El día de los muertos. Los muertos que viven y los que no, los que están en nuestros corazones y que mantenemos con la soberbia del miedo, en el fondo no queremos ser olvidados cuando desaparezcamos en estos aires difíciles, dijo la Grandes, en este poniente que seca la garganta y propicia una tos de anciano que se instala apoderándose de tus momentos, el aire seco, cálido, que altera el cuerpo para recordarte que algún día vendrá a reclamarte como a los muertos del cementerio de Washington; y los otros, los olvidados en miles de nichos o tierras baldías de cementerios de todo el mundo. Aunque siempre nos queda Coco, es la verdad, y las máscaras que nos unen con los olvidados y los presentes, en cualquier caso, los muertos están en nosotros.
Willie está con su padre, con un Lincoln presidencial, abrumado
por los derroteros de la guerra, víctima, todos somos víctimas de algún modo de
algo: de la avaricia, del desamor, del deseo no consumado, de la indiferencia,
por eso nos reconocemos en la orgía de los muertos vivientes del cementerio, de
sus problemas no resueltos, del olvido que desata el pánico, del anhelo del
amor del ser querido que se olvida con facilidad de todo el que tuvo en vida,
ellos, ellas, danzan en el infinito de los panteones y de las tumbas, de los
nichos, cada uno un mundo diferenciado y, en el centro, el joven fallecido que
no se ubica, la muerte que reclama a los muertos, los que desaparecen, los
olvidados, los presentes, todo ello en una historia de amor y de dolor, de
olvido y eternidad.
Así, esta coralidad obliga al autor a jugar con las voces de los
personajes con dosis de ironía y el contraste entre los personajes del limbo en
sus cajas de enfermos y los personajes reales que ayudan en el contraste y van
dando vida al texto añadiendo a la narración momentos divertidos y, en ocasiones,
soeces.
Sé perfetamente que ya no soy tan guapa como hantaño. Y con el
tiempo, lo admito, he llegado a conocer ciertas palabras que antes no conocía
Follar polla mierda ojete violar porculo
Y a conocer, por dentro, ciertos sitios in decorosos donde esas
cosas
Cuartos oscuros sitios de folleteo junto a callejones traseros
Me han llegao a encantar
Anelo esos sitios. Y siento una rabia.
Nunca hice nada. De nada.
Me fui demasiao pronto
Para hacer
Catorce nada más.
Años de edad.
elise traynor
Así la novela sucede a través de los muertos que se sienten
enfermos, en la extrañeza de su nuevo estado y la dificultad de aceptación. Las
voces de cada uno de ellos adquieren vida propia consiguiendo una sucesión, un
puzle que va configurando la trama con inteligencia.
¿Acaso uno puede seguir asintiendo con la cabeza, bailando,
razonando, paseando y discutiendo?
¿Tal como hacía antes?
Pasa un desfile. Él no puede levantarse y unirse a ellos. ¿He de
salir corriendo yo tras la comitiva, ocupar mi sitio, levantar mucho las rodillas,
agitar una bandera y hacer sonar una corneta?
¿Lo amábamos o no?
Entonces no he de ser feliz más.
hans vollman
Vollman y otros personajes de ultratumba estarán, pues, siempre
presentes con sus voces y nos contarán las historias de vivos y muertos hasta
que estas entran en la cabeza de Lincoln, así se pueden conocer sus dudas ante
la guerra, el peso de tantos muertos, sus decisiones, el dolor por el
fallecimiento del hijo.
Hacía bastante frío. (Al estar dentro del caballero, teníamos, por
primera vez en …
hans vollman
Mucho tiempo.
roger bevins iii
Bastante frío nosotros también.)
hans vollman
Novela muy recomendable, de vez en cuando hemos de darnos alguna
alegría al cuerpo. La tenemos en Seix Barral, si queréis, algo
más.
Nº de páginas:448
Editorial:SEIX BARRAL
Idioma:CASTELLANO
Encuadernación:Tapa blanda
ISBN:9788432235344
Año de edición:2019
Febrero de 1862. En medio de la sangrienta guerra civil que divide
al país en dos, el hijo de doce años del presidente Lincoln está gravemente
enfermo. En cuestión de pocos días, el pequeño Willie muere y su cuerpo es
trasladado hasta un cementerio en Georgetown. Los periódicos de la época
recogen a un Lincoln deshecho por la pena que visita la tumba en varias
ocasiones para guardar el cuerpo de su hijo.
A partir de este hecho histórico, Saunders despliega una historia
inolvidable sobre el amor y la pérdida que se adentra en el territorio de lo
sobrenatural, allí donde tiene cabida desde lo terrorífico hasta lo hilarante.
Willie Lincoln se halla en un estado intermedio entre la vida y la muerte, el
llamado Bardo según la tradición tibetana. En este limbo, donde los fantasmas
se reúnen para compadecerse y reírse de lo que dejaron atrás, una lucha de
dimensiones titánicas surge de lo más profundo del alma del pequeño Willie.
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