
Los libros testimoniales me parecen fundamentales,
no todos me gustan igual, me agrada que tengan literatura, que el autor intente
hacer un libro, no dejar un testimonio periodístico o histórico más o menos
fiable. En ese sentido me impresionaron Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn
o Si esto es un hombre de Levi, libros salvajes que dan fe del
dolor individual, de la barbarie de los totalitarismos y de la irracionalidad
de la víscera aplicada a política. Pero los testimonios de mujeres no han sido, en mis lecturas, numerosos. Me gustó Esta niña debe vivir, de Helene
Holzman; menos Tú no eres como otras madres, de Angelica
Schrobsdorff y mucho Una mujer en
Berlín. Así que cuando leí sobre Vestida para un baile en la nieve,
sobre los testimonios del gulag de una serie de mujeres, necesité leerlo.
El libro parte de la idea de testimoniar
ese hueco que existía en la literatura universal sobre el sufrimiento de las
mujeres en los totalitarismos, en este caso el tremendo soviético, no solo de Stalin,
también con Jruchov, hueco que no disimula la brutalidad del sinsentido,
de la uniformización ideológica, la ortodoxia frente al diálogo y la aceptación
de los contrarios. Las mujeres pagan con más saña porque sufren, a la violencia
física, psicológica o social, la violencia sexual y la humillación.
En septiembre de 2008 viajé a Moscú. Una
vez allí, un escritor amigo, Vitali Shentalinski, me propuso que le acompañara
a una reunión de antiguos presos del gulag
Me ha llamado la atención la fuerza
intelectual y psicológica de las entrevistadas, su visión positiva del mundo y
su intelectualidad, su inteligencia y la proclamación que, el leer, es la
salvaguarda de la barbarie.
Entonces empecé a intuir el poder mágico
que tiene la belleza para una persona humillada y anhelé descubrir más cosas
sobre los que tuvieron que pasar años o décadas en los campos de trabajos
forzados.
El libro se organiza en nueve capítulos
que son otros tantos testimonios de mujeres que quisieron pensar por sí mismas
o fueron víctimas de la depravación moral de la ortodoxia stalinista.
LA MUJER DE LOT Zayara Vesiólaya.
Señalaré diferentes aspectos que me parecen curiosos o especialmente
significativos. En este casos el terror de la detnción contrasta con la
plasticidad del vestido, con la normalidad.
Me fui de casa vestida como para un
baile. Llevaba una falda estrecha negra hasta las rodillas, una elegante blusa
roja con muchos botoncitos y zapatos de tacón.
PENÉLOPE ENCARCELADA Susanna Pechuro. La
malnutrición y sus consecuencias, el desprecio al hecho humano determinado por
la inteligencia, que también sucumbiría a su tremenda estupidez.
las que sufrieron malnutrición de
jovencitas, cuando su cuerpo se estaba formando, de mayores han acabado
teniendo graves problemas de movilidad.
JUDITH DEL SIGLO XX Ela Markman. Hoy en
día sigue la necesidad del adoctrinamiento por una élite alejada de los
hombres, Shumpeter alertaba sobre quiénes son, de hecho, los que dictan lo que
deben hacer, pensar, sentir y ver los trabajadores.
Al igual que muchos de mis compañeros, yo
creía tener una misión vital que estimábamos de gran importancia histórica: la
de construir el comunismo. Así nos lo enseñaron desde que éramos niños, y nos
lo creímos; esa misión daba sentido a nuestras vidas y nos hacía felices. El
Estado soviético promocionaba el activismo y la participación, básicamente en
la esfera política. Su mecanismo se basaba en la interacción de la gente que
hacía realidad los mensajes que le interesaban al Estado. Nos acostumbramos a ser
activistas procomunistas, no sabíamos pensar de otra manera.
MINERVA EN LAS MINAS Elena
Korybut-Daszkiewicz. La reeducación que proviene de las diferentes fases en que
se estructura la sociedad, se puede aplicar aquíenes han sido previamente
educados, pero “conservan” el virus de lo burgués, por eso los campos de “reeducación
“ son tan importantes. No hace falta fusilarlas directamente, basta con que
mueran solas.
Eran frecuentes los fusilamientos en masa…
Los campos de trabajos forzados eran campos
de exterminio. Se denominaban “campos de trabajo”
PSIQUE ENCARCELADA Valentina Íevleva.
Todos los testimonios dan fe del horror.
Beria la llevó a su dacha de las afueras
de la ciudad, donde la violó, y por supuesto no se molestó en comunicarle que
su abuela y su padre habían muerto hacía tiempo, fusilados al poco de arrestarlos.
Solo al cabo de un tiempo se enteró Tatiana de ello.
