No sé de dónde me viene el gusto por leer series, o por verlas. Tal vez soy de esa generación en que el gusto por los desenlaces diferidos se convierte en un elemento importante de su existencia. Una serie es un reto en sí misma, ya que has de recordar lo que pasó, lo que dejó de pasar y preguntarte por los elementos que le van dando cohesión. En el siglo XIX se extendió el gusto por los folletines, por las novelas por entregas, donde se conseguía prolongar la agonía del lector hasta que se daba alguna de estas dos circunstancias, o puede que alguna otra, claro, que la lectora estaba harta de la trama y dejaba de comprar los fascículos, o bien que el escritor necesitaba acabar con la obra por razones estéticas. En cualquier caso las novelas eran larguísimas, pero proporcionaban ese algo especial de masoquismo que tanto me gusta.
Ahora
las series son diferentes, intentan crear un personaje y lo explotan en
aventuras cerradas que empiezan y acaban con el libro, hablo de la literatura.
Sin embargo perviven elementos que has de conocer, como las características del
personaje principal, el papel de los secundarios y sus ascensos y abandonos, la
configuración de un espacio reconocible, como Venecia en este caso, de un tiempo,
de una situación política o de una sociedad. Debe mantener continuidad, debe
ser, en una palabra, coherente.
Todos
estos elementos los tiene Brunetti, sigue fiel a sí mismo, los personajes
secundarios también, el espacio no se modifica y la acción se adecua a los
tiempos. Esto, que es un gran logro, puede ser un arma de doble filo ya que,
pasa, la acción no se resiente, pero los personajes se pueden estereotipar,
esquematizar y hacerse tan previsibles que pierden su humanidad. Esto
pasa, en cierta manera, en la acción de esta novela. Es la número doce, que son
muchas, y veo a unos personajes previsibles, una ciudad inmóvil y unos
movimientos de personajes anodinos.
Sin
embargo, hago punto y aparte, la trama mantiene intacta la frescura, paradoja,
ya que el sentido de la denuncia, de abordar temas incómodos socialmente sigue
siendo el motivo principal de la serie. En este caso aborda la corrupción del
ejército y del parlamento, los sobornos, y el nepotismo como pan nuestro de
cada día en Italia. Su carácter irónico permanece intacto, y eso salva a la
novela, porque no cae en la complacencia de la trama, para mí lo peligroso,
sino en la de técnica, que repite como elemento esperado por los lectores.
la gerencia del hospital en el que trabajaba decidió que su múltiple talento sería más útil en la dirección de la residencia geriátrica aneja al hospital. Él protestó aduciendo que, en su calidad de oncólogo, su labor tendría más rendimiento en la sección de Oncología del hospital, pero su objeción fue atribuida a falsa modestia, y se confirmó su traslado.
Su crítica acerada al poder, al dinero, a la avaricia, siguen muy presentes en toda la obra.
Este pensamiento le trajo a la memoria una observación que Anna Comnena había hecho acerca de Robert Guiscard: «Una vez un hombre se hace con el poder, su amor al dinero sigue el mismo proceso que la gangrena, porque cuando la gangrena se instala en un cuerpo, no para hasta invadirlo y corromperlo por entero.»
Ni qué decir de la corrupción generalizada,
El libro lo podemos encontrar en la editorial Seix Barral. Aquí os dejo datos de interés.
Fecha de publicación: 08/06/2004
320 páginas
Idioma: Español
ISBN: 978-84-322-2775-2
Código: 913228
Formato: 13,7 x 23,2 cm.
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Biblioteca Formentor
Un cadete de una academia militar de élite aparece ahorcado. Todo indica que se trata de un suicidio, pero el comisario Brunetti empieza a sospechar del muro de silencio que levantan ante él todos los miembros de la academia, sea cual sea su graduación. El célebre detective está convencido de que tiene entre manos un delicado caso de asesinato que trasciende a la propia institución, pero su infalible olfato se confirma cuando conoce la identidad del padre del fallecido: un ex miembro del Parlamento italiano que dimitió de su cargo de forma tan repentina como polémica. ¿Qué relación existe entre el férreo código de honor de la academia y las más altas instancias del ejército y la política?
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