miércoles, 3 de mayo de 2023

Obra maestra, Juan Tallón

 

La literatura tiene cosas fascinantes que, difícilmente, puedes encontrar en otras disciplinas. Es capaz de adaptar multitud de formatos al hecho literario, es decir, puede insertar la historia, la filosofía, la ciencia, el periodismo, las instrucciones, y convertirlas, por el mero hecho de aplicar un estilo, al menos una voluntad de estilo, en literatura. Hace mucho que no reflexiono junto con vosotros al respecto de qué es y qué no es literatura, del canon que tanto me ha obsesionado en otros tiempos, de si la obra posee, o no, literaturidad. Todo esto me ha llevado a la obsesión; tal vez la cercanía, propia y ajena de la muerte, me ha hecho volver a lo que me interesa y desechar lo que no, por eso encontrarse, repito, con un hecho literario despierta en mí un inusitado interés. Cuando todo te da igual, cuando nada te interesa y la felicidad es un hecho filosófico, la literatura me recuerda que siempre hay espacio para volver a los orígenes.

Raro, fantástico, sin lugar a dudas lo mejor que he leído en los últimos años. La concepción es perfecta, la manera de abordar los hechos y dotar, lo aparentemente objetivo, de subjetividad, es decir, de lo literario, me ha conmovido, no en sentido sentimental, eso es complicado, sí en sentido técnico. Me explico. A través de un auto judicial, de las indagaciones de la policía de patrimonio, de opiniones de actores más o menos interesados por los hechos, o de reflexiones sobre el hecho artístico, el autor consigue convertir esos testimonios, en reflexiones individuales, dota a todos de voz propia, por ello todos hablan en primera persona a través de esas declaraciones, pensamientos o especulaciones más o menos verosímiles. Es esta la razón por la que, un aparente libro de no ficción, se convierte en pura ficción, en especulación, es el arte por el que el discurso periodístico se hace estilo, es decir, literatura.

La novela, pues, es una sucesión de relatos cortos en la que las diferentes voces de los personajes implicados en la desaparición imposible de una escultura de Richard Serra de treinta y ocho toneladas, se convierte en el único hilo conductor. Estas voces protagonistas construyen los relatos, en realidad el relato, sobre la no ficción, aunque parezca todo lo contrario: las voces se suceden construyendo un espacio inmenso en el tiempo dando la palabra a cada uno, haciendo así que nadie sea prescindible, convirtiéndolos en la parte central de la trama, a todos sin excepción en este presunto caos anárquico, como si de una escultura de Serra se tratase, es decir, un espacio literario en que el lector debe deambular a través de la obra para entender el espacio en que ha sido construida.


El miedo y el asombro que sentí entonces permanecen. Toda la materia prima que necesito está contenida en ese recuerdo. Estaba ante un objeto pesado que podía convertirse en algo ligerísimo. Aquellas toneladas eran capaces de transformarse en algo lírico. El peso es para mí un valor esencial; no es que sea más atractivo que la ligereza, pero sencillamente sé más sobre él que sobre lo ligero, y, por tanto, tengo más cosas que decir sobre ello, más que decir sobre el equilibrio del peso, la disminución, la adición y sustracción del peso, su concentración, su manipulación, su concentración, su manipulación, su contención, su emplazamiento, su retención, los efectos psicológicos del peso, la desorientación, el desequilibrio, la rotación, el movimiento, la direccionalidad y la forma del peso. Tengo más que decir sobre los constantes y minuciosos reajustes del peso, más que decir sobre el placer derivado de la exactitud de las leyes de la gravedad. Tengo más que decir sobre el procesado del peso del acero, más que decir sobre la fundición, el taller de laminación y los altos hornos. Así que puede decirse que soy un artista del peso, que aspira a convertir o pesado en ligero. (Richard Serra, escultor. Septiembre de 1998)


De todo lo que nos dice la novela, me interesa mucho todo lo relativo al arte, al moderno y al hecho artístico. La reflexión de críticos o autores, de periodistas y burócratas, todo para entender que tras lo figurativo, o lo creativo, está también la especulación de lo conceptual, el juego y la dinámica intelectual.


Richard parecía un fantasma a nuestro lado, condición de la que solo emergió para decir: “Mientras estuvo guardada tanto tiempo en esas naves, de algún modo ya era una escultura desaparecida, muerta. Creo que para algunos gestores del museo, y para quienes debían velar por su integridad, mi escultura solo eran cuatro hierros, piezas que no significaban nada, de las que podían olvidarse.” (Clara Weyergraf Serra, historiadora. Enero de 2006)


Son múltiples los ejemplos en que reflexiona sobre el arte contemporáneo, el papel de lo público en la oferta y demanda, o el papel de la burocracia que paraliza los procesos, la reconversión del artista en funcionario y el Estado como hacedor de espacios y controlador del mercado.


