sábado, 24 de octubre de 2020

Suite francesa, Suite française, Irène Némirovsky

 

Una persona que trabaja conmigo ha decidido vivir la adolescencia líquida contemporánea a sus cincuenta en un carpe diem con condón de sabores y una ortodoxia kitsch. La horterada no pasaría a mayores, ni sería significativa, si no viviéramos tiempos de futilidad absolutos, alucinados y entretenidos con este nuevo puritanismo guay que lo impregna todo y propicia el tremendismo de la ofensa, la lengua con eufemismos y la estupidez permeable que lo fía todo al consumo desbocado. Es risible, aunque trivial, si no fuera paradigmático de unos tiempos que parecen un tsunami distópico y que pretenden borrarlo todo: la memoria, la dignidad, la inteligencia, el decoro. Estas nuevas víctimas de la guerra no sucumben con sangre, si no que mueren de inanición y estupidez dentro de un marco que se han creado para no mirar fuera con ojos críticos. La pandemia lo cambia todo porque estábamos preparándonos para cambiar, la pandemia pone en primera línea la dificultad para acercarnos a conceptos complejos como la muerte o enfrentar la hipocresía suicida de no saber qué somos como humanidad cayendo en el buenismo fetén de la armonía universal, el equilibrio y la solidaridad para el otro. Gilipolleces sin límites: la muerte es nuestro fin y los cadáveres son lo que seremos, en ellos nos convertiremos para revertir a la tierra que nos creó. Es más sencillo vestir, comportarse con ese ademán adolescente casual, cool, que nos permite alejarnos del olor que hace en la calle. Esa persona debe pensar que así será aceptado entre la juventud eterna que nunca va a desaparecer, entre las mareas juveniles que perpetúan la aceptación de todos los marcos que se nos proponen. Solo tiene miedo, es un cobarde.

 Una novela excepcional requiere un pensamiento importante, una reflexión que lleve a aceptar, con honradez, nuestro destino. Irene Nemirovsky vivió un destino cruel y salvaje, una época convulsa, un tiempo en que ser judío significó ser asesinado, ser humillado, ser masacrado, por eso insisto, en estos tiempos líquidos, donde el relativismo moral es absoluto practicando un nihilismo mal entendido donde el mediocre se erige como el nuevo súper hombre que ha abandonado la moral de los esclavos, insisto, digo, en la mentira.


La guerra, Hitler hacia París, en un fresco genial nos ofrece a diferentes personajes descritos con una precisión de cirujana, con una inteligencia sobresaliente. Todos y cada uno de ellos muestran sus miseria, muestran lo que son ante el éxodo, ante la huida llena de terror. La primera parte es excepcional como lo son otros libros sobre la guerra u otros sobre los campos: la represión nunca puede ser descrita como en la literatura, nunca he pensado que la historia se le acerque.


La edición que manejo tiene un prólogo que hay que leer donde nos desgrana la técnica narrativa y cómo trabajaba la configuración de los personajes, de ahí, que cualquiera de ellos sea un fresco perfecto, una semblanza verosímil con la que podemos identificarnos.


Había elaborado una técnica novelesca inspirada en el estilo de Iván Turguéniev. Al comenzar una novela escribía no sólo el relato en sí, sino también las reflexiones que éste le inspiraba, sin supresión ni tachadura alguna. Por añadidura, conocía de forma precisa a todos sus personajes, incluso a los más secundarios. Emborronaba cuadernos enteros para describir su fisonomía, su carácter, su educación, su infancia y las etapas cronológicas de su vida. Cuando todos los personajes habían alcanzado semejante grado de precisión, subrayaba con ayuda de dos lápices, uno rojo y otro azul, los rasgos esenciales que debía conservar; a veces bastaban unas líneas. Pasaba rápidamente a la composición de la novela, la mejoraba, y acto seguido redactaba la versión definitiva.


Como he dicho es notable el desalojo de París, la incertidumbre, el miedo, las actitudes de la burguesía, el carácter de cada uno de los personajes que se nos presentan al desnudo, por eso consigues verlos y vivirlos.


Había demasiados refugiados. Había demasiados rostros cansados, demacrados, sudorosos; demasiados niños llorando, demasiados labios temblorosos que preguntaban: «¿No sabrá usted dónde podríamos encontrar una habitación o una cama?» «¿Podría usted indicarnos un restaurante, señora?» Era como para desalentar la caridad. Aquella multitud miserable ya no presentaba rasgos humanos; parecía una manada en estampida. Una extraña uniformidad se extendía sobre ellos. La ropa arrugada, los rostros exhaustos, las voces roncas, todo los asemejaba. Todos hacían los mismos gestos, todos decían las mismas frases. Al salir del coche, se tambaleaban como si hubieran bebido y se llevaban la mano a la frente, a las sienes doloridas. «¡Qué viaje, Dios mío!», suspiraban. «Estamos guapos, ¿eh?», ironizaban. «De todas maneras, parece que allí la cosa va mejor», decían señalando un punto invisible en la lejanía.


El gusto por estos personajes no se abandona en toda la novela y proporciona al lector una fuente inagotable de placer literario: los secundarios bien diseñados, con entidad propia, y eso le da a la novela una entidad propia que la dota de entidad porque consigue que podamos meternos en las tramas con seguridad.


El caso urgente todavía no se había presentado. Pero sor Marie de los Querubines se moría de ganas de montar en aquel trasto. Tiempo atrás, cuando todavía no había abandonado el mundo, hacía de eso cinco años, ¡cuántas salidas con sus hermanas, cuántas excursiones, cuántas comidas en el campo! Se echó el negro velo hacia atrás y se dijo: «Si éste no es el caso, jamás lo será.» Y empuñó el manillar con el corazón palpitante de júbilo.


