martes, 5 de junio de 2018

La urugaya, Pedro Mairal


Hay ocasiones en que se instala el desánimo, se van las ilusiones por hacer cosas que siempre te han parecido fascinantes y te abandonas a una rutina insoportable. Dar clases de literatura es algo así. Es cierto que podemos encontrar gusto en todo, disfrutar con los momentos, pero la ficción va abandonando las letras para pasar a los espacios indefinidos de la electrónica; no obstante, aun ocurren milagros: sustituimos un examen sobre narrativa por la elaboración de un relato libre de no más de tres caras de folio y, ¡oh, milagro! Aparecen como por ensalmo, historias que estaban guardadas en algún punto remoto de ese universo ficcional en el que yo viví alguna vez cuando me engañaba a mí mismo y pensaba que podía ser escritor. Es vacua la soberbia porque está llena de autoengaño.

—Vos sos un mimado por la vida —me dijo Guerra—. Un Peter Pan que no quiere dejar de ser niño. Por eso no envejecés.

Hay libros que se dejan leer. Algunos te explican el universo con una claridad que duele. Últimamente me engañaba, como os he comentado, pero esta vez pensando en que me gustan mucho más los relatos breves que las novelas largas. Era una teoría intuitiva que obedecía, tal vez, a la desidia con que me estaba tomando las cosas. Así, he ido eligiendo  libritos que llenan mi espacio y alimentan mi mundo de ensoñaciones quiméricas, libros que hacen que pueda perpetuar el eterno engaño de la literatura; pero, un poco, mi mundo se vino abajo cuando empecé a leer La muerte del padre, y eso me hizo despejar algunas dudas, para no aburriros, la principal, la literatura, cuando es literatura, importa poco la extensión que tenga.

La uruguaya se desarrolla en el ámbito del deseo recobrado, de la ficción, por lo tanto, de poder vivir una vida que no es nuestra vida, alentados por el reconocimiento del que creemos adolecer. Un encuentro con nuestro ego nos hace perder el sentido absurdo de la realidad y encontrarnos, de cara, con las ansias adolescentes y con el deseo que puede consumir nuestro ánimo.
La novela transcurre con inteligencia por el viaje como inicio del encuentro, como reflejo de una sociedad consumida a si misma y como escape de una realidad que, en esa doble dimensión personal y social, asfixia, en cierto modo, al protagonista.

Amor, la vida en pareja o deseo, todo confabulado para que se pueda producir la pérdida que nos hace levantarnos o despertar. El mundo de dos expuesto a nuestros ojos como una visión auténtica de los anhelos olvidados y como un bucle infinito prolongado en el tiempo.

Siempre me aterra esa cosa siamesa de las parejas: opinan lo mismo, comen lo mismo, se emborrachan a la par, como si compartieran el torrente sanguíneo. Debe haber un resultado químico de nivelación después de años de mantener esa coreografía constante. Mismo lugar, mismas rutinas, misma alimentación, vida sexual simultánea, estímulos idénticos, coincidencia en temperatura, nivel económico, temores, incentivos, caminatas, proyectos… ¿Qué monstruo bicéfalo se va creando así? Te volvés simétrico con el otro, los metabolismos se sincronizan, funcionás en espejo; un ser binario con un solo deseo. Y el hijo llega para envolver ese abrazo y sellarlos con un lazo eterno. Es pura asfixia la idea.

Para las diferentes reflexiones que aparecen en el libro utiliza un monólogo que crece a golpes, como erupciones que transmiten pasión e intensidad y consiguen que el lector se identifique o sufra con lo narrado.

Me derroté a mí mismo supongo. Mi monólogo mental, mi tribuna contraria. Cuando no escribo ni trabajo sube el volumen de las palabras dentro de mi cabeza y me van inundando. Crecían dudas como enredaderas, me iban rodeando. 

Así, las enumeraciones impulsivas ayudan a dar un aire de asfixia al personaje notable creando esa sensación de zozobra, deseo y ansiedad que caracteriza la novela.

Te voy a recetar una crema para que te apliques en el área repijoteada, la zona endogárchica, la irritación jermupirática, es excelente, te disminuye la córnea craneana, cura la ciervatitis crónica, desata el nudo cornudeano… Vas a ver. Vas a andar bien. Respirá hondo por favor, bajate un poco más el pantalón… Ahí está, ¿viste que no dolió?

La pareja es algo complejo, un constructo que se dilata en el tiempo y ha de combinar diferentes estados de ánimo, de madurez y de crecimiento personal. Pero tiene, también, que lidiar con la maternidad, con la falta de trabajo, con las frustraciones o los desánimos.

Si realmente hicieran un curso integral de cómo criar hijos, nadie los tendría. Hace falta esa ignorancia para que continúe la especie, generaciones de ingenuos que se meten en un baile del que no tienen ni idea. Un curso que anticipe todos los peligros y padecimientos de la paternidad y la maternidad espantaría a todos. Podría estar esponsoreado por alguna marca de preservativos. Salís de ahí y comprás el pack de 120 sin dudarlo.

Por eso, como es complejo, puede llevar al aislamiento o la alienación en y del otro.

¿Cómo se hace para cogerse a una mina llorando y con el perro del novio? Ésa es mi primera reacción cuando llora una mujer, mi cerebro se va lo más lejos posible, al fondo de mi egoísmo, a la otra punta de la pena y del amor, planeo la fuga, después empiezo a volver, poco a poco, me pongo contenedor, quizá porque el llanto femenino empieza a hacerme el efecto buscado.

Me ha gustado. Lo podemos encontrar en Libros del Asteroide. Aquí os dejo datos interesantes.

ISBN 9788416213993
Última edición Abril 2018 (10ª edición)
Páginas 144
Idioma Castellano
Formato 12,5 x 20 cm
Precio15,95 €
Lucas Pereyra, un escritor recién entrado en la cuarentena, viaja de Buenos Aires a Montevideo para recoger un dinero que le han mandado desde el extranjero y que no puede recibir en su país debido a las restricciones cambiarias. Casado y con un hijo, no atraviesa su mejor momento, pero la perspectiva de pasar un día en otro país en compañía de una joven amiga es suficiente para animarle un poco. Una vez en Uruguay, las cosas no terminan de salir tal como las había planeado, así que a Lucas no le quedará más remedio que afrontar la realidad.
Narrada con una brillante voz en primera persona, La uruguaya es una divertida novela sobre una crisis conyugal que nos habla también de cómo, en algún punto de nuestras vidas, debemos enfrentarnos a las promesas que nos hacemos y que no cumplimos, a las diferencias entre aquello que somos y aquello que nos gustaría ser.
Publicada con gran éxito en Argentina en 2016, La uruguaya ha confirmado a Mairal como uno de los más destacados narradores de la literatura argentina contemporánea.

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