jueves, 7 de mayo de 2015

Lo que perdí entre las nubes, Empar Ferrer



El calor me parece insufrible, estamos en una iniciativa solidaria en la que por cada kilo de comida que se nos entrega damos un libro, es su día, 23 de abril, y mis manos huelen al polvo de las hojas. Me encuentro con Alfons Padilla, hablamos de su blog,y del de Empar, del mío, de este, y me dice a bocajarro, ¿harías una presentación para la novela de Empar? Claro, ¡qué le voy a decir! Es buena gente, y empiezo a oler a montaña y mar, o a ver los matices en los colores de lo que me rodea. Sin duda los libros vienen a uno de una manera extraña, como creen conveniente presentarse ante el lector.
Y aquí hago un pequeño inciso sobre este canon tan particular que construyo a golpe de caos y de casualidades circenses. Vaya, digo, estoy rodeado de libros y este viene desde las nubes, ¿cómo puede ser? Los canales por los que un libro se acerca a nosotros y nos pide paso son diversos, lo sabéis, lo hemos hablado: la distribución masiva, Amazon, Casa del libro, una recomendación en el twitter; cada vez menos las páginas culturales de los grandes diarios, una reseña en la radio, una amiga que te dice que hay algo que le ha gustado. Son tantas las posibilidades que uno se vuelve loco para elegir, no sabe muy bien cómo discernir entre la inmensa oferta que nos golpea a diario. Por eso hay opciones imprescindibles: mirar y tocar el libro en las estanterías, o adentrarse en el mundo digital y abrir las diez o quince páginas que nos ofrecen y leerlas, nuestro criterio infalible de lectores nos dirá qué libros nos esperan para ser devorados.
El lector es un tirano, ¡ya lo creo! Y establece sus propios límites, por eso lee la novela a su ritmo, o la entiende como cree que tiene que entenderla. En muchas ocasiones no hay coincidencia con el autor porque el autor también establece sus propios límites, hace su propia escritura. La confluencia de la lectura y la escritura recrean la novela, la enriquecen, la matizan y la van haciendo en el imaginario como obra total. Por eso la novela es arte absoluto, porque rehace todo con lo que entra en contacto.
Son importantes los comienzos. Lo comenté con García Márquez, un buen comienzo hace que la escritura sea más sencilla, resume y contiene el ideario narrativo y da paso a una trama realmente atractiva. A esta novela le pasa, el comienzo es inteligente, sirve de enganche para que el lector pueda cogerse con fuerza a algo, para que su intuición le diga que la historia puede merecer la pena.
Hasta que mi Ítaca se hundió, no sabía que las islas podían desaparecer sin dejar rastro.
En realidad no se hunde Ítaca, siento desvelaros el secreto, porque el final es como el principio, redondo, inteligente, absoluto,
Abrí los ojos. Y lo vi.
La novela funciona mediante desencadenantes que sirven de anclaje a la acción, determinando y configurando la trama. Trabaja la distancia-cercanía afectiva en el triángulo conformado por la madre y el padre, y va ahondando en las relaciones que se establecen con una ingenuidad honrada que hace creíble la historia. Es importante la verosimilitud, o si queréis, la mentira veraz para que el lector sienta complicidad con lo narrado, y Empar lo consigue, porque intenta desnudar los sentimientos que todos tenemos, de alguna u otra manera. Los afectivos relacionales con la madre, evocadores a olores y sentimientos profundos; y los contradictorios de enfrentamiento, con esa necesidad freudiana de matar, con el padre. Trabaja la descripción precisa mediante retratos tanto prosopografías como etopeyas, conjuntando muy bien todos los aspectos del mismo.
Tenía el rostro afectado por el acné y trataba de esconder su nariz bajo el cabello, que le caía sobre los hombros. Todo en él parecía a medio hacer, su cuerpo flacucho, al igual que el  mío, oscilaba entre la infancia y la adolescencia, y su rostro no era más que el simple esbozo del hombre definitivo. Pero había cosas que, curiosamente, ya estaban casi acabadas, como su voz, que ya sonaba grave y se acercaba a la de un adulto. (p20).
