martes, 19 de junio de 2018

Vernon Subutex I, Virgine Despentes


Qué difícil es sentarse a escribir a final de curso académico, difícil, difícil, pero no he podido resistirme a volver a este espacio que me llena, que hace que la frustración sea más llevadera y la memoria más sistemática. Cuando lees tanto, ahora algo menos, siempre estás con el miedo de no volver a encontrar libros que te estimulen, que te hagan feliz de esa manera tan peculiar en que lo hace la literatura, es como si sufrieras el temido síndrome del impostor o del tonto del haba que piensa y teme cosas ficcionales. Pero siempre tenemos espacios nuevos para ilusionarnos, para hacernos creer que existen lugares inexplorados maravillosos que están ahí afuera, al alcance de nuestro ojos y elaborables con nuestra imaginación.

Vernon Subutex, Virgine Despentes, ¡Ah! ¡Qué placer inconfesable! Es tan hermoso verse retratado en lo que no has sido, en la imagen proyectada de ti mismo, en esa imagen reconstruida por la imaginación de lo que pudiste ser y ya no eres, es tan increíble que siento cosquilleo en las pelotas.
Vernon es un gilipollas, vaya por delante, pero es mi gilipollas, debo deciros que Ignatius era mi number one, mi bestia particular de un zoo de estúpidos entrañables, hombre, haylos maravillosamente estúpidos, en La broma infinita hay unos cuantos y, desde luego, este personaje cumple mis expectativas. Cincuentón bohemio a su manera, pierde su tienda de discos y vive en un movimiento audaz, de la caridad y del morro descomunal de un hombre de otra época, de la mía, deslocalizado, jaja, en un tiempo que quiere recuperar los vinilos porque no entiende qué son los vinilos. Ama, le da al sexo su importancia, pero no claudica ante un sistema burgués que le agobia, pero del que se aprovecha, claro.
La novela gira en torno a este suceso y a la muerte de Alexandre, que se convierte, en la intersección de sus destinos, en elemento pivote sobre el que gira la trama.

Alexandre ganaba con una canción lo que un tío como Vernon había facturado en la tienda en más de veinte años. ¿Cómo no iba a influir este pequeño detalle en su relación?

La nómina de personajes es gloriosa: desde la extrema derecha, hasta feministas abrumadas por los nuevos marcos de las relaciones hombre mujer, pasando por lesbianas arquetípicas que iluminan la sonrisa en la jeta.

Fijo que su mujer no dejaría de currar para tranquilizarlo respecto de su masculinidad.

Y mucha incorrección política, mucha mala leche, mucho retrato social, mucha xenofobia, mucha ironía del establishment, vale la pena.

Un sentimiento de incomodidad que ella conocía —pero del que nunca había sido la destinataria. El que suscita la gorda pesada cuando insiste y no sabes cómo quitártela de encima…
En su caso, se más bien fea se convierte en una ventaja, sus esfuerzos son conmovedores…
Al final, más vale ser una tía del montón que puede pasárselo en grande y acostarse con todos los tíos follables disponibles.

Cada personaje se caracteriza y caracteriza la acción, es como un retrato gamberro de cualquiera de nuestra neo sociedades, sí, de esas sociedades que nada más existen en la televisión y en la imaginación, bueno mucha no tienen, de periodistas que juegan a diseñar nuevas maneras interrelacionales (por si no entienden, que os pensáis que vuestra inteligencia es muy superior a la de los pobres usuarios de vuestras diatribas tertulianas) ¿No os pasa que después de algunos programas de la tele pensáis que estáis gilipollas y no os enteráis de nada, que vuestra inteligencia no está a la altura de esos prohombres de la reconstrucción social? Pues no sois únicos, a mí no me pasa, pero lo veo, jajaja. Los que han jugado a ser Dios, se esconderán tras los problemas generados por su tremenda estupidez (Ah! Divino Houellebecq, no hay nada como poner el dedo en su ojo!)

Por Dios, ¿no sería posible andar doscientos metros por la calle sin tener que soportar sus velos, sus manos de Fátima en el retrovisor o la agresividad de sus hijos? ¡Raza de mierda, no me extraña que no los quieran! 

Ahora, nada como las relaciones hombre mujer, la retranca que tienen sus comentarios, su inteligencia y la carga tremenda de ironía.

