domingo, 3 de noviembre de 2019

Lincoln en el bardo, Lincoln in the Bardo, George Saunders



El día de los muertos. Los muertos que viven y los que no, los que están en nuestros corazones y que mantenemos con la soberbia del miedo, en el fondo no queremos ser olvidados cuando desaparezcamos en estos aires difíciles, dijo la Grandes, en este poniente que seca la garganta y propicia una tos de anciano que se instala apoderándose  de tus momentos, el aire seco, cálido, que altera el cuerpo para recordarte que algún día vendrá a reclamarte como a los muertos del cementerio de Washington; y los otros, los olvidados en miles de nichos o tierras baldías de cementerios de todo el mundo. Aunque siempre  nos queda
Coco, es la verdad, y las máscaras que nos unen con los olvidados y los presentes, en cualquier caso, los muertos están en nosotros.
Willie está con su padre, con un Lincoln presidencial, abrumado por los derroteros de la guerra, víctima, todos somos víctimas de algún modo de algo: de la avaricia, del desamor, del deseo no consumado, de la indiferencia, por eso nos reconocemos en la orgía de los muertos vivientes del cementerio, de sus problemas no resueltos, del olvido que desata el pánico, del anhelo del amor del ser querido que se olvida con facilidad de todo el que tuvo en vida, ellos, ellas, danzan en el infinito de los panteones y de las tumbas, de los nichos, cada uno un mundo diferenciado y, en el centro, el joven fallecido que no se ubica, la muerte que reclama a los muertos, los que desaparecen, los olvidados, los presentes, todo ello en una historia de amor y de dolor, de olvido y eternidad.
Así, esta coralidad obliga al autor a jugar con las voces de los personajes con dosis de ironía y el contraste entre los personajes del limbo en sus cajas de enfermos y los personajes reales que ayudan en el contraste y van dando vida al texto añadiendo a la narración momentos divertidos y, en ocasiones, soeces.

Sé perfetamente que ya no soy tan guapa como hantaño. Y con el tiempo, lo admito, he llegado a conocer ciertas palabras que antes no conocía
Follar polla mierda ojete violar porculo
Y a conocer, por dentro, ciertos sitios in decorosos donde esas cosas
Cuartos oscuros sitios de folleteo junto a callejones traseros
Me han llegao a encantar
Anelo esos sitios. Y siento una rabia.
Nunca hice nada. De nada.
Me fui demasiao pronto
Para hacer
Catorce nada más.
Años de edad.
elise traynor

Así la novela sucede a través de los muertos que se sienten enfermos, en la extrañeza de su nuevo estado y la dificultad de aceptación. Las voces de cada uno de ellos adquieren vida propia consiguiendo una sucesión, un puzle que va configurando la trama con inteligencia.

¿Acaso uno puede seguir asintiendo con la cabeza, bailando, razonando, paseando y discutiendo?
¿Tal como hacía antes?
Pasa un desfile. Él no puede levantarse y unirse a ellos. ¿He de salir corriendo yo tras la comitiva, ocupar mi sitio, levantar mucho las rodillas, agitar una bandera y hacer sonar una corneta?
¿Lo amábamos o no?
Entonces no he de ser feliz más.
hans vollman

Vollman y otros personajes de ultratumba estarán, pues, siempre presentes con sus voces y nos contarán las historias de vivos y muertos hasta que estas entran en la cabeza de Lincoln, así se pueden conocer sus dudas ante la guerra, el peso de tantos muertos, sus decisiones, el dolor por el fallecimiento del hijo.

Hacía bastante frío. (Al estar dentro del caballero, teníamos, por primera vez en …
hans vollman
Mucho tiempo.
roger bevins iii
Bastante frío nosotros también.)
hans vollman

Novela muy recomendable, de vez en cuando hemos de darnos alguna alegría al cuerpo. La tenemos en Seix Barral, si queréis, algo más.

Nº de páginas:448
Editorial:SEIX BARRAL
Idioma:CASTELLANO
Encuadernación:Tapa blanda
ISBN:9788432235344
Año de edición:2019

Febrero de 1862. En medio de la sangrienta guerra civil que divide al país en dos, el hijo de doce años del presidente Lincoln está gravemente enfermo. En cuestión de pocos días, el pequeño Willie muere y su cuerpo es trasladado hasta un cementerio en Georgetown. Los periódicos de la época recogen a un Lincoln deshecho por la pena que visita la tumba en varias ocasiones para guardar el cuerpo de su hijo.
A partir de este hecho histórico, Saunders despliega una historia inolvidable sobre el amor y la pérdida que se adentra en el territorio de lo sobrenatural, allí donde tiene cabida desde lo terrorífico hasta lo hilarante. Willie Lincoln se halla en un estado intermedio entre la vida y la muerte, el llamado Bardo según la tradición tibetana. En este limbo, donde los fantasmas se reúnen para compadecerse y reírse de lo que dejaron atrás, una lucha de dimensiones titánicas surge de lo más profundo del alma del pequeño Willie.


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