Seguimos disfrutando del verano y me decido por una novela mediática, es decir, una novela que viene avalada por la crítica y el público, incluso se ha vendido. A veces las editoriales hacen un enorme esfuerzo por hacerse con los derechos de tal o cual novela y, claro, han de intentar sacarle un rédito razonable. Cuando esto pasa existe un ejército mediático de críticos, articulistas y escribas que anuncian la buena nueva como si de un nuevo Quijote se tratara e, incluso, hacen sesudos análisis que pretenden elevar a obra de arte un ejercicio de escritura. Si nos fijamos lo que pasa con aquellos que no son escritores y se lanzan a la aventura, las críticas suelen decirnos que es una revelación, un talento oculto o cualquier otra ocurrencia, en el ínterin, ha vendido un montón de obras y ya hemos caído en las redes.
A mí me ha pasado
con esta obra. Busco las mejores novelas de 2016, las encuentro, me las leo y
añado al carrito de mis necesidades, entre otras, esta novela que os traigo. Si
soy sincero con vosotros también añadí a Berlín, por lo tanto, en paz.
Lo que me ha pasado
es previsible, no me gustan ni las autobiografías ni las biografías, de ahí el
mérito de El ruido del tiempo de Barnes. Es como si lo real rompiese el hechizo de lo
ficcional y lo convirtiese en algo previsible y aburrido. Ya sé que la realidad
supera a la ficción, pero qué le vamos a hacer, a mí me gusta más la ficción.
El resumen de la
editorial nos avisa de que el libro reconstruye la vida real e inconformista de
su madre y eso me hace sospechar en un ardid literario: la memoria se va a
mezclar con la ficción y los recuerdos se van a reconstruir para hacer una
novela, una verdadera novela. Sin embargo no es así. Lo real toma pulso y se
hace con los espacios de la novela, esa realidad es una fotografía presente a lo largo de toda la narración que va dejándose sentir por el peso de lo visceral y afectivo, por lo sentimental; no significa eso que sea un melodrama o que la autora manifieste desordenadamente sus sentimientos, en absoluto, significa que percibo un peso importante de lo vivido, el retrato de lo que fue. La trama, por lo tanto, se resiente de la perspectiva, aunque no significa, reitero, que carezca de interés la vida de una mujer que practicó la libertad sexual y el poliamor a principios del siglo XX.
Cuando trato de describirla para mí o para otros, vuelvo una y otra
vez sobre la palabra «autenticidad». Else era —en un mundo de autoengaño, de
disimulo y de hipocresía— tan auténtica y elemental como solo puede serlo una
criatura de la naturaleza...
Era la gran época de las mujeres, quienes, liberadas de
repente de las cadenas y convertidas en individuos autónomos, podían participar
del mundo de los hombres y manifestar sus sentimientos, sus pensamientos, sus
expectativas y necesidades, antes reprimidas o rechazadas. Se deshacían de sus
delantales y sus corsés, de su feminidad azucarada, su docilidad asexual, para
presentarse con vestidos sueltos y vaporosos, las rodillas al aire, boquitas
maquilladas en forma de corazón, y corte de pelo varonil: seductoras chavalas,
aligeradas de muchas cosas en el doble sentido de la palabra...
Y aunque más tarde se saltara los preceptos morales de su
generación, no lo hizo como consecuencia de una emancipación exhaustiva, sino
únicamente en el ámbito de la libertad sexual. Su talento e inteligencia
desaprovechados, toda su fuerza y vitalidad acumuladas, tenían, al parecer, una
sola válvula, que no era otra que la del erotismo y el placer...
¿y por qué no deberían haberse divertido? Eran jóvenes, exaltados, confiados, egocéntricos, enamorados de la vida, enamorados del amor. Habían vivido la abdicación del káiser, los avatares y dolores de parto de la República de Weimar, la inflación, el paro masivo, el crack económico...
Así que una vez situada la acción la novela pivota sobre la misma, sobre el deambular de una madre que fue libre, en cierto sentido, y que vivió una sexualidad moderna en un tiempo moderno a su vez: Por lo tanto la trama se recrea en ese bucle infinito de la narración por la narración, de la sucesión cronológica de un tiempo. La hija, la escritora, vive en su piel una doble dimensión de la madre: por una parte la experiencia vivida y recordada, poco fiable como se sabe; y por otro la referenciada a través del otro, del recuerdo alienado que intenta encuadrar en el devenir de la historia.
