Casi he llegado a estar al día con la obra de Donna León, es como una carrera de obstáculos: empecé tarde pero he ido recuperando con tranquilidad. Bromas a parte, me hace ilusión estar acabando la serie Brunetti, que sabes no se acabará hasta que la escritora fallezca o desista, aunque siempre te entristece dejar a un lado a alguien, Brunetti me ha acompañado durante tantas tardes de lectura, es una sensación extraña, imagino que parecida a cuando una pareja se separa o dos amigos dejan de verse: sé que tengo la posibilidad de releerlo en cualquier momento, pero también sé que no voy a hacerlo.
-Es
que no lo soporto, no puedo seguir haciendo lo que hago - confesó
Brunetti, y al oírse se sorprendió a sí mismo
En
esta ocasión nos encontramos con un Brunetti agobiado, con ansiedad,
y dentro de su matrimonio tan poco italiano, dentro de los
estereotipos, puede irse una semana de vacaciones propias, consigo
mismo, para poner en orden su vida y sus sentimientos. No es que
esté mal con Paola, claro que no, está mal con el mundo: ha
crecido, sus marcos de expectativas puede que no se estén
cumpliendo, que quiera algo más o algo menos en su trayectoria, y
ese momento de inflexión crea una inseguridad psicológica que la
autora, hábilmente, ha de tratar para que el personaje crezca. La
oportunidad era hacer una novela de Brunetti sin Brunetti, es decir,
sin acción policial, pero la autora no se resiste a la
tentación de lo esperado e introduce la trama en la acción
deseada, probablemente, por la mayoría de lectores.
La
laguna era inmensa. No había pavimento ni calles, ningún
lugar con nombre: sólo las venas y las arterias de la laguna, que
desaparecían con las mareas altas y emergían cuando estas se
retiraban.
Los
temas siguen siendo variados, como corresponde al género: la
contaminación de la laguna, la especulación con los residuos
industriales, la desaparición de las abejas, y todo ello en la
maraña salvaje de la corrupción política que no permite que se
castigue a los verdaderos culpables, es decir, a los que quedan
ocultos tras el delito porque están fuera de las estructuras
convencionales.
Casati
respondió negando con la cabeza. Apoyó el panal en la caja. Se
agachó y tiró de una bandeja que había al fondo. Allí Brunetti
vio que había abejas muertas, demasiadas para poder contarlas.
Casati cogió aire. Sacó una bolsa hermética que llevaba en el
bolsillo. Dentro había un tubo de plástico y unas pinzas.
-No
deberían morirse en el panal- susurró.
Me
ha gustado, ese es el milagro del oficio de escribidor. La podemos
encontrar en Seix Barral.
Nº de páginas: 352 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: SEIX BARRAL
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788432232213
El infalible comisario Brunetti necesita unas vacaciones. Así se
lo ha recomendado su doctora y también insiste en ello su esposa Paola,
que finalmente convence a su marido para que se vaya una temporada a
una casa familiar en San Erasmo, la isla más grande de la laguna
veneciana. El comisario tiene pensado pasar unas semanas casi en plena
soledad, leyendo libros y haciendo el tipo de trabajo manual que le ayude
a mantener la cabeza alejada de la oficina. Una vez allí, Brunetti entabla
amistad con Davide Casati, el hombre encargado de cuidar la casa, un
tipo duro y peculiar al que sólo parece haber una cosa que le preocupa
desde la muerte de su mujer: el cuidado de sus abejas, que
misteriosamente están desapareciendo a causa de algún extraño fenómeno que
afecta a toda la zona. Cuando Casati, que conoce cada una de las islas al
milímetro y es un experto navegante, aparece ahogado en las aguas de la
laguna, Brunetti pondrá a su equipo a resolver un asunto que implica a
una gran empresa dedicada al manejo de residuos tóxicos y que podría
poner en peligro el equilibrio natural del ecosistema.
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