Un tío con un bebé es un tío jodido. Si al menos pudieran criarlos sin la madre, quizá habría un camino factible para no perder la masculinidad cuando se es padre. Criarían a los niños en una choza, en pleno bosque, les enseñarían a hacer fuego y a observar la migración de los pájaros. Los lanzarían a arroyos helados y les ordenarían que atraparan peces con las manos. No los mimarían. Una simple mirada, que vendría a decir «la próxima vez ándate con ojo, hijo mío».
Pero ahora, tal y como están las cosas, la única estrategia razonable es huir

Así, esta primera parte de la trilogía trabaja los nuevos tópicos neo conservadores de Europa y presenta su contenido político con un gran grado de acidez e inteligencia.  La dureza de los planteamientos no hace menos interesantes las reflexiones.

¿Los parados necesitan leer en su tiempo libre? ¿Acaso él se lleva dinero cuando no lo produce? Se acabó el viejo mundo. ¿Qué necesidad hay de educar a gente a la que ya no necesitamos en el mercado laboral? La próxima vez que se haga un llamamiento a los pueblos de Europa será para la guerra. Nadie necesita aprender literatura y matemáticas para ir a la guerra. Eso es lo que reactivaría la economía. Una guerra. Pero parados letrados… francamente, qué estupidez. La gente cree que en la bolsa están al tanto de los movimientos contestatarios —¿de verdad creen que les conmueve ver a cuatro tíos que ya no pueden pagarse las habichuelas? Siempre ha sido así. Es duro. Es la guerra.

Por eso el libro necesita tocarlo todo, los transgénero, las lesbianas, la nueva heterosexualidad, el porno marchito, la misoginia, el declive de los machos alfa descolocados, el izquierdismo de salón, la xenofobia de bar, los fachas, los conservadores, y todo, entrecruzado con la muerte de Alex, todo en un mundo literario brillante y fascinante.

Mientras tanto los progres se indignan porque se insulta a los rumanos. Está claro que no viven cerca de un campamento de gitanos. No, los progres compran comida ecológica, carne francesa homologada, porque el progre tiene que proteger su cuerpo de las enfermedades. A los demás que les den, muertos de hambre. Y cuando su chiquillo entra en primaria, el progre cambia de barrio porque no quiere que las jaurías rabiosas llamen blanco de mierda a su rubito. Cuando un banquero judío viola a una mujer de la limpieza, saca el talonario y al momento las putas de la République hacen cola para que les inserte su tremenda polla. A las tías les gustan los cabrones. Todos esos aprovechados que se tapan la nariz cuando el obrero vota y creen que mintiendo en todos los periódicos, los programas de televisión o los artículos van a seguir dándoles por el culo. 

Qué bueno. Lo tenemos en Random House, muy, muy reocomendable.

·      Nº de páginas: 352 págs.
·      Encuadernación: Tapa blanda
·      Editorial: LITERATURA RANDOM HOUSE
·      Lengua: CASTELLANO
·      ISBN: 9788439731436

Alex Bleach, ángel caído del rock francés, ha muerto de una sobredosis en la bañera de un hotel. Toda una desgracia para sus fans, pero sobre todo para Vernon Subutex, antiguo vendedor de discos cincuentón que aún conserva el magnetismo de antaño. Bleach no era un simple amigo, era la persona que le pagaba el alquiler, y su muerte ha arrojado a Vernon a la precariedad. Sin trabajo, sin dinero, sin familia y sin techo, la vida de Vernon parece abocada a una espiral de desgracias. Solo le quedan las filmaciones que realizó el propio Bleach y que dejó en su apartamento a modo de testamento.
«He escrito Vernon Subutex tomando como punto de partida el miedo que la clase media tiene en Francia a perder su casa por falta de recursos. [...] Conseguir trabajo pasados los cincuenta años parece muy improbable, y vemos surgir una nueva forma de precariedad que afecta a gente que ha vivido socialmente integrada hasta la madurez, y que de repente ya no puede pagarse el alquiler.
»He elegido un personaje central que tenía una tienda de discos por varias razones. Primero, porque la industria del disco cristaliza sin duda el cambio de un siglo a otro [...]. Segundo, porque el rock me parecía una cultura capaz de definir cómo los sueños de una juventud se habían roto. [...]
»A través de este dispositivo era posible intentar contar cómo Francia ha acogido un liberalismo salvaje, cómo las ideas de la extrema derecha han entrado en nuestros razonamientos, adoptando la forma de un pensamiento "rebelde", y también contar cómo envejece la gente que había jurado, de joven, ser radical y rechazar la normalidad.»Virginie Despentes

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