El libro tiene  no solo la parte de testimonio, sino que también reflexiona con inteligencia sobre el alma humana, sobre la mentira, sobre la guerra, sobre el egoísmo. Pienso en que la autora no sobrevivió a la guerra asesinada en un Campo de Concentración y me duele, sin embargo supo trasmitirnos su dominio de cómo se domina el discurso narrativo dotándolo de firmeza y de sensibilidad. Pienso en su rabiosa actualidad, en cómo supo ver en los años cuarenta del siglo pasado esta carencia de rigor, esta época de olvido, de hedonismo consumista (qué lejos el gozo en el mundo, el disfrutar con inteligencia, el análisis, los tonos de grises, las matizaciones), de predicadores sin talento.


«Y pensar que nadie lo sabrá, que alrededor de todo esto se urdirá tal maraña de mentiras que aún acabarán convirtiéndolo en una página gloriosa de la historia de Francia. Removerán cielo y tierra para sacar a la luz actos de sacrificio, de heroísmo… ¡Con lo que yo he visto, Dios mío! Puertas cerradas a las que se llamaba en vano para pedir un vaso de agua, refugiados saqueando casas… Y en todas partes, en lo más alto y lo más bajo, el caos, la cobardía, la vanidad, la ignorancia… ¡Ah, qué grandes somos!»


Así, la obra se desarrolla como un gran fresco en el que se describe no solo la guerra y a los refugiados, sino también la vida de los burgueses de provincias que, a pesar del conflicto, viven sus contradicciones, deseos y vida, mostrando, en muchas ocasiones, una inteligencia y capacidad analíticas extraordinarias.


Todo era apropiado; a continuación, pasados unos instantes, ofrecería a sus visitas una jarra de naranjada y unas galletas desmigajadas. La mezquindad del piscolabis no sorprendería a la señora Perrin, antes bien, vería en ella una nueva prueba de la prosperidad de los Angellier -porque a mayor riqueza, mayor tacañería- y reconocería su propia preocupación por el ahorro y esa tendencia al ascetismo que es consustancial a la burguesía francesa y da a sus inconfesables placeres secretos una amargura tonificante.


En Salamandra

 

EDITORIAL:Salamandra Bolsillo

COLECCIÓN:LETRAS DE BOLSILLO SALAMANDRA

ENCUADERNACIÓN:Tapa blanda o Bolsillo

PAÍS DE PUBLICACIÓN :España

IDIOMA DE PUBLICACIÓN :Español

IDIOMA ORIGINAL :Francés

ISBN:978-84-9838-370-6

EAN:9788498383706

DIMENSIONES:204 x 130 mm.

PESO:438 gramo

Nº PÁGINAS:480

FECHA PUBLICACIÓN :26-03-2020

Novela excepcional escrita en condiciones excepcionales, Suite francesa retrata con maestría una época fundamental de la Europa del siglo XX. En otoño de 2004 le fue concedido el premio Renaudot, otorgado por primera vez a un autor fallecido. Imbuida de un claro componente autobiográfico, Suite francesa se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad. Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. Némirovsky dibuja con precisión las escenas, unas conmovedoras y otras grotescas, que se suceden en el camino: ricos burgueses angustiados, amantes abandonadas, ancianos olvidados en el viaje, los bombardeos sobre la población indefensa, las artimañas para conseguir agua, comida y gasolina. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época. La presencia de los invasores despertará odios, pero también historias de amor clandestinas y públicas muestras de colaboracionismo. Concebida como una composición en cinco partes #de las cuales la autora sólo alcanzó a escribir dos# Suite francesa combina un retrato intimista de la burguesía ilustrada con una visión implacable de la sociedad francesa durante la ocupación. Con lucidez, pero también con un desasosiego notablemente exento de sentimentalismo, Némirovsky muestra el fiel reflejo de una sociedad que ha perdido su rumbo. El tono realista y distante de Némirovsky le permite componer una radiografía fiel del país que la ha abandonado a su suerte y la ha arrojado en manos de sus verdugos. Estamos pues ante un testimonio profundo y conmovedor de la condición humana, escrito sin la facilidad de la distancia ni la perspectiva del tiempo, por alguien que no llegó a conocer siquiera el final del cataclismo que le tocó vivir. La crítica ha dicho...«Una narración de un vigor extraordinario.»Le Monde «Una obra excelente.»New York Times «Es preciso leer este libro.»Le Nouvel Observateur «Una obra maestra.»L'Express «Un libro de una calidad literaria excepcional.»TLS «Sensacional recuperación [...] Némirovsky registra con portentosa serenidad, sin consentirse ninguna flaqueza sentimental, la perturbación de los hombres y mujeres zarandeados por la guerra. [...] Se trata de una escritora que crea adicción.»Babelia «La lectura de este libro significa mucho más que el simple acercamiento a un documento trágico de una época fundamental para la historia de Europa.»ABC de las letras «Literatura de la mejor cepa. [...] Suite francesa por lo tanto, además de ficción pura, es un documento personal y directo del mismo rango que el Diario de Ana Frank o Una mujer en Berlín de autora anónima.»Culturas «Hay novelas llenas de verdad capaces de conservar intacto entre sus páginas un trozo del mundo. Ésta es una de ellas.»Territorios «Suite francesa es una excelente novela que ha crecido con los años. [...] La obra de Némirovsky debe interpretarse como un acto de resistencia del espíritu contra el fanatismo y la intolerancia Sus palabras aún nos iluminan.»El Cultural «Un fresco extraordinario, de una hondura humana e inteligencia literaria prodigiosos.»Caballo Verde

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