domingo, 2 de abril de 2023

Verdes Valles, colinas rojas. Las cenizas del hierro 3. Ramiro Pinilla

 


Tengo muchos libros sobre los que no he hablado en este blog, se acumulan en un limbo irreconocible y los miro extrañado. Quiero pensar que, cuando los aborde, si han resistido el tiempo de espera, significará que merece la pena hablar sobre ellos. Este espacio es un recurso de la memoria, la mía, me sirve como repositorio para que quede constancia de mis pensamientos a lo largo de un período concreto de mi historia personal e intelectual. Por eso, quiero creer que no importa en el orden en que escriba o si no escribo, también necesito descansa, de la reflexión literaria y de la propia lectura. Últimamente, escribo más producción literaria, uso el mismo sistema que para los libros, dominio mi impaciencia, escribo y abandono, si resiste el paso del tiempo, lo retomo, corrijo y sigo trabajando. Ya no me obsesiona el cumplir con nadie ni nada, es decir, este repositorio es mío, vuestro en cierto sentido, y eso me tranquiliza.

El último libro de la trilogía lo , acabe hace un par de semanas, por eso quiero hablaros de él porque me ayuda a no perder las sensaciones que me ha dejado. A mí es el que más me ha entretenido, abarca un período histórico muy amplio, desde la guerra civil, donde acaba el segundo, hasta ETA. Me pregunto varias cosas conforme lo leo. Por ejemplo. Si el autor toma partido por una esencia de lo vasco o su sarcasmo mítico es una crítica al anacronismo de la ideología. Creo, sinceramente, que el PNV no queda en buen lugar, su indefinición en la guerra “esta ya no es una guerra vasca”, o la ayuda de los grandes empresarios de la industria al nuevo gobierno de Franco son muestras de que la historia no siempre es como les gustaría Su comprensión hacia los personajes que crean ETA, parece desconcertarnos, esa mezcla entre el nacionalismo disidente del PNV y los movimientos anarquistas que con tanto cariño trata, al menos en su vertiente más social, cosa que no tengo claro respecto al papel que tienen en la guerra: si bien los propone como verdaderos héroes, podemos interpretarlos como fanáticos obsesionados por un concepto libertario de la libertad difícilmente encajable en los ámbitos sociales. La represión, criticada ferozmente, también ocupa un espacio importante, la caricaturización de los combatientes franquistas simplificados en los moros violadores, los carlistas extemporáneos y los fascistas italianos. Todo ello puede hacerte pensar en una novela ideológica, pero no lo creo porque el autor es capaz de hacer literatura, es capaz de seguir con las repeticiones obsesivas que dotan de ritmo a la acción narrativa. Me gusta saber que hay autores capaces de construir un discurso narrativo tan impresionante, serán más de dos mil páginas, y crear un microcosmos propio, un espacio de leyenda que construye algo verosímil. Ante estas dudas leí varias entrevistas con el autor, su posición respecto a ETA o su ideología. Fue muy interesante.

Con precisión quirúrgica va destripando, al comienzo de la novela, la intrahistoria de la guerra y del PNV a través de los personajes, sus vivencias y miedos, sus contradicciones para construir el relato de lo que fue.


De manera que tanto PNV como don Manuel tardaron demasiado en tomar parte activa de la Guerra. ¿Cómo eran?¿Cómo son? El propio don Manuel no pasaba de un “lo nuestro no puede expresarse con palabras”, que remitía a la región de los sentimientos. Las dos conversiones en gudaris no llevaron la misma fecha, me refiero a que la de don Manuel se produjo el 27 de abril de 1937 y la del PNV siete meses atrás, el 7 de octubre de 1936, cuando Aguirre fue nombrado presidente del Gobierno vasco bajo el Árbol de Gernika y el nacionalismo volcó en la Guerra todo el peso sustraído hasta entonces.


La capacidad narrativa con la que el autor interpreta las diferentes voces de la realidad es extraordinariamente brillante porque muestra una gran capacidad para literaturizar el mundo. La caricaturización de quien será el heredero de los industriales vascos, su degradación moral y física, o su herencia que caerá en manos de maquetos, es una alegoría brutal que, a mí, me despeja todas las dudas.


La Criatura: casi un rumor más que una presencia, la inapelable certidumbre de una pequeña sombra habitando la inmensa suntuosidad del palacio Galeón, sin salir apenas ni siquiera al jardín, aprendiendo unos juegos infantiles sombríos al deslizarse en patinetes y bicicletas de hierro, fabricadas por encargo, por interminables corredores y salones embaldosados de negro y chocando contra pesados cortinones luteranos, y atrapado al término de esas correrías por los pálidos enseñantes ensotanados de la dependencia universitaria montada allí por los jesuitas de Deusto.


