sábado, 13 de agosto de 2022

Esclavos del deseo, Transient Desires ,Donna Leon

 

Hace un calor insoportable, sudo todo el día, caigo en un proceso de desidia complejo, estar cansado es mi estado. Pienso en quien trabaja al sol, en la calle, quien lo hace en una cocina, el que conduce un vehículo y carga y descarga o el que está en el campo, pero no me satisface el dolor ajeno, necesito sentirme bien, sin agobios, en el fondo el egoísmo determina bastante. Mas leer es un ejercicio que uno puede hacer bajo la sombrilla, en la playa, en el sofá de su casa o en la cama, en el metro o en cualquier otro sitio insospechado, incluso en las noches interminables de un hospital. Leer no combate el calor, claro, pero sí la idiocia que vemos en cuanto levantamos un poco la cabeza del móvil.

Así que hago lecturas del verano en un sin verano, os traje a Camilleri y ahora a Leon, falta Màrkaris, pero todo llegará. Las lecturas del verano son un clásico entre los lectores, valga la redundancia, nos acercamos a ellas porque sabemos que necesitamos encefalograma plano o, simplemente, reencontrarnos con nuestros amigos, esa parte de la familia que siempre está dispuesta a alegrarte el día; es cierto, también, que están los lectores ocasionales que, ante el incordio de la sombrilla y la familia, pues se van al súper y se compran el primer supeventas que encuentran, cuanto más gordo, mejor, porque hay libros que se leen a peso, en realidad no se leen, como sabéis, pero se compran y se muestran como trofeo intelectual, se pasean y se exhiben como para decir a los otros que aquí hay un buen lector. Todos sabemos que no se acaban. No obstante, me centro en quienes sí leemos, en quienes visitáis mi blog. Sé que algunos lo hacéis con el ánimo de leer mi primera arte, no tanto por el análisis del libro; mis pensamientos constituyen un blog en sí mismo, en ese microcosmos ofrezco pensamientos que verbalizo en voz alta, no necesariamente compartidos, son muestras que analizaré cuando vuelva a leer, son ideas que no se perderán y me recordarán si estaba o no equivocado.

Aquí Brunetti se sigue enfrentando a los problemas endémicos de Venecia: la gentrificación, la turistificación, el contrabando; y lo hace como sabe, implicándose en la acción con una actitud éticamente intachable. Lo que me gusta del personaje es que lo veo mucho más entero que otros personajes de las novelas de policías, tal vez salvando en caso extraordinario de Wallander, quiero decir, es un personaje verosímil, muy real, muy de carne y hueso, una persona reconocible.

En las últimas entregas tanto nuestro personaje, evidentemente, como Griffoni, se han convertido en imprescindibles, la autora consigue que el lector tenga una simpatía extraordinaria hacia ellos por su profesionalidad y saber hacer.


Interrogar a un abogado nunca era tarea fácil, y eso lo sabían tanto él como Griffoni. Como se creían los auténticos intérpretes de la ley, los abogados a menudo daban por supuesto que los agentes de policía desconocían casi por completo los recovecos del derecho, sus aparentes contradicciones o las múltiples interpretaciones que ofrecía a sus seguidores. Ese abogado, que estaba a los inicios de su trayectoria profesional y, por tanto, tenía menos experiencia que otros compañeros de mayor edad, quizá no tuviera en cuenta que las dos personas con las que iba a hablar habían estudiado Derecho y, de haberlo querido, podrían haber sido abogados. También le habría sorprendido saber que, entre los dos, acumulaban más años de experiencia en temas jurídicos que su padre o cualquiera de los abogados de su bufete.


Los asuntos sociales, siempre presentes, en este caso, se centran en la trata de mujeres para la prostitución, con esa crudeza que debe mostrarse cuando se describe algo tan brutal. La conciencia debe despertar en el lector, de ahí ese realismo, esa firmeza reconocible y auténtica que hace que nos enamoremos de la obra.


El ruido de los motores del otro barco era cada vez más fuerte. Entonces dos de ellos hombres retiraron las lonas y empezaron a arrojar a las mujeres por la borda.

Brunetti se quedó helado. Tuvo que obligarse a respirar.

Blessing sabía nadar, pero la otra chica no. Dice que estaba rodeada de chicas que chillaban en el mar.


Como siempre en Seix Barral.

Nº de páginas:336

Editorial:SEIX BARRAL

Idioma:CASTELLANO

Encuadernación:Tapa blanda

ISBN:9788432238680

Año de edición:2021

Plaza de edición:BARCELONA

Traductor:MAIA FIGUEROA EVANS

Fecha de lanzamiento:02/06/2021

Alto:23 cm

Ancho:13.3 cm

Grueso:2 cm

Peso:446 gr

La aparición de dos chicas jóvenes inconscientes y con heridas graves a la entrada del Hospital Civil de Venecia pone a Brunetti y Griffoni tras la pista de dos jóvenes venecianos que podrían haber incurrido en un delito de omisión del deber de socorro. Se trata de Marcelo Vio y Filiberto Duso, dos amigos desde la infancia, muy diferentes entre sí: Duso trabaja como abogado para la firma de su padre, mientras Vio dejó de estudiar de niño y se gana la vida trabajando para su tío, que tiene un negocio de transporte de mercancías y una pequeña flota de barcas.


Pero lo que en un principio parecía una travesura de dos jóvenes que solo querían pasarlo bien, destapará algo mucho más grave: una conexión con la mafia de tráfico ilegal de personas encargada de traer hasta Venecia a inmigrantes africanos. Brunetti y Griffoni tendrán que unir fuerzas con un nuevo aliado, el capitán Ignazio Alaimo, el oficial encargado de la Capitaneria di Porto, que lleva años siguiendo la pista de los traficantes.

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