lunes, 12 de junio de 2023

El fantasma de Harlot, Harlot's Ghost, Norman Mailer


Enfrentarse a algo grande es complejo, el desánimo cunde, las expectativas no se cumplen, nos cansamos. Esta vez me enfrento a un libro de algo más de 1700 páginas en la versión que manejo, algo colosal, se parece al esfuerzo de leer La Broma infinita, pero difiere en el contenido, en la dinámica de la narración. Hace muchísimos años que decidí no agobiar a nadie con mis historias, de hecho no lo hago, y menos buscar en el otro cierta afinidad literaria, sé de sobra que no la encontré y, es posible, no la encuentre. Mis amigos no comparten conmigo el gusto por la lectura, tampoco el de analizar los libros que no leen, eso me distancia de ellos porque no saben que es de las pocas cosas que suscitan cierto interés en mi persona, lo demás, sus vidas, sus anécdotas, me suelen aburrir. Sin embargo, decidí, es la supervivencia, tener amigos, relacionarme, dejarme llevar, hablar de fútbol o de política, del tiempo o de la montaña. Pero estoy contento con no haber perdido el gusto por mi mundo, por esa ilusión de ser diferente, por mantener mi espacio íntimo intacto.

El libro podríamos catalogarlo dentro de  la novela de espías, no sé, al estilo de Fleming o Le carré; sin embargo, Mailer intenta trascender el género y hacer una obra total, la obra definitiva, en este caso, sobre la CIA. Prosaica, me explico, la vida de los espías es prosaica, no se centra en las claves o aventuras que disparan la adrenalina del lector, sino que observa la evolución de las investigaciones o de la influencia del gobierno norteamericano en los diferentes países del entorno, básicamente Berlín, Uruguay o Cuba. El interés, por lo tanto, no está en lo que cuenta, sino en la propia técnica: utiliza la narración y la descripción para las tramas; las cartas para mostrar una perspectiva personal de las acciones; el diario que devendrá en la obra en sí; el diálogo captado por escuchas telefónicas. La diversidad técnica da lugar a una diversidad estructural que dota a la obra de complejidad. He leído, como crítica, que la obra es demasiado larga, que le sobran 500 o 600 páginas, pero no estoy de acuerdo, la obra tiene las páginas que ha querido el autor, él ha disfrutado en su elaboración creando un entramado de afectos y silencios, de acciones no consumadas o de acciones que bordean lo histórico/real. La presencia de Marilyn Monroe o de los hermanos Kennedy, de Fidel Castro, de Batista, de Jrushchov, todo ello dota a la obra de ese realismo verosímil que atrapa. Yo no me he aburrido.

La prosa fluida e inteligente, precisa, diciendo lo que quiere decir. Es fascinante cómo una novela de espías se convierte en una obra de arte. La trama como excusa para escribir, para diseccionar el alma, los deseos, las relaciones, la lectura te trapa, pues, porque la inteligencia del autor es capaz de saber con precisión, cuáles son las jugadas que vendrán.


-Te he sido infiel, -dijo.

En cada muerte hay una celebración; en cada éxtasis, una pequeña muerte. Era como si las dos mitades de mi alma hubiesen intercambiado sus lugares. El peso de mi culpa por cada momento pasado con Chloe se alivió al instante, y como un torrente surgió el dolor por el nuevo espacio que se abría entre Kittredge y yo. Aquí estaba el huracán que había estado aguardando en el Trópico del Cerebro. El primer golpe sobre mi cabeza cayó con el largo, lóbrego estrépito de las olas contra el viejo casco de madera de un barco.


Por eso intenta ser un libro de espías total, no solo trabaja la trama, el thriller, además lo convierte en literatura, en reflexión sobre la naturaleza humana, trabaja la lengua y ofrece un propósito de estilo.



En mis épocas de estudiante habría meditado con melancolía adolescente acerca de la vida que cada una de esas habitaciones revelaba: una pareja discutiendo, un niño enfermo, un hombre y una mujer haciendo el amor. Pero ahora, en esa encapuchada ciudad, llena de cloacas y espacios vacíos, donde los secretos estaban permanentemente en venta, detrás de cada persiana iluminada veía un agente terminando una transacción con otro agente, el BND con el SSD, el SSD con el KGB. A la izquierda, en ese edificio lejano con una sola luz, ¿había allí un piso franco que nos pertenecía? ¿Había ayudado yo a equiparlo el día que hice el recorrido con C. G. Harvey? Ignoro si bajo los escombros de Berlín las emanaciones de los muertos habían cesado de agitarse, pero nunca había sido más consciente de los huesos compactados en esa ciudad.



La diferencia con otros libros de género es que este es una novela que habla de espías, no una novela de espías. Es capaz de desarrollar las subtramas humanas, la evolución de los personajes que devienen complejos, junto con la acción pura o un show de Lenny Bruce, incluso introduce como técnica la epistolar o el recurso a la literatura dentro del devenir de la trama. Es, como a veces digo, literatura porque a la voluntad de estilo une la superación del modelo y el establecimiento de uno que lo supera, o al menos, lo agita.



