jueves, 12 de septiembre de 2024

Fortuna, Trust. Hernán Díaz

 

El poder es algo que fascina a los hombres. El poder es la capacidad de transformar la voluntad, el destino y el criterio del otro sin su consentimiento, nada más que obedeciendo a parámetros de voluntad. Este concepto, tan weberiano, está poco asumido y lo confundimos con autoridad, con la delegación a los servidores que ejecutan los deseos de quien está en disposición de dar órdenes. Los estados modernos entienden que la única manera de controlar ese poder, tradicionalmente en manos de muy pocos, es con la creación del estado y el imperio de la ley que, de facto, actúa como garante de que el poder, que ha sido depositado de manera indirecta en los gobernantes, se va a ejecutar con garantías y que los actos de autoridad están controlados por el imperio de la ley. Evidentemente, esta ilusión democrática tiene sus fugas de agua, por ejemplo, las democracias no suele ser directas, es más bien un acto interpuesto que deriva en los representantes o los partidos; al fin y al cabo, el ansia de control de los poderes que se contrarrestan. Pero no nos engañemos, es más sencillo que todo esto, como si existiese un estado natural de las cosas, muchas democracias copian los patrones que, tradicionalmente, han ejecutado los poderosos: aniquilar cualquier posibilidad de contrapeso.

La novela, pues, transita entre estos conceptos. La virtud es la perspectiva, las voces, la capacidad de armonizar los diferentes puntos de vista para construir este collage que ahonda en las contradicciones del poder. Utiliza la técnica del bestseller para enganchar al lector, pero lo hace de manera elegante, transformado la linealidad de las tramas, el corte abrupto de la acción, el seccionamiento de la historia y la división de los diversos acontecimientos para que uno no pueda dejar de leer y le falte el aire ante el interés inusitado de la obra; claro, luego el lector poco avezado dirá que la novela le ha enganchado sin remedio, que no podía parar, que era increíble, que ha leído 700 páginas de un tirón, y está bien. No, si bien alguna técnica es utilizada por nuestro autor, intenta revertirlo en lo literario, ¿cómo? Lo hace aplicando lo poliédrico, el engaño de la ficción que se plasma en el texto como literatura, en una novela dentro de la novela porque la metaliteratura es un recurso para crear literatura, y es muy efectivo. Ese, creo, es el gran mérito de nuestra obra. No tanto la capacidad de diseccionar el poder, la necesidad de fama, la capacidad de controlar el mundo o las relaciones interpersonales, como de darle una vuelta más a las posibilidades infinitas dela escritura.

La novela, de este modo, se desarrolla como lo hacen las grandes novelas americanas: trama fuerte, ágil y muy trabajada; los personajes son creíbles, en consecuencia, no puedes dejar de leerla, te atrapa tanto con las técnicas del best seller como de la buena escritura, pero al mismo tiempo intenta ir más allá, crear literatura. La trama cíclica contada por diferentes voces, ofrece la perspectiva diversa de lo diverso, del personaje como actor, pero también como vividor de lo ocurrido, así, cuando pasa la voz del actor pasivo y lo convierte en activo, cambia la historia, se entiende de manera diferente, porque las historias tienen más de un actor y, es una realidad universal, cada uno la vive con sus ojos.


En general preferimos creer que somos los sujetos activos de nuestras victorias pero solo los objetos pasivos de nuestras derrotas. Triunfamos, pero no somos realmente nosotros quienes fracasamos: nos arruinan unas fuerzas que están fuera de nuestro control.


Andrew Bevel transita entre las tinieblas del poder para jugar con el dinero y con el destino de los hombres sin su consentimiento y la realidad según sus necesidades, pero lo interesante es el pensamiento liberal, el concepto de egoísmo, de cómo el individuo está por encima del estado.


La prosperidad de una nación se basa en una simple multitud de intereses propios que se alinean hasta acercarse a eso que se conoce como el bien común. Si se consigue que los suficientes individuos egoístas converjan y actúen en la misma dirección, el resultado se parecerá mucho a una voluntad colectiva o a una causa común. Pero en cuanto se pone en marcha ese interés público ilusorio, la gente se olvida de una distinción crucial: que el hecho de que mis necesidades, deseos y ansias puedan reflejar los tuyos no significa que compartamos una meta. Significa únicamente que tenemos la misma meta. Es una diferencia clave. Solo cooperaré contigo en la medida en que sirva a mis propósitos. Más allá de eso, solo puede haber rivalidad o indiferencia.


La encontramos en Anagrama


ISBN 978-84-339-1845-1

EAN 9788433918451

PVP CON IVA 12.99 €

CÓDIGO PN 1098

TRADUCCIÓN Javier Calvo

PUBLICACIÓN 15/03/2023


Un deslumbrante puzle literario: la misteriosa historia de un magnate de los años veinte en varias versiones que se complementan o contradicen.

En los triunfales años veinte, Benjamin Rask y su esposa Helen dominan Nueva York: él, un magnate financiero que ha amasado una fortuna; ella, la hija de unos excéntricos aristócratas. Pero a medida que la década se acerca a su fin, y sus excesos revelan un lado oscuro, a los Rask empiezan a rodearlos las sospechas…

Ese es el punto de partida de Obligaciones, una exitosa novela de 1937 que todo Nueva York parece haber leído y que cuenta una historia que puede, sin embargo, contarse de algunas otras formas. Hernán Díaz compone en Fortuna un magistral puzle literario: una suma de voces, de versiones confrontadas que se complementan, se matizan y se contradicen, y, al hacerlo, ponen al lector ante las fronteras y los límites entre la realidad y la ficción, entre la verdad –acaso imposible de encontrar– y su versión manipulada.

Fortuna explora los entresijos del capitalismo americano, el poder del dinero, las pasiones y las traiciones que mueven las relaciones personales y la ambición que todo lo malea.

He aquí una novela que, mientras recorre el siglo XX, atrapa al lector en la primera página y no lo suelta hasta la última, manteniéndolo en permanente tensión gracias al fascinante juego literario que propone, repleto de sorpresas y giros inesperados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debido a algún comentario improcedente que no respeta ni al autor del blog ni a los participantes del mismo, me veo obligado a moderar los comentarios. Disculpa las molestias.