El calor me parece insufrible, estamos en una iniciativa solidaria en la que por cada kilo de comida que se nos entrega damos un libro, es su día, 23 de abril, y mis manos huelen al polvo de las hojas. Me encuentro con Alfons Padilla, hablamos de su blog,y del de Empar, del mío, de este, y me dice a bocajarro, ¿harías una presentación para la novela de Empar? Claro, ¡qué le voy a decir! Es buena gente, y empiezo a oler a montaña y mar, o a ver los matices en los colores de lo que me rodea. Sin duda los libros vienen a uno de una manera extraña, como creen conveniente presentarse ante el lector.
Y aquí hago un pequeño inciso sobre este canon tan
particular que construyo a golpe de caos y de casualidades circenses. Vaya,
digo, estoy rodeado de libros y este viene desde las nubes, ¿cómo puede ser?
Los canales por los que un libro se acerca a nosotros y nos pide paso son
diversos, lo sabéis, lo hemos hablado: la distribución masiva, Amazon, Casa del
libro, una recomendación en el twitter; cada vez menos las páginas culturales
de los grandes diarios, una reseña en la radio, una amiga que te dice que hay
algo que le ha gustado. Son tantas las posibilidades que uno se vuelve loco para
elegir, no sabe muy bien cómo discernir entre la inmensa oferta que nos golpea
a diario. Por eso hay opciones imprescindibles: mirar y tocar el libro en las
estanterías, o adentrarse en el mundo digital y abrir las diez o quince páginas
que nos ofrecen y leerlas, nuestro criterio infalible de lectores nos dirá qué
libros nos esperan para ser devorados.
El lector es un tirano, ¡ya lo creo! Y establece sus
propios límites, por eso lee la novela a su ritmo, o la entiende como cree que
tiene que entenderla. En muchas ocasiones no hay coincidencia con el autor
porque el autor también establece sus propios límites, hace su propia
escritura. La confluencia de la lectura y la escritura recrean la novela, la
enriquecen, la matizan y la van haciendo en el imaginario como obra total. Por
eso la novela es arte absoluto, porque rehace todo con lo que entra en
contacto.
Son importantes los comienzos. Lo comenté con García
Márquez, un buen comienzo hace que la escritura sea más
sencilla, resume y contiene el ideario narrativo y da paso a una trama
realmente atractiva. A esta novela le pasa, el comienzo es inteligente, sirve
de enganche para que el lector pueda cogerse con fuerza a algo, para que su
intuición le diga que la historia puede merecer la pena.
Hasta que mi Ítaca se hundió, no sabía que las islas
podían desaparecer sin dejar rastro.
En realidad no se hunde Ítaca, siento desvelaros el
secreto, porque el final es como el principio, redondo, inteligente, absoluto,
Abrí los ojos. Y lo vi.
La novela funciona mediante desencadenantes que sirven
de anclaje a la acción, determinando y configurando la trama. Trabaja la
distancia-cercanía afectiva en el triángulo conformado por la madre y el padre,
y va ahondando en las relaciones que se establecen con una ingenuidad honrada que
hace creíble la historia. Es importante la verosimilitud, o si queréis, la
mentira veraz para que el lector sienta complicidad con lo narrado, y Empar lo
consigue, porque intenta desnudar los sentimientos que todos tenemos, de alguna
u otra manera. Los afectivos relacionales con la madre, evocadores a olores y
sentimientos profundos; y los contradictorios de enfrentamiento, con esa
necesidad freudiana de matar, con el padre. Trabaja la descripción precisa
mediante retratos, tanto prosopografías como etopeyas, conjuntando muy bien
todos los aspectos del mismo.
Tenía el rostro afectado por el acné y trataba de
esconder su nariz bajo el cabello, que le caía sobre los hombros. Todo en él
parecía a medio hacer, su cuerpo flacucho, al igual que el mío, oscilaba
entre la infancia y la adolescencia, y su rostro no era más que el simple
esbozo del hombre definitivo. Pero había cosas que, curiosamente, ya estaban
casi acabadas, como su voz, que ya sonaba grave y se acercaba a la de un
adulto. (p20).
Opta por la primera persona, con ese tono de
intimidad cómplice que tanto me gusta, así la novela adquiere una dimensión
diferente de afectividad y cercanía con el lector, notables. Pero a lo que iba.
