Os dije, recientemente, que me había propuesto leer a varios nuevos novelistas. En mi camino hacia la modernidad, dejo mi espíritu anacrónico y cual Gulliver, me adentro en los mundos imaginarios de lo contemporáneo. Miro a los ojos al ordenador y le pregunto quiénes son los nuevos talentos, él, sabio, me responde, me emite un montón de críticas, valoraciones, blogs, revistas especializadas y, pienso, vaya tela, ¿cómo podemos luchar contra esto?, es más ¿hemos de luchar contra esto?, o lo que es peor, ¿podemos luchar contra esto? Y como las respuestas no me satisfacen comienzo a elegir, a separar la paja, a intentar no equivocarme. Le pregunto por los mejores libros de 2015, los mejores de 2014, me asusto de nuevo, pero decido elaborar un ranking estadístico, objetivo y democrático, claro, pienso, estoy acojonado, faltaría, los ebookers copan muchas listas, les mola el manga, los libros fantásticos, las novelas animadas y otras mil formas que desconozco, o que, directamente, no me interesan, así que mi trabajo se parece a una tesis doctoral, a una lectura crítica y sesgada, demasiada información.
Pero bueno, tengo un estado de satisfacción razonable, los libros que he elegido parecen suscitar elogios unánimes, al menos estadísticamente relevantes, por ejemplo en el que os traigo leo "Shuhrkamp, Hogarth Press (que pagó la friolera de 500.000 dólares) se hizo con el manuscrito que hoy está en 27 países..." ¡Toma ya!, me emociono, ¡Viva la literatura patria! Dominamos el cibermundo, la mercadotecnia mundial, porque me imagino que es mucho dinero, que la categoría literaria del libro debe ser la hostia desconocida. ¡Qué emocionado estaba! Voy a leer, por fin, literatura de la buena, no esos best sellers sajones con los que nos engañan vilmente y que, claro, son pura mierda literaria, ¡vamos a comparar! Esto es literatura de primera magnitud, que es patria.
Dejándome de chorradas, lo leo a gusto, me río. Para mí no deja de ser un ejercicio pijo de reconocer la muerte, de aceptar que somos eso y que en eso nos convertiremos. El ejercicio es inteligente, no esperaba menos, es inteligente porque combina lo autobiográfico, al menos lo autobiográfico literario, con lo real. Nos podemos imaginar a la madre fallecida, las contradicciones que vivió junto a su hija, las penas y alegrías que esta vivió con la madre y como, a través de la aventura personal en Cadaqués, ella se reconcilia con elementos de su pasado reciente, y con la muerte presente de la madre.
Que alguien no sepa que mi madre ha muerto me parece tan inverosímil como que alguien no sepa que la tierra es redonda...
Me hubiese gustado morir contigo, en la misma habitación, en el mimsmo instante, y no a la maána siguiente, cuando tú estabas muerta.
Que alguien no sepa que mi madre ha muerto me parece tan inverosímil como que alguien no sepa que la tierra es redonda...
Me hubiese gustado morir contigo, en la misma habitación, en el mimsmo instante, y no a la maána siguiente, cuando tú estabas muerta.
Hay ocasiones que la trivialidad del carácter, esa aparente superficialidad me exaspera, pero pienso, debe ser lo moderno, debe ser lo que toca, las confluencias del poliamor, la amistad, las nuevas relaciones personales que se deslizan por cada una de las páginas del libro. En ocasiones parece supervivientes, es broma, pero sí que se asemeja al lenguaje televisivo, fresco, eso es, buscaba la palabra, fresca, pero elegante, tiene el aroma salobre de la Costa Brava, ¿Cadaqués es la Costa Brava? La generosidad espontánea del niño bien, no sé, hay algo familiar que hace que leas la novela como si fuese eso, la de una hermana pequeña, traviesa, desconcertada e insumisa.
Siempre he pensado que los que dicen «te quiero mucho», en realidad te quieren poco, o tal vez añaden el «mucho», que en este caso significa «poco», por timidez o por miedo a la contundencia de «te quiero», que es la única manera verdadera de decir «te quiero»
Siempre he pensado que los que dicen «te quiero mucho», en realidad te quieren poco, o tal vez añaden el «mucho», que en este caso significa «poco», por timidez o por miedo a la contundencia de «te quiero», que es la única manera verdadera de decir «te quiero»
Pero no os dejéis engañar, estoy intentando dar ese mismo aire a mi comentario, lo hago para recordarme a mí mismo que esta literatura es también necesaria, que es imprescindible, sin embargo no es lo que esperaba, tampoco os voy a engañar. Sus golpes ingeniosos que te impactan, no ocultan cierta inconsistencia en la trama. Sí, lo he dicho, el libro es desenfadado, fresco, lúdico, utiliza el duelo como anécdota administrando el dolor como administra su propia vida la protagonista; sí, hay algo pijo y elitista en las relaciones, en el concepto de libertad y de ser que no resulta incómodo; que sí, que trata el dolor y la rabia con levedad y el ajuste de cuentas emocional consigo misma, porque siempre es consigo misma, como un pícnic en la arena de la playa. Todo esto es cierto, pero, para mí, es una novela más.
