Los libros se acumulan en mi mente, en mi
retina y en el universo paralelo que
recreo con cada uno de ellos; los leo y los dejo amontonados en mi biblioteca
particular, esperando el momento en que me decida a hablar de ellos. Son como
fantasmas que pululan por mi cabeza y me vienen, de vez en cuando, a recordar que
se merecen un pequeño lugar en este canon tan particular que he ido
construyendo con los años. Así es la lectura, una experiencia personal, un
recorrido propio por la intimidad recreada en los espacios de ficción reales de
nuestros autores, por la dimensión que, todos nosotros, lectores, conocemos tan
bien.
Vuelvo a Márkaris, evidentemente porque ha
vuelto a publicar, y como está entre los autores de mi panteón, pues devoro el
libro sin pararme mucho a pensar si tenía otros libros esperándome en la mesita
de noche; aquí debo ser sincero, siempre llevo varios libros al tiempo, cuando
me aburro, cuando no quiero navegar por la psique de tal o cual personaje, me
paso a otro autor. Siempre cuento con libros de relatos, el cuento me permite
desbordarme en la anécdota, una lectura eficaz que me traslada a un espacio
concreto, porque seguramente ahí está la explicación de lo breve, en que la
novela recrea espacios, situaciones y personajes, no necesariamente así, pero
más o menos, y el relato se concentra, te concentra, ¿será por eso que me
pierdo tanto en los cuentos?
A lo mío, vuelve Jaritos. Vuelve de una Grecia
en llamas, de una Grecia donde se ha tenido que bajar el sueldo a los
funcionarios, donde se ha tenido que ajustar el país a la Troika comunitaria. Adrianí
ha tenido que hacer malabares para dar de comer a la familia.
Sobre todo este
último año, he rozado mis límites, Kostas —me confiesa con un suspiro de
alivio—. No había manera de cuadrar las cuentas. Ir al mercado por las mañanas
se había convertido en mi calvario particular. No podía estirar más el dinero.
Si supierais cuántas veces habéis cenado sobras recocinadas, alucinaríais.
La trilogía de la crisis ha pasado, es posible
que este nuevo libro inicie otra trilogía, algo así como la trilogía de los
buenos tiempos, pero esos tiempos también son oscuros, siniestros, porque la
ética y la moral se ven amenazadas por la necesidad y, como siempre, Markarius
denuncia, a su manera, la superestructura que determina y designa el futuro de los
pueblos como si estos no fueran más que peones en manos de quienes realmente
gobiernan. Así llega el fenómeno de los populismos, de las recetas mágicas, del
engaño masivo a un pueblo no pensante, ajeno, preocupado por el consumo.
Nos quedamos todos con la boca abierta cuando
descubrimos qué significaban aquellas siglas: «PNC, Partido Nacional por el
Cambio». Y debajo formulaban por primera vez la pregunta completa: «¿Y si lo conseguimos?
Dadnos tres meses. Si no lo conseguimos, nos vamos». Nadie los tomó en serio…
Nuestro país es un conejillo de Indias, señor
comisario. A lo largo de la crisis, el experimento consistía en averiguar hasta
qué punto podían resistir un país y sus gentes a las crecientes privaciones de
todo tipo. Sucesivas bajadas de sueldos, recortes de las pensiones, recortes
hasta en las necesidades más básicas. Durante cinco años, seguimos el
experimento de la austeridad muy de cerca, año tras año, mes a mes, y llegamos
a la conclusión de que merecía la pena que también nosotros utilizáramos a
Grecia como cobaya. Aunque nuestro experimento es muy distinto.
Asesinatos, claro, pero conciencia social, reflexiones
sobre el futuro del país, sobre el movimiento de las empresas, su huida y su
retorno, sobre lo que son, en realidad, las naciones y sus habitantes, y los
que construyen a su antojo todo lo que nos rodea.
¡Gilipolleces! No hay empresa en el mundo que
esté dispuesta a perder dinero para contribuir a la recuperación económica de
ningún país. Y no está nada claro que las navieras vayan a tener beneficios.
Estas novelas con conciencia social rompen los
paradigmas clásicos de la novela policiaca, o de detectives más bien, no se preocupan
tanto de la vida ajetreada, tortuosa y vil del héroe dentro de su propio
laberinto, tanto Jaritos como Brunetti tienen una vida familiar con hijos, con
amigos, son funcionarios de los cuerpos públicos, servidores leales de la ley,
ciudadanos en un sentido griego de la palabra, ciudadanos porque son conscientes
de los problemas que importan, les preocupan, son conscientes de su papel en la
dinámica del poder, y eso, hace que formen un nuevo tipo de personajes
creíbles, no héroes ficcionales que proyectan las ambiciones y sueños de los
lectores. Son los Ulises de la novela policíaca, no los Aquiles, ya sabéis que
me encanta este símil, porque su viaje hacia Ítaca es un viaje de servicio
hacia un ideal de construcción de un país, bueno, de un país que ellos
imaginan, básicamente sin corrupción, imaginemos el reto.
La tenemos en Tusquets y aquí os
dejo datos que os interesan.
- Nº de páginas: 288 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
- Editorial: TUSQUETS EDITORES
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788490663851
En una
Grecia que, misteriosamente, empieza a experimentar una gran recuperación
económica, un funcionario de la Secretaría de Estado de Turismo aparece muerto
en su casa, atado a una silla y con un tiro en la cabeza. Todo apunta a un robo
que se torció, pero el comisario Jaritos no descarta que se trate de un ajuste
de cuentas. Cuando las indagaciones le llevan a descubrir que la víctima estaba
ligada a tráficos ilegales, los agentes detienen a dos inmigrantes que,
acusados del asesinato, confiesan que, efectivamente, intentaron perpetrar un
robo. El nuevo subdirector general presiona a Jaritos –como siempre, muy
escéptico– para que cierre el caso. Y entonces se produce un nuevo
asesinato: un famoso armador griego.
Después de la «Tetralogía de la Crisis», Márkaris desafía a un comisario Jaritos desbordado por los acontecimientos a resolver varios crímenes investigando por su cuenta y riesgo, poniendo en peligro su propia carrera en la policía, para esclarecer casos que demuestran que los «nuevos» poderes tienen al país atado de pies y manos.
Después de la «Tetralogía de la Crisis», Márkaris desafía a un comisario Jaritos desbordado por los acontecimientos a resolver varios crímenes investigando por su cuenta y riesgo, poniendo en peligro su propia carrera en la policía, para esclarecer casos que demuestran que los «nuevos» poderes tienen al país atado de pies y manos.
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