Como no puede ser de otra manera voy leyendo nuevos autores, escritores que se acercan al mercado y que yo, algo despistado, voy conociendo por casualidades. Los intelectuales de pro, las grandes mentes pensantes de la crítica dicen, en ocasiones, que la novelística actual es poco más que una mierda, ¡Oh! exclamo para mí, y pienso en los grafitis egipcios, romanos y sumerios, si los hubiera, en que se dice que los jóvenes son peores que sus mayores, ¡ja! Reconozco cierta tentación a pensarlo, quiero creer en el mantra burgués de que la recreación está en los grandes autores clásicos, que no fueron nunca jóvenes, claro, o no tan clásicos, pero remotos, tampoco fueron jóvenes, como si nos debiéramos anclar en literaturas lejanas, o no tan lejanas, pero de inequívoca pátina crítica. No sé, se me ocurre la perra con los siglos de oro, con la novelística decimonónica, con el novecentismo, con los autores de post guerra, con la revolución de los sesenta, ellos nunca fueron jóvenes, claro. Y yo adentrandome en los cincuenta, tan tranquilo, dejándome tentar por las formas, por las inteligencias, voluptuosidades y escrituras, ¿soy tan joven?
En fin, la autora que os traigo no es española, ni falta que hace, pero escribe en español que, para mí, es exactamente lo mismo. Veo que vive en Alemania, que es una escritora mimada, no me extraña, y que su libro ha sido todo un éxito de ventas, o al menos de lecturas. No sé si la fiebre argentina me ha entrado, pero también cojo entre las manos a Adolfo Bioy y me entretengo con La invención de Morel, mira que me he resistido a leerlo, pero algo en Samanta y en la lectura reciente de Cristina Fernández, me hace adentrarme en estos libros de intriga psicológica, de peripecias vitales, de viajes a los lados dimensionales.
Los lados dimensionales, la mecánica cuántica, los enredos del ser y la nada, o del ser sin ser, me traen de cabeza desde hace tiempo, de hecho quiero escribir algo sobre ello, pero no hay tu tía, no me concentro lo suficiente, así que me lanzo a la lectura, ávido de conocer el lado más oscuro e intrigante del alma: la posibilidad de ser en otras dimensiones, de existir independientemente de uno. Fijaros, el otro día me pasó lo siguiente, estoy durmiendo la siesta y abro los ojos, en ese preciso momento, la tele encendida, ¡que cruz! escucho nítidamente un diálogo. Cierro los ojos, me adormezco, al rato me despierto, abro los ojos y me pongo a seguir la película. A los cinco minutos se reproduce, exactamente la misma escena. ¡Joder, Jaume! ¿qué pasa aquí? Así que sin explicación recuerdo que hay otros lugares en donde habita la mente, seguramente he viajado y he repetido experiencia, o ¿será que me he adentrado en una nueva dimensión?
Si habéis entendido mi ejemplo, yo todavía no, entenderéis a la autora. La trama viaja sobre el límite de lo dimensional, mezclando lo real y la ficción, la intriga con lo intrigante. Es una novela bien construida, sólida. Su virtud es la brevedad, ¿para qué más si con poco cuenta lo que necesita?
Las claves de un buen relato radican en el lector, en su capacidad de jugar con lo escrito, de entenderlo y de adentrarse en ello. Alguna diréis, ¡una mierda, un buen libro es un buen libro! pues no, ¿para quién? ¿exite un gusto universal? ¡No me jodáis! Para nada, si el lector no es capaz de reconstruir lo dicho, no hay novela. Es igual que cuando construimos un enunciado perfecto, si el interlocutor no es capaz de descifrarlo, ¿hay algún tipo de comunicación? En todo caso hay enunciado, pero comunicación, va a ser que no. Lo dicho, deconstruyo y reconstruyo la acción, hago mía la historia, comprendo y, milagro, imagino un final que se produce, mierda, me digo, hubiera preferido que me engañara.
¿Qué es la distancia de rescate? Pues algo así como una distancia de seguridad, una distancia imperceptible que las madres establecen respecto a las hijas/os y que les hace percibir cualquier alteración en el espacio tiempo. Es un mecanismo imperceptible que estira desde el estómago y mantiene la alerta.