Es totalmente distinto vestirse para un hombre en particular que para todos los hombres en general, o para nadie, que es para quien me visto yo últimamente...
A veces, envidio un poco la amistad masculina, vista desde fuera, parece un camino más llano y sencillo que la amistad entre mujeres. Lo nuestro es como un noviazgo eterno, accidentado, intenso y pasional, mientras que lo de ellos se suele parecer más a un matrimonio bien avenido, sin grandes emociones tal vez, pero sin grandes altibajos...
Lo digo con la frivolidad y la ligereza con la que suelo hablar de las cosas importantes y graves.
Me parece interesante cómo trata el sexo, tanto follar debe desgastar, tanto follar debe obedecer a un trauma lingüístico, follar, follar, follar, dicho así, tantas veces, ¿no pierde su potencia deconstructiva? Pero sí, el sexo, como decía, aparece como justificación constante ala trama, como una necesidad de autoafirmación no siempre necesario.
Óscar es un firme defensor de los poderes curativos del sexo, uno de esos hombres de temperamento vital y salud vigorosa, que opinan que no hay desgracia, disgusto o decepción que el sexo no pueda arreglar. ¿Estás triste? Folla. ¿Te duele la cabeza? Folla. ¿Se te ha estropeado el ordenador? Folla. ¿Estás en la ruina? Folla. ¿Se ha muerto tu madre? Folla...
La fuerza física de los hombres sólo debería servir para darnos placer, para estrujarnos hasta que no quede ni una sola gota de pena ni de miedo en nuestro interior...
Le sonrío y, al cruzarnos, susurra «Adiós, Cenicienta». Pienso que tal vez podría pararme y proponerle ir a tomar algo (y emborracharnos y contarnos nuestras vidas con entusiasmo y a trompicones, y rozarnos distraídamente las manos y las rodillas, y mirarnos a los ojos un segundo más de lo correcto y besarnos y follar precipitadamente en algún rincón del pueblo como cuando era joven, y enamorarnos y viajar y estar siempre juntos y dormir apretados y tener un par de hijos más y, finalmente, salvarnos), pero sigo caminando sin darme la vuelta. Si los hombres supieran la cantidad de veces que las mujeres nos pasamos esta película, no se atreverían ni a pedirnos fuego...
No follo con nadie como contigo.
Como siempre la podéis encontrar en Anagrama, y aquí tenemos datos que os van a interesar.
ISBN 978-84-339-9788-3
PVP SIN IVA 16,25 €
PVP CON IVA 16,90 €
NÚM. DE PÁGINAS 176
COLECCIÓN Narrativas hispánicas
Cuando era niña, para ayudarla a superar la muerte de su padre, a Blanca su madre le contó un cuento chino. Un cuento sobre un poderoso emperador que convocó a los sabios y les pidió una frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras meses de deliberaciones, los sabios se presentaron ante el emperador con una propuesta: «También esto pasará.» Y la madre añadió: «El dolor y la pena pasarán, como pasan la euforia y la felicidad.» Ahora es la madre de Blanca quien ha muerto y esta novela, que arranca y se cierra en un cementerio, habla del dolor de la pérdida, del desgarro de la ausencia. Pero frente a este dolor queda el recuerdo de lo vivido y lo mucho aprendido, y cobra fuerza la reafirmación de la vida a través del sexo, las amigas, los hijos y los hombres que han sido y son importantes para Blanca, quien afirma: «La ligereza es una forma de elegancia. Vivir con ligereza y alegría es dificilísimo.» Esta y otras frases y el tono de la novela, tan ajena a cualquier concesión a lo convencional, evocan aquella Bonjour tristesse de Françoise Sagan, que encandiló a tantos (y escandalizó a no pocos) cuando se publicó en 1954. Todo ello en el transcurso de un verano en Cadaqués, con sus paisajes indómitos y su intensa luz mediterránea que lo baña todo.
Milena Busquets transforma en literatura vivencias personales y partiendo de lo íntimo logra una novela que rompe fronteras y se está traduciendo con inusitada rapidez a las principales lenguas, como el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el portugués. Y lo logra porque a través de la historia de Blanca y la enfermedad y muerte de su madre, a través de las relaciones con sus amantes y sus amigas, combinando prodigiosamente hondura y ligereza, nos habla de temas universales: el dolor y el amor, el miedo y el deseo, la tristeza y la risa, la desolación y la belleza de un paisaje en el que fugazmente se entrevé a la madre muerta paseando junto al mar, porque aquellos a quienes hemos amado no pueden desaparecer sin más.
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