 Opta por la primera persona, con ese tono de intimidad cómplice que tanto me gusta, así la novela adquiere una dimensión diferente de afectividad y cercanía con el lector, notables. Pero a lo que iba. La acción comienza en la adolescencia particular de María en un pueblo costero de montaña, luego hablaremos de la importancia de la naturaleza en la escritura, referenciado en nuestra memoria a alguno de los pueblos de la Marina, pero puede ser un pueblo del Ampurdán, por ejemplo, aquí tenemos una de las libertades lectoras, hasta que aparece el primer desencadenante, Leo, joven del que se enamora en un verano particular, con la eclosión de los cuerpos y de ese amor extrañado, referenciado temporalmente gracias a la música, Bob Marley, Sweet Child O'mine de los Gun & Roses, La chica de ayer de Nacha Pop, Cien gaviotas de Duncan Dhu, Por el amor de una mujer, de Julio Iglesias. Así descubre el amor. La acción da paso, rápidamente, a la necesidad de su madre de ser, de encontrarse, de abandonar por unos instantes, la monotonía de un matrimonio en que cada uno ha crecido a un ritmo diferente. Aparecen los abismos, las geografías infranqueables, el dolor, la soledad, pero, paradójicamente, la amistad la libera, a la madre, y vuelve convertida en un nuevo olor, en una renacida desde las islas, porque Las islas tienen una energía especial...fui capaz de dar un gran salto mental. Y ese anclaje da paso al desencadenante brutal de la pérdida, de la culpa, y marca el paso de la adolescencia a una adultez ajena, porque María se encuentra extrañada en su mundo de viajes y en su relación distante con el padre. Tal vez por ello se convierte en azafata de vuelo, en una caminante con casa alquilada que añora una Ítaca de la que sabe la ubicación, pero que niega a sí misma. 
Aparece un nuevo desencadenante, recibe una carta de Bárbara, la amiga de su madre, y se produce un nuevo anclaje, su estancia en Estambul y las revelaciones sobre quién fue su madre. Si nos fijamos, las historias intercaladas son apoyos a la acción, necesarias para el crecimiento personal de la heroína en su búsqueda individual.
tenía que hacer algo por salvarla, quizás fui una egoísta, por eso la llevé a las islas. (p75)
En esta vida hay dos maneras de vivir. Obedece las normas y estarás seguro y adormecido en una felicidad convencional o por el contrario, sé pasional, sigue tus impulsos y vivirás hasta que la miseria del mundo te destruya...(p79)
Nuevo anclaje, un falso Leo en Nueva York que resulta ser un oráculo, la voz que revela aspectos fundamentales del devenir del personaje, como los antiguos coros de la tragedia griega, voz de una conciencia universal. Es el hombre de los ojos boreales.
Que no creo que lo busques a él -repitió-, me da la sensación de que buscas tu propia Ítaca....un lugar al que nos gustaría regresar una y otra vez...Allí se halla nuestro refugio, nuestra arqueología emocional.(p89)
Por eso la acción debe finalizar en este punto, porque después de la revelación el personaje debe regresar al Origen, a su espacio personal para resolver los anclajes de su propia acción, sus enganches emocionales e intentar ser libre. Por eso la autora vuelve a optar por otro desencadenante: el desempleo que la obliga a volver al padre, al amor áspero, a la conciencia de lo que dejamos, a un nosotros mismos reflejado sin serlo. Así, en plena resolución del yo aparece su aparente Ítaca, el amor no resuelto, un Leo casual que le servirá para descubrir lo que puede llegar a ser y amar, por eso, no es casualidad, su primera relación sexual no será en la playa de su infancia, sino en la arqueología, anunciada por el oráculo, de la casa familiar de Leo, en las ruinas de otro tiempo. El sexo será plácido y hermoso, y la aventura satisfará las necesidades de crecimiento y servirá, una vez más, para que María pueda liberarse y abrir los ojos y ver la realidad sin recuerdos, sin la manipulación mística de la memoria.
nunca antes había conocido la calidez del sexo con sentimientos. (p.130)
No os quiero revelar nada más sobre la trama, es suficiente, debéis descubrirla vosotros, por eso os comento algunos temas que me han interesado.
La relación con el padre es para mí lo más logrado de la novela, desgrana la evolución sentimental de ambos, sus lagunas, sus silencios, sus distancias, y lo hace creciendo con la escritura, desarrollando las diferentes fases de una manera notable.