La acción comienza en la adolescencia particular de María en un pueblo costero
de montaña, luego hablaremos de la importancia de la naturaleza en la
escritura, referenciado en nuestra memoria a alguno de los pueblos de la
Marina, pero puede ser un pueblo del Ampurdán, por ejemplo, aquí tenemos una de
las libertades lectoras, hasta que aparece el primer desencadenante, Leo, joven
del que se enamora en un verano particular, con la eclosión de los cuerpos y de
ese amor extrañado, referenciado temporalmente gracias a la música, Bob Marley,
Sweet Child O'mine de los Gun & Roses, La chica de ayer de
Nacha Pop, Cien gaviotas de Duncan Dhu, Por el amor de una mujer,
de Julio Iglesias. Así descubre el amor. La acción da paso, rápidamente, a la
necesidad de su madre de ser, de encontrarse, de abandonar por unos instantes,
la monotonía de un matrimonio en que cada uno ha crecido a un ritmo diferente.
Aparecen los abismos, las geografías infranqueables, el dolor, la soledad,
pero, paradójicamente, la amistad la libera, a la madre, y vuelve convertida en
un nuevo olor, en una renacida desde las islas, porque Las islas tienen una energía
especial...fui capaz de dar un gran salto mental. Y ese anclaje da paso al
desencadenante brutal de la pérdida, de la culpa, y marca el paso de la
adolescencia a una adultez ajena, porque María se encuentra extrañada en su
mundo de viajes y en su relación distante con el padre. Tal vez por ello se
convierte en azafata de vuelo, en una caminante con casa alquilada que añora
una Ítaca de la que sabe la ubicación, pero que niega a sí misma.
Aparece un nuevo desencadenante, recibe una carta de
Bárbara, la amiga de su madre, y se produce un nuevo anclaje, su estancia en
Estambul y las revelaciones sobre quién fue su madre. Si nos fijamos, las
historias intercaladas son apoyos a la acción, necesarias para el crecimiento
personal de la heroína en su búsqueda individual.
tenía que hacer algo por salvarla, quizás fui una
egoísta, por eso la llevé a las islas. (p75)
En esta vida hay dos maneras de vivir. Obedece las
normas y estarás seguro y adormecido en una felicidad convencional o por el
contrario, sé pasional, sigue tus impulsos y vivirás hasta que la miseria del
mundo te destruya...(p79)
Nuevo anclaje, un falso Leo en Nueva York que resulta
ser un oráculo, la voz que revela aspectos fundamentales del devenir del
personaje, como los antiguos coros de la tragedia griega, voz de una conciencia
universal. Es el hombre de los ojos boreales.
Que no creo que lo busques a él -repitió-, me da la
sensación de que buscas tu propia Ítaca....un lugar al que nos gustaría
regresar una y otra vez...Allí se halla nuestro refugio, nuestra arqueología
emocional.(p89)
Por eso la acción debe finalizar en este punto, porque
después de la revelación el personaje debe regresar al Origen, a su espacio
personal para resolver los anclajes de su propia acción, sus enganches
emocionales e intentar ser libre. Por eso la autora vuelve a optar por otro
desencadenante: el desempleo que la obliga a volver al padre, al amor áspero, a
la conciencia de lo que dejamos, a un nosotros mismos reflejado sin serlo. Así,
en plena resolución del yo aparece su aparente Ítaca, el amor no resuelto, un
Leo casual que le servirá para descubrir lo que puede llegar a ser y amar, por
eso, no es casualidad, su primera relación sexual no será en la playa de su
infancia, sino en la arqueología, anunciada por el oráculo, de la casa familiar
de Leo, en las ruinas de otro tiempo. El sexo será plácido y hermoso, y la
aventura satisfará las necesidades de crecimiento y servirá, una vez más, para
que María pueda liberarse y abrir los ojos y ver la realidad sin recuerdos, sin
la manipulación mística de la memoria.
nunca antes había conocido la calidez del sexo con
sentimientos. (p.130)
No os quiero revelar nada más sobre la trama, es
suficiente, debéis descubrirla vosotros, por eso os comento algunos temas que
me han interesado.
La relación con el padre es para mí lo más logrado de
la novela, desgrana la evolución sentimental de ambos, sus lagunas, sus
silencios, sus distancias, y lo hace creciendo con la escritura, desarrollando
las diferentes fases de una manera notable.
