Mira que siempre me han gustado los nombres que se les dio a las Américas cuando llegaron los españoles: Tierra firme, Nueva Granada, La Española, nombres sin pretensiones, usados, o con una novedad clara que definía la novedad asombrosa de lo que veían por primera vez. Cuando lees a Henán Cortés, o a Colón -maravilloso- o a Bernal Díez del Castillo, o a Bartolomé de las Casas, ves cómo crean la realidad a partir de las palabras que conocen, cómo hacen literalmente un Nuevo mundo que, en realidad, era antiquísimo.
Bien, así que las recreaciones históricas del periodo de la conquista me fascinan, el problema, claro, es que he leído las fuentes originales, he asistido a un congreso específico sobre pueblos indígenas en Ginebra y he hablado con especialistas mundiales en la materia y el victimismo o el revisionismo me dan ganas de vomitar, y no os digo nada respecto a la lectura de los hechos del siglo XVII como si fueran contemporáneos a nosotros, que no, que me aburro.Me aburre leer lo malos que fueron los primeros conquistadores, cómo esquilmaron a los pueblos indígenas, la tiranía política, los malos que eran los monjes, o cómo las encomiendas explotaban al proletariado indígena o esclavo hasta su desaparición. Ya no digo nada de la desaparición de las lenguas, las enfermedades o lo canallas, borrachos y salvajes que eran aquellos conquistadores. El español ha tenido siempre un sentido de culpa bárbaro, el catolicismo pesa, y si ha sido de derechas su victimismo, su culpabilidad, su inacción y su falta de perspectiva es absoluto. Así que prescindo en la lectura del libro de Asensi de las citas históricas, - para mí la historia no tiene más valor que la literatura, así me la suele soplar bastante los sesudos análisis de lo que desconocemos absolutamente- y me centro en la novela de aventuras, en el best seller que cuenta hazañas inverosímiles, en la aventura de la protagonista que vive una aventura Robinson Crusoe, que se convierte en chico, travestismo, que se hace experto espadachín, Alatriste, y que triunfa en todos los ámbitos de su existencia. Me divierto con los malos, que lo son y mucho, con los arquetipos, con los protagonistas, todos criollos, indígenas o liberados, y disfruto de los lugares comunes.
Así que si lo que queréis es disfrutar leyendo una aventura con la misma carga histórica que We Can Remember It for You Wholesale,(Total Recall) de Philip K Dick, pues a gozar. Yo, para que no digáis que soy un soso, me leeré, creo , las otras dos novelas de la trilogía. Por cierto, me doy cuenta de que soy un sentimental me sigue gustando más Alatriste, no sé, es más real, más veraz, más mío.
Publicada en Planeta, os dejo la sinopsis:
Nada podía hacer sospechar a Catalina Solís cuando embarcó en la flota española de Los Galeones con destino al Caribe, que al otro lado del océano encontraría un Nuevo Mundo plagado de peligros y desafíos. Para salvar su vida, la joven tendrá que adoptar la personalidad de su hermano Martín Nevares, muerto durante un abordaje de los piratas ingleses a su galera. Después de dos años en una isla desierta y haciéndose pasar por Martín se convertirá en Martín Ojo de Plata, uno de los muchos contrabandistas que surcaban los mares a principios del siglo XVII.
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