Al principio le escuchaba con el hastío y desinterés con el que los hijos suelen escuchar a sus padres en la adolescencia. (p38)
Nunca habíamos sido una familia feliz, pero precisamente por eso no habíamos dejado de ser una familia normal. (p43)
Con el tiempo nuestro distanciamiento se solidificó, cobró cuerpo. Era algo que se podía ver y que tenía el tacto del moho que cubría las paredes en invierno. (p50)
pensé en lo diferente que hubiera sido mi vida si en lugar de morir mi madre hubiera muerto mi padre. (p62)
Tras dudarlo, decidí darle un abrazo. Cuando lo hice, el contacto de nuestros cuerpos produjo un chispazo de corriente estática. Él se soltó bruscamente. Seguía siendo difícil derretir la lámina helada de la afectividad. (p97)
aquellos desencuentros fueron puliendo, poco a poco nuestras aristas, teníamos que pasar por eso. (p107)
La relación entre mi padre y yo nunca se había regido dentro de los parámetros del derroche sentimental. Nunca antes había recaído en la importancia del tiempo como un valor en sí mismo. Pero la arena seguía deslizándose. (p163)
No menos importante es la naturaleza, ese Mediterráneo que lo tiraniza todo, que se adentra en la montaña y cubre todo con su olor y su magnificencia.
Nací en un pueblo de mar y montaña, elevado sobre una colina..(p13)
Luego buscamos la sombra de unos pinos y nos sentamos sobre una alfombra de pinocha. (p23)
A nuestra espalda se alzaba el macizo, como un monolito azulado. (p29)
Si se le miraba desde nuestro huerto, el macizo multiplicaba su belleza. Sus contornos parecían los de un elefante dormido, grande y poderoso.(p101)
flanqueada por bancales de almendros y olivos, hacia las sierras escarpadas del oeste. En algunos tramos se veía el mar a la izquierda. A la derecha, montaña y más montaña. (p128)

La búsqueda de uno mismo es un camino largo  y asombroso, donde la vida pasa como un camino inexplicable, extrañado de uno, donde las metas se reconvierten y se rehacen una y otra vez, reconstruyendo ese eterno retorno con una vuelta infinita rehecha y remendada. Por eso su Ítaca no se hunde, esa es la trampa que el subconsciente le tiende al escritor, que ha de luchar contra su propia creencia en que los sueños desaparecen.
lo que yo siempre había deseado era volver a esas coordenadas de espacio y tiempo en las que mi madre todavía vivía. Regresando a ese lugar encontraría también a Leo. Pero era un viaje imposible, aunque añorado. Había perdido mucho tiempo en el laberinto de la nostalgia, vagando por sus pasadizos, desenrollando ovillos de hilo entre las nubes. (p142)
 La muerte no es una desaparición, es un golpe en el ego, porque la memoria nos golpea con fuerza y hace que los recuerdos se reconstruyan sin remedio. Y el amor, el amor es un anhelo alimentado por los temores, por las imposibilidades, por los olores o la química, el amor es un absoluto, una isla en medio de ese devenir que se nos hace tan monótono y largo. Pero los amores pueden ser diferentes a como los construimos en el recuerdo, pueden desmatizarse o colorearse con trazos totalmente diferentes a lo que pudimos esperar. Por eso anhelar una isla es un recurso vital de valientes, porque no se conforman con la monotonía existencial, sino que dan el paso de abandonar tierra firme y adentrarse en el corazón de los mares.
Por ello no es una casualidad que nuestro personaje opte por ser azafata, por vivir entre las nubes, por convertirse en un nuevo homo viator que deambula por las geografías físicas y psicológicas, buscando los olores y los colores de su identidad. Porque esta novela tiene muchos colores, muchos olores, ya que la realidad no solo ha de definirse con las metáforas y las palabras, sino también con la estimulación de la imaginación. En el primer bloque abundan mucho más los olores, su madre vive, va transformándose, y son los olores los que evocan la figura. 
Verdes cimas descendían hacia el mar, un macizo se alzaba al norte con la vida propia de sus gradaciones de color. (p13)
olía a Anaïs de Cacharel (p14)
olía a Opium de YSL (p35)
aquel viaje había alterado unas notas de su esencia, como cuando en un perfume se cambia la vainilla por almizcle y se crea una fragancia nueva. (p36) Usado como desencadenante del cambio emocional de su madre a la vuelta de las islas.
