Vuelvo
como si no me hubiera ido, con las ganas e ilusión de siempre, esperando
traeros algún libro que merezca la pena ser leído. Es difícil y fácil, muy
fácil, aún me quedan un montón de libros que nunca he leído, o que leí y
no recuerdo con nitidez. Son más de 35 años de lector ávido e impenitente, y
por el camino van quedando lecturas y recuerdos de momentos, será verdad que
recordamos momentos más que lecturas, que anécdotas, las sensaciones que nos
llenaron cuando leímos tal o cual libro, cuando lloramos o cuando fuimos, de
alguna manera, felices al adentrarnos en las palabras que otro buscó por
nosotros.
La
lectura es un placer inmenso, pero haber leído tanto es un problema, un
problema porque no todo me parece leíble, digerible, correcto. Busco el placer
que no me ofrece el cine, o la música, o las series de televisión. Con la
lectura me busco a mí mismo a través de otros ojos, busco la estética admirable
de la creación artística y la inteligencia, compleja, o densa, o simple, o o,
de la escritura. Ahora hay una tendencia a lo trivial, a pensar que mover a la
lágrima fácil, a la ironía perceptible o al dibujo esbozado del personaje es
cosa de hilvanar y coser, y claro, no es así. No todos podemos escribir, bueno,
escribir sí, pero no todos podemos escribir y ser capaces de captar la
dimensión estética que configura la verdadera obra literaria, aquella que dota
de literacidad, belleza y angustia a los devenires de los personajes, es
difícil, mucho, por eso ciertas obras se quedan en divertimentos donde la trama
parece alcanzar cotas de inteligencia notable, pero no son más que obras, puede
que honradas, en que la historia es una búsqueda barroca que pretende hacer
literatura, no me interesan, ya no, ni como divertimento.
Nuestra
obra tiene angustia, ironía y personajes dibujados, sin embargo no le encuentro
el valor estético, la esencia que hace que se me ericen los pelos que no tengo
en la espalda, que me emocione, no mi nivel raquídeo, sino mi yo interior, mi
yo descontrolado y literaturizado. La madre es un personaje plano aunque
pretende ser poliédrico, la hija lesbiana es tópica, tópica, previsible, igual
que su amante compañera, o la hija herterosexual separada, su angustia, esta
obra tiene angustia, es ficcional y poco veraz, previsible. Y el narrador. El
narrador es un constructo, una marioneta del destino que se configura a golpe
de acción. Todo lo veo previsible, me encuentro cuando ya he vuelto, y no me
gusta. ¿Os acordáis del bolígrafo de gel verde? Pues eso,
Hay
algún pasaje en el que apunté en el margen, "para petardeo con talento, Terenci
Moix".
como
soy tan cabrón, prefiero regalarte un perro y dejarte acompañado cuando me
largue.Stop.
Nº de páginas: 248 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: SIRUELA
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788416120437
El retrato de una ciudad acogedora y esquiva a partes iguales, de una
familia unida por los frágiles lazos de la necesidad y del amor y la
mirada única de una mujer maravillosa en un momento
extraordinario.Faltan unas horas para la medianoche. Por fin, después de
varias tentativas, Amalia ha logrado a sus 65 años ver cumplido su
sueño: reunir a toda la familia para cenar en Nochevieja. Una madre
cuenta la historia de cómo Amalia entreteje con su humor y su entrega
particular una red de hilos invisibles con la que une y protege a los
suyos, zurciendo los silencios de unos y encauzando el futuro de los
otros. Sabe que va a ser una noche intensa, llena de secretos y
mentiras, de mucha risa y de confesiones largo tiempo contenidas que por
fin estallan para descubrir lo que queda por vivir. Sabe que es el
momento de actuar y no está dispuesta a que nada la aparte de su
cometido.Un cartel luminoso que emite mensajes desde una azotea junto al
puerto, una silla en la que desde hace años jamás se sienta nadie, una
Barcelona de cielos añiles que conspira para que vuelva una luz que
parecía apagada, unos ojos como bosques alemanes y una libreta que
aclara los porqués de una vida entera; Una madre no es solo el retrato
de una mujer valiente y entrañable, y de los miembros de su familia que
dependen de ella y de su peculiar energía para afrontar sus vidas, sino
también un atisbo de lo que la condición humana es capaz de demostrarse y
mostrar cuando ahonda en su mejor versión.
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