¿La
desidia es motivada por la edad? No lo sé, pero la apatía y el
inmovilismo parece que se activan con el tiempo. No sé si el sosiego
nos abruma por un hecho hormonal, si la moderación se convierte en
elemento distintivo, y todo esto, hace que perdamos las ganas de
hacer. Sin embargo algo en nosotros se resiste a que el tiempo
tiranice nuestras acciones, que se apodere de manera invisible de
nuestros deseos y pasiones, nos rebelamos como adolescentes que no
quieren parecerse a sus padres, para nosotros, lo de parecernos al
padre, nos llega tarde: o nos parecemos o hacemos como si no nos
pareciéramos; pero el instinto de ser, de la revolución interior,
debemos dejar que fluya, no debemos censurarlo bajo ningún concepto,
porque respirar y mirar al frente es hermoso y, así, descubrimos que
hay infinitas cosas por hacer.
El
libro que os traigo está en la mejor tradición de la descripción
de la rebeldía adolescente, de la búsqueda de la mismidad desde esa
edad indeterminada en que somos niños y adultos, en que queremos
hacer y ver el mundo desde prismas que nos parecen exclusivos y
nuevos. Esa tradición tan hermosa del Guardián
entre el centeno,
de Nada
o de La
senda del perdedor,
libros iniciáticos a la vida, a las contradicciones a la ilusión de
la mismidad y al reflejo del yo en el espejo. Edna O’Brien lo hace,
nos describe la adolescencia turbada y truncada, las envidias y celos
de la amistad y la revolución interior de una adolescente que se
enfrenta al mundo desde un punto de vista de asombro y necesidad; en
realidad dos adolescentes, dos mujeres niñas que quieren llegar a
ser.
Caithleen
ha sido educada por la madre, pero desaparece y queda el padre,
arquetipo de irlandés rural, alcohólico, despreocupado de la
crianza, ausente, fantasioso. Baba la acoge con la envidia y los
celos de una amistad que sabemos que desaparecerá en cuanto sea
adulta, una relación tóxica y desigual que ejemplifica muchas
maneras de moverse en la adolescencia.
La
escritura es dulce, con una fortaleza extrema, natural, por eso este
primer libro de la trilogía te invita a seguir sabiendo quién es
Caithleen, cómo es su peripecia vital, su devenir.
―¿Puedes
dejar de preguntarle a todo quisque si ha leído los Dublineses de
James Joyce? ¡A ellos eso les da lo mismo! Han venido para pasarlo
bien. Tú come y bebe todo lo que puedas y que James Joyce se vaya a
freír espárragos.
―Joyce
está muerto.
―Será
posible… Vale, pues mejor todavía, así no tienes que preocuparte
más por él.
―Si
no me preocupo. Me gusta y ya está.
― ¡Caithleen,
por favor, entra en razón!
Lo
vamos a encontrar en Errata
naturae.
Autor/es:
Edna O’Brien
Traducción:
Regina López Muñoz
Colección:
El Pasaje de los Panoramas
Fecha
de publicación: 07/10/2013
Formato:
14× 21,5
Páginas:
304
PVP:
18,50 €
ISBN:
978-84-15217-58-9
Irlanda,
años 50. Lejos de la capital, Dublín, y en medio de un verde
paisaje, bellísimo pero exigente, la joven y aplicada Caithleen ha
crecido llena de encanto gracias a la sabiduría y humildad de su
madre; una madre obligada, por las duras condiciones del campo, a ser
fuerte en cada momento, a sobreponerse a toda desgracia. Pero algo va
a suceder que transformará la vida de Caithleen. Y en esa nueva
vida, la de la única hija de una familia venida a menos, estará
acompañada por su amiga de la infancia Baba, por la sofisticada
madre de ésta, por el peculiar Hickey… y por una docena de
personajes soberbiamente retratados que hoy día nos siguen
pareciendo muy vivos; y entrañables, como en toda vida que merezca
la pena rememorar.
Caithleen
recuerda para nosotros su pasado: unas veces lleno de risas; otras,
superando las lágrimas. Recuerda los ritos de paso que la llevaron
hasta la madurez: los días de internado, el descubrimiento del amor,
la necesidad de aventuras e independencia y, al fin, la gran ciudad,
con sus brillantes promesas de futuro.
Estamos,
sin duda, ante una extraordinaria novela, iluminada tanto por el
humor como por una dulce melancolía; un relato repleto, además, de
esa poderosa fuerza que tan sólo concede la juventud. Únicamente El
hombre tranquilo,
de John Ford, ofrece paisajes y momentos como esta obra cumbre de la
literatura irlandesa del siglo XX.
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