Estamos
en verano tomando elsol y dejándonos salpicar por niños salvajes
que se lanzan como kamikaces profesionales al agua. Da igual dón de
estés, da igual dónde te pongas, da igual las prevenciones que
tomes, es indiferente, son capaces de alcanzart, en ocasiones,
acompañados de padres con cara de satisfacción angelical. Así que
me queda poco por hacer, no sé, leer, adentrarme en mi mismidad y
ver el horizontes con y sin nubes. Poco más. En ocasiones miro las
copas de los árboles o leo algún artículo que me envían por
whatsapp, pero me he quedado sin datos, así que me refugio en Wolfe
y en el Ángel que nos mira o Entre los visillos de
Martín Gaite, en Factotum, será mi próxima entrada,
acabo Cheever, también a Mallo, también Aixa de la
Cruz, pero seguro que ya lo había dicho, os lo había contado,
pero esta molicie ancestral se apodera de mi cerebro no puedo
activarlo ni con las proverbiales salpicaduras de esos ángeles que
se bañan como si no hubiera mañana.
¿A
ti te han rechazado en alguna ocasión? Claro, hemos de ser honrados
y reconocer en voz alta que hemos, todos, sido rechazados en alguna
ocasión. Un amor adolescente u otoñal, un trabajo, una posible
amistad, no sé, pero debemos convenir que es extraño, porque ser
rechazado implica pensar que no somos o servimos para algo concreto y
que quien nos rechaza es un maestro, precisamente, en el campo en que
nos movemos. Pero no es así. Es como pensar que un ministro de
economía, necesariamente, entiende los movimientos mundiales del
comercio o que los vaivenes de las guerras comerciales son un libro
abierto para su entendimiento; podemos pensar que, además, el
entrenador de fútbol de nuestro hijo, vástago sin par, es un Di
Stefano y nada más alejado de la realidad. No os digo nada de
los rechazos amorosos de nuestros amados imagiinarios oreales, o de
los desprecios en el trabajo, con la familia o en la calle, mucha
gente se gusta cuando nos mira por encima del hombro y,
lamentablemente, creemos que por algo será, que es superior a
nosotros. Reitero, no es cierto, o sí, pero no podemos caer en la
tentación de la conmiseración autoimpuesta, hemos de perseverar en
lo que creemos. Ahora bien. Igual no valemos como escritores, me lo
digo todos los días.
Secuelas
de una larguísima nota de rechazo. Larguísima, al menos medio
folio, al menos la molestia de explicar las razones por las cuales
no se aceptan los relatos. Bukowski se queda pasmado,
reacciona casi con placer masoquista cuando Whit Burnett le
rechaza, no con un impreso estándar,no con un “Lo sentimos,
pero no tiene la suficiente calidad”, “lo sentimos, pero
no se ajusta exactamente a nuestra línea editorial”, sino con
un “Probablemente publiquemos algo suyo en alguna ocasión,
aunque no sé cuándo exactamente. Eso depende de usted”. Y
abre la puerta a la magia, a la realidad, depende de usted,
que se puede interpretar como un “adáptese a la industria
editorial”, diga algo propio, con voz auténtica, hágase ortodoxo,
escriba como Hemingway o Miller,
sea otro. Pero Bukowski nunca sería otro,nunca se dejaría
arrastrar por la adaptación a lo esperado, sería un borracho,
escribiría como un borracho, un jugador, como un factotum que
busca tiempo para poder escribir, y, finalmente, aparecer en alguna
revista. Yo también tengo alguna nota de rechazo, pero no hice algo
que sí que hizo nuestro autor, ser perseverante y renunciar a todo,
aunque en realidad, ¿No he renunciado a todo?
Este
es el primer relato que publicó en Story Magazine con 24 años
en 1944 con el título de Aftermath of a lengthy rejection slip.
Lo bonito es que viene en una edición con ilustraciones de Thomas
M. Müller, Podemos observar
elementos que aparecen en todos sus relatos, realismo sucio,alcohol,
sexo trivializado, mujeres marginales, hombres marginales, juego,
suciedad, una sociedad en decadencia. Es tan absolutamente impropio,
tan incorrecto políticamente que no puedo evitar ser seducido. Me
interesa la figura de la mujer, su superficialidad y su laxitud
sexual para el estándar burgués de la época (¿de la época?) esta
aparece como objeto
del deseo, algo que se usa. En este extremo tengo contradicciones en
la interpretación. En otros relatos manifiesta que a fulanita
o menganita las
violaría, las acosaría, pero suele ser dentro
de ambientes en que los actores son borrachos, ellas incluidas, y no
puedo dejar de ver, es una interpretación arriesgada, una mujer
autónoma, al menos tanto como lo puede ser un escritor alcoholizado,
dueña de su sexualidad y de su vida, de sus deseos. Evidentemente se
abandona un punto de vista puritano que censura cualquier
comportamiento disruptivo en lo público. En
este la virtud debe someter
las acciones, por eso los ecos del heteropatriarcado opresor me
chirrían,
más
bien observo
una angustia ante un mundo
lineal, porque nuestro autor es mucho más lineal de lo que podemos
pensar, un grito sistémico contra las reglas en un intento de
transcender lo cotidiano en la obscenidad de lo cotidiano,sí, mucho
más que una misoginia que soy incapaz de ver, veo, en todo caso, un
desinterés manifiesto por el género humano, sí, por lo humano, y
una reivindicación de un nihilismo militante y real que rompa la
estructura normativa. Me gusta cuando sintoniza la radio para
escuchar música clásica.
Entré
en la cocina, me senté en el rincón del desayuno, bajé la mirada y
comencé a examinar las flores del mantel. Intenté arrancarlas
rascando con una uña. Ya resultaba suficientemente duro compartir el
amor de Millie con el vendedor de queso y con el soldador.
Así
que nos encontramos todos los ingredientes de un buen relato: trama
sencilla, desarrollo centrado en un aspecto y resolución. Todo con
el proceder Bukowski, sencillo, directo y trasluciendo una
inteligencia diferente tras las escenas llenas de pornografía.
Cerré
la puerta con mucha suavidad, bajé las escaleras y me fui a la
calle. Anduve calle abajo parte de la mañana y, entonces, vi cómo
se apagaban las luces.
Imprescindible
para los amantes del realismo sucio y para queienes, como yo, siguen
disfrutando de cómo se construye un buen relato breve. Lo tenemos en
Nórdica.
Nº
de páginas: 32
Editorial:
NORDICA
Idioma:
CASTELLANO
Encuadernación:
Tapa blanda
ISBN:
9788493669522
Año
de edición: 2008
Plaza
de edición: MADRID
Ilustrador:
THOMAS M. MULLER
Secuelas
de una larguísima nota de rechazo es el primer relato que, con 24
años, escribió Charles Bukowski y fue publicado en Story Magazine.
Como todos sus textos, este relato es claramente autobiográfico. De
hecho, al poco tiempo de escribirlo se desilusionó con el proceso de
publicación y dejó de escribir durante una década.
El
relato cuenta de manera magistral los sentimientos de un escritor que
continuamente ve cómo son rechazados los originales que envía a
revistas y editoriales. El final es completamente inesperado... Este
relato estaba inédito en castellano hasta ahora.
Bukowski es otro de tantos que tengo por leer.... a ver si me animo a hacerlo, aunque verano no siempre es la mejor época para leer... Un saludo!!
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