Estoy tranquilamente leyendo
en la playa, a mi lado mi cuñado. Me ve subrayar unos párrafos, o una línea, no
lo recuerdo, y me habla de la inutilidad del gesto, de lo molesto que le
resulta abrir un libro en su ebook y descubrir que otros lectores lo subrayaron
también, que quisieron dar testimonio de la impresión, del placer, del horror
que les produjo una literatura. Lo cierto es que me asombro, no acabo de
entenderlo. Es posible que no nos guste que otros subrayen por nosotros, pero
igual nos molesta que otros escriban por nosotros y que el hecho lector no sea
más que una penitencia por la imposibilidad de escribir sobre lo que queremos
decir, un castigo que se nos ofrece a los mortales por no tener otro talento que
la capacidad humana de la lectura. Sin embargo hago el ademán de replicarle, de
defender mi postura de subrayador profesional, pero desisto, porque algo en la
situación me hace pensar que es inviable dicha explicación. Quieren dejar
testimonio de una frase brillante del autor que delate el sentido de la novela,
sigue, y eso es imposible, acaba; aunque espera mi respuesta esta no llega.
Decido que seguiré subrayando para mí y compartiendo con vosotros, no quiero
dejar testimonio del genio creador, si no de la impresión lectora, entiendo que
no se entienda ¿por qué no voy a hacerlo
Hay libros que te
sorprenden, claro, te sorprenden porque no los esperas dentro de una literatura
concreta y este libro no me lo esperaba dentro del panorama literario español. Es
un libro anglosajón, con una narrativa clara y limpia, algunas veces evocativa,
con una gran sensibilidad y gusto por el sentimiento de los personajes. Es un
libro que entronca con la narrativa de grandes escritores de best sellers al estilo Irving, que aúna, con inteligencia, la
trama con la escritura. Si nos fijamos con atención cuando paseamos por las
grandes capitales occidentales hay cierta uniformidad en las gentes y en los
espacios, cambian los decorados de cierta manera, claro, pero a mí me da la
sensación de pasear por una misma ciudad universal que nos cambian para que
disfrutemos de un parque de atracciones, pero, en el fondo, es como si los
figurantes fueran los mismos, las comidas, parecidas, y las tiendas uniformes.
Eso me ha pasado con este libro.
El estilo poético que crea
esa atmósfera de fascinación y que retrata la burguesía americana al estilo del
Gran Gatsby, se entrecruza, en
ocasiones, con la voz del narrador que nos recuerda que debemos seguir el hilo
argumental porque nos podemos dejar fascinar por la belleza del lenguaje.
Tampoco
creas que le dijo nada valioso…
Su
letargo onírico./Te contaré también cómo era la casa donde vivía: quedaba vacía
cerca de un nido de raíles en desuso, rodeado de campos donde sólo crecían
precipitadas casas en construcción y los últimos árboles de una vegetación
demasiado débil y atónita para apresurarse en arrancarla.
Dejemos
que Claire se aleje en esa tarde tan similar a otras que carece de empuje para
individualizarse en su memoria, sigamos a Harry recorriendo a solas el camino
inverso; digamos que a esa hora le apetecía sentarse en el jardín y observar la
fachada de Riverside, había dado la orden de no apagar ninguna lámpara.
El hecho de que el
protagonista, uno de ellos, la veo más como una novela coral, sea catalán, un
catalán adoptado como ángel de luz entre el grupo de amigos americano, da juego
al a trama ya que introduce elementos transculturados
que dan cierta fuerza argumental. Este fragmento me parece significativo de
toda una idea cultural.
Aunque
no pasaba ni un día sin recordar un poema de riba, Foix o del divino Papasseit,
al que amaba con un agradecimiento que no era de este mundo, se había decidido
por escribir en castellano, el catalán era un líquido demasiado íntimo para
manipularlo sin riesgo.
También me ha parecido
reseñable la inteligencia que se observa a lo largo de muchos pasajes del
libro.
“Otra
vez será, en otra ocasión”, se dijo con plena conciencia de que no había otra
vez, que el único pasaje que tenemos para profundizar en el mundo son los años
felices de la conciencia.
Podemos encontrarlo en Anagrama,
como tantos otros, ¿verdad?
ISBN
|
978-84-339-9825-5
|
EAN
|
9788433998255
|
PVP
SIN IVA
|
20.10
€
|
PVP
CON IVA
|
20.90
€
|
NÚM.
DE PÁGINAS
|
360
|
En
algún momento de la segunda mitad del siglo XX, Alfred Montsalvatges, un hombre
joven con un profundo corte en la mano, llega a un hospital de Nueva York. Es
extranjero, quiere ser escritor, y, a ojos de Jean Rosenbloom, la enfermera que
lo atiende, quizá sea justo lo que estaba buscando: un príncipe de cuento.
Alfred pronto se convertirá en el centro de un grupo de amigos que ven en él la
solución mágica a lo que la vida se resiste a darles: un confidente, un colega,
un amor... Son cuatro: Kevin Prichard, joven judío con tendencias místicas y
cuyas envidias y aspiraciones proporcionan al resto grandes momentos de
comicidad involuntaria; Harry Osborn III, diletante, culto y adinerado
heredero, medio encerrado en su mansión de Riverside, que mide su ingenio con
el del príncipe en largas charlas acerca de sus vocaciones; Claire, la más
carismática de las hermanas Rosenbloom, bella, independiente, libre y adorada
por todos; y la propia Jean, noble, bondadosa, discreta. Son jóvenes,
inteligentes, están cargados de vida y han firmado un pacto de amistad, que
creen tan indestructible como ellos.
Pero
cuando la juventud amenaza con abandonarlos, el «país de las hadas» en que
habían vivido hasta entonces adopta contornos más exigentes. ¿Y si les
aburriesen sus vocaciones? ¿Y si el futuro les convirtiese en personas
inesperadas? ¿Y si para conseguir sus nuevos objetivos tuviesen que
traicionarse? ¿Y si el príncipe fuese un fraude? ¿Y si los años felices no
perteneciesen a este mundo?
Atmosférica
y elegante, luminosa, lírica e irónica a un tiempo, Años felices es un meticuloso
estudio de caracteres repleto de estilo e inteligencia acerca de cómo se abre
paso la vida a fuerza de ambiciones y cómo se desmorona. Una novela
extraordinaria con la que Gonzalo Torné pone otro eslabón en uno de los
proyectos más personales, consistentes y de mayor envergadura de la literatura
contemporánea en español, que ha sido celebrado por la prensa internacional más
exigente.
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