ANTÍGONA FRENTE AL KREMLIN Natalia
Gorbanévskaya, pero hubo gente muy valiente, activistas que nunca callaron y el
régimen, en los años sesenta, tuvo que enviar, después de las depuraciones, que
enviar al exilio.
Entonces Tom Stoppard escribió una obra
de teatro sobre el coraje de los manifestantes de la Plaza Roja, y Joan Baez
compuso una canción llamadaNatalia sobre mí y sobre nuestro activismo. En
sus conciertos y en su álbum From Every Stage la precede una pequeña
introducción en la que Joan dice: “Es gracias a personas como Natalia
Gorbanévskaya, estoy convencida, que tú y yo estamos vivos y caminamos por la
tierra”.
ULISES EN SIBERIA Janina Misik. Y el
hambre
El hambre es lo que recuerdo con más
nitidez de mi infancia. El complejo del hambre me ha acompañado hasta hoy, por
eso tengo siempre la nevera llena y seguramente como más de lo que debería.
ARIADNA, HIJA DEL LABERINTO Galia
Safónova porque el régimen no tiene más alma que la absoluta maldad de sus
líderes. Con tantos millones de muertos a sus espaldas, ¿qué de bueno han
traído a la humanidad?
La naturaleza inhumana del régimen se
puso de manifiesto en el trato que se dio a aquella gente
EURÍDICE EN LOS INFIERNOS Irina
Emeliánova. Interesante el testimonio sobre el maestro Pasternak y la
redacción de su magistral Doctor Zhivago, cómo el régimen humilla al
escritor a través de sus seres queridos, en ellos manifiesta la fuerza de la estupidez
y la maldad, de la tiranía y de lo irracional.
Más tarde mi madre Olga Ivinskaya (amante del autor), me contó que los horrores de la
guerra, a pesar del hambre y la amenaza de muerte, eran todo un bienestar, una
auténtica dicha en comparación con los peligros del régimen totalitario, ese
reino de falsedad, mentira y arbitrariedad.
Magnífico libro que podemos encontrar en Galaxia
Gutemberg.
ISBN: 978-84-17088-14-9
Editorial: GALAXIA GUTEMBERG
Idioma: Castellano
Número de páginas: 272
Dimensiones: 130x210
Fecha edición: 01/09/2017
Materia: Narrativa EUROPEA
Desde que Aleksandr Solzhenitsyn
sorprendió al mundo con su libro Archipiélago Gulag, se han publicado diversos
testimonios y estudios que han ido completando el retrato de lo que fue el
mayor sistema de campos de trabajo forzado de la historia de la humanidad. Pero
han sido sorprendentemente pocos los textos que han tratado la historia de las
mujeres en el gulag. Como si ellas hubieran tenido un papel residual en los
campos y en la brutal represión del régimen estalinista en general. Fue todo lo
contrario.
Monika Zgustova, una de las especialistas en literatura e historia rusas más importantes de nuestro país, ha buscado durante los últimos nueve años a las pocas mujeres que siguen con vida de entre las que sobrevivieron al gulag para escuchar y transmitir su testimonio antes de que se perdiera para siempre. Las ha visitado en sus hogares en Moscú, Londres y París, y el resultado, contra lo que pudiera parecer, es un canto a la vida, a la literatura, a la amistad, a todas las personas y a todo aquello que les permitió sobrevivir. A través de los recuerdos y los objetos, libros y cuadernos que perviven de ese tiempo, Vestidas para un baile en la nieve, (la policía secreta soviética se llevaba a sus víctimas en cualquier momento, también cuando estaban a punto de acudir a un baile) traza el retrato de nueve mujeres y su tiempo en el gulag pero también su regreso a la vida cotidiana. Nueve mujeres, científicas, actrices, maestras, matemáticas, poetas, que son otros tantos ejemplos de superación y de profunda humanidad.
Monika Zgustova, una de las especialistas en literatura e historia rusas más importantes de nuestro país, ha buscado durante los últimos nueve años a las pocas mujeres que siguen con vida de entre las que sobrevivieron al gulag para escuchar y transmitir su testimonio antes de que se perdiera para siempre. Las ha visitado en sus hogares en Moscú, Londres y París, y el resultado, contra lo que pudiera parecer, es un canto a la vida, a la literatura, a la amistad, a todas las personas y a todo aquello que les permitió sobrevivir. A través de los recuerdos y los objetos, libros y cuadernos que perviven de ese tiempo, Vestidas para un baile en la nieve, (la policía secreta soviética se llevaba a sus víctimas en cualquier momento, también cuando estaban a punto de acudir a un baile) traza el retrato de nueve mujeres y su tiempo en el gulag pero también su regreso a la vida cotidiana. Nueve mujeres, científicas, actrices, maestras, matemáticas, poetas, que son otros tantos ejemplos de superación y de profunda humanidad.
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