Magistral. Observo el ritmo en algún pasaje del realismo mágico no ya por lo inverosímil metafórico de alguna de las tramas, sino por las connotaciones futuras presentes de la realidad mostrada como una ventana que abre el escritor (suele hablarse de la influencia de Faulkner, pero veo la de la literatura hispánica, sobre todo Márquez, pero es una impresión muy particular). El hipnotismo del que he hablado en los otros libros de la trilogía sigue presente en el tratamiento de la actitud del PNV ante los contendientes de la guerra civil o el continuo en las historias entre los libros. Magnífico.


La posguerra no empezó para don Manuel el 2 de abril de 1039, como para todos, sino meses antes, el 4 de enero de 1938, al contestar con el desangrado “No” a la pregunta del oficiante de la boda, don Eulogio del Pesebre, de si quería tomar por esposa a Mercedes. Así imaginó alcanzar su redención ante los ojos de agredido Asier de quince años. Sacrificó de por vida la señorita Mercedes y se sacrificó él mismo, convencido de estar preservando la inocencia.


Igual que en la guerra, vemos la visión del perdedor en el inicio de la posguerra. El represaliado, su punto de vista que transita entre la oposición silenciosa y el trabajo cotidiano, colaborando en lo establecido en lo funesto. Atrapa al lector en el entramado construido por Pinilla.


El alcalde entregó personalmente a los maestros un manual con instrucciones de uso de voces militares para mecanizar una formación de humanos, elección del mejor ángulo para detectar en una fila la cabeza desalineada, los pechos hundidos y los estómagos salientes, y la letra del Cara al sol para cantarla a coro unánime en el patio al empezar o concluir algo, tanto clases como recreos, discursos salvadores o celebraciones patrióticas, remachándolo con los gritos de “¡Franco, Franco, Franco, arriba España!


La bipolaridad de Martxel, confundido con el hermano Jaso hasta el final de la novela, me parece un trabajo interesantísimo de caracterización o retrato. La confusión entre el diálogo, el monólogo interior como pensamiento y la voz del narrador consiguen crear un ambiente necesario para la presentación de un personaje tan triste y enfermo.


Espera o desea que me derrumbe, me lo acaba de marcar. Sé que pretende convertirme en otro, que reniegue de ama y me pase a los de su bando. Me aturde con el desvergonzado enigma de su edad…, ¿veinticinco, cincuenta y cinco?…, utiliza esta casa, a la que me ha forzado a venir, para destruirme con su persistente mirada.


Existe un constante debate entre la pureza vital que encarna el vasco y el progreso sucio de la otra parte de la ría con sus siderurgias y contaminación, los vertidos rompen el equilibro de esa arcadia feliz de la nación vasca porque son los maquetos quienes traen el socialismo, el anarquismo y la podredumbre.


¿Quién ha traído las eskarras sino tú?¡Algunos bichos mueren con la KAKA pero otros engordan! La ribera está cada vez más sucia. ¡Pobre playa, pobres peñas, pobre pesca! La ría suelta la kaka en la playa. ¿Y quién echa la kaka a la ría? ¡Este señor con bombín y otros tan elegantes, los amos de las chimeneas! El petróleo y la química están matando la vida. ¡Todo por el maldito hierro!¡Sólo unos bichos con planchas de hierro engordan!


La inmediata posguerra se cuenta desde la perspectiva d ellos altos hornos del hierro, de los trabajadores, de los desheredados, de los movimientos que quedaron que defendían la dignidad, de los sindicatos clandestinos, de gente del pueblo que apenas recuerda la guerra. Es interesante conocer esta perspectiva de cotidianidad que explica una parte de nuestra historia.


Haremos que Franco se arrepienta de no habernos matado a todos. Como no trabajo en Altos Hornos ni en ninguna parte, a mí no me pueden despedir, y no me gusta embarcar a otros mientras yo me quedo en el muelle. ¡Ojalá la familia me pudiera despedir de Basaon! Pero se ha perdido mucho miedo: estos obreros que malcomen de un triste jornal no parecen asustados con la amenaza del gobernador.


La mistificación del fútbol frente a la esencia de la tribu vasca que guarda la esencia del Edén es soberbia, trágica y llena de todos los elementos que hacen maravillosa la literatura, lo mágico en lo real, lo ficcional en lo histórico. Todo con la finalidad de satirizar sobre el pueblo elegido en el principio y final de todas las cosas.


