jueves, 5 de mayo de 2016

Veneno de cristal, Donna Leon


Este tiempo de traducciones, informes y escrituras me deja agotado para leer, para comentaros y recordarme las tramas, las historias que no cesan en mi universo ficcional. Cierta tristeza me aborda aséptica, una tristeza cirujana que me mutila poco a poco. Leer es una necesidad, es un placer inagotable, una certeza de mundos relativos. Leer me genera, me energiza, me llena de estímulos que me hacen soportable la existencia hiperbólica que milito.

Cuando a estas alturas de mi vida me tomo entre las manos este tipo de libros, lo hago como un ejercicio de liberación, sé, positivamente, que me van a entretener, que van a conseguir que mi mente no se centre más que en Venezia, en los olores insoportables de algunos canales, en la miseria humana, en las pasiones literarias de Brunetti, es una certeza, un soplo, como si abriera mi habitación, de nuevo, a un mundo que me añora y al que he ido abandonando por vivir.
Vuelve a vosotros Brunetti, gracias a vosotras y a a él, gracias por estar siempre ahí, leyendo, actuando en el infinito de las páginas, en las letras que puedo volver a leer, que puedo imaginar sin esfuerzo. Gracias a la historia antigua, a los historiadores, a Dante, gracias a Paola, gracias a Patta, gracias a Murano, a los maestros del vidrio, a los artesanos, a los personajes que se difuminan, que abandonan el escenario sin causa ni sorpresa, gracias a los cambios de ritmo narrativo, a los guiños lectores, al engaño que Donna hace con cada nueva entrega.
Brunetti es él, claro, pero él, cada vez más él, más centrado en sí, más estereotipado, más previsible, reconocible, por lo tanto, auténtico. Brunetti escéptico, la acción militante, esta es la grandeza literaria, claro, militante como denuncia, reivindicando la sostenibilidad, denunciando los excesos, la contaminación, la corrupción absoluta de la política, la falta de escrúpulos, de conciencia colectiva, eso sí, dentro del marco incomparable de Venezia, de la ciudad de la laguna, de la geografía invariable de nuestro policía.
Brunetti nos guía por la investigación, y la novelista usa la trama para otras cosas. Él crea el caso, el caso aparece, el caso se resuelve; piensa, reflexiona, se encuentra. La escritora busca otra acción, una denuncia, un grito contra el abuso, contra las agresiones al medio ambiente. Dos novelas. La del personaje y la de la autora.

La experiencia y la lectura de la Historia habían llevado a Brunetti a creer que, con una presión lo bastante intensa, podías inducir a casi cualquier persona a confesar cualquier cosa. Por ello, él siempre había pensado que la pregunta realmente importante sobre el interrogatorio no era hasta dónde se podía presionar al sujeto para que confesara, sino hasta dónde estaba dispuesto a llegar el interrogador para conseguir la inevitable confesión.

Pero Venezia siempre presente, majestuosa, única en cada nueva entrega.
 
Y entonces vio algo que sólo había visto en fotografías tomadas a principios del siglo XX: las aguas del Gran Canal lisas como un espejo. Ni la más leve ondulación, ni una barca, ni un soplo de brisa, ni el roce de una gaviota. Se quedó extasiado, contemplando lo que habían visto sus antepasados: la misma luz, las mismas fachadas, las mismas ventanas con sus plantas y el mismo silencio vital. Y, hasta donde alcanzaba a ver el reflejo, todo tenía su doble.
 
Que sí, que la conciencia social sigue impoluta, militante, fresca y actual, ¿no es poco el mérito?

Pruebe usted de criar a dos niños con doscientos euros al mes, y ya me dirá. 
 
La podemos encontar en Seix Barral, y aquí os dejo datos de interés.

Nº de páginas: 304 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: SEIX BARRAL
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788432217852
2099 libros de Policiaca. Novela negra en bolsillo
¿Qué amenaza se cierne sobre las aguas de la laguna de Venecia? La aparición de un hombre muerto frente a uno de los hornos de fundición de una fábrica de cristal de Murano implicará al comisario Brunetti en una asombrosa trama en la que se mezclan la corrupción política y los delitos ecológicos. La víctima ha dejado pistas en un ejemplar de un libro de Dante, y Brunetti deberá adentrarse en el Infierno para descubrir quién es el autor del crimen y qué intereses ocultos se mueven en la isla de Murano.

Navegando por Venecia, caminando por callejones estrechos y en bares sombríos, Donna Leon nos descubre esa Venecia casi legendaria donde cualquier misterio es posible. Veneno de cristal es una obra fascinante, la mejor Donna Leon en su intriga más inteligente.

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