miércoles, 30 de junio de 2021

Tiempos recios, Mario Vargas Llosa

 

Es tremendamente complejo cuando has escrito más de cuatrocientas entradas y crees que ya has hablado de todo: de la vida, de la muerte, del amor, de la amistad, de los celos, de la envidia, de los pecados, de los lectores, de la pandemia, de todo, en fin, es difícil seleccionar una nueva idea, por eso te queda una extraña sensación de fraude cuando perfilas temas sobre los que ya has hablado y pretendes ser original porque crees que quien te lee necesita la novedad para seguir siguiéndote y es, en este preciso momento, cuando te preguntas que qué coño hacías cuando empezaste a escribir, que cuál era su finalidad y es, entonces, cuando recuperas del desván de la memoria que solo querías mantener una bitácora de tu navegación por el mundo de la literatura y la creación de un canon propio que te ayudara, cuando la cabeza flaqueara, a recordar tal o cual libro, tal o cual género; sin embargo el tiempo me ha cambiado, claro, y mis pequeños ensayos se convierten en eso, en objeciones a lo contemporáneo, a reflexiones sin polémica de lo político. Hoy podría hablaros de la diferencia, de la mentira, del discurso del demagogo, del malabarismo del orador televisivo, o también podría deciros que, aunque nos cueste creerlo, se sigue escribiendo literatura y que un octogenario, creo, es capaz de componer una obra densa pero sin el peso absurdo de la pretensión de la inmortalidad. Hay obras que son literatura en sí mismas.

Vargas Llosa es un monstruo de la literatura, un autor capaz de colocar muchas de sus obras en un canon de la literatura universal, sí, no digo de la hispánica, que por supuesto, digo del infinito y más allá, porque para poder entrar con voz propia en la lista de las obras que merecen ser recordadas, debe, el autor, cumplir unos cuantos requisitos, mejor dicho, la obra: literaturidad, ficcionalidad verosímil, fluidez narrativa, inteligencia, capacidad de reconstrucción infinita en manos del lector, estilo, claridad, finalidad (la que sea), en una sola palabra, debe ser literatura. Esta obra, por muchos motivos, os cuento algunos, rebasa las obras de dictadores y se adentra en la reflexión sobre el poder, la tiranía y la configuración de lo sudamericano donde, desgraciadamente, se siente la influencia del destino manifiesto norteamericano sustanciado en las acciones de la CIA, en el poder manipulador de las grandes multinacionales o la concepción criolla del poder manifestada en las sucesiones de militares, en est caso, en Guatemala. Sí, la Guatemala de Asturias, del dictador, pero esa obra ya estaba escrita, y Llosa ya había escrito la suya, por eso el autor entiende la necesidad de transcender el género y no solo centrarse en las soledades y abusos del poder, sino en las causas que motivan las acciones humanas.

Adquiere por momentos la forma de crónica. La crónica es un género periodístico que aborda en profundidad algún tema de interés, pero me refiero a otra crónica, a la de indias que inauguró la literatura en español; es cierto que aquella glorificaba o analizaba la función del conquistador héroe y mostraba una visión de la historia. Aquí el héroe no es el conquistador, aunque podríamos pensar que los conquistadores no vienen de Extremadura, sino de Texas o de las oficinas de las grandes compañías bananeras, me sirve como elemento disruptivo de la política interior de un país: Cortés conquistó México con traiciones y alianzas inteligentes, los norteamericanos conquistan el poder de manera idéntica, derrocando y poniendo títeres manejados por los medios y la Compañía. Vargas es especialmente claro porque no cae en ningún momento en el mito liberador de Galeano, sino que analiza la profundidad de las acciones y de los personajes con sutileza e inteligencia, marginando la ideología y mostrando el relato veraz de lo que ocurrió o no, es literatura.

La obra es capaz de adentrarse en la política de Trujillo o de las reformas agrarias, y aquí encuentro al autor de la extraordinaria La guerra del fin del mundo, densa y profunda, como he dicho, sin atisbo de ostentación literaria, pero tan literatura que no me deja dudas de que es un autor fundamental en la formación literaria de cualquier persona que se precie: construcción, trabajo e inteligencia.