Al principio le escuchaba con el hastío y desinterés
con el que los hijos suelen escuchar a sus padres en la adolescencia. (p38)
Nunca habíamos sido una familia feliz, pero
precisamente por eso no habíamos dejado de ser una familia normal. (p43)
Con el tiempo nuestro distanciamiento se solidificó,
cobró cuerpo. Era algo que se podía ver y que tenía el tacto del moho que
cubría las paredes en invierno. (p50)
pensé en lo diferente que hubiera sido mi vida si en
lugar de morir mi madre hubiera muerto mi padre. (p62)
Tras dudarlo, decidí darle un abrazo. Cuando lo hice,
el contacto de nuestros cuerpos produjo un chispazo de corriente estática. Él se
soltó bruscamente. Seguía siendo difícil derretir la lámina helada de la
afectividad. (p97)
aquellos desencuentros fueron puliendo, poco a poco
nuestras aristas, teníamos que pasar por eso. (p107)
La relación entre mi padre y yo nunca se había regido
dentro de los parámetros del derroche sentimental. Nunca antes había recaído en
la importancia del tiempo como un valor en sí mismo. Pero la arena seguía
deslizándose. (p163)
No menos importante es la naturaleza, ese Mediterráneo
que lo tiraniza todo, que se adentra en la montaña y cubre todo con su olor y
su magnificencia.
Nací en un pueblo de mar y montaña, elevado sobre una
colina..(p13)
Luego buscamos la sombra de unos pinos y nos sentamos
sobre una alfombra de pinocha. (p23)
A nuestra espalda se alzaba el macizo, como un
monolito azulado. (p29)
Si se le miraba desde nuestro huerto, el macizo
multiplicaba su belleza. Sus contornos parecían los de un elefante dormido,
grande y poderoso.(p101)
flanqueada por bancales de almendros y olivos, hacia
las sierras escarpadas del oeste. En algunos tramos se veía el mar a la
izquierda. A la derecha, montaña y más montaña. (p128)
La búsqueda de uno mismo es un camino largo
y asombroso, donde la vida pasa como un camino inexplicable,
extrañado de uno, donde las metas se reconvierten y se rehacen una y otra vez,
reconstruyendo ese eterno retorno con una vuelta infinita rehecha y
remendada. Por eso su Ítaca no se hunde, esa es la trampa que el subconsciente
le tiende al escritor, que ha de luchar contra su propia creencia en que los
sueños desaparecen.
lo que yo siempre había deseado era volver a esas
coordenadas de espacio y tiempo en las que mi madre todavía vivía. Regresando a
ese lugar encontraría también a Leo. Pero era un viaje imposible, aunque
añorado. Había perdido mucho tiempo en el laberinto de la nostalgia, vagando
por sus pasadizos, desenrollando ovillos de hilo entre las nubes. (p142)
La muerte no es una desaparición, es un golpe en
el ego, porque la memoria nos golpea con fuerza y hace que los recuerdos se
reconstruyan sin remedio. Y el amor, el amor es un anhelo alimentado por los
temores, por las imposibilidades, por los olores o la química, el amor es un
absoluto, una isla en medio de ese devenir que se nos hace tan monótono y
largo. Pero los amores pueden ser diferentes a como los construimos en el recuerdo,
pueden desmatizarse o colorearse con trazos totalmente diferentes a lo que
pudimos esperar. Por eso anhelar una isla es un recurso vital de valientes,
porque no se conforman con la monotonía existencial, sino que dan el paso de
abandonar tierra firme y adentrarse en el corazón de los mares.
Por ello no es una casualidad que nuestro personaje
opte por ser azafata, por vivir entre las nubes, por convertirse en un nuevo
homo viator que deambula por las geografías físicas y psicológicas, buscando
los olores y los colores de su identidad. Porque esta novela tiene muchos
colores, muchos olores, ya que la realidad no solo ha de definirse con las
metáforas y las palabras, sino también con la estimulación de la imaginación.
En el primer bloque abundan mucho más los olores, su madre vive, va
transformándose, y son los olores los que evocan la figura.
Verdes cimas descendían hacia el mar, un macizo se
alzaba al norte con la vida propia de sus gradaciones de color. (p13)
olía a Anaïs de Cacharel (p14)
olía a Opium de YSL (p35)
aquel viaje había alterado unas notas de su esencia,
como cuando en un perfume se cambia la vainilla por almizcle y se crea una
fragancia nueva. (p36)
Usado como desencadenante del cambio
emocional de su madre a la vuelta de las islas.
