Por
fin me hago el ánimo y me pongo a escribir. Confinamiento,
cuarentena, aislamiento social, distancia de seguridad, medidas de
seguridad, miedo, respeto, distopía, ficción, responsabilidad,
amistad, reflexión, amor, odio, temor, pandemia, OMS, redes
sociales, compañeros, alumnado, profesorado, sanitarios, héroes,
barrenderos, histéricos, sentido común, filosofía, literatura,
supermercados, cajeras, reponedores, repartidores, transportistas,
trabajadores del campo, gente de la limpieza, distribuidoras, fuerzas
de seguridad, ejército, letras, series de televisión, películas,
prensa, silencio, aire, lejía, mascarillas,plataformas, correo
electrónico, plantas, vecinos, ocho de la tarde, precaución y
libros. Podría hacer la entrada solo con palabras que me dicen algo,
que adquieren estos días algún significado para mí. También
podría hacer un diario de la cuarentena, aprovechar el blog para
decir y hacer, reflexionar o cualquier cosa que ayudase en el
confinamiento. Pero decido seguir hablando de libros, instalándome
en la normalidad anómala, extraña, increíble. La naturaleza ha
decidido parar, y nosotros también,obligados, sí, pero leyendo, no
deja de ser ese placer del que tanto os hablo.
Vamos
a ver. Léxico familiar, el título es muy atractivo, me llamó
desde el principio y, a falta de exigencias, pues me puse a ello. El
libro relata la vida, la familia, los temores y pasiones de una
familia italiana, algo como un diario de la cuarentena, (no es un
diario) pero diferido en el tiempo, y por eso sé que no quiero
escribir yo el mío propio. El diario de batalla, de vida, se
configura a partir de las anécdotas triviales que salpican lo
cotidiano, a partir de leves momentos que, esa es su finalidad,
pretenden construir un cuadro auténtico de lo que realmente fue una
vida. Yo soy escéptico respecto a esto, no sé qué aporta, lo
superficial, los cotilleos, los resquicios amables de la memoria no
me interesan, sin embargo el intento de sinceridad de los autores,
cuando se decantan por este género, me enternece, y lo hace porque
hay algo de narcisismo en el hecho de creerse, aunque solo sea por un
segundo, que han podido reflejar algo real de sus vidas. Reconozco
que la verosimilitud sí que está presente, es creíble, cierto, y,
en muchas ocasiones, es capaz de trascender lo cotidiano y reflejar
pensamientos de mucho calado, inteligentes y perspicaces.
Eso
no significa que no me haya gustado. Me ha gustado,, es fresca, es
dinámica y entretiene, no deja de ser esto una finalidad de la
literatura. Me gusta mucho el amor que hay siempre tras las
descripciones de un padre malhumorado, esa caricatura que produce una
recompensa íntima y que el lector identifica con un cascarrabias,
pero siempre desde la ternura y la mirada de la hija.
Cuando
Alberto tenía un examen, mi padre se ponía de pésimo humor desde
por la mañana. "¡Me hará quedar fatal!¡No ha estudiado
nada!", decía a mi madre. "¡Espera,Beppino!- respondía
ella-.¡Espera!Todavía no lo sabemos."/"Ha sacado
un diez", le decía mi madre a mi padre. "¿Un diez?-se
enfurecía-.¡Un diez!¡Se lo han dado porque es mi hijo!¡Si no
fuera mi hijo le habrían suspendido!"
La
vida transcurre en la Italia fascista, con Mussolini, con la guerra
siendo judíos, pero es un libro más bien familiar, más centrado en
el devenir propio de una familia que el dolor. Es cierto que narra
escenas de resistencia, de lucha, de activismo político, de dolor,
pero dentro del marco canónico de lo cotidiano. Así, ella
evoluciona, crece, se enamora y se casa, llega a la vida adulta con
todos los aderezos de la burguesía que parece criticar; siempre me
fascina el activismo político de la burguesía comunista y su
anhelo, real, de vivir como un burgués, es muy interesante.
También
había descubierto el dinero: no es que me hubiera vuelto avara -he
sido siempre una manirrota como mi madre-, pero detrás de las cosas
había identificado la presencia del dinero como una cansada y
tortuosa complicación que, siguiendo el rastro de los treinta
céntimos, podía llevar quién sabe dónde, a qué destino ignoto.
Lo
que decía, hay ocasiones en que los problema entran de lleno en la
novela como la fuga a Suiza de su hermano o la muerte. Este fragmento
sobre la guerra me ha gustado.
Pero
cuando ya todos pensaban que al fin y al cabo se las habían
arreglado con poco y que no habría cambios, casas destruidas, fugas
ni persecuciones, de pronto comenzaron a explotar bombas y minas por
todas parte,las casas se derrumbaron y las calles se llenaron de
escombros, de soldados y de prófugos. Ya no había nadie que,
haciendo como que no pasaba nada, pudiera cerrar los ojos, taparse
los oídos y esconder la cabeza debajo de la almohada. En Italia la
guerra fue así.
Así
la novela sigue su devenir mostrando, ese es su mérito, mujeres
fuertes, de su tiempo, describiendo su inteligencia, su saber hacer,
su perspicacia. Existen pensamientos notables que me parece oportuno
traeros en estos tiempos extraños, pensamientos que resumen qué es
la vida, la muerte y el dolor.
En
cambio, después de la guerra, el mundo se presentaba enorme, ignoto
y sin confines. Mi madre sin embargo volvió a vivirlo como pudo.
Volvió a vivirlo con alegría, porque tenía un carácter alegre. Su
espíritu no sabía envejecer y no conoció nunca la vejez, que
consiste en quedarse humillado en un rincón llorando el
desmoronamiento del pasado. Mi madre asistió sin lágrimas al
desmoronamiento de su pasado y no llevó luto por él.
En
Lumen.
Título:
Léxico familiar
Autor
(es): Natalia Ginzburg
Traductor:
Mercedes Corral
Sello:
LUMEN
Precio
sin IVA:9.91 €
Precio
con IVA: 11.99 €
Fecha
publicación: 02/2016
Idioma:
Español
Formato,
páginas: eBook, 272
Medidas:
145 X 211 mm
ISBN:
9788426403216
EAN:
Temáticas:
Biografías
Colección:
Narrativa
Edad
recomendada: Adultos
«Aunque
esté basado en hechos reales, me gusta pensar que Léxico
familiar va a leerse como una novela, pidiéndole a este libro
todo lo que solemos pedir a la ficción.» Así se expresaba Natalia
Ginzburg hablando de este magnífico texto que cuenta su infancia y
su juventud, y donde aparecen los nombres reales de parientes y
amigos, entre ellos Cesare Pavese y Elio Vittorini.
Léxico
familiar habla de los Levi, una familia judía y antifascista que
vivió en Turín, en el norte de Italia, desde 1930 hasta 1950.
Natalia era una de las hijas del profesor Levi y fue testigo
privilegiado de los momentos íntimos de la familia, de ese parloteo
entre padres y hermanos que se convierte en un idioma secreto. A
través de este léxico tan peculiar vamos conociendo al padre y a la
madre de Natalia, unas personas que inundan de vitalidad el libro;
veremos también a los hermanos de la autora, a su primer esposo, a
políticos de gran valía y a muchos de los intelectuales que
animaban las tertulias en estas décadas tan importantes del siglo XX
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