El enigma, pues, el Misterio: no un invento más, sino el Invento; no una maldición más traída por los Ermo, como el fuego, la agricultura, el comercio, el hierro, la rueda, los dioses y tantos desastres más, sino la menos comprensible de todas, la menos deseable, por inútil, y la más tonta: una vorágine de atadas a un objeto más o menos redondo – la cosa que voló de una nave a la playa– para meterlo por el espacio entre dos piedras una y otra vez, cuantas veces le fuera posible a una de las dos huestes, pues la otra disponía de otra boca semejante al otro extremo del campo, y ganaba la guerra la hueste que llevara más veces aquella cosa más o menos redonda en aquella iniciación se trató de una sangrante cabeza de carnero desposeída de cuernos, pero el hombrecillo o lo que fuera explicó que servía igual una cabeza de hombre (a poder ser, de hombre intratable, que son las más duras; nunca de mujer, que ellas ostentan la suciedad y ésta es siempre viscosa y lo ablanda todo) al portal de la otra hueste; un ejército más bien infantil y,a todas luces, necio; una manera de perder el tiempo absolutamente irritante, sobre todo, vista por aquellos vascos que habían hecho del trabajo una gloria incansable; sí que disponían de juegos no para perder el tiempo, sino para apostar, pero eran juegos propios, brotados naturalmente del hondón de la tribu, y el nuevo no sólo les venía de fuera sino de manos de gente enemiga que perseguía su despojo y esclavitud.


Y llega ETA, la historia como una consecuencia d ella ilusión de la historia, de los pueblos con entidad propia, llega para hacer una revolución de sangre, para reivindicar lo presuntamente propio como devenir natural de la trama.


Muy curioso: ETA contra la Iglesia, cuando casi todos esos chicos, y muchos de su movimiento, han pasado por seminarios y son creyentes… ¡Rebelión de jóvenes conciencias quebrantadas por las contradicciones de las altas jerarquías! ¿Qué pensar de la carta firmada por más de trescientos sacerdotes vascos denunciando torturas y la opresión de su pueblo? Acaba de ocurrir en la inauguración del seminario de Deusto…


Los diarios de Aurelio Altube son estupendos, dinámicos y, además, resuelven problemas de la trama como su amor por Ángela, su relación con Efrén o Cándido, la historia en la historia. Esta combinación de relato, memorias y diario, la polifonía, genera un ambiente perfecto para el lector que ha de ir armando su propio rompecabezas.


19 de junio de 1937

Sacamos de las cárceles a todos los presos, unos dos mil. Su aspecto era lamentable. Besaban nuestras manos. Localicé a don Efrén: “Ella está bien”, de dije. Callé lo de Elisenda y la extraña enfermedad de don Cándido. “Creo que te estás comportando debidamente. Es posible que te releve de tu palabra de vasco. Hablaremos en casa”, me dijo. Mientras algunos batallones seguían defendiendo Bilbao en los montes circundantes, nosotros condujimos a los dos mil al encuentro de los que llegaban y toda la Ertzantza les entregó las armas.


La trilogía debe finalizar con la decadencia industrial, todo el círculo de la nación que muere en la ilusión del progreso.


Después de todo, existía Europa. En la guerra nos abandonó a los pies de los caballos de Franco y ahora se acuerda de nosotros para la Reconversión Industrial. El caso es que vamos a tener que agradecerles a todos ellos el final de los hombres del hierro en su imagen más plástica.


La trilogía, fantástica, motivadora, llena de literatura y oficio, la podemos encontrar en Tusquets.


Nº de páginas:656

Editorial:TUSQUETS EDITORES

Idioma:CASTELLANO

Encuadernación:Tapa blanda

ISBN:9788490662724

Año de edición:2016

Plaza de edición:BARCELONA

Fecha de lanzamiento:28/04/2016

Alto:19 cm

Ancho:12.5 cm

Grueso:3.4 cm

Peso:412 gr

Colección:MAXI TUSQUETS

Número:20

Tras el relato impresionante de la guerra vivida en las trincheras, de los bombardeos y la desbandada general ante las tropas franquistas, que toman Bilbao, el volumen arranca con el complot de los industriales vascos, en el que participa Camilo Baskardo, para traicionar a la República y entregarse a Franco. Los habitantes de Getxo conocen la posguerra dos años antes de que acabe la guerra, y la viven como una época oscura de represión y sometimiento. Son las nuevas generaciones, entre ellos Asier, que estudia en Bilbao, y Océano, criado entre anarquistas y nacionalista, quienes ofrecen una resistencia sorda que poco a poco se revelará violenta. Para ellos el nuevo régimen se hace intolerable en tanto ahonda la injusticias. Las cenizas del hierro revela no sólo el origen enigmático de dos de las protagonistas de la novela, Ella y Magda –cuyos hijos han logrado usurpar las herencias de las grandes familias–, o las razones profundas que les llevaron al ensalzamiento del Mostrador –con su carga simbólica–; es también la parte donde los ambiciosos planes expansivos de los hombres de hierro viven su momento de esplendor y declive, su derrumbamiento final. Los últimos representantes de las familias de la novela acaban arrastrados por la Historia, mientras se produce el primer asesinato de ETA en el País Vasco, que hará de la convivencia un permanente conflicto irresoluble.

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