Lo llamo "distancia de rescate", así llamo a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería.
Esa es una de las claves, la seguridad que se rompe, la imposibilidad de controlar la vida de otra persona, porque nuestras hijas son de ellas mismas, seres independientes, ajenos en muchos aspectos.
El relato se centra en el triple diálogo entre la personaje, la segunda madre y el niño ausente que se convierte en una voz interior, en una voz en off que determina el devenir, que avisa.
¿Por qué sigue entonces el relato?
"Porque todavía no estás dándote cuenta. Todavía tenés que entender".
Y esta es la otra clave, la angustia, la inseguridad del cuerpo y de la mente, el dolor paulatino, el miedo, el monólogo interior convertido en diálogo espiritual, literalmente.
Me ha gustado, es francamente interesante, no os preocupéis por el final, ya sabéis que hoy en día hay cierta dificultad con el lector y hay que dejarle a huevo las tramas para que las entiendan. Ja. La tenéis en Literatura Random House; aquí tenéis datos interesantes.
Nº de páginas: 128 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: LITERATURA RANDOM HOUSE
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788439729488
Novela ganadora del Premio literario Tigre Juan 2015.
El campo ha cambiado frente a nuestros ojos sin que nadie se diera cuenta. Y quizá no se trate solo de sequías y herbicidas, quizá se trate del hilo vital y filoso que nos ata a nuestros hijos, y del veneno que echamos sobre ellos. Nada es un cliché cuando finalmente sucede.
Distancia de rescate sigue esta vertiginosa fatalidad haciéndose siempre las mismas preguntas: ¿Hay acaso algún apocalipsis que no sea personal? ¿Cuál es el punto exacto en el que, sin saberlo, se da el paso en falso que finalmente nos condena?
Samanta Schweblin ha escrito un relato extraordinario e hipnótico, urgente y perdurable, que logra mantenernos inevitablemente atrapados y sumergirnos en un universo ficcional estremecedor.
Reseñas:
«La novela ganadora lleva al extremo de la perfección dos técnicas literarias no siempre fáciles de armonizar: la tensión dramática y el estudio psicológico... Samanta Schweblin extrae la lección de los grandes maestros de la invención y la observación a partes iguales, para conseguir una voz y una mirada llamadas a perdurar.»
Palabras del Jurado del Premio Tigre Juan 2015 al otorgarle el galardón a la novela
«Samanta Schweblin es una de las voces más prometedoras de la literatura moderna en lengua española. No tengo la menor duda que esta narradora tiene una carrera brillante por delante.»
Mario Vargas Llosa
Aclamada por la crítica:
«Una implacable máquina de relojería narrativa capaz de mantener el vilo al lector, al extremo de arrebatarle la respiración, en poco más de 120 páginas. [...] de cuya descarga eléctrica ningún lector podrá librarse.»
El Mundo
«Breve y estremecedora, magistralmente escrita.»
Marie Claire
«Tras leer a Schweblin es difícil no sobresaltarse cuando, en la mesa de al lado, se produce un movimiento brusco.»
La Vanguardia
«Primera novela de una genial cuentista [...] avanza magistralmente sobre ese efecto acumulativo de ansiedad que provoca en el lector.»
La Nación
«Domina como pocos el tono, las voces de sus personajes, el ritmo [...] Insisto, las voces, el compás, el lenguaje... Todo es insólito, todo es necesario.»
Cuaderno
«La mecha está encendida. [...] Un excepcional relato de 124 páginas que aglutina la fascinación y el espanto ante el "trueque" de espíritus en otros cuerpos, [...] que replican en un espejo deforme la inquietante coincidencia del drama de dos madres con sus respectivos hijos.»
Página 2
«Magnífica nouvelle [...]. Rastrea la pesadilla que late en las herencias familiares y sociales, en la maternidad y su pulpa irracional [...] acaba siendo muy original aunque no tendría por qué serlo, y logra todo lo que se propone.»
El Cultural
«Una escritora mayúscula, original, envolvente y profundamente adictiva. Genial...»
La opinión de Málaga
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