comprender la escala cromática de la vida no siempre
seguía una sucesión armoniosa de tonalidades...del azul turquesa a la total
ausencia de luz. (p38)
Los pétalos comenzaron a abrirse con la caída de la
tarde y pude oler su perfume intenso, (p40)
Despedía un fuerte olor a jazmín. (p44)
El aliento le olía a café amargo. (p45)
trovadores de látex negro suspirando de amor. (p47)
Solía perfumarse de manera generosa y siempre llevaba
en la maleta el frasco del busto desnudo Le malé de Gautier, (p56)
olor penetrante a kebab y especias. (p67)
acerqué mi nariz a los frascos de otros perfumes hasta
alcanzar la confusión olfativa.(p83)
¿Un bluecoat?/Sí, tú también pareces blue. (p88)
a esas horas de la mañana tenía un color púrpura, casi
mágico.(...) Todo brilla con tonalidades amarillas.(p100)
Se alzaba poderoso con tintes azulados y pinceladas
rojas en verano, como una acuarela de tonalidades violeta en invierno, como un
puñado gris de cenizas cuando el hombre lo hiere. (p101)
los cabellos rojizos en la tarima nívea del parqué.
(p104)
Hasta que llega Leo, el Leo de la memoria, por eso sus
dudas de si es imaginado (Quizás no seamos más que dos amantes imaginarios. (p145), porque Leo ha sido configurado
por sus deseos, por su adolescencia pintada, por sus viajes a través de las
nubes, y entonces llega la eclosión, ese Mediterráneo que hiere las oraciones y
la trama, que tiraniza la escritura y ayuda a evocar al lector los matices del
amor y de la memoria.
Me puse un sencillo vestido de algodón azul y salí de
casa con el corazón palpitante. (p111)
Un pájaro de plumaje parduzco elevó sus alas y alzó el
vuelo...(p112)
la Derbi Variant de color granate. (p113)
un escarabajo pequeño y dorado rasgó...(p114)
perdemos nuestro verdadero color y nos convertimos en
un ser gris. (p118) como en la obra de Murakami.
Era el típico de playa, pintado de blanco...(p121)
parecía que en pasado había estado pintada de
tonalidad azul... era de madera pintada en rojo.(p128)
Algunas nubes bajas eran de un rosa tan intenso que
parecían de algodón de azúcar.(p131)
El individuo, el cuchillo y la extraña seta tenían el
mismo color ocre y otoñal...(p132)
Su cara experimentó en pocos segundos sutiles
gradaciones de color que iban del rojo al morado intenso. (p135)
bata verde...pescado blanco (p137)
Hasta su marcha, cuando el color tinta las palabras
sutilmente, sin la misma necesidad volcánica de expresar los secretos de una
amor verdadero, tornándose en sensaciones cromáticas.
una tintura esperpéntica (p148)
Unas ondas castañas caían sobre su nuca bronceada.
(p160)
el fuego, como un depredador hambriento, mordía el
papel por los bordes con dentelladas oscuras, alimentándose de la blancura. De
repente, una generosa llama lo envolvía todo. tras su paso solo quedaba una
agónica hoja negra...(p166)
una estela de perfume con notas cítricas. (p169)
Eran oscuros, me parecieron dos tinteros (p170)
Mi estado emocional en aquel momento tenía muchos
matices cromáticos, como las tonalidades de una llama al son de una leve brisa.
(p174)
El libro lo podemos encontrar en la Editorial
Círculo Rojo, y aquí os dejo datos de interés.
Colección: Novela
Páginas: 178
ISBN: 978-84-9076-495-4
Formatos: Tapa blanda: 14 €
Tamaños: 15x21 cm
Hasta que mi Ítaca se hundió, no sabía que las islas
podían desaparecer sin dejar rastro. Más tarde comprendí que las islas a veces
se hundían, preferían esconderse bajo el agua y dejar de existir. La gente dice
que la verdadera Ítaca es la infancia, pero ¿qué hacer cuando no hay sitio al
que regresar? Tras un dramático suceso, María se marcha de casa y comienza a
volar por el mundo. Durante ese tiempo entre las nubes, evoca de manera
nostálgica su isla perdida en la que sucedieron tantas cosas que marcaron su
vida. Se pregunta si volverá a ver a Leo, un chico solitario con el que vivió
una historia de amor y amistad en los años ochenta que los unió en un vínculo
irrompible. La desaparición de Leo sin dejar rastro lleva a María a iniciar una
búsqueda en un laberinto de nostalgia del que no logrará salir hasta que lo
encuentre. En ese mismo laberinto se esconden otros secretos del pasado y de la
vida de sus padres. Una historia de maduración y de pérdidas, de los golpes del
destino y de familias imperfectas.
Un encuentro con la nostalgia en un viaje de vuelta a
la naturaleza y a la vida.
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