En muchos vecindarios, sin embargo, las calles son pacíficas y fantasmales. La otra parte del mundo podrá avanzar vertiginosamente, pero no en una pobre manzana de casuchas destartaladas donde el único vehículo que se ve es un viejo Chevrolet color oliva pardusco, con brillante manchones amarillos y naranjas. Es tanto el silencio, que me siento como si se estuviera en un bosque. No muy lejos hay un muchacho con un suéter amarillo, del mismo tono de los manchones amarillos del viejo coche oliva pardusco.



Me gusta, también, cómo resume situaciones con pinceladas irónicas, se agradece en un relato colosal. El sexo ocupa un espacio propio junto a los fantasmas, a los anhelos, a la hipocresía de las relaciones, a la dificultad de ser y amar.



Mi azafata no dejaba de mirarme a los ojos mientras bebíamos en el bar Mai Tai. Yo no podía articular palabra. Sally Porringer era el único modelo que tenía, pero con Sally nunca había habido problemas de conversación. Bastaba apretar un botón y el tema surgía de inmediato: cuánto amaba a sus hijos; cuánto aborrecía a su marido; cuánto había amado a su primer novio, el futbolista; cuánto me amaba a  mí; cuan despreciable era yo; cuan irresponsable; cuan cerca estaba ella del suicidio. Sally tenía su cuota de heridas abiertas y furia sin cauterizar.



El libro se acerca a las realidades políticas de Uruguay, México o Cuba de los 60 con análisis políticos, opiniones sociológicas. Lo hace para configurar el entramado narrativo a través bien de comunicaciones, cartas, llamadas de teléfono, diálogos directos, descripciones, narraciones, todo en aras, como he dicho, de contribuir a la gran novela, al menos al intento de trascender el género y superarlo. La intención, no cabe duda, es presentar una obra total.



Me habló también de una dicotomía en la que nunca había pensado; la diferencia entre los tontos y los estúpidos. -Es una diferencia profunda -dijo- . Los tontos son débiles mentales, lo cual es triste, pero definitivo. Los estúpidos, en cambio, han decidido serlo. Ejercen una inteligencia negativa voluntaria. Gratifican su afán de poder obstruyendo los deseos de los demás. Bajo el comunismo, donde presumiblemente el presente se sacrifica en aras del futuro, los estúpidos obturan todos los poros industriales. La desidia y la ineficiencia son sus placeres secretos. En el sistema capitalista, un hombre codicioso pero estúpido se enfrenta a una dolorosa opción. Mientras siga siendo estúpido, no puede satisfacer su codicia. Es por ello que a menudo se ve obligado a abrir su mente a fin de buscar un modo de prosperar. Los hombres que un sistema comunista serían obstructores, en la sociedad capitalista, se convierten en hijos de puta ricos y exitosos.



Lo tenemos en Anagrama


ISBN 978-84-339-7006-0

EAN 9788433970060

PVP CON IVA 29.50 €

NÚM. DE PÁGINAS 1296

COLECCIÓN Panorama de narrativas

CÓDIGO PN 546

TRADUCCIÓN Rolando Costa Picazo

PUBLICACIÓN 01/05/2003

OTRAS EDICIONES Compactos (CM 458)


El cadáver de Hugh Montague, antiguo oficial de la CIA, es descubierto flotando en un lago, con la cara destrozada. Harlot, ése era su nombre en clave, no trabajaba ya en la Agencia, pero aún continuaba investigando lo que él llamaba «los Grandes Santones». Su desaparición abre ahora un interrogante: ¿Se ha suicidado, ha sido asesinado o es sólo un montaje para poder desaparecer de la vida pública?

Sea cual fuere la respuesta, Harry Hubbard, ahijado de Harlot, casado con su ex esposa, sabe que él está también en el ojo del huracán y que su vida está en peligro. Decide huir. Durante un año, escondido en un hotelucho de Nueva York, escribe sus memorias.

En palabras del autor, «escribí este libro con la parte de mi mente que ha vivido en la CIA durante cuarenta años. El fantasma de Harlot, después de todo, es el producto de una imaginación veterana que ha meditado acerca de la ambigua y fascinante presencia moral de la Agencia en nuestra vida nacional durante las últimas cuatro décadas. No tenía necesidad de estar dentro de la organización, ni conocer a sus oficiales íntimamente para sentir la seguridad de que había terminado por entender el tono de su funcionamiento interno.» En esta novela, Norman Mailer descubrirá no sólo una historia apasionante sino, también, la posibilidad de conocer el funcionamiento interno de la CIA; su formación, sus métodos, sus objetivos...

 no puede satisfacer su codicia. Es por ello que a menudo se ve obligado a abrir su mente a fin de buscar un modo de prosperar. Los hombres que en un sistema comunista serían obstructores, en la sociedad capitalista se convierten en hijos de puta ricos y exitosos.




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