comprender la escala cromática de la vida no siempre seguía una sucesión armoniosa de tonalidades...del azul turquesa a la total ausencia de luz. (p38)
Los pétalos comenzaron a abrirse con la caída de la tarde y pude oler su perfume intenso, (p40) 
Despedía un fuerte olor a jazmín. (p44)
El aliento le olía a café amargo. (p45)
trovadores de látex negro suspirando de amor. (p47)
Solía perfumarse de manera generosa y siempre llevaba en la maleta el frasco del busto desnudo Le malé de Gautier, (p56)
olor penetrante a kebab y especias. (p67) 
acerqué mi nariz a los frascos de otros perfumes hasta alcanzar la confusión olfativa.(p83)
¿Un bluecoat?/Sí, tú también pareces blue. (p88)
a esas horas de la mañana tenía un color púrpura, casi mágico.(...) Todo brilla con tonalidades amarillas.(p100)
Se alzaba poderoso con tintes azulados y pinceladas rojas en verano, como una acuarela de tonalidades violeta en invierno, como un puñado gris de cenizas cuando el hombre lo hiere. (p101)
los cabellos rojizos en la tarima nívea del parqué. (p104)
Hasta que llega Leo, el Leo de la memoria, por eso sus dudas de si es imaginado (Quizás no seamos más que dos amantes imaginarios. (p145), porque Leo ha sido configurado por sus deseos, por su adolescencia pintada, por sus viajes a través de las nubes, y entonces llega la eclosión, ese Mediterráneo que hiere las oraciones y la trama, que tiraniza la escritura y ayuda a evocar al lector los matices del amor y de la memoria.
Me puse un sencillo vestido de algodón azul y salí de casa con el corazón palpitante. (p111)
Un pájaro de plumaje parduzco elevó sus alas y alzó el vuelo...(p112)
la Derbi Variant de color granate. (p113)
un escarabajo pequeño y dorado rasgó...(p114)
perdemos nuestro verdadero color y nos convertimos en un ser gris. (p118) como en la obra de Murakami.
Era el típico de playa, pintado de blanco...(p121)
parecía que en pasado había estado pintada de tonalidad azul... era de madera pintada en rojo.(p128)
Algunas nubes bajas eran de un rosa tan intenso que parecían de algodón de azúcar.(p131)
El individuo, el cuchillo y la extraña seta tenían el mismo color ocre y otoñal...(p132)
Su cara experimentó en pocos segundos sutiles gradaciones de color que iban del rojo al morado intenso. (p135)
bata verde...pescado blanco (p137)
Hasta su marcha, cuando el color tinta las palabras sutilmente, sin la misma necesidad volcánica de expresar los secretos de una amor verdadero, tornándose en sensaciones cromáticas.
una tintura esperpéntica (p148)
Unas ondas castañas caían sobre su nuca bronceada. (p160)
el fuego, como un depredador hambriento, mordía el papel por los bordes con dentelladas oscuras, alimentándose de la blancura. De repente, una generosa llama lo envolvía todo. tras su paso solo quedaba una agónica hoja negra...(p166)
una estela de perfume con notas cítricas. (p169)
Eran oscuros, me parecieron dos tinteros (p170)
Mi estado emocional en aquel momento tenía muchos matices cromáticos, como las tonalidades de una llama al son de una leve brisa. (p174)


El libro lo podemos encontrar en la Editorial Círculo Rojo, y aquí os dejo datos de interés.

Colección: Novela
Páginas: 178
ISBN: 978-84-9076-495-4
Formatos: Tapa blanda: 14 €
Tamaños: 15x21 cm
Hasta que mi Ítaca se hundió, no sabía que las islas podían desaparecer sin dejar rastro. Más tarde comprendí que las islas a veces se hundían, preferían esconderse bajo el agua y dejar de existir. La gente dice que la verdadera Ítaca es la infancia, pero ¿qué hacer cuando no hay sitio al que regresar? Tras un dramático suceso, María se marcha de casa y comienza a volar por el mundo. Durante ese tiempo entre las nubes, evoca de manera nostálgica su isla perdida en la que sucedieron tantas cosas que marcaron su vida. Se pregunta si volverá a ver a Leo, un chico solitario con el que vivió una historia de amor y amistad en los años ochenta que los unió en un vínculo irrompible. La desaparición de Leo sin dejar rastro lleva a María a iniciar una búsqueda en un laberinto de nostalgia del que no logrará salir hasta que lo encuentre. En ese mismo laberinto se esconden otros secretos del pasado y de la vida de sus padres. Una historia de maduración y de pérdidas, de los golpes del destino y de familias imperfectas.
Un encuentro con la nostalgia en un viaje de vuelta a la naturaleza y a la vida.

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