 

A diferencia de muchos de sus amigos extremistas, Jacobo Árbenz estaba convencido de que el Pulpo de ninguna manera debería ser expulsado de Guatemala; por el contrario, había que poner a la Frutera dentro de la ley, hacerle pagar impuestos, respetar a los obreros, admitir que se formaran sindicatos. Y convertirla en un modelo a fin de atraer a otras empresas, norteamericanas y europeas, indispensables para el desarrollo industrial del país.

 

Es muy importante la reflexión sobre los Medios y el trabajo que se hizo, se hace, de propaganda y márquetin por razones comerciales de una multinacional para desestabilizar un país, por eso es sustancial poner en solfa toda la información que pueda venir de las grandes Tec o farmacéuticas, ya que obedecen a razones suprahumanas que no atañen a los hombres.

 

Las protestas del presidente Árbenz contra la campaña periodística que, nacida en Estados Unidos, se proyectaba por el mundo entero, también eran inútiles. ¿Cómo era posible que periódicos tan prestigiosos como  The New York Times, The Washington Post, Time Magazine, Newsweek, Chicago Tribune se hubieran inventado semejante fantasma:¡el comunismo en Guatemala!? Una mentira de pies a cabeza, que caricaturizaba de manera indigna unas reformas sociales que, precisamente, querían impedir que la pobreza, las injusticias y desigualdades sociales empujaran a los guatemaltecos hacia el comunismo. El diplomático se limitaba a responder que en Estados Unidos, país democrático, la prensa era libre y el gobierno no se metía con ella.


La maestría, pues, en la configuración de los personajes y situaciones, en la recreación de ambientes, en la trama, es soberbia, es capaz de tomar diferentes registros sin problemas o entrar dentro de la historia con una naturalidad asombrosa.

 

Confieso que estoy algo nervioso. Llevo dos años imaginando a esta mujer, inventándola, atribuyéndole  toda clase de aventuras, desfigurándola para que nadie ―ni ella misma― se reconozca en la historia que fantaseo. Esperaba muchas cosas, salvo esta ruidosa y gigantesca pajareara. Hay canarios africanos, palomas torcaces, loritos, cacatúas, guacamayos y otras varias especies no identificables por mí. Una suerte de «horror al vacío» ha hecho que todo esté ocupado, que no queden espacios libres. Uno no puede moverse en la casa de Marta sin derribar algún objeto de las decenas o centenares de maceteros con plantas grandes y chicas que se amontonan por doquier.

 

Alfaguara, hay que leerla.

 

N.º de páginas: 360

Editorial: ALFAGUARA

Idioma: CASTELLANO

Encuadernación: Tapa blanda

ISBN: 9788420435718

Año de edición: 2019

Plaza de edición: ES

Fecha de lanzamiento: 08/10/2019

 

Una historia de conspiraciones políticas e intereses encontrados durante la Guerra Fría. Una mentira que pasó por verdad y cambió el devenir de América Latina.

«¿Era la historia esa fantástica tergiversación de la realidad?»

Guatemala, 1954. El golpe militar perpetrado por Carlos Castillo Armas y auspiciado por Estados Unidos a través de la CIA derroca el gobierno de Jacobo Árbenz. Detrás de este acto violento se encuentra una mentira que pasó por verdad y que cambió el devenir de América Latina: la acusación por parte del gobierno de Eisenhower de que Árbenz alentaba la entrada del comunismo soviético en el continente.

Tiempos recios es una historia de conspiraciones internacionales e intereses encontrados, en los años de la Guerra Fría, cuyos ecos resuenan hasta la actualidad. Un suceso que involucró a varios países y en el que algunos verdugos acabaron convirtiéndose en víctimas de la misma trama que habían ayudado a construir.

En esta novela apasionante, que conecta con la aclamadaLa Fiesta del Chivo, Mario Vargas Llosa funde la realidad con dos ficciones: la del narrador que libremente recrea personajes y situaciones, y la diseñada por aquellos que quisieron controlar la política y la economía de un continente manipulando su historia.

 

 

 

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