domingo, 14 de febrero de 2016

La habitación de Nona, Cristina Fernández Cubas


"Seis extraordinarios relatos de la mejor cuentista de la literatura española actual" Y claro, ¿quién no se lanza a tomar el libro entre sus manos después de leer esto? Lo mío con los relatos es un vicio, me abducen sin remedio y me entrego a sus caricias sin esperar al mañana. Los relatos sintetizan el mundo y  lo hacen soportable, lo adensan haciéndolo sencillo en pequeñas dosis de literatura. Después de estas cursiladas vuelvo al origen de esta entrada. La mejor, vaya tela. Porque una afirmación de este calibre tiene que acojonar, me imagino a Cristina diciéndose en su casa, "vaya telita, ahora soy la mejor, no buena, no importante, no sobresaliente o imprescindible, no, soy la que sobresale, la que acapara, la que hace que los libros se vendan solos" Y eso, convendréis conmigo, acojona pero que mucho, demasiada responsabilidad para alguien que escribe. 

La industria editorial es eso, una industria editorial, que sí, que muchas veces acierta con grandes libros, si no no hubiéramos tenido en nuestras manos tal cantidad de obras maravillosas, hace su papel, claro, pero es industria. Una industria necesita de un producto que tenga demanda y que esa demanda sea satisfecha por el contenido de la oferta. Si la mayoría de lectoras son mujeres, pues haremos la literatura que quieren, si hay mercado para el sado, pues crearemos libros para satisfacer ese deseo, si hay un grupo de jóvenes encantados con la fantasía y las ucronías en general, pues a por ellos, si la televisión ha creado una necesidad, pues la plasmamos, si admiramos a un personaje, lo biografiamos, si aún hay alguien que desee leer por el arte de leer y el gozo de la literatura, bueno, en este caso son menos, algo tendremos que inventar para que nos compren los libros, ¿o no? Así pues la industria ya tiene su oferta y demanda, correcto, ahora a buscar cómo llegar a los mercados donde la competencia fue feroz, y digo fue porque ahora todo está en manos de una, siendo optimista, dos o tres editoriales que controlan ese mercado y satisfacen los gustos de los lectores. Así que pasamos al márquetin, pasamos a crear necesidades, a decirte dónde buscar lo que va a satisfacerte, ahí estamos nosotros, nuestras televisiones, nuestros críticos, nuestros diarios, nuestros programas de televisión, ahí va todo lo que tengo para hacerte feliz, ahí tengo a los trabajadores de las redes sociales, los perfiles controlados, todo, todo lo que necesitas, "baby" te lo voy a dar para tu disfrute y amor.
Y os preguntaréis, ¿qué coño me cuentas, Jaume? Pues no lo sé muy bien, pero con casi trescientos libros comentados, a vueltas con el canon, reflexionando en el cómo y cuándo se origina, el quién me fascina, por eso voy construyendo este canon tan particular, particular por propio, donde navego por este mundo de los mass media en que el lector es un factor más de la literatura, un consumidor que ha de ser satisfecho en este mundo medieval y pos tecnológico a un mismo tiempo. Así que sin pensar mucho más me dejo llevar por el márquetin y me adentro en la lectura de los seis fantásticos relatos.
No lo son siéndolo, ¡toma! Porque no son fantásticos en el sentido de extraordinarios, son relatos cómodos, algo ingenuos y con una hábil mezcla de adolescencia y misterio, inteligentes y adaptables a muchos tipos de lectores. Pero sí son fantásticos, en su género, porque juegan con la ambigüedad de la realidad y  nos muestran una trama lineal que se rompe abruptamente para dar paso a la emoción y al impacto en el lector.
La Habitación de Nona es el primero. Como he dicho los cuentos parecen inocentes y siguen un patrón clásico de anclaje del lector: presentación de la acción, desarrollo amable con cierta inocencia sensiblera, y truncamiento. El truncamiento funciona como ruptura porque el escritor puede mostrar lo inesperado después de haber creado un marco estable de perspectivas. Aquí, una chica con síndrome de Down recrea un espacio ficcional junto a una hermana que puede no ser lo que esperamos de ella.

Supongo. Todo lo que ocurría en el interior del dormitorio es un suponer. Yo a menudo golpeaba con los nudillos, empujaba la puerta, a veces casi al mismo tiempo que golpeaba con los nudillos, y lo único que lograba sorprender era la cara transfigurada de Nona, perdida o soñadora, como si no estuviera allí, en su cuarto, sino a miles de kilómetros o más. En otro planeta.

