La vida es una sucesión infinita de avatares complejos que consiguen que duela el alma. Pensar es un ejercicio arriesgado de equilibrismo, si uno no quiere sentirse abatido por las circunstancias; analizar hasta la extenuación lo que es, lo que fue, consigue romper el círculo virtuoso de, simplemente, vivir dejándose ir. Analizar, reflexionar, quien puede, consigue un efecto liberador, cierto, pero esa disección de cirujano sobre lo que se ha hecho también puede significar que se rompa algo dentro de uno. Esas rupturas, ese “apagar la luz”, o encenderla, puede significar un renacer o una muerte de quien se fue. No todos son capaces de administrar el dolor que produce el alumbramiento que sigue a la revelación, ni mucho menos, la depresión, la tristeza, el duelo, pueden formar bucles irrompibles de los que no es sencillo salir. Todos conocemos a alguien que ha entrado en este proceso transformador: algunos intentan enganchar a los otros como anclajes a una vida que no es; otros se encierran en sí mismos buscando un silencio que no ha sido diseñado para las sociedades occidentales modernas; otros se abandonan y entran en el círculo de la medicación, las drogas o el alcohol. No es fácil ser persona cuando algo se rompe, cierto, pero la vida ocurre todos los días.
El alcohol, los suburbios escoceses, el paro, la marginalidad que comporta una desestructuración de la familia de Shuggie, un camino que disecciona la vía hacia el abismo de la madre: alcohol y autodestrucción, depresión perpetua. La novela se adentra sin miramientos en el dolor del alma, en la falta de objetivos motivados por vidas que carecen de sentido, de vidas que no merece la pena vivir, claro. La anomia de los barrios obreros donde la religión es una costumbre, el pertenecer a algún grupo. Los barrios católicos con hijos infinitos, mujeres resignadas a vivir la miseria sórdida de hogares en los que los hombres son apéndices culpables, seres que se gastan la soldada semanal en alcohol, en buscar la nada en vidas sin sentido. Ni siquiera el sexo lo tiene, no deja de ser una rutina molesta de poder. El libro es triste. La vida de nuestro protagonista se ve, constantemente, sometida por esa madre que se destruye sin remedio, por la mujer que no fue, por la elegancia tóxica que aparenta, en cierta medida, lo que podría significar vivir. Padres ausentes, hermanos ausentes, amigos ausentes. Ser homosexual en un mundo de varones violentos, ser diferente lo llevará a una actitud sumisa culpable, a ser un niño adulto.
Me fascina cómo se adentra en esas vidas al borde la locura, muchos hijos, familias desestructuradas donde el alcohol, como digo, rige los destinos. La decadencia queda reflejada de una manera interesante.
—Agnes. Sé que él no te lo ha contado todo. —Empezó a balbucear —: Yo… Solo quiero que sepas que jamás fue mi intención que pasara nada de esto. Ya ves, con siete críos que tengo. Y, bueno, que lo siento.
La novela, si bien utiliza en muchas ocasiones un estilo muy simple, intenta adentrarse en el drama de las familias de los trabajadores golpeados por el alcohol y la falta de objetivos, ese determinismo hace que descienda a lo más sórdido, si hace falta para ir contando el ambiente en que va criándose Shuggie.
Las doce caravanas estaban dispuestas en semicírculo y alguien había delimitado el sendero de barro mediante pedruscos. De las casas de hojalata salían todo tipo de objetos personales, a lo largo del sendero podían verse juguetes de plástico y muebles mojados tirados de cualquier manera. Semejante falta de decoro dejó a Shuggie descolocado. Annie subió dos bloques de cemento que servían de escalones de acceso a una caravana de color beige.
El mundo del alcoholismo es de una dureza extrema. La persona lo pierde todo, al final uno se rompe, deja atrás su dignidad, indiferente a tener nada, porque no queda ni rastro de quien fue. El libro ahonda en el problema de la madre, de su falta de perspectivas hundida en la autocomplacencia, en la victimización, en el egoísmo desenfocado (parece más sencillo que aceptar lo que es), al final una angustia que la lleva a regodearse en el dolor infinito de ser.
— ¡Porque me encanta beber! —La señora Kelly se enfadó y le quitó el abrigo a Shuggie—. Lo que pasa es que tenéis celos. ¡Porque yo me lo paso en grande! El día se te pasa volando. No te aburres ni un momento.
La tenemos en Sexto piso.
Nº de páginas: 516
Editorial: SEXTO PISO
Idioma: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788418342363
Año de edición: 2021
Plaza de edición: MADRID
Traductor: FRANCISCO GONZÁLEZ LÓPEZ
Fecha de lanzamiento: 03/09/2021
Alto: 23,00 cm
Ancho: 15,00 cm
A principios de los ochenta, Glasgow agoniza: la que fuera una próspera ciudad minera se ve ahora azotada por las políticas de Thatcher, que empujan a las familias al desempleo y el desaliento. Agnes Bain es una mujer bellísima y sin suerte que siempre soñó con alcanzar una vida mejor: una casa bonita y una felicidad que no tuviera que pagar a plazos. Cuando su marido, un taxista expansivo y mujeriego, la abandona por otra, Agnes se ve sola a cargo de tres hijos en un barrio sumido en la miseria y la decepción, hundiéndose más y más en el pozo sin fondo de la bebida. Sus hijos harán lo posible por salvarla, pero, obligados ellos mismos a salir adelante, acabarán por rendirse uno a uno. Todos menos Shuggie, el hijo menor, el único que se niega a ceder, el que con su amor incondicional mantiene a flote a Agnes. A Shuggie, un niño sensible, amanerado y un tanto redicho, le mortifica que los hijos de los mineros se rían de él y que los adultos lo tachen de «distinto», pero, testarudo como es, también está convencido de que si se esfuerza al máximo conseguirá ser tan «normal» como los demás chicos y logrará ayudar a su madre a escapar de este lugar sin esperanza. Ganadora del prestigioso Premio Booker, Historia de Shuggie Bain es una novela tierna y devastadora sobre la pobreza y los límites del amor, una narración que, con su compasiva mirada a la dolorosa lucha de una mujer contra la adicción, la frustración y la soledad, se erige en un emocionante homenaje a la fe inquebrantable de un hijo decidido a salvar a su madre cueste lo que cueste.
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