incoherencia haga que la ciudad adquiera un sentido inespecífico e impreciso, pero total y absoluto.

 

Tú, que lees, no sabes todavía que estás surcando un libro sin final, no porque no termine, sino porque este libro es como Madrid, un círculo; porque es, como Madrid, ilimitado, que no infinito.

Sé que Madrid es circular porque su centro está hueco.

Nadie puede finalizar un círculo, lector.

Sólo recorrerlo.

¿Recuerdas a Kavafis? No hallarás más tierras ni otros mares.

Y ahora tú, lector, estás llegando al centro.

 

Es fascinante cómo ha conseguido aunar relatos tan variopintos desde tantas épocas, a veces con distancia, otras adentrándose en la narración. Me gusta mucho.

 

Antes borrabas sus números de móvil al dejarlas. Si eran bellas, los apuntabas en la agenda especial de reciclaje para malos momentos entre novia y novia. Ahora envías a la papelera virtual las fotos que te han enviado desnudas, ante el espejo, o mirando al objetivo pensando que eras tú. Si son sexys, borras digitalmente la imagen de su cara y superpones la de tu nueva chica para cuando lleguen los momentos rutinarios de la relación.

«No te censuro −dijo mi tía al oírlo−, yo también borré a tu tío de nuestras fotos, con tijeras».

 

El mapa de la ciudad va configurándose con pequeños retazos que imaginan devenires, pensamientos, discursos, cuentos, da igual, ya que cada uno de esos fragmentos, presumiblemente inconexos, en realidad preconfigura la ciudad que se hace cada día.

 

CALLE SALAS

El centro no existe.

BEGOÑA CALLEJÓN, Fábula material

—Hola, Berto, ¿no piensas en ocasiones que has vivido varias vidas, y todas mal, a medias, como utilizando el algoritmo de otra persona, el de un enemigo que solo quiere boicotearte?

 

La obra está llena de elementos líricos, desde fragmentos de gran belleza formal que, a modo de puzle, son dejados ante nuestros ojos para formar una figura reconocible.

 

—Observo el paso de las nubes sobre el estanque, me embelesan los haces de luz colados de rondó entre las hojas. Durante mañanas felices he mirado los rostros tranquilos de la gente, que se desvisten de la prisa al entrar por las puertas de hierro. Créeme que merece la pena venir a este parque. Los mejores días me recuesto en un banco y se me olvida, por unos momentos, que soy viejo, que vivo, que estoy en Madrid.

 

Las novelas sobre la ciudad aprovechan una historia o varias historias personales que la usan como escenario reconocible o interviene esta como una especie de personaje. Son historias de la metrópoli, en realidad de las polípolis, sin embargo, aquí es una ciudad la protagonista. Es el ruido que oímos al abrir la ventana y el autor consigue aglutinar las voces diversas, diferentes e inconexas para dotar de sentido y desarrollo al movimiento propio del libro.

 

Se dio cuenta de que él se había convertido en algo más importante para ella que la ciudad. Y eso la hizo llorar en silencio durante horas, tiritando, dentro del saco de dormir.

 

Independientemente de ser o no condescendiente o de esa actitud que he visto tantas veces del intelectual, siento una profunda identificación, siento la exclusividad, el elitismo o el desprecio; la superioridad moral sobre lo otro, el convencimiento de ser diferente a todo cuanto se mueve. Lo percibo y sigo sintiendo el mismo rechazo que hace treinta años; he aprendido a convivir con ello, pero pesa como una losa.

 

El estado del mundillo literario español es tan enfermizo que no es capaz de procesar el halago desinteresado. Sólo la provocación, el insulto, la suspicacia o la agresión, más o menos veladas, están permitidos en sus putrefactas galeras. El sol no puede entrar en ellas, debido a que gran parte de los habitantes son vampiros.

 

La encontramos en Galaxia Gutemberg.


Colección: Narrativa

ISBN: 978-84-19075-46-8

Publicado: 14/09/2022

Páginas: 638

Precio: 24,9€

Circular 22 cierra la obra en marcha comenzada por Vicente Luis Mora a finales de los noventa. Esta «novela total» (Eloy Fernández Porta), que también ha sido definida como «ciudad mundo» (Alice Pantel) o «rizoma textual» (Marco Kunz), es un proyecto literario multigenérico, cuyas piezas -que pueden leerse en cualquier orden- se han multiplicado para esta versión definitiva. Desde su inicial ubicación en Madrid, con el paso de las décadas se ha expandido a Europa y América, ofreciendo ahora una sección ambientada en el norte de África. Polifónico y abierto, Circular 22 es un laboratorio donde se mezclan y funden toda suerte de géneros, estilos, personajes, voces, tradiciones e historias, permitiendo leer la crisis del sujeto contemporáneo, de su entorno urbano como condicionante vital y del nomadismo (cultural o real) como horizonte estético. Esta obra en marcha, desarrollada durante un cuarto de siglo, toma la Tierra como espacio y la convierte en campo de escritura para expresar las angustias contemporáneas, el espesor de la vida, la luz salvaje de lo fantástico, lo real y lo irreal, lo posible y lo imposible.

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