Hablar con viejas: ¡Qué amable lectura! Hasta un desenlace que podemos leerlo en su literalidad o con un sentido social. Me explico. Si hacemos una lectura lineal nos dejamos llevar por el suspense, por el truncamiento, por lo inesperado y nos quedamos con lo terrible, con lo sádico, con la violencia y el mal, pero siempre hay otra lectura; me imagino a la mujer violentada por el peso de la madre, por el peso de la sociedad que la relega  a un papel de sumisión, de mero juguete ante el macho salvaje y obsceno. (La verdad, lo digo por buscar alternativas de lectura, seguro que no es así ni por asomo, pero es así desde hoy mismo, desde el mismo momento en que lo habéis leído y no podéis ver este relato de otra manera, tremendo) Recuerdo en la distancia a Stephen King.

Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Descorrió enérgicamente las cortinas y el tintineo de las anillas se confundió con sus últimas palabras. «Aquí… Conmigo». A Alicia se le nubló la vista. ¿Qué era aquello? Tuvo que apoyarse en el respaldo de una silla para no caer.

Interno con figura. Me ha gustado y busco una palabra para definirlo, pero no hace falta, para nada, o sí, ¿desenfadado? ¿Muy elaborado? La sencillez es característica de su trabajo. ¿Inquietante? El escritor protagonista, afán por definir el acto de creación, la propia fantasía, sus elucubraciones.

«Quieren matarla». Y ahora soy yo quien, emulando a la monitora, cambio el sujeto verbal y se las atribuyo a ella: «¡Quieren matarme!». Eso es lo que nos estaba diciendo entonces y nos repiten ahora sus ojos redondeados por el espanto. ¿O es estupor? Me gustaría leer los pensamientos de Caperucita. Averiguar si cree que lo que acaba de presenciar es un mero percance, un intento fallido de asesinato, o una fatal advertencia. Aunque en realidad poco importa. Tal vez el crío pecoso se ha lanzado imprudentemente a la calzada, sin mirar, sin calibrar el peligro. Lo que cuenta es el susto.
Pero, ¿cómo reacciona el supuesto lector?

El final del Barbro. El amor es intrigante, igual que la cizaña y la venganza de la indiferencia.

Una de nosotras, de pequeña, descubrió la posibilidad de mirar sin ver.

La nueva vida. Es un relato que más me ha gustado, tiene cierta tendencia al melodrama, como esa novela sentimental del XIX, pero la historia es interesante porque cuando alguien a quien hemos amado se esfuma la vida debe reubicarse en el espacio tiempo, en “las ondas gravitacionales”, y eso es difícil.

Lo acababa de ver. A Él. El hombre que había abandonado este mundo hacía casi ocho meses. El hombre con el que había compartido toda una vida…
 «Pasado, presente», recordó. «No hay pasado, no hay presente…». El presente se había asomado hoy a su pasado. O al revés, retazos del pasado habían aflorado en su presente… 
«¿Cómo pueden haberme olvidado?».

Días entre los Wasi-Wano. Es como si viera alguna película de fantasía como Jumanji o Arthur y los Minimoys, no porque sea así, no, pero leía y me venían a la cabeza, las relacionaba sin tener mucho que ver, porque trataban de alguien que vivía en la fantasía real de la aventura, en la otra realidad dimensionada de las palabras y de las historias contadas, como si fueran cercanas, comunicantes.

añadí un interrogante a Wasi-Wano (porque sólo sabía de ellos que nadie sabía nada de ellos)…
A menudo los Wasi-Wano son un estado de ánimo.

Es un libro interesante, en ocasiones logrado, al menos consigue sorprender al lector. Lo publica Tusquets y aquí os dejos datos de vuestro interés.


Nº de páginas: 192 págs.
Editorial: TUSQUETS EDITORES
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788490660751

Una niña siente una envidia creciente hacia su hermana Nona a quien todo lo que le ocurre es “especial” y, lo que es peor, le ocurre a escondidas. Una mujer al borde del desahucio confía en una benévola y solitaria anciana que le invita a tomar café. Un grupo escolar comenta un cuadro, y de repente alguien ve en él algo inquietante que perturba la serenidad del momento. La narradora se aloja en un hotel madrileño y al salir vive un salto en el tiempo… Cristina Fernández Cubas revisita la infancia y la madurez, la soledad y la familia, la cotidianidad de nuestras casas y nuestras ciudades y nos descubre que en todos ellos tal vez aniden inadvertidos el misterio, la sorpresa y el escalofrío.



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