Antes nos regíamos solo por la oferta y la demanda, pero ahora hay un segundo mercado, el institucional, y existe una serie de artistas que trabajan solo para los gobiernos, porque no podrían, por la naturaleza de su obra, meterla en un apartamento en Vicálvaro. Pensemos en Richard Serra, por ejemplo. No niego su calidad, faltaría más, pero el destinatario de sus obras es o el director de un museo e el Estado, que le hacen un encargo y le dicen “aquí tienes esta sala”, u “organízame esta instalación”. (Eduardo Arroyo, pintor. Febrero de 2010).


Las reflexiones de Richard sobre su propia obra, como habéis visto, son constantes, cómo el concepto desarrolla la obra y esta se adecua a los espacios en que se proyecta. La novela consigue un juego entre ensayo, investigación policial y reflexiones sobre la administración, los museos que, de manera sorprendente, deja planteado un puzle.


Algo curioso que sucede con las obras de La materia del tiempo es que el movimiento de la persona en relación con la anticipación mental de adónde se va a llegar cuando se atraviesan provoca una intensificación de los sentidos, pues se debe prestar atención al dónde se está yendo y dónde se ha estado, y a cómo cambia el espacio en relación con el vector gravitacional de la pieza.


En Anagrama

 

ISBN 978-84-339-9941-2

EAN 9788433999412

PVP CON IVA 19.9 €

NÚM. DE PÁGINAS 328

COLECCIÓN Narrativas hispánicas

CÓDIGO NH 688

PUBLICACIÓN 02/02/2022


¿Cómo pudo desaparecer de un almacén del Museo Reina Sofía una enorme escultura de Richard Serra de treinta y ocho toneladas?

La historia que narra esta novela es del todo inverosímil... y sin embargo sucedió. Es increíble, pero es verdad: un museo de primer nivel internacional −el Reina Sofía− encarga para su inauguración en 1986 una obra a una estrella de la escultura, el norteamericano Richard Serra. El escultor entrega una pieza creada ad hoc para la sala en la que iba a exhibirse. La escultura en cuestión −Equal-Parallel/Guernica-Bengasi− consta de cuatro bloques de acero independientes de grandes dimensiones. Inmediatamente se eleva la pieza a obra maestra del minimalismo. Finalizada la muestra, el museo decide guardarla, y en 1990, por falta de espacio, la confía a una empresa de almacenaje de arte, que la traslada a su nave en Arganda del Rey. Cuando quince años después el Reina Sofía quiere recuperarla, resulta que la escultura −¡de treinta y ocho toneladas!− se ha volatilizado. Nadie sabe cómo ha desaparecido, ni en qué momento, ni a manos de quién. Para entonces la empresa que la custodiaba ya ni siquiera existe. Cero pistas sobre su paradero.


La misteriosa desaparición queda elevada también a categoría de obra maestra. Como el escándalo adquiere resonancia mundial, Serra acepta replicar la pieza y darle rango de original, y el Reina Sofía, sumarla a su exposición permanente.


Entre la novela de no ficción y la crónica novelada, entre el disparate y lo alucinógeno, Obra maestra reconstruye a ritmo de thriller trepidante un caso que lleva a hacerse algunas preguntas perturbadoras: ¿cómo es posible que algo así sucediera? ¿Cómo se convierte en original una copia? ¿Qué es arte en el arte contemporáneo? ¿Cuál fue el verdadero destino de la famosa, enorme y pesada escultura de acero convertida en aire? ¿Es posible que un día aparezca?


Para responder a estas y otras preguntas, las páginas de la novela acogen una sucesión de voces muy dispares: las de la fundadora del Reina Sofía, algunos de sus directores, los policías de la Brigada de Patrimonio que investigaron la desaparición, la jueza que instruyó el caso, personal del museo, ministros, el empresario que custodió la obra, galeristas americanos, el propio Richard Serra, su amigo −y antiguo ayudante− Philip Glass, marchantes de arte, críticos, artistas, concejales, coleccionistas, un coreógrafo que danzó alrededor de la escultura, ingenieros, periodistas, historiadores, vigilantes, políticos, una terrorista, un jubilado, un camionero, un chatarrero, un taxista, una agente de la Interpol, el propio autor del libro, en tratos con una editora para escribirlo, o César Aira, que propone una teoría tan loca como deliciosa sobre el verdadero destino de la escultur

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