La novela tiene un cambio importante cuando llegan los nazis al poder, cuando se ven obligadas a exiliarse con ardides y vivir en la penuria de un país extranjero. Aquí la madre ha perdido la libertad sexual y se va convirtiendo en más madre, en alguien más preocupada por sus hijas y su hijo. Me parece la parte más entretenida, más oscura, más literaria, si puedo decirlo así, donde los sentimientos no son solo una pegajoso azúcar superficial y se convierten en algo más profundo: en contradicciones y conflictos, motor de algo, claro.
Esfuérzate, haz algo de ti, te juro que merece la pena. Mira cómo yo he desperdiciado mi talento y mi inteligencia durante toda una vida, y ahora estoy donde estoy. ¡Justa consecuencia!… exceptuando la enfermedad, pero incluso esta forma parte del todo. Aún tienes tiempo, además de muchas más posibilidades que las que tuve yo. Como mujer de mi generación, yo era algo nuevo, insólito y sospechoso.
Una novela, como he dicho, para el verano. La tenemos en Errata naturae y aquí os dejo datos de interés.
- Nº de páginas: 592 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
- Editorial: ERRATA NATURAE
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788416544134
La narración de
Angelika Schrobsdorff reconstruye la vida real e inconformista de su madre,
una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de
los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el
«excelente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro).
Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta
bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres
hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de joven:
vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que
amara. Ésta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de
independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer
al principio: el presente. Sin embargo, en la dura prueba del exilio, Else
encontrará una realidad nueva y reveladora tras una vida que hasta entonces ha
estado enteramente dedicada a las fiestas, los viajes y el amor.
Tú no eres como
otras madres es un «relato real», como
la Suite francesa de Irène Némirovsky, que nos sumerge por completo en
una vida extraordinaria y nos hace partícipes de toda su riqueza y exaltación,
revelándonos a través de esa existencia toda una época: los conciertos de
música clásica y las novelas de Stefan Zweig, los cabarets y la pintura
moderna, el nazismo y sus terribles leyes raciales… Así como tantos y tantos
personajes que existieron durante ese tiempo de irrepetible pasión y energía, y
que pasan por estas páginas fascinantes: soñadores, artistas, agitadores,
conspiradores, campesinos, espías, criados, intelectuales, falsificadores…
Medio millón de
ejemplares vendidos en Alemania, traducciones al francés, inglés, ahora
también al castellano… El aura y la fama de esta novela crecen. Algunos lectores
se preguntan cada poco si el presente puede ofrecernos libros a la altura de
los clásicos; pues bien, he aquí la respuesta, y no exageramos. Emocionante
gran literatura.
«Una novela
enormemente importante, necesaria y significativa». Johannes Mario Simmel, Frankfurter
Allgemeine Zeitung
«La madre como
puzle. Llena de compasión y admiración, pero con mirada crítica, Schrobsdorff
retrata a su madre —fascinante y fuerte y, al mismo tiempo, llena de
debilidades e incoherencias— y narra sus múltiples vidas. Una mujer que,
sin duda, no era como otras mujeres». Christa Maasen, Westdeutsche
Zeitung
«Un libro que no
puedes parar de leer». Peter Kastner, Schwäbische Zeitung
«¡Un libro que
conmueve!». Monika Decker, Kölner Illustrierte
«Las sinceras e inteligentes
descripciones generan un compasivo, pero nada sensiblero, retrato de una madre
que, gloriosa y trágicamente, no era como otras madres». Publishers
Weekly
«Hay mujeres a las
que nos hubiera gustado conocer. Mujeres como Else Schrobsdorff, combinación
de lo mejor que una cierta Europa, en un momento particular del siglo xx, pudo
ofrecer: el amor por las artes y la literatura, el disfrute de la vida, la
pasión por la libertad». Marianne Payot, L’Express Livres
«Un documento
conmovedor sobre el Berlín de entreguerras que ha tenido un éxito inmenso en
Alemania, y con razón». Ruth Valentini, Le Nouvel Observateur
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