El laberinto infinito de la vida se transforma cuando menos lo imaginamos, se retuerce, se alarga, se cierra, en cualquier caso debemos seguir caminando con independencia de las dificultades o de las aparentes ventajas de una senda u otra. La vida es una apariencia de sensaciones y de objetivos, de deseos y de expectativas, casi todas ellas son fruto de la incansable labor del ego que nos proporciona una visión más o menos amable de nosotros mismos: ayuda con la configuración de lo percibido, desarrolla nuestra personalidad o cualquier otro aspecto que tenga que ver con las pasiones y lo sentido. Sin embargo, no se enseña a lo fundamental, a saberse hacia dentro, a adentrarse en el abismo de la mismidad, a escucharse, a permanecer en silencio o a objetivar lo que nos llega, así no nos conformamos con lo que tenemos, queremos lo que no, envidiamos o nos sometemos porque necesitamos el confort de la ausencia de frustración, pero experimentar dolor, saber identificar esa frustración y entender que no son más que angustias sobrevenidas ayuda, sin duda. No hay amor más necesario del que nos debemos profesar a nosotros mismos, solo así podremos manifestarlo al prójimo. No necesitamos a nadie, no deberíamos hacerlo, cuando lo entendemos los otros pueden asentarse junto a nosotros o no, y no pasa nada, porque el nosotros como entidad global no existe, somos los unos, compartidos, que con libertad, habitamos espacios y tiempos. Es tan fácil y jodidamente difícil que asusta cuando no estás riendo.
Encrucijadas, todas, las de la vida, por supuesto, que aparecen en el libro sin descanso. Es una buena novela, no sé si la mejor del autor, tenemos reseñadas varias en el blog, pero sí una novela al más puro estilo de la Gran novela americana, si podemos llamarla así, género que se adentra en las tramas porque es imprescindible entender qué ocurre, lo hace diseccionando a los personajes, analizándolos sin descanso para ofrecer un espacio verosímil que se acomode al lector que, no nos engañemos, también ha de hacer un gran trabajo de configuración de la historia; porque juzgaremos, porque nos identificaremos con las acciones de esta familia que se descompone, de los hijos que han de matar a los padres, de los padres que se han de matar entre ellos, del resto de personajes que han de ayudar a que entendamos todo lo que ocurre y sus porqués.
La historia se desarrolla en un pueblo americano y la protagoniza una familia encabezada por el pastor. No es un pastor que nos suene, en perspectiva europea, ultraortodoxo, vamos, no lo identifico con el cristianismo intolerante del interior de USA, es más bien un pastor que, en la época de la guerra del Vietnam, juega con los grupos juveniles, las acciones de ayuda social al pueblo navajo o una posición reivindicativa antisistema manifestada en un No a la guerra. Los personajes, así, se van construyendo con toda la complejidad que se deriva de las relaciones humanas: el pastor con sus deseos reprimidos, sus envidias, esclavo del ego y de la aceptación de los otros, su necesidad de ser aprobado (complejo de inferioridad); su contrapunto, el otro religioso que simboliza el progresismo, esa actitud de la iglesia hacia los jóvenes como verdadero pastor de ovejas (líder carismático); la esposa, católica reconvertida, imbuida por necesidad de la fe inquebrantable en Dios, que es capaz de romper sus espacios represivos y renacer asumiendo el dolor de su pasado; los hijos que han de buscar sus destinos y que ayudan a entender las contradicciones de los padres. Como vemos, un trabajo muy difícil por parte del autor. Hacer una novela, una gran novela, requiere este esfuerzo colosal.
Sí, muchas encrucijadas, todos deben elegir, tomar caminos. Lo hace desde una prosa limpia que refleja la acción o la descripción y que tan buenos resultados ha dado a la prosísitica norteamericana; construye las tramas siguiendo el modelo tradicional de insertar historias en las historias y construir para los personajes sus propias trayectorias vitales. No puedo oevitar pensar en Irvin cuando leo estas grandes historias que acercan los seres anónimos a la épica (catarsis y expiación).
Desde el principio, sin embargo, a Becky la deslumbró su tía. Durante la primera y última visita de Shirley a la granja de Indiana, cuando Becky tenía siete años, la sujetaba por los hombros, la miraba a los ojos gravemente y le anunciaba que estaba destinada a ser una gran belleza. Eso ya era algo. A diferencia de su madre, que no había pasado de ser la esposa de un pastor, Shirley había tenido una carrera como actriz en Broadway, sin alcanzar nunca el estrellato, al parecer, pero una carrera en cualquier caso, y a Becky la maravilló la actitud imperiosa con que paseaba entre el gentío en la Feria Mundial de1964 y cómo, cuando un camarero o un dependiente tomaba a Becky por su hija, ella se limitaba a guiñarle un ojo a Becky, que hasta entonces habia seguido el ejemplo de Clem y aborrecía la mentira.
La trama, pues, se construye de una manera clásica, presentando las encrucijadas a las que nos enfrentamos en nuestra vida. Sigue cierta linealidad sustentada en los diálogos que movilizan la acción, sin embargo, encontramos algunos pensamientos que me interesan como este sobre Dios y el egoísmo, sobre la naturaleza del hombre y su necesidad de sobrevivir y salvarse por encima de cualquier otro.
Mi pregunta dijo Perry es si alguna vez podemos escapar a nuestro propio egoísmo. Incluso si meten a Dios en la ecuación y hacen que Él sea la medida de la bondad, la persona que lo venera y lo obedece quiere de todos modos algo para sí misma. Se siente bien obrando con rectitud o quiere la vida eterna o lo que sea. Si se tiene la suficiente inteligencia para verlo, siempre hay un punto egoísta.
Lo tenemos en Salamandra.
Colección Salamandra Narrativa
Páginas 640
Traductor Eugenia Vázquez Nacarino
Target de edad Adultos
Tipo de encuadernación Tapa blanda con solapas
Idioma ES
Fecha de publicación 21-10-2021
Autor Jonathan Franzen
Editorial SALAMANDRA
Dimensiones 155cm x 228cm
Referencia 9788418363634
En vísperas de las Navidades del año 1971, en Chicago se anuncia una gran nevada.
Russ Hildebrandt, pastor en una iglesia progresista de un barrio residencial, está a punto de liberarse de un matrimonio que considera desdichado, salvo que su esposa, Marion, que también tiene sus secretos, se le anticipe.
Clem, el primogénito, viene de la universidad infundido de un moralismo extremo que lo ha hecho tomar una decisión que causará estragos. Su hermana Becky, hasta entonces la reina de su clase en el instituto, ha virado bruscamente hacia la contracultura. El tercer hijo, el brillante Perry, que se ha dedicado a vender droga a sus compañeros de curso, se ha propuesto volverse mejor persona. Mientras que el más pequeño, Jay, intenta abrirse camino entre la incertidumbre y el asombro. Así, todos los Hildebrandt persiguen una libertad que los demás miembros de la familia, cada uno por su cuenta, amenazan con coartar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debido a algún comentario improcedente que no respeta ni al autor del blog ni a los participantes del mismo, me veo obligado a moderar los comentarios. Disculpa las molestias.